- Luis Enrique Mejía Godoy celebra sus 40 años de vida artística con un disco que lo hace regresar a la música que lo inspiró a convertirse en cantante: el bolero
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Después de una década alejado de los estudios de grabación, Luis Enrique Mejía Godoy presenta orgulloso su disco número 22, Mis Boleros, con el cual celebra 40 años sobre los escenarios, los cuales, confiesa, no han sido siempre color de rosa.
Llevándole la contraria a la deficiencia pulmonar que lo castiga desde hace unos años, dedicó los últimos seis meses a su nueva producción, donde incluye diez boleros que creó entre 1967 y el 2006.
El cantautor revela que tiene 62 años, aunque no los parece. Luce apuesto, sonriente y con muchos ánimos. Cuenta que la alegría que le da su “nuevo hijo” es igual a la que sintió con su primer disco hace ya varias lunas.
“Es un esfuerzo personal, una producción independiente”, dice Mejía.
POCO APOYO
Luis Enrique es un artista de calidad y con gran trayectoria, pero esto no le facilitó abrir todas las puertas de patrocinio. “Toqué como 30 puertas y se abrieron como cuatro”, dice con cierto tono irónico.
Cuenta que el costo del disco es sumamente elevado. “Varios miles”, dijo, sin especificar un número. El costo del material aumentó por la experiencia de los músicos que lo acompañaron en la producción, quienes han trabajado con artistas tan conocidos como Alejandro Sanz, Julio Iglesias, Andrea Bocelli, Luis Miguel, Ricardo Arjona, entre otros. Según Luis Enrique su realización fue posible debido a la participación de muchos de sus amigos, lo que produjo una reducción de costo.
“Yo no pienso en cuántos discos vaya a vender. La verdad es que un artista deja eso en un segundo plano, porque sólo grabar el disco es una necesidad, es la forma de expresarnos”, explica.
Mis Boleros, además de celebrar sus 40 años de vida artística, es una producción que rinde homenaje a grandes boleristas como Rafael Gastón Pérez, Luis Méndez, Tránsito Gutiérrez y César Andrade.
DE MÉDICO A CANTANTE
Relata Luis Enrique que en 1967 abandonó sus estudios de medicina por la necesidad que sentía de ser músico. No lo pensó dos veces. Con 23 años se armó de valor, dejó la universidad y se lanzó a cantar de forma gratuita en bares, paradas de buses y otros lugares públicos, con el único propósito de darse a conocer.
Unos tres años después despertó de la ilusión que vivía. Se dio cuenta que había gente lucrándose de su trabajo y él no recibía ningún beneficio. Fue en ese entonces que empezó a cobrar por sus presentaciones.
En estas cuatro décadas Luis Enrique ha cantado en unos cien países. Sus canciones han sido traducidas a inglés, japonés, alemán, holandés, ruso y francés y luego de todos esos logros cuenta que hasta que muera quiere ser productivo; si no es cantando será componiendo temas.
Viendo hacia atrás, ¿se siente satisfecho de lo que ha logrado en estos 40 años?
Uno nunca debe sentirse satisfecho. Me siento orgulloso y si pudiera volver a vivirlo no dejaría de hacer nada de lo que hice y otras cosas las haría mejor.