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Cuba o la crónica de la sucesión anunciada

[doap_box title=”” box_color=”#336699″ class=”archivo-aside”] Y para rematar la “coronación”, una jugada magistral: la visita del enviado especial del Papa para las mismas fechas en las que hace 10 años hizo su memorable viaje Juan Pablo II. ¿Qué otro acto de mayor legitimidad se puede pedir? Esa es probablemente la idea detrás de todo esto. ¿Qué […]

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Y para rematar la “coronación”, una jugada magistral: la visita del enviado especial del Papa para las mismas fechas en las que hace 10 años hizo su memorable viaje Juan Pablo II. ¿Qué otro acto de mayor legitimidad se puede pedir? Esa es probablemente la idea detrás de todo esto.

¿Qué hemos atestiguado en Cuba? Transición es una palabra inadecuada. Una sucesión programada es una más precisa.

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La designación de Raúl Castro como presidente de los consejos de Estado y de ministros formalizó una situación de hecho que existió desde julio del 2006, cuando Fidel Castro tuvo que ser sometido a una operación intestinal delicada.

UN PROCESO. La isla mantuvo su vida normal desde que asumió Raúl hace 19 meses: no hubo revueltas populares; no hubo sublevaciones del Ejército; el Estado conservó su regular funcionamiento económico y administrativo plagado de ineficacia y corrupción; los cubanos comunes siguen yéndose legal e ilegalmente en cuanto hay una oportunidad; la represión de los opositores continuó y los dignatarios extranjeros visitantes fueron recibidos por el general Castro.

Incluso, en el plano diplomático, Cuba, un flagrante violador de los derechos humanos, logró ser elegido miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (órgano que sustituyó a la polémica Comisión de DD.HH. pero que le iguala en inconsecuencia y del cual quedó excluido EE.UU.).

Raúl Castro mantuvo y cultivó la relación de la nación comunista con su benefactor estratégico, la Venezuela de Hugo Chávez. Ésta le garantiza cien mil barriles de petróleo diarios y un subsidio de unos 2,200 millones de dólares anuales, de acuerdo con Gustavo Coronel, ex directivo de la petrolera venezolana PDVSA. Momentos después de ser designado, Raúl llamó a Chávez. Su conversación fue televisada en vivo.

La ceremonia de consagración del menor de los Castro fue el punto culminante de un proceso. Su proclamación como sucesor ocurrió en 1997, pero la maquinaria de la sustitución no fue echada a andar sino hasta que el dictador le vio la cara a la muerte. El régimen ha logrado completar una primera etapa en el camino hacia la era post-Fidel sin traumas. Poco a poco acostumbró a los cubanos y al mundo a la idea de que el barbado comandante en jefe ya no estaba con el poder absoluto.

EL AS VATICANO. Y para rematar la “coronación”, una jugada magistral: la visita del enviado especial del Papa, el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, para las mismas fechas en las que hace 10 años hizo su memorable viaje Juan Pablo II. Una renovación de aquel gran llamado: “Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”. Dadas las extraordinarias habilidades diplomáticas del Vaticano, es ingenuo creer que la llegada del “número dos” de la Santa Sede al mismo tiempo que se oficializaba la sustitución de Fidel Castro sea una simple coincidencia. Bertone fue el primer dignatario extranjero recibido por el recién designado Presidente. ¿Qué otro acto de mayor legitimidad se puede pedir? Esa es probablemente la idea detrás de todo este acto de diplomacia.

La Iglesia católica obtuvo compromisos de mayores concesiones para su actividad y hasta de acceso a la difusión de sus mensajes mediáticos. El cardenal Bertone hizo pública esta petición (¿exigencia?) en la misa del jueves de la semana pasada en La Habana, a la cual asistieron prominentes del régimen como Ricardo Alarcón, Felipe Pérez Roque y Carlos Lage, respectivamente presidente del Parlamento, canciller y vicepresidente.

En su encuentro con Raúl, el enviado papal no hizo más que una tímida evocación de los reos políticos, de la preocupación de sus familiares, pero no pidió su liberación. Tampoco se reunió con los disidentes, un hecho que provocó resentimientos. Oswaldo Payá, Premio Sajarov 2002, señaló que Bertone había dado una “impresión de complacencia”.

ESPERANZA DE CAMBIOS. El nuevo mandatario ha prometido cambios. Ayer el canciller Pérez Roque firmó en la ONU dos acuerdos internacionales de derechos humanos, un gesto político importante, reforzado por el hecho de que por años Cuba se negó a firmarlos. No obstante, el canciller declaró que su país se concedía el derecho a interpretarlos y anunció reservas a esos tratados. Inmediatamente, la disidencia acogió con escepticismo la medida, la calificó de “farsa” y demandó el cese del hostigamiento.

En su discurso de investidura, Raúl ofreció más atención a los problemas diarios. Combina la imagen de un duro, pero a la vez le tildan de pragmático. Ha dirigido un experimento, aparentemente exitoso, de conceder cierta iniciativa de mercado a las empresas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Prometió levantar sencillas prohibiciones.

Como ha sido el caso en los 19 meses que ya tiene en el poder, un Raúl Castro carente del carisma de Fidel está acompañado de varias figuras que convergen en el ejercicio de un liderazgo colectivo. Designado como primer vicepresidente, José Ramón Machado Ventura, ideólogo del régimen, simboliza la continuidad de la vieja guardia. Alarcón sigue al frente del Parlamento, Pérez Roque en el Ministerio de Exteriores y el más joven de la nomenclatura superior, Carlos Lage, se mantiene de vicepresidente. Raúl ha delegado la jefatura de las FAR al general Julio Casas Regueiro, su segundo durante casi medio siglo.

La disidencia, el exilio en Miami y varios analistas pronostican sólo cambios cosméticos. Brian Latell, un ex analista de la CIA y autor de un libro sobre el futuro de la isla, advierte que no se debe subestimar a Raúl y cree que es probable que haga estas transformaciones importantes: dar más puestos altos a jóvenes dirigentes, crear un puesto de primer ministro y hacer una apertura económica de mercado limitada.

REPENSAR EL EMBARGO. Estados Unidos descartó el cese del embargo mientras no haya cambios significativos.

Pero también en ese país se hace necesario repensar la política hacia Cuba: es evidente que el embargo no funciona para echar abajo a la dictadura y que siempre le sirve a ésta como el argumento mayor para justificar la incapacidad del sistema económico.

Creo que únicamente un presidente demócrata, ya sea Barack Obama o Hillary Clinton, podría traer un cambio. Los demócratas son menos dependientes política y electoralmente del exilio cubano de Miami. En cambio, el republicano John MCain es partidario de la misma política de Bush y ya le debe favores políticos a la maquinaria política cubano-americana.

En cuanto a la isla, hay demasiadas interrogantes sin respuesta. Fidel retuvo el cargo de secretario general del Partido Comunista y su hermano dijo que se le consultaría decisiones importantes en economía, política exterior y defensa. ¿Hasta dónde llega su influencia real?

Lo que parece pura ilusión es esperar una verdadera transición a la democracia con varios partidos, elecciones libres y una prensa libre. Por ahora, son quimeras.

Analista de temas internacionales

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