Margarita Calderón, la madre del general Sandino

Reportaje - 11.11.2018
Margarita-Calderón

La madre de Sandino vivió en la pobreza, aunque descendía de familia adinerada. Soñaba tener
casa propia y se la pidió a su hijo. Cuando ella murió la tenía, pero prendada con un usurero. Esta es
la historia de Margarita Calderón Ruiz

Por Eduardo Cruz

Un hombre de estatura baja entró en una sencilla casa de Niquinohomo a finales de noviembre de 1933. Llevaba sombrero de fieltro y unas botas altas que le llegaban a las rodillas, igual que el cañón de la pistola que le colgaba de la cintura, enganchada a una faja de tiros. Dentro de la casa encontró a una mujer que lo quedó viendo sin reconocerlo.

—Soy Augusto César, dijo el hombre.

—Ah, ya sabía que estabas por aquí —respondió la mujer.

El general Augusto C. Sandino quedó viendo a su madre, Margarita Calderón Ruiz. Y también observó la casa. Había mucha pobreza en aquel lugar. Una vivienda de madera con techo de tejas y piso de tierra. La casa no era de ella, era alquilada.

Madre e hijo empezaron a conversar. Tenían aproximadamente 12 años de no verse, desde que, el domingo 19 de junio de 1921, como a las 7:00 de la noche, Sandino le propinó un balazo en una pierna a un hombre en el atrio de la iglesia de Niquinohomo y tuvo que huir y salir de Nicaragua.

Cuando se fue de Niquinohomo, en 1921, por parte de madre Sandino tenía un hermano que era cuatro años mayor que él, Fernando, hijo de un granadino del mismo nombre y de apellido Torres.

También tenía una hermana de nombre Manuela, nacida en 1905 e hija de un hombre de San Marcos, llamado Luciano García. Este último era hermano de Julia García, la madre de Anastasio Somoza García. De tal forma que Augusto C. Sandino era hermano de una prima del hombre que ordenaría su asesinato el 21 de febrero de 1934, apenas tres meses después de esa visita que el guerrillero le hizo a su madre.

Cuando Sandino llegó donde Margarita Calderón ya sabía que tenía otros hermanos maternos: Julio, Antonio, Carmen.
Sandino no era un hombre adinerado pero sí manejaba importantes recursos. Por ejemplo, en uno de los tres viajes que realizó a Managua en 1933, llevaba oro valorado en unos 22 mil dólares, porque tenía planeado iniciar cooperativas agrícolas en el norte del país. En la plática con su madre, le preguntó de qué manera podía ayudarla y ella le respondió: “Comprame una casita”.

La casa donde nació el general Augusto C. Sandino estaba ubicada frente al parque central de Niquinohomo. Se cayó cuando Sandino aún era un joven. FOTO/ LIBRO SANDINO: ICONOGRAFÍA BÁSICA

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La historia ubica a Margarita Calderón Ruiz como una joven originaria de Niquinohomo, pobre, que trabajaba de doméstica en la casa de los ricos o cortando café en las fincas de ellos.

Conforme a un escrito del historiador Aldo Díaz Lacayo, el propio Sandino no tuvo conocimiento pleno del origen de su madre, debido al “anonimato social” en que vivió ella.

En realidad, explica Díaz Lacayo, Margarita Calderón descendía de una familia social tan reconocida como cualquiera de las principales de Niquinohomo y de la región, incluyendo a los Sandino.

Según Mario Borge Castillo, genealogista de la familia de Sandino, los bisabuelos de Margarita son el matrimonio formado por Juan Silverio Borge Traña, quien llegó a Nicaragua procedente de España, y María José González Zúñiga. Primero se asentaron en Granada, luego pasaron a Diriá y Catarina, para finalmente recalar en Niquinohomo.

Longina, continúa explicando Díaz Lacayo, una de las hijas de los Borge González, se casó con Dámaso Ruiz y son los padres de Josefa Martina Ruiz Borge, quien a su vez se casó con Guillermo Calderón Barrera y de su unión nació Margarita Calderón Ruiz.

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“A pesar de su condición de pauperizada, que sin duda la orillaron a una vida poco ordenada, casi connatural a la pobreza y la miseria, pocos en la región podrían haber ignorado la ascendencia social de Margarita Calderón Ruiz, un atractivo adicional a sus propios encantos femeninos. Así se explica su relación con distintos compañeros de vida ocasionales de clase media alta, y hasta de clase alta, padres de cada uno de sus hijos”, escribió Díaz Lacayo.

Un sobrino de ella, Ulises Calderón Franco, quien actualmente vive en Masatepe, conoció a Margarita cuando él tenía unos 10 años de edad y todos los domingos la iba a visitar con sus hermanos para escuchar las historias que ella contaba, especialmente sobre cómo quedó embarazada de Sandino.

Según Ulises Calderón, Margarita tenía cinco hermanas y un hermano: Francisca, Claudina, María, Ufemia, Catarina y Manuel. Todos hijos de Josefina Martina Ruiz Borge y Guillermo Calderón Barrera.

En busca de trabajo, una amiga le recomendó a Margarita que se buscara un “equipo”, es decir, un canasto y un saco, para que juntas fueran a cortar café a una finca propiedad de un hombre llamada Gregorio Sandino López, uno de los más ricos de Niquinohomo por herencia de su padre Procopio Sandino.

El dueño de la finca vio a Margarita, pero ella no sabía quién era él. Quienes la conocieron la han descrito ante los historiadores como una joven hermosa, agraciada. Y desde que la vio, Gregorio Sandino procuró tener algo con ella.

En los primeros tres días en que Margarita trabajó en la finca de Gregorio, él le decía que le iba a ayudar a cortar el café, pero ella se negaba a recibir el apoyo. Luego le hizo promesas, de que si se acostaba con él le iba a alquilar una casa para que viviera tranquila.

Al cuarto día, según lo que recuerda Ulises que su propia tía relataba, Margarita cedió y sostuvo relaciones con Gregorio. No se sabe cuánto tiempo estuvo con él, pero ella quedó embarazada y desde entonces Gregorio no se le volvió a acercar. Tampoco le cumplió la promesa de alquilarle una casa.

Un pariente de Sandino, Miguel Ángel Borgen, cuenta que los padres de Margarita la reprendieron cuando se enteraron que ella estaba embarazada, aunque ella ya tenía 25 años de edad y un hijo, Fernando. Margarita había nacido el 10 de junio de 1870.

El acta de nacimiento de Sandino. Fue su padre Gregorio quien lo inscribió. FOTO/ ARCHIVO

El acta de nacimiento de Sandino dice que él nació el 18 de mayo de 1895, como a las 11:00 de la mañana, sin señas particulares. Fue en una casa que estaba cerca del parque central de Niquinohomo. Una foto de la vivienda muestra que era muy sencilla, hecha de paredes de paja y techo de tejas de barro, con piso de tierra. De acuerdo con el periodista Aníbal Gallegos (ya fallecido), el dueño de esa casa se llamaba Agatón López.

La partera que atendió el nacimiento de Sandino se llamaba Serapia López, quien en Niquinohomo siempre atendía los partos con un puro chilcagre en la boca y tras ingerir un trago enorme de guaro lija.

“Vamos chiquita, parilo con tu fuerza de hembra”, le decía Serapia a Margarita, según narró el nacimiento el periodista Eduardo Marenco en Barricada, en 1995. Como Sandino se negaba a salir del vientre de su madre, Serapia comentó: “Va a ser testarudo”.

En una entrevista que Sandino le ofrece en 1933 al periodista José Román, le dice que nació en 1894. En otros escritos, el mismo Sandino ratifica que nació el 18 de mayo de 1895. Hay algunos historiadores que ubican su nacimiento en 1893. Y otros que fue en 1895, pero en el día 30 de junio, amparándose en la fe de bautismo del general.

A inicios de los años ochenta, tras el triunfo de la revolución sandinista, Ricardo Trejos Maldonado explicó que él acompañó al doctor Nicolás Arrieta para obtener los certificados de nacimiento y de bautismo y concluyeron que en el Registro Civil no puede haber equivocación porque al mismo acudieron ambos padres, tanto Margarita como Gregorio. Aunque no lo reconoció inmediatamente, fue Gregorio Sandino quien inscribió a su hijo como Augusto Nicolás Calderón, el 14 de julio de 1895 en el Registro Civil.

Mientras que al bautismo de Sandino es probable que ninguno de los dos padres haya acudido, debido a que en ese entonces —indica Trejos Maldonado—, estaba vigente una disposición eclesiástica que no permitía ni al padre ni a la madre de un hijo natural asistir a la iglesia a su bautismo. De esa manera, al bautismo de Sandino solo habrían asistido sus padrinos y una “cargadora”, y era esta última la que proporcionaba la fecha de nacimiento y demás detalles del niño.

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El parque Margarita Calderón, ubicado en Managua, de los semáforos del Migob, una cuadra al sur. FOTO/ EDUARDO CRUZ

Si Gregorio Sandino tuvo la fortuna de que su padre Aparicio le donara fincas y ganado, Margarita no corrió con la misma suerte. Sus padres apenas heredaron a sus siete hijos un pequeño predio en el centro de Niquinohomo, indica Miguel Ángel Borgen.

La pobreza de Margarita la obligaba a dejar a sus dos hijos, Fernando y Augusto, en la casa, solos, mientras ella se iba a trabajar, a buscar el alimento de ellos, pero los salarios que ganaba eran muy bajos.

Cuando Sandino fue creciendo, viendo las necesidades de su madre y como ella muchas veces caía enferma, él le ayudaba en el trabajo. “Abrí los ojos en la miseria y fui creciendo en la miseria, aún sin los menesteres más esenciales para un niño y mientras mi madre cortaba café, yo quedaba abandonado. Desde que pude andar lo hice bajo los cafetales, ayudando a mi madre a llenar la cesta para ganar unos centavos”, narró Sandino en 1933 al periodista José Román.

Cuando no cortaban café, era maíz o trigo, y cuando no tenía trabajo, Margarita salía a empeñar cualquier cosa de valor que tuviera.

Cuando no había comida en casa, Sandino iba a robar frutas, plátanos o vegetales a las fincas que estaban en los alrededores de Niquinohomo.

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En 1897, Gregorio Sandino se casó con América Tiffer y, según relató el propio Gregorio, en algunas ocasiones se las arreglaba para enviarle leche a Margarita para Sandino, a espaldas de su esposa.

Como los salarios en las fincas eran muy bajos, había una costumbre de que los dueños le daban dinero en anticipo a sus peones. Pero en muchas ocasiones, los peones, para no pagar los anticipos que recibían, se iban a trabajar a otras fincas. Para evitar esas situaciones, los dueños de fincas estaban coludidos con las autoridades para meter en la cárcel a todos los peones que cambiaran de fincas tras pedir un anticipo.

En una ocasión, Margarita pidió un anticipo “de unos cuantos pesos” a su patrón, el entonces alcalde de Niquinohomo, pero como le ofrecieron mejor paga en otro cafetal —relató el propio Sandino—, decidió aceptar para pagar más pronto la deuda con el alcalde. Sin embargo, el alcalde, por temor a perder su dinero, giró orden de captura contra Margarita, y los soldados la metieron a la cárcel junto a Sandino, cuando él tenía apenas nueve años de edad.

Sandino relató que “el disgusto y el maltrato brutal, produjeron a mi madre un aborto que le ocasionó una copiosa hemorragia, casi mortal. Y a mí, solo, me tocó asistirla”.

Después de salir de la cárcel, Margarita se encontró con Gregorio Sandino en la calle. De acuerdo con algunos historiadores, ya teniendo a Sandino, ella a veces trabajaba en las fincas de Gregorio, pero este no la determinaba. En esa ocasión que se lo encontró le dijo que Sandino ya estaba grande, que no le hacía caso, que no iba a la escuela y que solo era andar con una tiradora cazando animales en el campo. Gregorio le contestó que se lo mandara a su casa y que él le iba a dar todo.

Foto familiar de los Sandino. Aparecen Sócrates y Augusto, hijos de Gregorio Sandino, quien está a la par de su esposa América Tiffer. FOTO/ CORTESÍA/ IHNCA

El propio Sandino relata cómo fue que él salió de la casa de su madre y se fue a la de su padre. Margarita Calderón se había ido con un hombre a Granada y él no quiso seguirla, sino que se fue a vivir a la casa de su abuela materna, Martina Ruiz. Mientras su madre andaba lejos de él, su padre vivía cerca pero con una mujer que no podía ni ver a Sandino.

“Un día, hambriento, haraposo y acarreando unos paquetes para ganarme unos centavos, me encontré por casualidad con mi señor padre en la calle. Puse los paquetes en el suelo, me arrimé a él y le interpelé llorando, pero enérgicamente:

—Óigame señor, ¿soy su hijo o no?

—Sí hijo, yo soy tu padre.

—Señor, si yo soy su hijo, ¿por qué no me trata usted como trata a Sócrates (su hermano paterno)?

“Al viejo se le salieron las lágrimas. Me levantó hasta su pecho. Me besó y me abrazó fuerte y largo... Y me llevó a su casa... Iba yo a cumplir 11 años”, narró Sandino a José Román.

Ese día que Sandino se fue a la casa de su padre fue como que si Margarita Calderón lo haya perdido. Desde entonces Sandino inició una relación muy estrecha con su padre.

Aunque no fue verdad que le dio todo lo que como hijo merecía, pues, según relatan personas que lo vieron en la casa de su padre, al principio fue como un peón más en la casa de los Sandino. Aunque después se tomaron cariño, inicialmente la madrastra América Tiffer no permitía que Sandino comiera con la familia, sino con la servidumbre.

La casa del padre de Sandino, Gregorio, está en una de las esquinas opuestas al parque de Niquinohomo. Algunos confuden esta casa como la natal de Sandino, pero en realidad el guerrillero llegó a vivir ahí hasta que tenía 11 años de edad. FOTO/ ARCHIVO/ ROBERTO FONSECA

Ulises Calderón Franco explica que Margarita Calderón le contó que en una ocasión, cuando Sandino se enfermó, le apartaron un plato, un vaso y una cuchara exclusivas para él. “Nunca, a pesar de pedírselo Sócrates, me permitió mi madrastra, doña América Tiffer, sentarme a la mesa a comer con la familia sino que todo ese tiempo yo comí en la cocina con los sirvientes”, le expresó Sandino a José Román.

Encarnación “Chon” Vásquez Tamaris le contó al diario Barricada que él fue 40 años trabajador de la casa de Gregorio Sandino y que cuando Sandino llegó a la casa de su padre era un muchachito serio, como de unos 10 años de edad, y su padre lo convirtió como en una especie de inspector de los trabajadores de la hacienda.

El aposento donde dormía Sandino en la casa de su padre Gregorio Sandino, adonde llegó a vivir cuando él tenía 11 años de edad. Esta silla era la que usaba para leer. FOTO/ EDUARDO CRUZ

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“Es que somos Calderón”, dicen entre los miembros de la familia Calderón de Niquinohomo, para decir que son personas de carácter fuerte. “Bravos”. “Arrechos”.

El padre Edwin Román, actual párroco de la iglesia San Miguel, en Masaya, es bisnieto de Margarita Calderón, nieto de Manuela Calderón, hermana materna de Sandino. Y explica sobre el carácter fuerte de los Calderón. “Así era la abuelita Martina Ruiz (la madre de Margarita Calderón), una mujer alta, de carácter fuerte”, dice el cura.

Ese carácter fuerte es el que habría heredado Sandino, quien en sus facciones es más Calderón que Sandino.
Fue tal vez por ese carácter fuerte de los Calderón que Sandino tuvo que huir de Nicaragua en 1921. Sandino se había dedicado a la venta de frijoles y maíz, con lo cual le ayudaba a Margarita. Inclusive, se cuenta que Sandino guardaba sacos de frijoles en la casa de Margarita y a veces ella a escondidas sacaba los granos para darle de comer a sus hijos.

En junio de 1921, Sandino tuvo un problema con un niquinohomeño llamado Dagoberto Rivas. Unos dicen que Dagoberto le vendió unos frijoles malos, otros que Dagoberto le había prometido un cuartillo de frijoles a 1.20 córdobas y después lo vendió a otra persona en 1.50. Pero el propio Sandino relató a José Román que a oídos de Dagoberto llegó que Sandino andaba en amores con una hermana de él. En la discusión, Sandino le dijo a Dagoberto que si en la puerta de la iglesia se lo encontraba, ahí lo tiraba.

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“En La Victoria (así se le llamaba a Niquinohomo), antenoche (domingo 19 de junio de 1921) a las 7:00 p.m., hora del Rosario, en la puerta de la iglesia Augusto Sandino dio un balazo en una pierna a Dagoberto Rivas”, reportó el periódico La Tribuna en su edición del 21 de junio de 1921.

Es una nota breve pero fue la primera vez que Sandino apareció en las noticias nacionales. Otro periódico, La Noticia, ese mismo día también brevemente señaló que Rivas le dio una bofetada a Sandino, quien luego sacó un revólver “y le disparó a su agresor, habiendo el proyectil cortado la carnosidad del muslo, sin interesarle el hueso”.

La parroquia Santa Ana de Niquinohomo, en cuyo atrio Sandino le pegó un balazo a un hombre y tuvo que huir. FOTO/ ARCHIVO

Después de propinarle el balazo a Dagoberto, Sandino huyó con la ayuda de algunos familiares, entre ellos Fernando, su hermano materno mayor, en quien tenía bastante confianza. De acuerdo con una publicación del historiador Aldo Díaz Lacayo, Fernando Calderón es abuelo del ya fallecido exinspector del Ejército, Roberto Calderón Meza.

Antes de salir de Nicaragua, Sandino quiso regresar a Niquinohomo, pero su padre Gregorio le aconsejó que mejor se fuera lejos. Miguel Ángel Borgen escribió que una novia muy amada que Sandino tenía, María Soledad Sandino, le recriminó mediante una carta el hecho de que no reflexionó cuando le disparó a Dagoberto Rivas. Y Sandino le contestó:

“Tú me dices que en qué hora estaba que no tuve reflexión, tú no me quieres porque si me quisieras hubieras tenido reflexión... Quiero explicarte en qué hora estaba, estaba en la hora del amor y de la delicadeza personal y si yo no hubiera protestado como lo hice, tú misma me tendrías por un cobarde y sin ningún rasgo de delicadeza”.

María Soledad Sandino también explica el carácter de su novio Sandino, de quien dice que parecía que tenía algo de militar porque cuando la llegaba a visitar, se paraba en la puerta de la casa y taconeaba saludando con un ademán militar y diciendo: “Buenas noches todos”.

Tras salir de Nicaragua, Sandino pasó por Honduras, Guatemala y se asentó para trabajar en México. También estuvo en Estados Unidos.

Desde México, Sandino le escribía a su madre y le enviaba fotos, cartas y postales para que conociera los lugares por donde él andaba. Margarita Calderón pasó esos años sin su hijo extrañándolo y así se lo hacía saber en las cartas que ella también le enviaba a su hijo.

En 1933, cuando Sandino llegó a visitar a su madre tras años sin verla, vio que en la mesa de la sala se subió un gato para lamer los platos y Sandino sacó un machete y le cortó la cabeza al animal.

—¿Cómo vas a creer?, lo mataste —le recriminó Margarita Calderón.

—Sí, y al que se suba le hago lo mismo —respondió Sandino.

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Sandino le había prometido a su madre que llegaría a Niquinohomo el 22 de febrero de 1934. Pero ya no pudo cumplir esa promesa. Una noche antes, junto a sus generales Francisco Estrada y Juan Pablo Umanzor, fue asesinado en Managua por la Guardia Nacional, por órdenes de Anastasio Somoza García.

En la mañana de ese 22 de febrero todo era confusión. Nadie informaba nada. Al Diario LA PRENSA inclusive lo censuraron en la edición en la que se informaba sobre la muerte de Sandino. Margarita Calderón tomó viaje para Managua apenas se enteró de que habían matado a su hijo. Su hija Manuela Calderón no la dejó ir sola.

Margarita Calderón anduvo por toda Managua buscando el cuerpo de su hijo, de su Augusto. Nadie le daba respuesta. Esto se lo contaba la misma Manuela Calderón a sus nietos, entre ellos el actual párroco de San Miguel, Masaya, Edwin Román.

El padre Edwin Román asegura que todos los años le realiza misa a su tío abuelo Sandino y a su bisabuela Margarita Calderón. FOTO/ ÓSCAR NAVARRETE

Otra persona que buscó el cadáver infructuosamente fue la madrastra América Tiffer, quien había pasado de ser la mujer del padre de Sandino que no lo podía ver ni en pintura, a ser como una segunda madre para el guerrillero. Desde que Sandino había dejado Niquinohomo, ambos habían comenzado a escribirse cartas en las que se expresaban cariño mutuo. Sandino le agradecía sus gestos a doña América Tiffer.

Norma Calderón, nieta de Margarita Calderón y quien actualmente vive en Masaya, cuenta que después de muerto Sandino, a la casa de los Calderón en Niquinohomo llegaban los periodistas, nacionales y extranjeros, a querer saber más de la vida del guerrillero. Pero a los Calderón les daba miedo hablar de Sandino. Casi siempre se negaban.

La creencia que se apoderó de los Calderón en esos primeros años de muerto Sandino, es que a él le cortaron la cabeza, la metieron en un recipiente de vidrio con alcohol y se la llevaron a Estados Unidos donde la metieron en un museo. Y el cuerpo de Sandino lo habrían quemado en Managua. “Pensaban que lo habían quemado y que por eso nunca habían hallado el cuerpo”, cuenta Norma.

En 1971, el hombre que mató a Sandino habló sobre el destino del cuerpo del guerrillero. Carlos Eddy Monterrey se llamaba.

Después de haber luchado más de seis años en las montañas del norte de Nicaragua contra los marines, y luego de que estos abandonaron el país el primero de enero de 1933, Sandino firmó la paz con el presidente Juan Bautista Sacasa y con la Guardia Nacional.

De acuerdo con las noticias del momento, después de firmar la paz, Sandino llegó a Managua en cuatro ocasiones, y solo en una de esas veces llegó a Niquinohomo. En 1926, cuando regresó de México, quiso llegar a Niquinohomo, pero el padre le salió al encuentro en Catarina, para advertirle que todavía estaba el proceso en su contra por haber disparado a Dagoberto Rivas. Entonces se dirigió a León y después se unió a los liberales para luchar en contra de los conservadores en la llamada guerra constitucionalista, que era el propósito por el cual había regresado a Nicaragua.

El 4 mayo de 1927, el líder de las tropas liberales, José María Moncada, firmó un pacto con el representante de los Estados Unidos, Henry L. Stimson, y Sandino, ya convertido en general, se rehusó a aceptar ese tratado porque entre otros muchos aspectos no acababa con la intervención norteamericana en Nicaragua, la principal espina que tenía Sandino para luchar en las montañas. Se fue a hacerle la guerra a los marines a las montañas del norte de Nicaragua.

Ya con los marines fuera del país, Sandino llegó a Managua el 2 de febrero para firmar la paz. Volvió a llegar en mayo, pero todavía no llegaba a Niquinohomo a ver a su madre. Fue hasta en noviembre que apareció en su pueblo natal.

Marines entrenando a soldados nicaragüenses para ingresar a la Guardia Nacional. La razón principal para que Sandino se internara en las montañas fue la intervención norteamericana en Nicaragua, que duró, con algunos intervalos, desde 1912 hasta el primero de enero de 1933. FOTO/ ARCHIVO

Ulises Calderón Franco dice que un hijo de la persona que se encargaba de preparar las bestias de Gregorio Sandino, Vicente Benavides, le relató que en esa ocasión se prepararon tres bestias, una para Sandino, otra para Gregorio y una más para uno de los generales de Sandino.

Salieron a recorrer las calles pero durante el paseo “todo Niquinohomo cerró las puertas, solo dos personas las abrieron, la Josefa Tapia, esposa de Narciso Calderón, y Catarina Calderón (hermana de Margarita Calderón), una regando agua y la otra flores”, cuenta Calderón Franco.

Cuando Sandino llegó a Niquinohomo, en noviembre de 1933, primero fue a la casa de su padre y hasta después fue donde su madre Margarita. Es por eso que cuando ella lo vio entrar le dijo: “Ya sabía que estabas por aquí”.

Fue cuando Sandino le prometió que iba a regresar en febrero. Pero cuando Sandino arribó tres meses después a Managua, los periódicos informaron que Sandino estaba hablando mal de la Guardia Nacional, especialmente de que era inconstitucional.

El general Anastasio Somoza García, el asesino de Sandino. FOTO/ CORTESÍA/ IHNCA

El nuevo jefe de la Guardia, Anastasio Somoza García, se coludió con el embajador de Estados Unidos, Arthur Bliss Lane, para planear la muerte de Sandino.

El día que lo mataron, después de cenar en la casa del presidente Juan Bautista Sacasa, Sandino bajó en un carro con sus generales Estrada y Umanzor, su padre y el ministro de Agricultura, Sofonías Salvatierra.

Una patrulla de la Guardia detuvo el carro, bajando de la Loma de Tiscapa. A Gregorio Sandino y Sofonías los dejaron en El Hormiguero, y a Sandino y sus generales se los llevaron en un camión.

A Carlos Eddy Monterrey le encargaron el crimen junto a otros guardias. Mientras los llevaban al lugar donde los matarían, hubo pocas palabras. Aunque Sandino había rogado para que no los mataran. Al llegar, los prisioneros fueron obligados a bajar del camión mientras los apuntaban con ametralladoras.

Los colocaron sobre un acantilado de tierra y, previo acuerdo, el capitán Lizandro Delgadillo hizo un disparo al aire, la señal para que los mataran y Carlos Eddy Monterrey disparó su pistola apuntando a la cabeza de Sandino.
En entrevista con LA PRENSA, en 1971, Monterrey dijo:

—¿Pero cómo actuó Sandino? —le preguntó LA PRENSA.

—Estuvieron mejor sus generales. Sandino rogó muchas cosas.

—¿Cómo qué?

—No puedo decirlas, son para mi libro.

—¿Pero qué pasó más?

—No puedo seguir.

—Cuando los guerrilleros cayeron, ¿qué pasó? ¿Les quitaron lo que llevaban?

—Sí, los soldados cayeron sobre ellos como zopilotes y les quitaron todo.

—¿Cómo qué?
—Le quitaron a Umanzor un pañuelo en que había amotetado un montón de joyas, oro y piedras preciosas. Umanzor, antes de que lo fusilaran se sacó ese pañuelo de la bolsa de atrás del pantalón y me lo quiso dar. Yo no quiero nada de un bandolero, le contesté.

—¿Dónde enterraron a Sandino?

—No lo puedo decir, son cosas de ética militar.

Sobre las pertenencias que tenía Sandino al momento que lo mataron, sus familiares indicaron después de su muerte que el jefe guerrillero portaba una leontina con su reloj de oro y un anillo liso matrimonial de oro con piedra verde y una pelota de oro.

Una tía de Sandino, que lo llegó a ver a Managua antes de que lo mataran, le vio esas prendas y le dijo al guerrillero que mejor dejara ese oro a su madre, pero Sandino le respondió que tenía confianza en la palabra empeñada por Somoza y por Sacasa y que además los gringos ya se habían ido y no había razón de seguir la pelea.

Y los restos de Sandino no fueron quemados ni se le cortó la cabeza, afirman los guardias que participaron en el fusilamiento. Sobre ello, Guillermo E. Cuadra escribió en 1980 que el encargado de cavar la fosa fue el excapitán Ernesto Díaz Medina, “Indio Bárbaro”, y “el sitio exacto era el antiguo Camino Solo a Sabana Grande, a unas 200 varas hacia el este de la última casa suroriental del actual (en 1980) barrio Bello Horizonte”.

El mismo Cuadra comenta que en el lugar de la fosa después se construyó ahí lo que se conoció como las cárceles de la Aviación. La fosa quedó bajo los predios de esas cárceles.

Según Cuadra, el anillo de Sandino fue vendido por Juan Emilio Canales por 10 córdobas, que en ese entonces equivalían a 10 dólares.

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La tumba de Margarita Calderón en el cementerio de Niquinohomo. FOTO/ ÓSCAR NAVARRETE

En el cementerio de Niquinohomo, en la parte derecha del fondo, entrando por la puerta principal, hay unas bóvedas que pertenecen a la familia Calderón. Abajo, en la parte derecha de la bóveda, está la tumba de Margarita Calderón Ruiz, la madre de Sandino.

Murió el 15 de septiembre de 1942.

Junto a ella está sepultada su hija Manuela Calderón García, la prima de Anastasio Somoza García. Y a la izquierda está Esperanza Auxiliadora Calderón de Román, la madre del párroco de San Miguel, Edwin Román.

El sobrino de Margarita, Ulises Calderón Franco, recuerda que ella fue sepultada con música porque uno de sus hijos era músico.

De acuerdo con Ulises Calderón, los últimos días de su tía Margarita no fueron muy diferentes a los de la mayoría de su vida. Fueron de pobreza. Vivía en una casa cerca de la estación del tren y vendía tragos de a 10 centavos a los pasajeros que pasaban por donde ella.

A veces también Margarita se iba a los otros pueblos cercanos, hasta Granada y Carazo, a vender frutas.

El padre Edwin Román recuerda que a él le contaron que frente a la estación del tren su abuelita Margarita vendía “chibolas”, las gaseosas que se consumían en esa época. Y también vendía frutas.

Ulises Calderón también recuerda que su tía Margarita tenía una enorme deuda con un hombre que se llamaba Seferino Barrera, pero aún así se las ingenió para en una ocasión celebrar la fiesta del Resucitado. En abril, en los Pueblos Blancos se celebra al Resucitado y algunas familias regalan comida. En uno de esos años, después de la muerte de Sandino, Margarita Calderón dio comida a los promesantes. Normalmente entre familias se ayudan para que no salga tan caro. A Margarita nadie le ayudó, ella sola costeó todo, recuerda Ulises Calderón.

El 16 de septiembre de 1942, en el diario La Noticia, de Juan Ramón Avilés, se publicó la siguiente noticia: “En una extrema pobreza y después de larga enfermedad, falleció ayer (15 de septiembre) doña Margarita Calderón, madre que fue del Gral. Augusto C. Sandino. Sus funerales serán esta tarde (16). Deja su casita comprometida con un usurero a quien hace años venía pagando el 2 por ciento mensual. Paz a sus restos”.

El anuncio de la muerte de Margarita Calderón en el diario La Noticia. FOTO/ EDUARDO CRUZ

La casa natal de Sandino

La casa donde nació Sandino no es la que algunos podrían creer que es donde hoy está un museo en Niquinohomo. Esta última es la casa de Gregorio Sandino, la cual está ubicada en una de las esquinas opuestas al parque central de Niquinohomo.

La verdadera casa natal de Sandino estaba al otro lado del parque de donde hoy es la casa museo. Es decir, Sandino nació a pocos metros de donde vivía su padre. Esa casa, que era de paja y tejas de barro, se cayó cuando todavía Sandino no había salido de Niquinohomo tras balear a Dagoberto Rivas. En lugar de ella, construyeron una casa similar pero de madera, siempre con techo de tejas.

En los años setenta estaba ocupada por una escuela llamada La Mansión Celeste, y era propiedad del profesor Carlos Cerrato Ortega, quien la había comprado a un precio que no tuvo en cuenta su valor histórico.
En la actualidad, en el mismo sitio está construida una casa de dos pisos, de concreto.

Así lucía la casa donde nació Sandino en los años setenta. La primera se cayó cuando Sandino todavía estaba joven. LA PRENSA/ ARCHIVO

La letra C.

Sandino fue inscrito como Augusto Nicolás Calderón, porque no fue reconocido legalmente por su padre Gregorio Sandino. Solamente llevaba el Calderón de su madre Margarita.

Con el tiempo, como se firmaba Augusto C. Sandino, correspondiendo la C. a Calderón, se fue conociendo como Augusto César Sandino. De hecho, él mismo se llamaba César.

Gregorio Selser, uno de sus biógrafos, explicó que uno de los soldados de Sandino, el dominicano Gregorio Urbano Gilbert, fue quien aclaró sobre el nombre de César.

“Los que leían esa firma (Augusto C. Sandino), confundidos, la interpretaban como si dijera Augusto César Sandino”, indicó Urbano Gilbert, quien afirmó que el propio Sandino una vez dijo que “nunca he pretendido que me llamen César... ni mucho menos me interesa ni he pretendido paragonearme con celebridad alguna”.

Pero con el tiempo se fue quedando César.

El mismo Anastasio Somoza García, ya muerto Sandino, dio a escribir un libro, que se llamó El verdadero Sandino o el calvario de Las Segovias, en el cual atacó al guerrillero. “Para darle más sonoridad a su nombre, aprovechó la ‘C’ inicial de su apellido materno y la transformó en el nombre de un gran personaje histórico de Roma; así fue como durante su campaña de autobombo y farsa voló por todas partes el nombre convencional y sonoro de Augusto César Sandino. Todo lo hacía de una manera bien calculada, sin que le importara poco ni mucho el prescindir del apellido de la mujer que lo había llevado en sus entrañas”, mandó a escribir Somoza García.

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