Luis Felipe Palacios [email protected]
Los SAM-7, esos cohetes tierra-aire que han centrado una polémica importante sobre la reestructuración y reconceptualización del Ejército de Nicaragua dentro de una propuesta de Estados Unidos para todos los ejércitos de Centroamérica, ¿son, como diría Mafalda, una sopita que nos quieren dar los militares, o son en realidad tan efectivos como los pintan? La Fuerza Aérea da a conocer el sistema de defensa antiaéreo con que cuenta el país actualmente y ofrece una explicación técnica sobre la eficacia del armamento existente.
“Truco cruel”. Así calificó el subsecretario de Estado Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Dan Fisk, la pretensión de algunos sectores nicaragüenses que plantean que sin los cohetes tierra-aire, conocidos como SAM-7, la seguridad del país se vuelve vulnerable.
“Cuando oímos (el argumento) que estas armas tienen valor, nos quedamos perplejos porque sólo tiene valor para la gente que quiere usar esas armas contra todos nosotros. Tienen valor para los terroristas, tiene valor para los criminales internacionales, no tienen valor para nadie más, y en cuanto a su habilidad para proteger Nicaragua, yo voy a ser muy directo en este tema, es un truco cruel que se le está vendiendo a los nicaragüenses”, sostuvo Fisk, en recientes declaraciones a LA PRENSA.
La polémica política sobre la reestructuración de los ejércitos de la región de cara a las nuevas amenazas (terrorismo, narcotráfico), plantea el abandono de las “momias” de la Guerra Fría, en cuanto a doctrina militar, tipo de armamento, reestructuración de sus fuerzas para adaptarlas a los nuevos tiempos.
La fuerza de esa discusión política, necesaria para alcanzar un consenso nacional sobre la defensa del país, ha hecho que la Fuerza Aérea muestre en forma inusualmente amplia, en qué consiste la defensa antiaérea del país así como la eficacia de su armamento.
Según el Ejército de Nicaragua, los 2,116 misiles antiaéreos que tienen en sus bodegas y otros distribuidos en los puestos militares de mando de todo el país, además de estar bien resguardados, protegen el espacio aéreo y marítimo de eventuales ataques de aviones de combate, tipo Dragón Fly o voladores, tucanes, F-4, F-5, entre otros que vuelan en la región.
Los militares nicaragüenses, afirman que los aviones de combate que puedan sobrevolar por nuestro espacio aéreo y marítimo pueden ser derribados por cualquiera de los tres tipos de cohetes antiaéreos que tiene la institución militar.
PROTEGEN OBJETIVOS
El mayor José Antonio Urbina Barberena, jefe de la Artillería Antiaérea (AAA) de la Fuerza Aérea del Ejército de Nicaragua y con más de veinte años de experiencia en la Defensa Antiaérea del país, aseguró que los cohetes antiaéreos C-2M (conocido como SAM-7 por su equivalencia), el C-3 y el IGLA –también llamado Aguja–, tienen capacidad para batir a los aviones de combate que atacan con ametralladoras de calibre 7.62 mm, cañones de 20 mm, y bombas del tipo MK. (Ver infografía).
Añadió que el Ejército de Nicaragua ha construido un sistema de defensa antiaérea “eficaz” con ametralladoras de diferentes calibres, instalaciones de ZU-23-2 (hace 400 disparos por minuto), y cohetes tierra-aire C-2M, C-3 e IGLA, que son manejados por tropas terrestres, navales y de la Fuerza Aérea, instalado en diferentes puntos estratégicos del país.
“Estos elementos, de manera general, nos permiten asegurar el sistema de defensa antiaérea actual. Garantiza el dominio absoluto de nuestro espacio aéreo y garantiza también la particularidad de proteger a nuestros medios navales en el mar, tanto en el Atlántico como en el Pacífico”, sostuvo el mayor Urbina.
“Este sistema plantea la misión de proteger fundamentalmente la capital dentro de los principales objetivos políticos, económicos y militares”, agregó.
COHETES PERSUADEN
El mayor Urbina afirmó que las características de la aviación de combate con armamento convencional, ha sido analizado por la institución militar en base a parámetros universales y por la experiencia dejada por la práctica en los años ochenta, y en ello concluyen que con el armamento que el país posee, pueden derribar y persuadir cualquier avión que ataca con ametralladoras, cañones o bombas MK.
“El armamento nicaragüense limita la acción de la aviación de combate”, dijo el especialista, quien añadió que los cohetes son efectivos para cualquiera de los tipos de ataque de la aviación, ya sea horizontal o en picada.
Señaló que un avión de combate que intente atacar con el método horizontal, puede ser interceptado por el cohete IGLA, y si utiliza el método de picada, puede ser batido por el C-2M, el C-3 y el ZU-23-2.
ARMAMENTO ES “DEFENSIVO”
Precisó que los misiles antiaéreos C-2M (SAM-7) y C-3 tienen un alcance en altura de hasta 2,300 metros y en distancia de hasta 4,200 metros, lo suficiente para interceptar o persuadir a aviones de combate que atacan con ametralladoras y cañones, incluso a lo que los hacen con bombas MK, cuando bajan de altura para buscar mayor efectividad en su objetivo.
Añadió que el IGLA o Aguja tiene un alcance de 3,500 metros en altura y una distancia de 5,000 metros, y este cohete es efectivo para cualquier aviación de combate con armamento convencional.
El otro armamento defensivo es el ZU-23-2, que tiene alcance en altura de 1,500 metros y distancia de hasta 2,500 metros, con un volumen de fuego de 400 disparos por minuto.
“Yo les puedo afirmar que el cohete C-2M y el cohete IGLA, de los cuales se han utilizado para el derribamiento de medios, tienen una alta efectividad”, garantizó.
“Asimismo, las instalaciones de ZU-23-2, en las acciones combativas desarrolladas, han cumplido con las misiones que se les han encomendado. Un caso específico de la aviación, que no es de combate, pero fue derribado por estos medios fue la nave en la que viajaba Eugene Hassenfus”, recordó.
El mayor Urbina precisó que “con tres cohetes está la posibilidad real de derribar un avión de ataque”, sin embargo no quiso adelantar la cantidad de misiles que requiere el país, para su defensa antiaérea, en tiempo de paz.
ATAQUE VERSUS DEFENSA ANTIAÉREA
El mayor José Antonio Urbina Barberena indicó que los aviones de combate con ametralladoras de calibre 7.62 mm tienen mayor efectividad de cumplir con su objetivo entre los mil metros de altura y mil metros de distancia.
Observó que el sistema de instalaciones ZU-23-2 que tiene el Ejército de Nicaragua, cumple el rechazo de la aviación de ataque con ametralladoras de ese calibre “sobre los parámetros que están previstos durante el vuelo”.
Señaló que los aviones de combate con cañones de 20 mm obtienen su mayor efectividad en el ataque, entre los 1,500 metros de altura y 2,000 metros de distancia.
“En el caso específico del C-2M (SAM-7) y el C-3, también cumplen estos parámetros, asegurando que tienen rango entre los 2,300 metros (de altura) hasta los 4,200 metros de distancia”, argumentó.
Y en relación a los aviones de combate con bombas MK, el mayor Urbina sostuvo que el IGLA o Aguja tiene la capacidad de impactar el medio aéreo a una altura de 3,500 metros y una distancia de 5,000 metros.
CONOCEN DE VUELOS ILÍCITOS, PERO…
El mayor José Antonio Urbina Barberena reveló que la defensa antiaérea conoce de los vuelos ilícitos del narcotráfico, pero no pueden interceptar los mismos, por ser aviones civiles: “Nos damos cuenta de vuelos ilícitos que ocurren en nuestro país, pero como no son aviones de combate, no cumplen los parámetros establecidos para su derribamiento, ya que nuestro país es firmante de los acuerdos de Chicago, en donde está establecido que no se le puede realizar el fuego a una aeronave de tipo civil”, argumentó.