El deportista nicaragüense suele oscilar entre la inseguridad que propone el fracaso o la vanidad que sigue al triunfo. Excepto si se llama Román “Chocolatito” González, cuya línea de tiempo ha ido siempre en ascenso, pero sin despegar su contacto con el piso.
El aporreador capitalino, quien se ha convertido en la más genial aparición en el pugilismo nacional desde los días de Alexis Argüello, ha alcanzado la cima del boxeo mundial y se alista para defender su corona y su ubicación en la cúspide, este sábado en el Forum de Inglewood, California.
González, quien muestra un inmaculado récord de 44 victorias sin derrota, con 38 nocauts, expondrá su cetro mosca (112 libras) del CMB, ante el boricua McWilliams Arroyo (16-2), de brillante historial amateur, pero de pálida trayectoria profesional.
El “Chocolatito” no debe enfrentar problemas para deshacerse de Arroyo y antes del límite, para dar aún más brillo a su luminoso paso por los tinglados. El nica es un fenómeno en evolución permanente, porque trabaja en serio y con determinación.
Su caso no es muy común, porque por lo general, cuando el talento alcanza su plenitud y empuja a la cima del éxito, ahí lo esperan la distracción, la vanidad y el engreimiento. Y solamente la exigencia y el compromiso, lo devuelven a la realidad.
Hasta ahora, Román no se ha mareado por las alturas y lo que es mejor, aún tiene la ambición de crecer más y de brillar más, mientras se propone rescribir la historia, pese a que todavía hay cuestionamientos sobre el nivel de algunos de sus oponentes.
Pero más temprano que tarde, nos vamos a convencer de lo especial que realmente es Román, el chavalo nica que ha alcanzado la excelencia con sus puños, hasta convertirse en un boxeador de clase mundial, que deslumbra en el mundo, mientras nos cobija de orgullo.