- Analistas consideran que el presidente Evo Morales se hace cada vez más dependiente de Hugo Chávez
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El presidente boliviano Evo Morales se aferra cada día con más fuerza a su par venezolano, Hugo Chávez, mientras se aleja de su anunciado propósito de mantener una buena relación con Estados Unidos.
“Hay que tomar seriamente la influencia del Gobierno de Venezuela en Bolivia”, dijo ayer a EFE la politóloga Ximena Costa, y agregó que la reciente instauración de relaciones diplomáticas con Irán, gran aliado de Venezuela, va a tener en el medio plazo “un costo político lamentable e innecesario”.
El canciller David Choquehuanca oficializó ante la prensa el martes las relaciones diplomáticas con Irán, tras su visita a Teherán para asistir a una reunión ministerial del Movimiento de No Alineados (Noal) y después de que el país islámico ofreciera hace apenas una semana cooperación petrolera e industrial a Bolivia.
Para Costa, al asociarse con Irán, Bolivia pasa a formar parte de un grupo de países que mantiene un enfrentamiento permanente con Estados Unidos y sus aliados.
Además, muchos países, especialmente europeos, que han apoyado a Morales desde que llegó a la Presidencia en 2006, por no caer en el esquema de “estar en contra del indio”, ahora se lo van “a pensar”, vaticinó la politóloga.
A su vez, el analista Roger Cortés cree que el “encendido discurso” de los partidos de la oposición boliviana sobre la injerencia venezolana en asuntos internos de este país es, en el fondo, una expresión de la “mortificación” que les causa ser actores “de segunda importancia en la escena política”.
El pasado martes, el gobernador del departamento de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, uno de los principales adversarios del presidente, afirmó que en la capital homónima de esa región del centro del país hay venezolanos con identidades falsas que usan vehículos oficiales.
A fines de agosto el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, afirmó que esa oligarquía está financiada por Estados Unidos, y a continuación el propio Morales dijo que “algunos embajadores”, en clara referencia al norteamericano, llegan a Bolivia a conspirar.
La situación se tensó más cuando el Ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, aseguró que la ayuda de EE.UU. para el desarrollo es manejada de forma poco transparente. Si la cooperación económica estadounidense no se ajusta a la política de Bolivia, “tiene las puertas abiertas” para irse, advirtió Quintana.
Según la politóloga Costa, es una paradoja que esos ataques surgieran justo antes de un viaje de García Linera a Washington para pedir una nueva prórroga de las preferencias arancelarias que reciben Bolivia y otros países andinos de EE.UU. como compensación por combatir el narcotráfico.