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Lisímaco Chávez (1928-2006). LA PRENSA/Archivo

Se fue Lisímaco Chávez

Johnny Cajina Guillén 10:30 a.m. Lisímaco Chávez, uno de los personajes más populares de la capital y protagonista de las fiestas patronales de Santo Domingo de Guzmán, falleció hoy en horas de la mañana. Carlos Lisímaco Chávez Cerda, murió en su casa del populoso barrio San Judas de Managua a los 77 años, rodeado por […]

Johnny Cajina Guillén

10:30 a.m.

Lisímaco Chávez, uno de los personajes más populares de la capital y protagonista de las fiestas patronales de Santo Domingo de Guzmán, falleció hoy en horas de la mañana.

Carlos Lisímaco Chávez Cerda, murió en su casa del populoso barrio San Judas de Managua a los 77 años, rodeado por sus familiares más cercanos. Aparentemente, su deceso fue consecuencia de los derrames cerebrales sufridos en los últimos años.

El vocero de la Alcaldía de Managua, Rigoberto Morales, aseguró a LA PRENSA que la municipalidad correrá con todos los gastos de las honras fúnebres de Chávez, quien incluso podría recibir honores póstumos de parte de las autoridades de la ciudad.

Lisímaco, famoso por su antihigiénico rito de la “Chicha de las Siete Quebradas”, bebida espirituosa de maíz que decía preparar con los enjuagues de su cuerpo tras cuatro días de no bañarse y que repartía en la tradicional “Vela del Barco de Santo Domingo”, será enterrado mañana en el cementerio de San Judas.

DÉCADAS DE TRADICIÓN

Nacido en Diriamba, heredó la tradición y devoción religiosa, de su madre Sidomira Cerda Artiles, quien creía que Santo Domingo le salvó la vida a su hijo de una rara enfermedad cutánea.

Adquirió fama en 1961, cuando burló la vigilancia de la Guardia Nacional, se apoderó de la diminuta imagen en la Iglesia de las Sierritas para traerla a Managua y fue puesto bajo las rejas. Su intención era continuar con la tradición popular que estaba prohibida por la Iglesia Católica.

Tres veces guardó prisión por Santo Domingo. La segunda vez, estuvo 37 días detenido por robar de nuevo al Santo en 1963, debido a la resistencia de la Iglesia a que continuara la tradición, convertida hoy en la más importante de la capital.

Un año más tarde, volvió a la cárcel por oponerse a la mayordomía de un personaje político de la dictadura somocista.

HUMOR NEGRO

El controversial Lisímaco nunca fue mayordomo de las fiestas, pero durante 17 años, de 1961 a 1977, se puso al frente de la traída de Santo Domingo a la capital.

El humor era su fuerte y solía recurrir a la mentira y a la exageración para hacer reír. “Según dicen, tengo 37 hijos”, afirmó una vez. Sin embargo, dudaba que todos fueran de su autoría, porque la única que lo sabe con certeza es la madre, explicaba.

“Teatro Rubén Darío, siete cuadras al lago, una abajo. Horas de consulta: de las doce de la noche a las cuatro de la mañana (Sólo para mujeres)”, rezaba su jocosa e inexistente dirección plasmada en sus tarjetas de presentación.

LA VELA DEL BARCO

“Desde hoy no me baño”, solía decir Lisímaco, cuatro días antes de cada 31 de julio, fecha en que los capitalinos devotos de Santo Domingo de Guzmán celebran la denominada Noche del Coloquio, que antecede a la multitudinaria procesión anual del 1 de agosto, cuando la diminuta imagen llega a Managua.

Lisímaco encabezaba desde hace varias décadas, las celebraciones de la “Vela del Barco”, una especie de navío rodante en el que los promesantes montan a Santo Domingo, para trasladarlo cada año hacia su iglesia del mismo nombre en el antiguo casco urbano de la ciudad.

El “torólogo”, como hacía llamarse por su afición a la fiesta taurina, repartía durante la vela abundante comida y sobretodo mucha “Chicha de las Siete Quebradas”.

SU FÓRMULA MÁGICA

“Cuando tengo ya cuatro días de no bañarme, pongo una tina (de plástico) con agua y me meto. Me voy bajando y restregando. Hasta quedar aseado y con esa agua hago la chicha. Queda muy exquisita”, aseguraba Chávez, mientras se frotaba siete partes de su cuerpo (axilas, entrepiernas, cuello y pies) para hacer una demostración imaginaria sobre la receta de su afamado brebaje de maíz fermentado.

“Quien toma la ‘chicha de las siete quebradas’ siempre pide otro poquito. Por eso soy el hombre más cotizado por las mujeres de Managua”, explicaba el siempre irredento Lisímaco, quien hasta su muerte conservó un humor sin parangón con el que se ganó la simpatía y la antipatía, de “moros y cristianos”.

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