Nicaragua en los Juegos Olímpicos

Reportaje - 10.07.2016
Tell

A pesar de su pobre participación en los Juegos Olímpicos, Nicaragua tiene su historia. No hay medallas pero sí muchas anécdotas. Desde campesinos que vencieron a campeones mundiales, hasta un personaje político congelado en la pista

Por Julián Navarrete y Amalia del Cid

Desde antes que tronara el disparo de salida, Leonel Teller sabía que no podía arrancar. Habían pasado pocos segundos desde que se cayó al saltar la tercera valla en las pruebas previo a la carrera de los 400 metros. Sintió un dolor agudo en el tendón de Aquiles y supo que no podía dar un paso. Teller representaba a Nicaragua en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980. El país recién estrenaba un gobierno de izquierda y una de las hipótesis más sonadas fue que a Teller le había pagado la CIA para que no corriera.

El congelamiento de Teller sobre la pista es quizás el ridículo más grande que ha hecho un atleta nicaragüense en unos Juegos Olímpicos y, por lo tanto, una de las anécdotas olímpicas de las que aún hoy se sigue hablando en el país. Unos dicen que Teller no era corredor. Otros afirman que lo llevaron por una recomendación de un ministro muy respetado de la revolución que lo sugirió a raíz de la publicación de un periódico mexicano. Hay quienes sospechan que a Teller le entró pánico. Y hubo quien lo acusó de boicotear a la delegación de Nicaragua.

Al margen de esas teorías de conspiración, algunos sostienen que el suceso fue importante porque pudo tener implicaciones en el “no” que Nicaragua respondió a Michele Richardson cuando la nadadora solicitó participar con la delegación nica en Los Ángeles 1984. Al final compitió por Estados Unidos y ganó medalla de plata para ese país. Así fue como Nicaragua dejó ir su oportunidad más clara de marcar un logro en el evento deportivo más importante del planeta.

Los Juegos Olímpicos modernos existen desde 1896, pero las delegaciones nicaragüenses empezaron a participar hasta en 1968. Nunca hemos ganado un medalla olímpica. Fuera de Richardson, la única vez que el país estuvo cerca de lograrlo fue con la selección de beisbol que obtuvo el cuarto lugar en Atlanta 1996.

Aunque en estos casi cincuenta años de ralas participaciones no se han obtenido medallas, sí se han coleccionado algunas anécdotas dignas de contarse, como la de Teller congelándose al escuchar el tiro de salida; la de los muchachos que al regresar de México, en 1968, fueron recibidos por una patrulla de la Guardia Nacional o la de Nicaragua negándose a participar en los juegos de Corea del Sur 1988, para sumarse al “boicot” del bloque socialista.

En Magazine le contamos algunas historias olímpicas de Nicaragua, en vísperas de los juegos que este año se realizarán en Río de Janeiro, por primera vez en un país sudamericano.

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Más de tres décadas después, Teller recuerda cada instante de lo que pasó en la línea de salida en Moscú. No le molesta hablar del tema. Es más, le gusta “aclarar lo que pasó”. Lo que los medios y la gente han dicho “no me importa porque lo bailado no me lo quita nadie”, afirma.

En su defensa muestra fotos con atletas y entrenadores destacados. Se le mira brincando una valla y en otra terminando un sprint. En las dos fotos se le ve fibroso, con un porcentaje de grasa mínimo. “¿Vos pensás que hubiera tenido ese cuerpo si no hubiera sido corredor de alto nivel?”, se ufana.

Teller se hizo la piel corroncha con las críticas desde hace varios años. Durante mucho tiempo fue vocero del Partido Liberal Constitucionalista. Le tocó sortear los dardos envenenados lanzados al presidente Arnoldo Alemán. “Pero no me arrepiento de nada. Los contactos que hice en la política y como atleta ahora me sirven en mi empresa”, dice.

Ahora encabeza una firma de comunicaciones y relaciones públicas y se quiere dedicar al desarrollo del deporte. “Porque toda la vida fui atleta. A toda mi familia le gustó practicar deportes”, cuenta, y enseña un video de su hijo de doce años jugando beisbol.

Teller es muy claro con los detalles. Y dice que días antes de la carrera de Moscú, se lesionó mientras practicaba. La molestia ya la traía desde hace algunos meses pero las inyecciones de lidocaína con cortisona habían funcionado y pensaba que llegaría bien.

En México, donde practicaba, registraba 53.75 segundos, según el tiempo certificado por la Federación Internacional de Atletismo que presentó en Nicaragua para ir a los Juegos Olímpicos. Para entonces eran pocos los jóvenes de 18 años, como él, que corrían en ese tiempo en Centroamérica. Por eso aceptaron su solicitud, dice.

Cuatro días antes de la carrera Teller se lesionó. A la mañana siguiente fue donde un doctor mexicano que conocía y que le había tratado la lesión cuando entrenaba en México. “Bueno, ya que estás aquí lo importante es que compitas y después que se te caiga”, le dijo el doctor Coppola. Teller asintió y el mexicano le clavó cortisona. El alivio llegó de inmediato y Teller pudo entrenar en los siguientes días.

Teller fue al hospital de la Villa Olímpica y el diagnóstico fue desolador: o debía descansar más de un año o necesitaba operarse inmediatamente porque tenía un desprendimiento en el tendón de Aquiles. Lo enyesaron. Para salir de la clínica, por ser menor de edad, necesitaba el permiso de la delegación de Nicaragua. “Yo quería competir y por eso pedí que me sacaran”, dice.

El día de la carrera llegó y Teller sentía molestias pero no había alarmas. Estiraba los pies y no le dolían. Las compuertas se abrieron y el hit donde él iba entraba a la pista. Teller ubicó las vallas para practicar. Saltó una, dos y tres veces. A la tercera se cayó con todo y valla. El árbitro le habló en tres idiomas pero ninguno en español ni inglés. En sus marcas, listos... ¡fuera! Disparo. Teller se levantó y movió las manos para adentro y afuera. No dio ni un paso para adelante.

“Si yo en ese momento hubiera dicho que no iba a competir, yo hubiera detenido esa competencia. Y lo peor que le podés hacer a un atleta es detener la competencia, porque la presión los está ahogando”, dice Teller.

Xiomara Larios era la otra corredora que representaba a Nicaragua. Ella competía en 800 metros planos. Larios también se había lesionado antes de la competencia y estaba internada en la clínica de la Villa Olímpica. Cuando miró la escena de Teller se encerró en el baño y comenzó a llorar. “No podía creer lo que había hecho ese muchacho”.

Larios dice que Teller no estaba lesionado. Ella sabía, desde que se enteró de que él iba a representar a Nicaragua, que “se iba a enfermar antes de la competencia, o no se iba a presentar a la carrera”.

“Yo me imagino que a lo mejor le dio miedo. A la hora del evento él no estaba con la capacidad para realizarlo porque debés de tener fortaleza, elasticidad y velocidad. Y nunca lo hizo, porque él nunca fue bueno. Siempre fue un atleta mediocre, malo”, dice Larios.

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La actuación de Teller pudo incidir en que Nicaragua no obtuviera su única medalla olímpica de la historia porque en los siguientes Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, Michele Richardson, nadadora nacida y formada en Nicaragua, compitió y ganó medalla de plata por Estados Unidos debido a que el Comité Olímpico Nicaragüense ya no confiaba en los registros que los nicas viviendo en el extranjero presentaban. El padre de Michele, Frank Richardson, puso a su hija a disposición de Nicaragua, pero la delegación nicaragüense no aceptó a Michele.

Una de las versiones que sostuvo el Comité Olímpico fue que después de ver la actuación de Teller, no bastaba con presentar documentos certificados, sino además tenían que hacer las pruebas en vivo. Entonces, el padre de Michele no quiso enviar a su hija a Nicaragua. Michele era una niña y no conoce los detalles, en todo caso, dice: “Era comprensible la actitud de mi papá, porque estábamos en el contexto de la guerra y era peligroso venir a Nicaragua para una niña de 13 años”.

En ese tiempo Michelle era una de las mejores nadadoras del mundo, según sus registros. “La verdad que no entiendo por qué no me dejaron participar”. Frank Richardson había sido presidente del Comité Olímpico Nicaragüense en 1976 y raíz del triunfo de la Revolución sandinista se fue a Estados Unidos.

“Mi papá no recibió respuesta de parte de la delegación olímpica. Lo que se manejó en aquel momento fue que como nosotros estábamos en Estados Unidos, ellos no iban a mandar a una burguesa a los Juegos Olímpicos”.

Sin embargo, en los últimos Juegos Olímpicos Londres 2012, el presidente Daniel Ortega designó a Michele Richardson para llevar la bandera de Nicaragua en el desfile. “Él (Ortega) me dijo que se sentía orgulloso de mí y que consideraba que la medalla de plata mía era de Nicaragua”.

Michele fue a Londres como abanderada pero no pudo desfilar en la pista. Era requisito que fuera atleta o formara parte de la delegación. Al final, el boxeador Osmar Bravo fue el encargado de portar la bandera de Nicaragua.

Michele no es la única Richardson que ha sido abanderada en unos Juegos Olímpicos. En 1976, su hermano Frank fue seleccionado para desfilar con la bandera en Montreal. Frank también era nadador y es, hasta el momento, en el abanderado más joven en la historia de Nicaragua.

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Allá en 1968, en su primera vez en los Juegos Olímpicos, Nicaragua tuvo una participación fallida. Al poco tiempo de estar en México, el comité organizador regresó a los tres atletas que representaban al país, porque no pudieron dar las marcas mínimas requeridas para entrar en competencia. De inmediato hubo quienes sospecharon que a los nicaragüenses los habían devuelto por andar metidos en las protestas de estudiantes que se desarrollaban todos los días en el Zócalo.

En ese momento todos los focos estaban puestos sobre México debido a las protestas de los estudiantes contra el gobierno de aquel país. Cuando los miembros de la delegación regresaron, lo primero que miraron en el aeropuerto fue una camioneta de la Guardia Nacional que los buscaba para interrogarlos, porque sospechaban que los habían mandado a casa por “izquierdistas revoltosos” y que se habían aliado con los atletas cubanos para participar en las protestas.

Uno de los atletas era Miguel Niño, levantador de pesas. Niño dice que la Guardia no les hizo nada. “Solo nos llevaron a la Loma de Tiscapa, nos hicieron algunas preguntas, pero nos soltaron ahí nomás. Ellos pensaban que nos habíamos juntado con los cubanos, pero después se los aclaramos”, cuenta.

En los siguientes Juegos Olímpicos, Múnich 1972, la corredora Russell Carrero se convirtió en la primera mujer por Nicaragua en participar en este evento. Carrero murió años después y en honor a ella se hace en junio una carrera en Chinandega.

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El primer rival del joven nicaragüense Adolfo Méndez fue el boxeador estadounidense Pernell Whitaker. Méndez, un campesino de La Paz Centro, derribó de un puñetazo a Whitaker, pero no pudo rematarlo. Al final ganó el norteamericano, que fue el ganador de la medalla de oro de boxeo en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Años más tarde, Whitaker se convirtió en uno de los mejores boxeadores de la historia.

En ese mismo evento, la selección nicaragüense de beisbol debutó en Juegos Olímpicos. Nicaragua estuvo en el mismo grupo de Corea, Canadá y Japón. En el partido inaugural, en entradas extras, Arnoldo Muñoz conectó un jonrón para ganar el partido.

El jonrón de Muñoz se combinó con otro de Apolinar Cruz, un campesino de Palacagüina. Y una actuación soberbia de Julio Moya en el montículo. Al día siguiente, los medios de comunicación estaban locos con la historia de los campesinos que le ganaron a los universitarios prospectos de Canadá, según Moisés Ávalos, miembro del Comité Olímpico Nicaragüense.

Svetlana Kashchenko siempre quiso ir a unos Juegos Olímpicos. Es por eso que cuando se vino de Ucrania, donde nació, para vivir con su esposo en Nicaragua, empezó a competir en tiro con fusil. En los Juegos Centroamericanos y el Caribe de 2002 ganó y se clasificó a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Kashchenko fue la designada para llevar la bandera de Nicaragua en la competencia mundial. “En ese momento hubo mucha polémica porque nadie se explicaba cómo una ucraniana iba a llevar la bandera nicaragüense”, dice Ávalos. Así es como una ucraniana rubia, de ojos claros, pero que hablaba muy bien el español desfiló como abanderada nacional.

Atletas destacados

Carlos Adán Delgado fue el único taekwondista en clasificarse a unos Juegos Olímpicos. Y es el tercer atleta de deporte de combate en clasificarse. Compitió en los juegos de Sídney 2000. Osmar Bravo fue el único boxeador que se clasificó a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y ganó su primera pelea del torneo.

Marcos Romero fue el primer boxeador que clasificó y ganó una pelea en unos Juegos Olímpicos, en Barcelona 1992.

La selección de beisbol de 1996 consiguió el cuarto lugar. Perdió en las semifinales contra Cuba y en el partido del tercer lugar contra Japón.

William Aguirre fue el primer maratonista en completar la competencia.

De Olimpia a Atenas. De Atenas para el mundo

Las competencias olímpicas nacieron oficialmente en la ciudad Olimpia de la antigua Grecia, en el solsticio del año 776 antes de nuestra era; es decir, hace casi 2,800 años. Al comienzo solo se competía en atletismo y lucha, y las actividades tomaban un solo día, pero en los años 472 y 350 antes de Cristo “se crearon nuevas reglas que dieron a los Juegos la forma con que pasaron a la historia”, de acuerdo con La Página del Idioma Español.

Los Juegos se celebraban cada cuatro años en honor al dios Zeus, duraban cinco días y eran una mezcla de atletismo, fortaleza, orgullo y religión, entreverada con sacrificios de bueyes. Estaba prohibida la participación y asistencia de las mujeres, y los atletas, llegados de todas las regiones, solían correr descalzos y como Dios los trajo al mundo a fin de mostrar al público su buena complexión física. En la temporada de juegos en todo el territorio griego se mantenía una “tregua sagrada”, llamada Ekecheiri, que bajo ninguna circunstancia podía ser violada.

Había competencias atléticas, ecuestres y de lucha. El pentatlón era el rey de los concursos e incluía carrera de velocidad, salto largo, lanzamientos de disco, jabalina y lucha, según el portal de Eureka Divulgadores. Y en materia de espectáculos las carreras de carrozas tiradas por cuatro caballos también ocupaban un lugar importante.

Del desempeño de cada atleta pendía el orgullo de su ciudad. A los vencedores se les proclamaba héroes y se les coronaba con guirnaldas hechas con ramas de olivo. Al regresar a sus ciudades, entraban atravesando un hueco en la muralla, el que de inmediato era cerrado para “evitar que el triunfo se escapara”. Luego el municipio se hacía cargo de su manutención de por vida.

Los juegos continuaron desarrollándose hasta el año 394 de nuestra era, cuando el emperador de Constantinopla, Tedosio el Grande, decidió suspenderlos porque, a su juicio, eran una celebración pagana.

Muchos siglos más tarde iniciaron los Juegos Olímpicos modernos. También en Grecia, pero esta vez en Atenas. Fue en el 6 de abril de 1896, por sugerencia y con la coordinación del barón Pierre de Coubertin. Desde ese entonces se han realizado cada cuatro años, salvo algunas excepciones, como los tiempos de las dos Guerras Mundiales. Al barón, miembro de la aristocracia francesa, se le ocurrió la idea de reanudarlos tras una visita a Grecia. Quería “masificar” el derecho a la actividad deportiva y hacia el año 1894 inició el movimiento olímpico mundial al convocar a 14 países para formar el primer Comité Olímpico Internacional (COI).

Naturalmente cuando daba sus primeros pasos la organización enfrentó dificultades políticas y financieras, pero recibió aportes económicos, especialmente de parte de un comerciante de Alejandría llamado George Averof, quien donó un millón de dracmas para la construcción del estadio olímpico de Grecia. En ese lugar se inauguraron los juegos modernos, con la presencia del rey Jorge I y la participación de 311 atletas, todos hombres, de 11 países. 230 eran griegos.

10 curiosidades olímpicas

Medallistas. El nadador estadounidense Michael Phelps ha ganado en los Juegos Olímpicos 18 medallas de oro, dos de plata y dos de bronce. Tiene el doble de oro que la segunda persona con más medallas en la historia de los Juegos Olímpicos modernos: Larisa Latynina, de la extinta Unión Soviética. Ella participaba en gimnasia artística y logró nueve de oro, cinco de plata y cuatro de bronce. A la fecha, el tercero en la lista de medallistas es el finlandés Paavo Nurmi. Lo suyo era el atletismo y colectó nueve de oro y tres de plata.

Filípides, el primer maratonista. El maratón, una de las pruebas olímpicas modernas de mayor prestigio, se realiza en honor a cierto soldado ateniense llamado Filípides, mensajero y, por lo tanto, especialista en carreras de larga distancia. El mito afirma que cuando los griegos derrotaron ampliamente a los persas en la batalla de Maratón, este soldado corrió hasta Atenas para anunciar la victoria. Según Luciano de Samosata, escritor que nació 125 años después de Cristo, Filípides llegó a su destino y exclamó: “¡Alegraos, vencimos!”, para luego caer muerto por la fatiga. El maratón de los Juegos Olímpicos tiene una distancia exacta de 42.195 kilómetros debido a que en Londres 1908 la carrera arrancó propiamente en el Palacio de Winsdor, porque al parecer ese día llovía y no querían que la reina se mojara.

El oro de Muhammad Ali. A la corta edad de 18 años, el boxeador estadounidense Muhammad Ali, por entonces todavía conocido como Cassius Clay, ganó oro en los Juegos Olímpicos de Roma 1960 y no se quitaba la medalla ni para dormir. Sin embargo, se cuenta que al volver a Estados Unidos no le permitieron entrar a un restaurante donde lo hallaron culpable de ser negro e, indignado, el muchacho arrojó su medalla al río Ohio. Ese es el mito que la más grande leyenda del boxeo desmintió con un “no recuerdo dónde la dejé”. En los Juegos de Atlanta 1996, un Ali tremendamente diezmado por el párkinson, con el torso y los brazos temblorosos, tomó la antorcha y encendió la llama olímpica. Días después recibió una reposición de la medalla que extrañó durante 36 años.

La llama olímpica. El fuego que arde durante los Juegos Olímpicos evoca la hazaña de Prometeo, quien según la mitología griega subió al Olimpo para robarle a Zeus el fuego y devolvérselo a la humanidad. La llama olímpica se incorporó a los juegos modernos en Ámsterdam 1928, pero la tradición de llevar una antorcha desde Olimpia se instauró hasta Berlín 1936. Su recorrido más extraño fue el de Sídney 2000, cuando el fuego viajó bajo el agua.

Tres veces. En 2012, Londres se convirtió en la primera ciudad en ser tres veces sede de los Juegos Olímpicos. Ya lo había sido en 1908 y 1948. En 1908 los juegos serían en Roma, pero por una erupción del Vesubio fueron trasladados a Londres.

Significado. Los cinco aros entrelazados que aparecen en el emblema de los Juegos Olímpicos representan los cinco continentes del planeta. Sus colores son azul, negro, rojo, amarillo y verde porque al menos uno de ellos aparece en la bandera de cada nación participante.

¿Oro, plata y bronce? La medalla de oro de los Juegos Olímpicos está compuesta por 550 gramos de plata y tiene un baño de seis gramos de oro puro. La de plata es igual, pero sin la cubierta de oro. La de bronce está hecha de zinc, aluminio y estaño. La de oro puede valer alrededor de 440 dólares; 220 la de plata y unos tres la de bronce. Pero, claro, su valor simbólico es muchísimo mayor.

Caballos con pasaporte. Todos los caballos que participan en los Juegos Olímpicos deben llegar debidamente documentados con un pasaporte equino.

¿Olimpíada? No, Juegos Olímpicos. Aunque a menudo son empleados indistintamente, Olimpíada y Juegos Olímpicos no son lo mismo. Se llama “Olimpíada” al periodo de cuatro años entre cada celebración de los Juegos Olímpicos. De hecho, el único momento en que no hay una Olimpíada es cuando hay juegos. La palabra “olimpíada” se deriva del monte Olimpo, hogar de los dioses de la mitología griega.

Primera vez. En Río de Janeiro 2016, los Juegos Olímpicos llegarán por vez primera a un país de Sudamérica. Tuvieron que pasar 120 años para que esto sucediera.

Comité Olímpico en Nicaragua

El Comité Olímpico Nicaragüense es una entidad que aglutina a unas treinta federaciones deportivas del país y su principal función es coordinar y fiscalizar las actividades olímpicas. Es presidido por una junta directiva de diez miembros: un presidente, cinco vicepresidentes, un secretario general, un tesorero y dos vocales que son electos cada cuatro años por la Asamblea Olímpica, conformada por las federaciones. Han sido miembros desde académicos como Juan Bautista Arríen hasta personajes controvertidos como Julio Rocha.

Dentro de la organización, hay federaciones de deportes olímpicos y no olímpicos pero todos son de alto rendimiento, explica Moisés Ávalos, jefe de prensa del CON. Están, por ejemplo, la Federación de Caza y Pesca y la Federación de Motociclismo, deportes que nunca van a llegar a los Olímpicos, pues no responden a los ideales del olimpismo.

El comité acompaña a los atletas nicaragüenses durante las Olimpiadas. Para Nicaragua estas comienzan con los Juegos Centroamericanos, que incluyen a Panamá y Belice y se hacen cada cuatro años. Al siguiente año se va a los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en los que participan 31 países. Luego vienen los Panamericanos, donde compiten atletas de todos los países del continente. Y el último peldaño son los Juegos Olímpicos, a los que llegan 209 países.

La organización recibe financiamiento del Estado de acuerdo con la Ley 522, o Ley General del Deporte, y también recibe beneficios del Comité Olímpico Internacional a través sus planes de trabajo en la región. Según Ávalos, hay cero patrocinio de la empresa privada.

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