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Martha Vargas con su esposo Teodoro Rocha recogen camotes de la parcela que dedican a la conservación de suelos en la comunidad de Wisquilí, en El Sauce.

Oasis rurales opciones para sortear el hambre

El 31 por ciento de los nicaragüenses tienen problemas con su alimentación. La mayoría se concentra en el campo, en la zona seca del país, donde el rendimiento de la tierra entró en crisis desde el fenómeno de El Niño. Sin embargo, algunos campesinos han empezado a experimentar con cultivos no tradicionales para hacer frente […]

  • El 31 por ciento de los nicaragüenses tienen problemas con su alimentación. La mayoría se concentra en el campo, en la zona seca del país, donde el rendimiento de la tierra entró en crisis desde el fenómeno de El Niño. Sin embargo, algunos campesinos han empezado a experimentar con cultivos no tradicionales para hacer frente a la hambruna

Amalia Morales [email protected]

La parcela de Martha Vargas en la comunidad de Wisquilí, en El Sauce, es un edén en ciernes. No hay animales como en el paraíso bíblico, pero sí una gran variedad de plantas y árboles jóvenes que de a poco son la comida de hoy y mañana de una familia.

En Wisquilí, como en decenas de comunidades del país, ubicadas en 47 municipios, se secó la cosecha de primera, que se siembra en mayo.

Para Vargas la pérdida no fue tan dramática. Ella dedica su parcela de dos manzanas a la conservación de suelos. En la comunidad sólo 12 de 61 familias hacen eso.

El resto de los comunitarios ocupan su tierra en el tradicional cultivo de maíz, que este año se marchitó por falta de agua. El invierno no llegó a tiempo.

DÍA HÍPICO

Como consecuencia de la sequía, Achuapa ha tenido en los últimos tres meses una especie de fiesta hípica improvisada.

Se trata del día en que los jefes de unas 600 familias de unas 30 comunidades de ese municipio llegan a caballo a recibir la ayuda alimentaria que desde hace tres meses les da el PMA.

Inés Espinoza amarró sus dos caballos a un costado de la Casa de la Mujer, una de las tres organizaciones que canaliza la ayuda del Programa Mundial de Alimentos en la localidad. Espinoza lleva dos bestias, porque en una va ella y en otra la carga.

Espinoza, que vive en El Cacao, comunidad que está a dos horas en bestia, es beneficiada por el PMA porque sus cultivos de primera no rindieron.

“¡No salió nadita nadita!”, dice, dejando claro que se perdió el 100 por ciento del maíz sembrado. A través del programa de alimentos ha recibido en tres ocasiones 120 libras de maíz, cinco de arvejas y cuatro litros de aceite.

COSECHAS IRREGULARES

Según un análisis que hizo el PMA, en las zonas afectadas por la sequía este año las cosechas se volvieron irregulares desde 1997, cuando incidió el fenómeno de El Niño.

Más o menos por ese año es que Vargas y su marido, Teodoro Rocha, recuerdan una desesperante crisis en sus cosechas, la que se agravó después con el paso del Mitch en 1998.

La prolongación de esa crisis, que se abona entre la pobreza, hace que en Nicaragua 31 de cada 100 personas no tenga asegurado el plato de comida en sus mesas, según datos de la agencia de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Es decir que un millón 612 mil personas que se concentran, sobre todo en el área rural, están dentro de este segmento. De esos hay casi millón y medio desnutridos.

En Centroamérica la desnutrición afecta a más de seis millones de personas que representan a casi el 25 por ciento de la población de la región. El país del área con más gente desnutrida es Guatemala, con 2.3 millones.

Según la FAO, la tendencia a la inseguridad en el istmo se acentuó en los noventa.

Lo contrario ocurre en América del Sur, donde la cantidad de población desnutrida disminuyó de 42 a 33 millones de personas en el decenio pasado.

En el caso de Nicaragua el dato puede ser mayor, si se parte de que la mitad de los habitantes del país califica como pobre, porque no consumen lo necesario, de acuerdo con el documento de Estrategia Reforzada de Crecimiento Económico y Reducción de la Pobreza (Ercerp).

El mismo documento considera pobres a un 73 por ciento que no satisface sus necesidades básicas (salud, educación, vivienda, trabajo).

MAL TIEMPO CON BUENA CARA

A pesar de que la cosecha fue casi nula en el primer ciclo agrícola del año, los pequeños agricultores, que no tienen más opción de trabajo que la tierra, volvieron a confiar en la naturaleza.

El PMA indagó entre 48 comunidades perjudicadas por la sequía y constató que el 85 por ciento de las 4,651 familias consultadas sembró en la postrera, siguiente ciclo agrícola cuyos frutos comienzan a recogerse en este mes.

Sin embargo, el estudio detalla que la gente sembró menos de lo acostumbrado. Eso porque este año no tuvo el suficiente acceso a semillas.

En comunidades como Wisquilí, la distribución de semillas por parte del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), fue mínima.

El informe detalla que es común el descenso en la siembra de primera. Sólo el 63 por ciento de los consultados, dijo que acostumbra cultivar en ese ciclo agrícola.

“Esto implica que hay una gran parte de las familias que viven de otras actividades”, dice el informe.

JORNALEROS

Una de esas actividades es el trabajo asalariado que desempeñan muchos campesinos en fincas vecinas.

El marido de Inés Espinoza, originaria de El Cacao, una comunidad de Achuapa, en estos días “jornalea” en una finca vecina. Espinoza cuenta que no se arriesgó a sembrar en la postrera porque le fue mal con la primera.

Hay quienes como Elena Reyes cultivaron “un poquito” de maíz y frijol, sin descuidar otras plantaciones menos tradicionales, pero capaces de asegurar el plato de comida en la mesa de cualquiera.

Con orgullo, Reyes dice que tiene dos manzanas con 180 árboles frutales de distintas especies. En esa área, también dispone de hortalizas y plantas medicinales. Su parcela es similar a la de Martha Vargas, el pequeño edén que se mencionó al principio, sólo que Reyes entró hace dos años al asunto de la conservación.

La conservación de suelos cobra cada vez más importancia si se toma en cuenta que el proceso inverso, la degradación, consume entre cinco y siete millones de hectáreas (ver nota aparte). <bra Kq￾€øâa)˜￾ÅËfJÁg*aWëèíi˜*1Ž¢°[4Æj{=QÊ{￾ñ«‹à,àǧŒzççøÌW â«K¤B"''À<Ä ç¼óû^bÝä Sc¾!_-±é$Ê`R￾ûÔà4öÕaáXtM¹ò²eçz¦&~¨à[i<•³Íoâá4ÉÃ-,￾@é,†˜ ¯Ž¼¼ÈÆp
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