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Los 4 Fantásticos

La conquista de Hollywood ejecutada por Marvel ha puesto en una posición particular a los estudios que aprovecharon sus años de vacas flacas para adquirir derechos sobre algunos personajes.

La conquista de Hollywood ejecutada por Marvel ha puesto en una posición particular a los estudios que aprovecharon sus años de vacas flacas para adquirir derechos sobre algunos personajes. Al igual que Sony con Spiderman , 20th Century Fox lucha hasta con los dientes por no dejar que los derechos a desarrollar películas sobre Los 4 Fantásticos se reviertan a su creador y ahora “reinician” la franquicia con nuevos actores. El reparto está encabezado por Miles Teller, bien cotizado después de la oscarizada Whiplash (Damien Chazelle, 2014). Le acompañan dos veteranos de la serie House of Cards: Kate Mara y Reg E. Cathey. Y el joven director Josh Trask atrajo a Michael B. Jordan. Nadie puede decir que no hay talento frente y detrás de las cámaras. El problema es que el sentido de propósito brilla por su ausencia.

Un prólogo introduce a Reed Richards y Ben Grimm como niños, jugando a ser científicos en serio. La secuencia es simpática, pero establece un tono infantil que sofoca las posibilidades de la película. Pronto saltamos en el tiempo. El joven prodigio Reed Richards (Teller) es reclutado por el Dr. Franklin Storm (Cathey) para fusionar sus ideas sobre un transportador de materia con el proyecto del Laboratorio Baxter, controlado con ambiciones comerciales por el Dr. Allen (Tim Blake Nelson). Junto con el genio misántropo Victor Von Doom (Toby Kebbel), Johnny Storm (Michael B. Jordan) y Sue Storm (Kate Mara) logran construir la máquina que permite teletransportar materia a otra dimensión. Celosos de ser los primeros seres humanos en usarla, se montan en ella a escondidas, junto con Ben (Jamie Bell). Y lo demás es historia.

El director Josh Trank entró en el radar de Hollywood con Chronicle (2012), una modesta producción independiente que superó a las caras producciones de Marvel, para convertirse en la mejor película de superhéroes desde Spiderman 2 (Sam Raimi, 2004). En alguna medida, Trank se está repitiendo al acometer la tarea de dirigir Los 4 Fantásticos . Sin embargo, debe ser irresistible contar una trama similar con todos los recursos que un gran estudio puede proveer.

Pero con el dinero vienen férreas restricciones. El imperativo de que la película funcione para todo público condiciona la creatividad del director y socava el potencial de la historia. Los efectos del accidente que convierte a los científicos humanos en “fantásticos” son pavorosos y su visualización nos introduce en el territorio del horror. De hecho, la mejor secuencia es la que nos muestra por primera vez los efectos de la transformación y no la recomiendo para menores de edad. Pero un producto Marvel no puede perturbar demasiado ni explorar a profundidad en los conflictos éticos y morales. Por sus designios comerciales debe mantenerse básica, inmadura e infantil. Es para niños. O la concepción de niño que tienen los ejecutivos de la 20th Century Fox.

Hay maneras de trabajar con una fórmula, imbuyendo en el resultado algo de originalidad, o al menos, creando espacio para que los actores puedan respirar. Véase la reciente Ant-Man (Peyton Reed, 2015), tan insustancial como simpática. Pero el guion de Los 4 Fantásticos nunca encuentra un tono coherente. Las demandas de una “historia de origen” la sofocan. Y la pedestre visualización de “la otra dimensión” parece un trabajo en proceso. Actores y director sucumben en una película oscura e innecesaria, que apenas funciona para establecer de forma torpe las bases de una historia que probablemente nunca veremos. La anticipación negativa alrededor del filme pone en duda sus secuelas. A no ser que la 20th esté dispuesta a seguir apostando en este juego.

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