- Una olla de barro encontrada en la finca boaqueña “Sandrita y Tatiana” contenía una osamenta que al ser expuesta al aire se desintegró. Historiadores locales presumen que podría ser una vasija funeraria perteneciente a la cultura Náhuatl
Auxiliadora MartínezCORRESPONSAL/[email protected]
El hallazgo de lo que podría ser vestigios de un cementerio indígena, en la comarca “Ojo de Agua”, carretera hacia Santa Lucía, en el departamento de Boaco, ha generado diferentes reacciones entre los pobladores del lugar.
El campesino Mario González excavaba la tierra con una barra para poner un cerco de alambre, cuando ésta chocó con un objeto, que al desenterrarlo descubrió que se trataba de una olla de barro. Ésta contenía otras dos ollitas más pequeñas, colocadas una sobre otra, por orden de tamaño, y estaba tapada a presión con una especie de comal.
La olla de encima contenía en su interior la osamenta de una persona adulta (lo cual se deduce por la dentadura encontrada en el recipiente de barro), que se desintegró debido a la presión del aire, cuando la olla fue destapada. De los restos sólo quedó parte del cráneo, así como algunas piezas dentales, con las que se puede determinar la fecha a la que pertenecen los restos encontrados.
Para algunos historiadores de la ciudad de Boaco, como el Dr. Moisés Sotelo, el objeto encontrado en la finca “Sandrita y Tatiana”, conocida antes como “San Martín”, y que es propiedad de la señora Nidia García Obando, podría ser una vasija funeraria perteneciente a la cultura Náhuatl, cuyas tribus se asentaron en la parte baja del Pacífico.
La propiedad de “Ojo de Agua” está ubicada a un kilómetro escaso de la comarca Boaquito, segundo lugar donde se establecieron los pobladores de Boaco, lo que hace deducir a los habitantes del lugar que el entierro podría ser de poca data.
DESCONOCÍAN VALOR
La noticia del hallazgo se regó como pólvora por toda la comunidad, lo que generó la curiosidad de los habitantes y en especial de los niños de la escuela, los que sin tomar ningún tipo de precaución en el manejo de la pieza antigua, comenzaron a esparcir los pedazos de las vasijas encontradas.
“El lunes por la mañana los alumnos me dijeron que habían encontrado una olla cuando estaban cavando para sembrar unos postes, y que adentro tenía una calavera, entonces fuimos a comprobar con ellos, y en realidad encontramos pedazos de huesos que fácilmente se desintegraban, mientras que los niños recogieron trozos de barro para traerlos a la escuela”, señaló la profesora Melba Gudiel Sequeira.
Destacó que encontró curiosa la forma como se encontraban las ollas una sobre otra, sin embargo, la existencia de los huesos causó cierto temor entre los lugareños, porque se supone que ese cuerpo debió ser mutilado antes de ser enterrado.
Para otros pobladores el hallazgo ya no es una novedad, ya que se han encontrado otros vestigios en el territorio, entre ellos piedras de moler y otros objetos tallados en piedra.
Otra versión surgida entre la población de la comunidad es que antiguamente en el lugar sacaban “cususa”, y a lo mejor se produjo un pleito en el que alguien resultó muerto y pudo haber sido enterrado de esa forma para que no lo descubrieran, comentó la profesora
CREENCIAS DE ANTAÑO
Doña Vicenta Navarro, de 70 años, una de las primeras habitantes del caserío “Ojo de Agua” —llegó cuando apenas existían tres casitas de barro y actualmente la comunidad ha crecido a 60 viviendas— relata que días antes de encontrar los restos humanos enterrados, en los alrededores se divisaba una luz amarillenta pálida, que se movía de un lugar a otro.
Para el doctor Moisés Sotelo, la aparición de este tipo de luz donde hay una persona enterrada tiene una explicación científica: es causada por el fósforo que desprenden los huesos, “el resto es pura invención de la gente”, expresó el galeno.
INSTITUO DE CULTURA DE ANALIZARLOS
El Dr. Armando Incer, declaró que los restos encontrados deben ser analizados por el Instituto de Cultura, ya que todo tipo de opinión en ese momento es pura conjetura y suposiciones. No obstante, dijo que en la época precolombina se conocía la existencia de ollas funerarias, que tenían la forma de un zapato, cuya boca era a un lado y eran tapadas a presión. Añadió que los huesos después de un tiempo eran recogidos y guardados en vasijas de barro.