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Humor negro al estilo Coen Para el público regular, los filmes de los hermanos Coen pueden ser complicados de digerir, principalmente cuando buscan hacer reír. Una de las mejores cintas exhibidas el año pasado, Sin lugar para los débiles, dejó a muchos rascándose la cabeza, principalmente por el repentino corte final que tuvo. Y eso […]

Humor negro al estilo Coen

Para el público regular, los filmes de los hermanos Coen pueden ser complicados de digerir, principalmente cuando buscan hacer reír. Una de las mejores cintas exhibidas el año pasado, Sin lugar para los débiles, dejó a muchos rascándose la cabeza, principalmente por el repentino corte final que tuvo. Y eso que era una de las mejores muestras del filme noir en los últimos años. Ahora imagínense a este par de misantrópicos directores (refiriéndome por la forma a cómo tratan a los personajes de sus filmes) haciendo comedia, un género que el público toma de antemano como algo relajado.

Pues bueno, si usted es de los que disfruta de complicados enredos y bastante dosis de humor negro, puede salir satisfecho de esta anticonvencional comedia manufacturada por los últimos ganadores del Oscar.

Linda Litzke (Francis McDormand) es una frustrada mujer atrapada en su crisis de los 40. Está obsesionada con hacerse un extreme makeover para capturar a un hombre decente. No tiene el dinero para las cuatro cirugías que dice necesitar, pero cuando Chad (Divertidamente interpretado por Brad Pitt) su despistado y superficial compañero de trabajo en un gimnasio, da con un disco “quemado” con las memorias de otro frustrado, un ex agente de la CIA (John Malkovich), deciden chantajearlo, pensando que éstas contienen grandes secretos que comprometen la seguridad de los Estados Unidos.

Algunos críticos se han referido a esta cinta como una sátira política que busca mofarse del trabajo de las agencias de seguridad. Pero ésta es sólo la primera capa. El detalle está en los personajes, sólidamente interpretados por un reparto que da lo mejor de sí. Estamos ante una obra que se burla de lo estúpido y superficiales que podemos ser los seres humanos. La ironía brota en cada metraje. Muchas veces nos hemos preguntado (confesión de parte también) que habrá en realidad detrás de esos supuestos matrimonios perfectos, por ejemplo. Lo más probable es que nos digan que somos viles y nos corroe la pinche envidia. Tal vez sí, tal vez no. Esto, es sólo una de las tantas aristas de la sociedad estadounidense de la que se burlan con fino sarcasmo los hermanos Coen. No es un humor vulgar y extremadamente sexual como el de Hermanastros, Superbad o cualquiera de las producciones de Judd Apatow. En este caso, más que las situaciones, los personajes son los escudriñados. Es cierto, son maltratados y la mayoría terminan peor que como comenzaron la cinta. Pero esto es típico de los hermanos Coen. Si la piensa bien, seguro se dará cuenta que a más de alguno de este tipo de personas se ha topado usted en su vida.

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