JOAQUÍN ABSALÓN PASTORA
Proliferan los aires de la ilustración. Se abre una nueva ventana con ojos que parecen mirar al cielo desde el edificio en cuyas alturas se lee: Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra.
Abogo por el énfasis en este nombre alumbrado por las fuentes del talento construyó con su imaginación, el edificio de la Universidad de bolsillo, levantado por el cálculo estructural en forma de tabloide que no se ha venido al suelo porque está en el archivo espontáneo de cada lector acucioso: “La Prensa Literaria” custodiada por Marta Leonor González que si bien dejó la luz de la circulación sabatina, está en el archivo de muchos en colección testimonial.
Estuve en la inauguración de su auditorio el 17 de enero, víspera del Día del Escritor, una sala encendida por la ventura de la luz natural y de recodos donde se habla de literatura, de música (al entrar oí a Bach) y dije este es también su templo, de todo en el arte.
Están expuestos los libros deseosos de que se haga un romance con sus páginas, de que se les lea. Qué haríamos si estuviesen ausentes: nos cobijarían las tinieblas de la ignorancia.
Una estrella está expuesta en el cielo de esta institución: el cumplido con el literato, autor de los “escritos máquina”, efecto de sus preocupaciones sobre la vida nacional e individual de cada nicaragüense con cuyas modalidades parecía conversar en cada letra de su libro.
Jesús de Santiago, culto español con muchos años de estar con nosotros, es el artífice principal de esta novedad, caracterizado por auspiciar la publicación de libros de no pocos autores nicaragüenses.
Es justo señalar el mérito de ponerle al centro el nombre de Pablo Antonio Cuadra, el mismo que bautizó a La Prensa como “La República de Papel”.
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