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Crédito, competitividad y Cafta

Silvia L. Saravia M. La firma de un tratado de libre comercio con el principal socio comercial de la región centroamericana, propicia que los flujos de importación y exportación de bienes y servicios entre las partes, se incrementen y agilicen. Sin embargo, el principal temor de muchas personas en relación al Tratado de Libre Comercio […]

Silvia L. Saravia M.

La firma de un tratado de libre comercio con el principal socio comercial de la región centroamericana, propicia que los flujos de importación y exportación de bienes y servicios entre las partes, se incrementen y agilicen. Sin embargo, el principal temor de muchas personas en relación al Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos (Cafta) es que esa misma apertura comercial diezme la producción nacional.

Ante esta situación hay que tener presente dos puntos cruciales:

1. Aun si se impide o se posterga la firma del TLC con Estados Unidos, los avances de la tecnología, el transporte y las economías de escala se conjugan día a día para promover y acelerar el intercambio y el movimiento de personas a nivel mundial.

2. Aunque es un hecho que quienes producen con altos costos se verán en serias dificultades para sobrevivir a la competencia; también es cierto que las empresas que logren ofrecer servicios y productos diferenciados de calidad podrán prosperar al contar con un mercado potencial más grande de compradores con mayor poder adquisitivo.

Por ende, el dilema en torno a la apertura comercial ya no se enfoca en si es conveniente abrir o cerrar el mercado interno. (Sobre todo cuando recordamos que actualmente los nicaragüenses nos abastecemos en gran medida de productos extranjeros.) El dilema en torno al impacto de la apertura comercial se cristaliza en una pregunta de fondo: ¿cómo vamos a competir tanto en el mercado interno como en el mercado internacional? ¿cuál será nuestra estrategia para colocar a la venta los productos nacionales? Hoy en día el consumidor mundial no se preocupa si su alimento fue cultivado en Asia o Europa; le interesa la calidad y el precio. Pensar que el consumidor tendrá un comportamiento diferente es un engaño. A la vez creer que el Estado de Nicaragua (altamente endeudado) podrá subsidiar industrias para que levanten la economía nacional no es más que una ilusión.

Sin duda alguna, para ganar competitividad, se requiere eficiencia en costos. Acertadamente, al sector productivo, le preocupa de especial manera el costo del crédito en Nicaragua. Es por ello que el gobierno ha estado negociando en el Cafta (y en otros tratados de libre comercio) una apertura decidida en el Sector Financiero. Para los productores, el acceder a un financiamiento cuya tasa oscila entre los 18 y 20 puntos porcentuales en moneda nacional, impide alcanzar la eficiencia requerida en sus procesos productivos para competir y prosperar en el mercado globalizado.

Si entendemos que ante la escasez de un bien o servicio su precio tiende a elevarse, comprenderemos en parte, porqué el costo del crédito es mayor en Nicaragua y menor en EE.UU. Un incremento en la oferta de servicios financieros en el país podría inducir a una baja de las tasas de interés, lo cual a su vez se traduciría en un impulso positivo para la economía desde la perspectiva del prestamista nacional.

Sin embargo, ya se ha comprobado que el mercado no solamente obedece a las leyes de la oferta y la demanda. De hecho, a pesar de los atractivos que representa la demanda de capital existente en nuestro país, cabe señalar que el Cafta no asegurará que proveedores extranjeros estén dispuestos a financiar precisamente la rama productiva nacional. Esta circunstancia obedece a variables de orden sociopolítico e institucional de la región centroamericana, que en suma se tornan desfavorables para la inversión e incrementan la percepción de riesgo en los negocios.

En este sentido se observa cómo el sector bancario nacional se abstiene de canalizar porcentajes sustanciales de su cartera de créditos en los sectores productivos tradicionales. En realidad, la tendencia apunta a que poco menos de la mitad de los fondos disponibles se dirige a préstamos de consumo o préstamos comerciales.

Continuar alternando con un mercado financiero oligopólico de altos costos para el exportador nacional implica una gran desventaja productiva para Nicaragua. Por lo que si el Cafta ayuda a sentar reglas del juego más claras que aminoren la percepción de riesgo del inversionista y a atraer capital dirigido a invertir, no en los bonos gubernamentales, sino en cadenas productivas, la economía nicaragüense podría incrementar sus posibilidades de recuperación. Asimismo, negociar espacios de mercado para los servicios y productos manufacturados en nuestro país, es la contraparte que permitirá impulsar el tan deseado crecimiento económico.

La autora es Economista.

Economía

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