Jorge Eduardo ArellanoSecretario/AGHN
Participante del crimen y fiscal de la investigación.
El 21 de febrero de 1934, como a las cuatro y media de la tarde, mientras dirigía el training de unos boxeadores en el ring del “Campo de Marte”, se me acercó el subteniente César Sánchez (primo del general Somoza) y me dijo: “Dice el General Somoza, que te espera en su oficina a las seis de la tarde” y añadió: “Se trata de un asunto de mucha importancia que el General quiere tratar con algunos oficiales. Y se marchó.
“14 ASESINOS Y CONMIGO 15”
Con reloj en mano, cinco minutos antes de las seis de la tarde, llegué a la oficina del General Somoza (Anastasio padre) en el Campo de Marte, donde encontré reunidos a los siguientes oficiales:
1.- General Gustavo Abaunza, Jefe del Estado mayor.
2.- Coronel Samuel Santos-Jefe de Operaciones e Inteligencia;
3.- Mayor Alfonso González Cervantes, Jefe de la “Pagaduría”;
4.- Capitán Lizandro Delgadillo, Jefe de la 15ª. Compañía.
5.- Capitán Francisco Mendieta, Jefe de Abastos;
6.- Capitán Policarpo Gutiérrez, de Servicio Temporal en Managua;
7.- Capitán Carlos Tellería, Oficial ayudante.
8.- Capitán Diego López Roig, nacido en Costa Rica, pero residente y con familia en Nicaragua;
9.- Teniente Federico Davidson Blanco, oficial ejecutivo de la 17ª. Compañía.
10.- Teniente José Antonio López, jefe de la Policía de Managua;
11.- Teniente Ernesto Díaz, Segundo Jefe de la Policía de Managua;
12.- Subteniente César Sánchez, Oficial Ejecutivo de la Primera Compañía;
13.- Camilo González Cervantes (empleado civil del Campo de Marte, que a veces se apodaba General y muy unido a Somoza por ciertas razones).
Total CATORCE ASESINOS (incluyendo a Somoza) y conmigo QUINCE.
Llegué completamente ajeno a lo que iba a tratarse, pero en cuanto escuché las primeras palabras y opiniones que salían de los corrillos formados en la Oficina, me di cuenta de que se trataba de solucionar las dificultades existentes entre Sandino y la Guardia Nacional.
El General Somoza no llegó sino hasta las seis y cuarenta y cinco de la tarde. A su llegada hicimos silencio y nos sentamos en semicírculo. Somoza, detrás de su escritorio, nos habló así:
— Les he mandado a llamar por ser ustedes oficiales de mi entera confianza y para someterles a sus consideración la solución que debe darse a las dificultades que existen entre la vida del General Sandino y la vida de la Guardia Nacional. Yo vengo ahora mismo de LEGACIÓN AMERICANA, y he presentado al Ministro (Arthur) Bliss Lane, este mismo problema, y él me ha prometido su apoyo incondicional.
—La actuación de Sandino, tomando en cuenta las últimas declaraciones dadas por él a La Prensa, son una prueba evidente de su ambición y esto indica que nosotros, en representación del Ejército y por la paz de Nicaragua, debemos tomar una resolución contundente, pero necesaria.
—Debo advertir que Sandino había declarado que en Nicaragua existían tres poderes: Él, la Guardia Nacional y el presidente de la República.