La Contra, su relación con la CIA y el narcotráfico forman una nebulosa en la vida de Edén Pastora, un hombre que dice haber peleado tres guerras y tres guerrillas
Por Fabián Medina
A los 19 años, Edén Pastora mató por primera vez a un hombre. Lo recuerda perfectamente, dice. Estaba emboscado en Chachagua, montañas de Quilalí, junto con otros dos guerrilleros: Gustavo Vílchez y Leónidas Rodríguez. Una patrulla de la Guardia se acerca. Pastora, que presume de ser buen tirador, está encargado de hacer el primer tiro. Apunta al primero de la fila, aprieta el gatillo y, antes de oír el sonido de su propio disparo, ve caer al guardia.
—¡Jesús! —exclama asustado.
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“No pude dormir los siguientes 15 días. Estaba saliendo del Colegio Centro América, comulgaba todos los días, y de repente me encuentro apuntándole a un hombre. Yo era buen tirador. Mi deporte era la cacería. Y el que caza un venado caza a un hombre. Y la guerrilla es cazar hombres”, dice ahora con 77 años de edad en su casa sin ostentaciones de Managua.
Se acostumbró a matar, dice, “porque la guerra es dura”. Y una vez le dijo al cardenal Miguel Obando que había matado tantos hombres que no alcanzaban en una habitación, y mandado a matar a otros tantos que no alcanzarían en la propia casa de Obando. “Una exageración, lógicamente, pero fue una respuesta dura porque me molestó que me preguntara eso”, señala.
—Eminencia, no le vuelva a hacer esa pregunta a un hombre que ha peleado por su pueblo —dice que le contestó a Obando en esa ocasión, en el aeropuerto de México cuando coincidieron en los primeros años de la posguerra.
Para ese tiempo fue cuando una revista española publicó un reportaje sobre sus andanzas en la guerra. “Me pusieron como un asesino”, reclama, “como un loco, un psicópata, un trastornado mental. Lo manejó muy mal la periodista (Lola Villas). Desfiguró la imagen del guerrillero que dio honestamente su testimonio de guerra”.
En ese reportaje se relata la tortura y ejecución por ahorcamiento que realizó Pastora con sus propias manos a un juez de mesta somocista, y las ejecuciones de guerrilleros a los que se consideraba homosexuales. Pastora niega la ejecución de homosexuales en la guerrilla, y sí reconoce como cierta la ejecución del juez de mesta.
“A homosexuales nunca. Nunca se mató a homosexuales, nunca se tomaron medidas violentas con homosexuales. ¡De ninguna forma!”, niega. “No nos interesa la homosexualidad. Es un problema social y nosotros estábamos para resolver otros problemas sociales”.
¿Había guerrilleros homosexuales? “Entonces no”, responde. “En la última guerrilla (ARDE) sí vi homosexuales. En aquella guerrilla no vi problemas de homosexualidad”.
Al juez de mesta —dice— lo agarraron cuando venía siguiendo sus huellas en sus primeros años guerrilleros. “Yo iba de responsable de 16 muchachos, enfermos, heridos, cansados, y empezó a convencernos de que fuéramos al valle, que en el valle estaba el café negro, la tortilla, la cuajada, y la escuela desocupada donde podíamos pasar la noche. Yo sabía que nos estaba mandando al matadero y como no habíamos podido hacerlo declarar a las buenas, entonces pasamos a la violencia. Al hombre lo había cacheteado, golpeado y no hablaba. Y me fui yo y le dije: ‘Ve, si no hablás, te quemo el culo’. No habló y le puse el encendedor. Yo personalmente lo hice. ¡Contó todo! Y contó que ahí estaba el capitán Melgara, y que estaba con 60 guardias. Nos estaba mandando al matadero. Y como estábamos cerca de la escuela, y ya el hombre estaba maltrecho, no quedó de otra más que ahorcarlo en vez de pegarle un tiro porque nos oían”.
Ya después —dice— matar no le quitó el sueño. “Me fui acostumbrando a la dureza de la guerra. El ajusticiamiento de este que nos llegaba a matar… He mandado a fusilar a criminales, a víboras, a serpientes. Infiltrados que he tenido que mandar a fusilar. La guerra es dura. Es cruel”.
¿Pero hay una diferencia entre matar en combate y matar a alguien a sangre fría? “Definitivamente matar a un hombre amarrado, humillado, que pide perdón, que llora, que implora, que pide otra oportunidad, pero ha tenido 40 oportunidades y ha matado 50... No podés darle otra oportunidad. Son cosas duras de la guerra que el hombre común de la calle, el hombre que nunca ha estado con un fusil apuntándolo con una cara seria, no te lo entiende. La guerra hay que vivirla para poderla entender”.

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Edén Pastora es una especie de Aureliano Buendía nicaragüense. Ha peleado en tres guerras y tres guerrillas. Ha sobrevivido a 16 atentados y dice no poder calcular a cuántas personas ha matado o mandado a matar. Por ello relata la anécdota con el cardenal Obando. El 20 de julio de 1979 entró a Managua triunfante, con la aureola de héroe que le dieron el dirigir el asalto al Palacio Nacional el 22 de agosto de 1978, y las cruentas batallas del Frente Sur contra lo más granado de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI).
Para Hugo Torres, quien fuera su segundo al mando en el asalto al Palacio, y quien llegaría a ser jefe de la Dirección Política del Ejército Popular Sandinista, el asalto al Palacio fue la obra cumbre de Pastora, y “él tenía expectativas de ser miembro de la Dirección Nacional y jefe del Ejército. Pero lo nombran viceministro de Defensa y jefe de las milicias. Sintió que lo estaban viendo de menos”.
Pastora dice que nunca aspiró a ser miembro de la Dirección Nacional, y que no fueron los celos las razones que lo llevaron a iniciar lo que él llama su “tercera guerra”.
“Había mucho que criticar a la Dirección Nacional. El comandante Tomás Borge fue claro, duro y llano cuando dijo que en los 80, refiriéndose a la Dirección Nacional, fuimos arrogantes, prepotentes, soberbios y nos enfermamos de poder. Esas fueron las razones por las que yo me fui. Molesto, resentido, con esas actitudes de mis jefes, a encauzar mis inquietudes revolucionarias”, dice.
El 8 de julio de 1981, Edén Pastora sorprende con una carta de despedida al estilo Ché Guevara, en la que renuncia a todos los cargos en el nuevo gobierno revolucionario y acusa a los dirigentes de estar instalando en Nicaragua un régimen comunista.
Para Hugo Torres, además de sentirse mal pagado Pastora, pesó en su renuncia que no se acomodó a la disciplina y organización que demanda un ejército. “Pastora nunca fue hombre de partido, disciplinado”, dice Torres. “Valiente, guerrillero, pero se iba de la guerrilla cuando quería”, explica y pone de ejemplo que cuando le propusieron comandar el asalto al Palacio Nacional lo localizaron pescando en Barra del Colorado, Costa Rica.
“Él es bastante teatral, y la carta que deja, un pastiche de la que dejó el Ché Guevara, habla bastante de esa personalidad histriónica de Edén. Sobreactúa. Así es su vida”.
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A diferencia de los otros niños, Edén Pastora a los 8 años no pedía al Niño Dios juguetes en las cartas de Navidad. Pedía una pistola. Una pistola para matar a un hombre. Al general Camilo González, jefe del Estado Mayor de la Guardia Nacional, a quien acusa de haber mandado a asesinar a su padre por un pleito de tierras.
Edén Pastora Gómez nació en Ciudad Darío en 1937, y fue el menor de los cinco hijos del pequeño finquero Pánfilo Pastora y la costurera Elsie Gómez. Vivían tranquilamente, don Pánfilo sembrando sus tierras y pastoreando su ganado, doña Elsa cosiendo, y Edén correteando por ahí con alguna cometa, o jugando a los trompos, hasta que Camilo González se interesó por la fértil propiedad de los Pastora en Las Mesas, de Darío.
González intentó comprar la propiedad por las buenas, y ante la negativa de don Pánfilo, se la tomó por las malas. Pánfilo Pastora recurrió a los tribunales y le ganó el caso, pero la herida ya estaba abierta y se saldó con un seco escopetazo que desbarató el corazón de Pánfilo Pastora cuando labraba la tierra.
“Eso me marcó tremendo”, dice Edén Pastora. “González no pudo negociar con mi mamá. La vieja cerrada de ovarios, se armó y se dedicó a educar a sus hijos”.
Doña Elsie —dice Pastora—, empeñó todo el patrimonio familiar para asegurarle una educación de calidad. Primero, en el elitista Colegio Centro América, de Granada, donde se bachilleró, y luego Medicina, en la reputada Universidad de Guadalajara, México, que abandonó para iniciar sus andanzas en la guerrilla.
“La gente no sabe que yo estudié seis años Medicina, que pude aprobar solo dos, tres años, pero logré estudiar técnica quirúrgica que me sirvió en la montaña porque amputé brazos, extirpé un testículo, extirpé un ojo, hice operaciones menores. Me sirvió la técnica quirúrgica en la montaña”, relata.
Para 1959, Pastora estaba estudiando en Guadalajara cuando se dio en León, Nicaragua, la masacre del 23 de julio, donde murieron cuatro estudiantes y 43 más resultaron heridos. La noticia lo sacudió y decidió venir a Nicaragua para integrarse al Frente Revolucionario Sandino, junto a Virgilio Godoy y Bayardo Altamirano, entre otros. Y es aquí donde mata a su primer hombre. Tenía 19 años de edad.
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¿Fue ARDE una quinta columna para evitar que la contrarrevolución se asentara en Costa Rica? “Nadie me dio la orden”. Edén Pastora, histriónico como es, se pone de pie, alza la mano y con actitud solemne declara: “Lo juro por Pánfilo Pastora, lo juro por nuestros héroes y mártires, lo juro por mi honor…”
Después de un fallido intento de participación en la guerrilla guatemalteca, Edén Pastora recala otra vez en Costa Rica a vivir su exilio, cuando, dice, se le aparecieron unos líderes de la izquierda costarricense a proponerle formar una guerrilla y evitar, precisamente, que la Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN), la Contra que operaba en Honduras, se estableciera también en el Sur.
Reconoce que entonces habló con Humberto Ortega, jefe del Ejército Popular Sandinista, sobre esta idea:
—Si te metés, te voy a volar plomo —le habría dicho Ortega, según el testimonio de Pastora.
—Lo que me va a doler es que me van a ver como contrarrevolucionario.
—Hacé lo que vos creés que es más conveniente, pero eso sí, te voy a atacar duro.
“No quedaba otra alternativa más que hacer ARDE, la Alianza Revolucionaria Democrática. Para que la Contra no entre en el Sur, para presentarle a Nicaragua una alternativa distinta que no fuera la de la Contra del Norte ni un Frente totalitario”, relata.
Hugo Torres no cree que Pastora haya sido una quinta columna, aunque reconoce que resultó conveniente para la revolución al quitarle ese territorio al FDN. Luis Fley, Comandante Johnson, quien fuera jefe de un comando regional del FDN y luego fiscal de la Resistencia Nicaragüense, sí considera que el comportamiento de Pastora siempre fue sospechoso. “Parecía destinado a entorpecer la lucha por la liberación de Nicaragua, siempre inventaba pretextos para no conseguir la unidad”, dice.
Pastora ha oído muchas veces estas acusaciones. No las acepta. “La verdad es que nosotros tuvimos siete mil guerrilleros, que peleamos en toda Nueva Guinea, en todo el Sur y el Este de Nicaragua. Tuvimos como tres mil muertos”, alega.
Fley tiene otros números. Dice que las fuerzas de ARDE nunca pasaron de los dos mil combatientes y que las bajas efectivas habrían sido unas 100. “El problema con Pastora es que siempre estaba hablando de acciones que no eran comprobables. Hacía conferencias a la orilla del río San Juan, del lado costarricense, para salir en uniforme y bañado de lodo en las fotos”, dice y pone de ejemplo el atentado de La Penca, ocurrido el 30 de mayo de 1984, cuando murieron siete personas, y otras 20 resultaron heridas, entre ellas el propio Pastora.
Hugo Torres, por su parte, usa el mismo atentado para desestimar el carácter de infiltrado que se le atribuye a Pastora. “Si estaba haciendo un servicio a la revolución, no es lógico que lo manden a matar como lo hicieron”, dice Torres en alusión a la información posterior que demostró que el atentado fue dirigido desde las oficinas del Ministerio del Interior que comandaba Tomás Borge, en Managua.
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Al fundar ARDE, Pastora se casó con la Central de Inteligencia Americana (CIA), enemigo natural del guerrillero de izquierda, sandinista, que decía ser. “Para presentar una alternativa distinta tuve que manejarme con la CIA, con Satanás”, dice. Desde su aventura con la guerrilla guatemalteca iniciaron los acercamientos. Dice que la relación comenzó por instinto de sobrevivencia. “En México yo estoy en territorio de la CIA. En Costa Rica estoy en territorio de la CIA. Si yo no hago ese arreglo con la CIA, aguanta más un chilote en las tapas de un chancho que yo vivo. Así de sencillo”, dice.
Para Luis Fley, “Edén Pastora fue el niño mimado de la CIA. Tuvo diez veces más apoyo que el FDN, tenían lanchas rápidas, helicópteros, 60 vehículos, aviones…”
Adolfo “Popo” Chamorro, fue jefe del Estado Mayor y jefe de Logística de ARDE y recuerda hasta siete aviones Hércules 130, enviados por la CIA, en fila, dejando caer armamento y lanchas en paracaídas a la orilla del río San Juan. “No manejé el contacto directamente pero fui el instrumento para hacerle llegar a mis compañeros de profundidad el armamento que se recibía”, relata ahora, con 65 años y administrando un primoroso hotelito de su familia en San Marcos, Carazo.
Chamorro explica la relación con la CIA desde una perspectiva muy simple: “Para mí cualquier cosa se justifica cuando estás en una guerra. Si estás ahí dispuesto a perder la vida”, y aunque dice haber manejado grandes cantidades de dinero en efectivo y a granel, contrario a la opinión de Fley considera que “el niño bonito de la contrarrevolución era el FDN”.
“La FDN no quería a Edén y no quería a ARDE”, agrega. “Nos infiltraron, se nos robaron un helicóptero, se lo llevó un piloto. Nos hacían la vida imposible. La idea era absorber a las tropas de ARDE y sacar a Edén de la jugada”.
Según las cuentas de Pastora, Estados Unidos le dio seis millones de dólares a ARDE y 600 millones a la FDN. Sin embargo, asegura que el divorcio con la CIA comienza cuando le ofrecen 270 millones de dólares más para la guerra contrarrevolucionaria con dos condiciones: que se una el Norte con el Sur, y que Pastora, que se había ganado con su simpatía a los demócratas, fuera el jefe de todas las fuerzas contrarrevolucionarias.
“Voy al Congreso con Enrique Bermúdez para que Estados Unidos soltara los 270 millones para la guerra. Bermúdez acepta ahí deponer su jefatura y que Pastora sea jefe de Norte y Sur. Cuando tiene la palabra Pastora yo les digo que no puedo unirme con lo que representa este señor (Bermúdez) por razones de índole moral. Él perteneció a la institución que asesinó a mi padre”, relata.
Luis Fley confirma esta versión. “La CIA quiso imponerlo como máximo líder, y Bermúdez estuvo de acuerdo en ceder el liderazgo a Pastora en aras de la unidad de las fuerzas contrarrevolucionarias. El que no estuvo de acuerdo fue el propio Pastora. Se desencantaron con él”.
“Ahí firmé mi sentencia de muerte. El Congreso tomó la decisión de cero ayuda militar y pasaban a ayuda humanitaria”, dice Pastora. Era finales del 1984 y ARDE comenzaría a buscar financiamiento por otras vías.
“Pastora parecía destinado a entorpecer la lucha por la liberación de Nicaragua, siempre inventaba pretextos para no conseguir la unidad, no quería directorio político, sus combates no eran comprobables y hacía conferencias en el lado costarricense solo para salir en la foto con el uniforme bañado de lodo”.
Luis Fley, comandante Johnson, del FDN.
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Un cable de la sede central de CIA, fechado en octubre de 1984, indica que Adolfo Chamorro, segundo al mando de ARDE, acaba de consumar un “acuerdo de asistencia mutua” con un narcotraficante establecido en Miami, cuyo nombre se desconoce, según ese reporte.
Dice el cable que “ARDE proveería instalaciones operativas en Costa Rica y Nicaragua para facilitar el transporte de narcóticos, y obtendría asistencia de funcionarios del Gobierno de Costa Rica para brindar documentación a cambio de apoyo financiero, aviones y entrenamiento para pilotos de ARDE”. Además, el desconocido narcotraficante se comprometía a pagar a ARDE 200 mil dólares al mes una vez que las operaciones narcóticas comenzaran.
Un cable posterior de la CIA identificaría al misterioso narcotraficante: Jorge Morales, colombiano.
—¿Tuvo relación alguna vez con el narcotráfico? —preguntó Magazine a Pastora.
—¡Nunca!
—Hay cables desclasificados de la CIA que lo mencionan en relaciones con el narcotráfico. ¿Conoce a Jorge Morales?
—Mirá… A mí me llevaron al Congreso (de EE. UU.) a hablar sobre este tema. Yo les dije, “si ustedes, si hay alguna autoridad que sepa que yo estuve en drogas, póngame las esposas y si no, déjeme libre”. La CIA usó al narcotráfico para ensuciar a la gente y comprometerla, y manejarla, como chantaje moral. A mí trataron de relacionarme con George Morales.
—¿Lo conoció?
—¡Perfectamente bien! Fui a Miami hablar con él.
—¿Recibió ayuda de él?
—Me dio ayuda. Pero era un agente de la CIA tratando de ligarme con George Morales. Haciéndome creer que George Morales era un transportista aéreo en Estados Unidos, y haciéndome creer que era un gringo. Y desde luego, el que me da ayuda de dinero y aviones, quiere conocerme, es lógico. Voy a la casa de una exesposa de Popo Chamorro. Y ahí conozco a George Morales y veo que es un indio como yo, que es colombiano, que no es tal George, que es Jorge, y lo empiezo a ver raro. Cuando yo quiero hablar de política, de geopolítica y de razones de la guerra, él me habla de sus caballos, de sus yates, de pirañas, de sus carreras, de sus aviones. En un momento de la conversación lo llaman y se retira. Me voy donde la exesposa de Popo y le pregunto: ¿Quién es este tipo que lo veo todo raro? "¿No sabés quién es? ¿No sabés con quién estás hablando?" No. "Es George Morales, el traficante de drogas de Colombia". ¡Me cagué en la punta de un alfiler! Porque me di cuenta de la maniobra. Llamo a Caroline que regresen inmediatamente aviones, que corten toda relación, que corten toda amistad, y eso lo sabe John Kerry y lo sabe la CIA. La CIA me reconoce como un señor. Lo que querían era relacionarme con la droga para agarrarme de ahí donde te cuento para que yo les obedeciera en todo.
—Hubo unos embarques de yuca en los que iba droga, dicen los cables de la CIA.
—En eso yo no tengo que ver.
—¿Pero sí sabe que recibieron ayuda de este señor?
—Sí, un avión DC3, se recibieron 400 mil dólares que se los robó un jodido, que el (avión) 404 lo regresé y el DC3 lo regresé y corté toda relación.
—¿Usted no se preguntaba por qué este señor le estaba dando ayuda?
—¡Eh! ¡Porciones me dieron sin preguntarles yo por qué! Por demócratas, por anticomunista, porque era lindo, porque era bello, porque hablaba bonito, por miles de razones (ríe).
Otro cable de la CIA, fechado en diciembre de 1984 da cuenta de la reunión que Pastora sostuvo con Morales en Miami y termina con la siguiente acotación: “A Pastora no le gustó Morales”.
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Adolfo “Popo” Chamorro fue quien inició la relación con el narcotraficante Jorge Morales. Dice que lo conoció en uno de sus viajes a Miami y les ofreció un avión C47 para la guerrilla de ARDE. “Me llevó a su hangar y consulté con Edén”:
—Aquí hay un jodido que nos quiere regalar seis aviones Panther —informó.
—Para qué putas quiero yo aviones. ¿No tiene otra cosa?
—Tiene un C47, viejito, como de 50 años, pero con instrumentos nuevecitos. Dice que te lo regala.
—¿Y qué quiere a cambio?
—Solo conocerte, hablar con vos, porque dice que simpatiza con nuestra causa.
—Agarrá el avión pues, pero consultalo —dijo Pastora según la versión de Chamorro sobre ese encuentro.
Tanto Pastora como Chamorro alegan que tuvieron el visto bueno de la CIA para tomar ese avión. Y así fue como recibieron ese avión y 30 mil dólares para su traslado.
Seis meses después del encuentro con Pastora, Jorge Morales fue capturado transportando cocaína y se convierte en una de las principales piezas para demostrar el punto negro: el gobierno de Estados Unidos estaba usando a narcotraficantes, a través de la CIA, para financiar a la contrarrevolución nicaragüense. El senador John Kerry, jefe del Subcomité de Narcóticos, Terrorismo y Operaciones Internacionales del Senado de los Estados Unidos, condujo la investigación, según Chamorro, “para joder a míster Reagan”, su rival republicano.
Jorge Morales declara que le dio cinco millones de dólares y siete aviones a ARDE y que todo eso lo sabía George Shultz, secretario de Estado. “Mentira, ¿qué le iban a creer, si todo está registrado”, dice Chamorro quien ya para ese tiempo estaba viviendo en Miami, retirado de ARDE, y fue llamado a declarar.
“Kerry me amenaza y me dice que si no digo la verdad me va a meter preso. Yo me disgusto y le digo que puede hacer lo que quiera, pero que ya no le voy a dar ninguna información, se la voy a dar al Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos. Y que si me siguen jodiendo voy a publicar en el Washington Post y el Miami Herald todas las operaciones encubiertas de la CIA. En cinco minutos pararon la investigación”, relata. “Ahí tengo al carta de exoneración. Y dicen que yo colaboré con esa investigación”.

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Loco. Héroe. Contra. Guerrillero. Vanidoso. Narcotraficante. Mujeriego. Aventurero. Asesino. Comunista. Anticomunista. Valiente. Fanfarrón. Edén Pastora ha sido muchas cosas en su vida, según cómo y desde dónde se le mire.
Loco. “Si estoy loco, soy de los locos que hacen”, dice y menciona lo que considera las tres locuras más grandes de su vida: “Uno, dejar mis estudios en Guadalajara para venir a que un guardia analfabeta me metiera un balazo; dos, meterme al Palacio, al corazón del enemigo, con 25 hombres; y tres, abandonar las mieles del poder”. Asegura nunca haber estado bajo tratamiento psiquiátrico y dormir “como un bebé”.
Vanidoso. “Es posible”, dice Popo Chamorro, uno de los hombres más cercanos a Pastora en los últimos 30 años. “Le gusta vestirse bien, con su chaqueta de cuero, tiene un rostro simpático, y en su momento (toma del Palacio) él aprovechó la oportunidad, sacó el fusil, y dijo aquí está Edén Pastora y se colocó en primera fila de la historia”.
Comunista/anticomunista. A pesar que en su carta de despedida expuso el comunismo como una de las razones de su marcha, ahora matiza un poco su respuesta: “Un revolucionario no puede ser anticomunista, no puede ser nunca antinada, tiene que ser siempre a favor de, en pro de”.
Aventurero. “Definitivamente, para ser revolucionario hay que ser aventurero, hay que estar medio loco, hay que ser inquieto, hay que tener valor físico, pero principalmente los fundamentos, políticos ideológicos. Lo primero que pierde una guerrillero es la familia. Lo último es la vida”, dice.
Mujeriego. “No hay comandante sandinista que no sea perro a la coyunda, no hay hombre famoso que no sea perro a la coyunda, no hay hombre valiente, los Juan Charrasqueado, los Gabino Barrera. La prensa, la radio, la televisión que se ocupa de mí… Todo eso es afrodisiaco. Más que tengo un modo contento, jodedor y un ojo pícaro. Y me gustan las mujeres, me encantan”, confiesa para luego bajarle el tino a su respuesta: “Y la mujer que más me encanta es Yolanda, mi mujer. Tengo 50 años de vivir con ella. Ya hace rato estoy calmo. La naturaleza es cruel” (ríe).
Honesto/deshonesto. “Yo manejé millones de dólares y nunca se me pegó un dólar. ¿Qué famoso es pobre?”, se pregunta, y vuelve a sacar con ello su pecado preferido: la vanidad.
Matar a los Nueve
En septiembre del 1983, Pastora intentó asesinar a los nueve comandantes de la Dirección Nacional del Frente Sandinista, mediante un operativo que denominó “Voltaje al Sol” y que, según dice, no logró su objetivo porque lo saboteó la CIA.
“Iba a haber una reunión de la Dirección Nacional en la casa de gobierno analizando un viaje de Tomás (Borge) a Europa y yo le iba a meter los cuatro aviones. Un hoyo iba a quedar de la Casa Presidencial y la CIA me desbarató ese operativo”, explica.
Uno de los aviones cayó en el aeropuerto de Managua, otro bombardeó Jocote Dulce, otro tiró bombas en una fábrica de alcohol y el cuarto se regresó, cuando según el plan de Pastora debían reunirse en el lago de Managua para, en vuelo rasante, llegar hasta Casa Presidencial, lo que nunca ocurrió.
Las razones de ARDE
• Pastora dice no sentir ningún repelo al abrazarse hoy con los mismos que quisieron matarlo, como el atentado de La Penca, dirigido por Tomás Borge y Lenín Cerna en 1984. “La ley de la guerra es eliminar a tus adversarios. Yo lo entiendo. Yo también lo hubiera hecho”.
• El general Humberto Ortega, exjefe del Ejército, reconoce en su libro La Odisea de Nicaragua que cuando Pastora anunció la fundación de ARDE provocó “la deserción de varios centenares de nuestras fuerzas milicianas que se cruzan a Costa Rica”.
• Dice Pastora que el objetivo de ARDE no era tomar el poder sino “presentar una alternativa distinta”. Que ARDE contribuyó al fin de la guerra y la paz. “Lo más grande que yo logré es que no nos estamos matando todavía”.
• Adolfo “Popo” Chamorro dice que ARDE “era un catalizador de la revolución. Nosotros éramos disidentes de la revolución, teníamos otro concepto filosófico de la situación. Había que presionar al Frente para que hiciera elecciones”.
• Cuenta Chamorro que él escuchó algunas conversaciones por radio que Pastora tenía con Humberto Ortega, donde Pastora le decía: “Humberto, ponele freno a Tomás (Borge). Volvamos a los orígenes de la revolución”.
• ARDE muere cuando sus mandos, sin los favores de Estados Unidos, ya comienzan a desconocer a Pastora como jefe y el 18 de junio de 1986 firman con los contrarrevolucionarios del norte la unidad bajo la figura de “Resistencia Nicaragüense”.
• Edén Pastora se retira a pescar al río San Juan hasta que regresa a Nicaragua después del triunfo de doña Violeta Barrios de Chamorro.

“ARDE es el resultado del resentimiento de Pastora, de un ego muy grande. Murieron muchas personas por ello, incluso civiles, por las acciones de ARDE. Tengo en la memoria una madre que murió con su hijo en un refugio por los morteros de ARDE”.
General (r) Hugo Torres, exjefe de la Dirección Política del Ejército Popular Sandinista