- Esfuerzos de
una familia se
hicieron cenizas
Juan Rodríguez [email protected]
Una humilde vivienda en el Barrio “Juan José Menocal”, al occidente de Managua, quedó reducida a cenizas ayer con todos sus enseres domésticos, luego que un niño de cuatro años prendiera un cerillo, que luego dejó caer dentro de un zapato deportivo.
El zapato incendiado, que estaba en el cuarto de la vivienda, provocó que una de las camas tomara fuego, luego todo el cuarto, hasta que las llamas alcanzaron un tanque de gas butano en la cocina de la vivienda, el que explotó propagando el incendio al resto de la casa.
GRANDES PÉRDIDAS, PERO NIÑOS A SALVO
Los padres de Javier, de 4 años, y Elizabeth, su hermana, de 9 años, no estaban en la casa a la hora del siniestro. Ambos niños resultaron ilesos.
La familia afectada dijo que las pérdidas ascienden a unos 50 mil córdobas. Aunque la vivienda estaba construida con bloques, todo el interior y el techo resultaron destruidos por las llamas.
Entre los enseres domésticos quemados había tres camas, un ropero de tres cuerpos, un equipo de sonido, un televisor, un comedor, toda la ropa de la familia, una refrigeradora, la cocina, trastes de cocina y muebles de sala, entre otras pertenencias, que fueron reducidas a carbón y cenizas.
REGRESO TARDÍO
Javier Hernández, de 38 años, consternado por la desgracia que atraviesa, explicó que la mamá de los niños, Marisol Pérez, acababa de salir a comprar a una pulpería cercana algunos productos alimenticios.
“Yo trabajo en el Restaurante Chu, en Monseñor Lezcano, y acababa de salir de la casa hacia mi trabajo, pero a los pocos minutos me estaban dando la noticia de que mi casa se estaba incendiando y que regresara rápidamente, pero cuando llegué ya todo estaba en cenizas”, lamentó el infortunado hombre.
El hecho ocurrió a las 10 de la mañana de ayer, del Restaurante Munich dos cuadras y media abajo y media cuadra al sur. Al lugar del siniestro se hicieron presentes seis unidades de la Dirección General de Bomberos, quienes informaron que en total se quemaron 48 metros cuadrados.
“Sólo me queda seguir adelante, lo material se repone, gracias a Dios que a mis hijos no le pasó nada”, dijo don Javier a manera de consuelo.