Ana Cate Aguilar se convirtió en agosto de este año en la primera jugadora nicaragüense en la Liga de Campeones Femenina de la UEFA. Nació en Estados Unidos, pero se siente tan nica que desde el 2010 viste la azul y blanco con la Selección Nacional Femenina de Futbol
Por Tammy Zoad Mendoza M.
Se veía como una basquetbolista profesional, dando zancadas en la cancha, saltando con largas piernas de resortes y encestando el clásico balón naranja. Lo de Ana siempre fue el deporte, si no estaba en baloncesto, se metía a un equipo de futbol. Se pasó la niñez de equipo en equipo.
Apenas superó el metro y medio de estatura y dejó de crecer, pero desarrolló en sus piernas destreza y fuerza que la hicieron destacar en ligas colegiales. Tendría 14 o 15 años cuando se convenció que lo suyo no era saltar al aro, sino patear hacia el arco. Desde entonces se entregó al futbol.
En agosto pasado debutó en la Liga de Campeones Femenina de la UEFA. Es la primera nicaragüense en jugar en ligas de futbol profesional. “Nací en Estados Unidos, pero soy nicaragüense también”, aclara Ana. Por eso desde el 2010 también forma parte de la Selección Nacional Femenina de Futbol y es convocada para juegos relevantes como la reciente Eliminatoria Preolímpica. “Para mí es un orgullo jugar con la selección de Nicaragua, me siento muy emocionada cada vez que me invitan a una liga con mi país”, dice Ana Cate Aguilar, de 24 años.
Es titular del equipo Stjarnan de Islandia, campeón en su país, y en 2014 fue catalogada como la Jugadora Más Valiosa. Crónicas deportivas internacionales la catalogan como una deportista con grandes destrezas y proyección en la cancha.
Ana Cate pasó de las ligas infantiles en Estados Unidos a las ligas universitarias en Inglaterra. De delantera a medio campista. Además de jugar en ligas europeas, lidera la Selección Nacional Femenina de Futbol para jugar como mediocampista en partidos de clasificatorias o torneos regionales.
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La historia de Ana está repartida por el mundo. Su madre es nicaragüense y su padre estadounidense. Nació en Kansas, Estados Unidos, pero vivió en varios estados por razones laborales de sus padres. Su madre Yolanda Aguilar y su padre John Cate, dejaban que Ana se integrara a los equipos de futbol en cada lugar que llegaban. La vida de nómada no era tan mala si en cada lugar encontraba un equipo de futbol al cual pertenecer.
En sus vacaciones anuales en Nicaragua armaba equipos con sus primos para jugar futbol en las calles de León, en Corinto o sobre la arena de Poneloya. Si no había con quien jugar, su abuelo Iván Aguilar se la llevaba al mar a patear la pelota hasta caer exhaustos.
Si no estaba en la calle jugando, seguramente podían encontrarla en la sala o en el cuarto, sentada junto a su abuelo viendo algún partido de futbol, gritando goles o discutiendo una jugada.
Fue por el abuelo Iván que ella no solo se divertía con el futbol, le empezó a tomar cariño hasta convertirlo en la pasión de su vida. Ella venía a visitarlo a mediados de año para ver partidos de futbol y él la fue a ver jugar en las ligas escolares. Pero las tardes de futbol con el abuelo se acabaron en 2007, cuando él falleció. Don Iván le dejó de herencia el amor por la camiseta.
Su madre no recuerda si fue en 2008 o 2009 que por esas casualidades de la vida Ana escuchó que Nicaragua tenía una selección nacional de futbol femenino, que el país le apostaba no solo al deporte, sino a la calidad de las atletas femeninas y que había cierto interés por las ligas femeninas. No tuvo paz hasta que una de sus tías le consiguió la información sobre el reclutamiento.
“La convocaron a pruebas para entrar en la selección. Viajamos para que no perdiera el chance, ella venía ansiosa, emocionada, se bajó del carro, corrió al campo y empezó los entrenamientos. Estaba feliz”, recuerda su madre, quien la acompañó en la convocatoria de la que la resultó elegida.
En el 2010 forma parte del equipo nacional que va a la eliminatoria para los Juegos Centroamericanos y del Caribe en la ciudad de Mayagüez, Puerto Rico. No clasifican, pero para Ana jugar por Nicaragua ya era un triunfo personal y familiar.
“Me siento nicaragüense, mi mamá nos ha enseñado que lo somos y me siento feliz cada vez que juego por Nicaragua”, asegura Ana.
Doña Yolanda Aguilar, leonesa, nunca dejó de hablarles en español a sus dos hijas nacidas en Estados Unidos. A ambas las inscribió también como nicaragüenses, les daba de desayunar gallopinto y cada vez que venían de visita a León había una algarabía de primos que hacían viaje a Poneloya para jugar futbol en la arena.
“Somos una familia grande, y aunque ellas siempre vivieron en Estados Unidos, tuvieron un vínculo con Nicaragua, la cultura, el idioma, la familia. Somos muy unidos, a eso se debe que ella se sienta tan nica”, asegura su mamá Yolanda Aguilar. “Estoy muy orgullosa de sus logros y que disfrute tanto jugar en nombre de Nicaragua”.
Así como hacían viajes al mar, ahora toda su familia llega a Managua cada vez que toca algún juego. Se uniforman con la camiseta azul y blanco y son su barra brava. Siente que su abuelo estaría orgulloso de que su pequeña futbolista regrese a anotar goles en nombre de su país.

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A los cinco años jugaba a que el futbol lo era todo. Estuvo en un equipo infantil de futbol en Estados Unidos y casi veinte años después el juego se volvió cosa seria en su vida.
A los 17 se mudó a Alabama y ahí se unió al equipo Auburn University, donde obtuvo su beca universitaria como jugadora de la División I en la Liga Universitaria de Estados Unidos. Tres años más tarde la Universidad de Durham, Inglaterra, le ofreció una beca para una maestría en deportes y la invitó a ser parte del equipo de futbol en la British Universities and Colleges Sport (BUCS). Destacó tanto que le ofrecieron una plaza para jugar como profesional, pero ya había otras extranjeras en lista y no podía costear los gastos de permanencia en Inglaterra.
Su pase a la profesional lo encontraría con la ayuda de unas amigas que habían pasado a la liga profesional de Europa desde Inglaterra como trampolín. Ellas le hablaron de la búsqueda de nuevos talentos en Islandia y le aseguraron que esta pequeña isla se abría paso en las ligas de futbol europeas.
Su agente deportivo contactó al FH (Fimleikafelag Hafnarfjörður) de la Primera División de Islandia, quienes luego de verla en videos y llamarla a un entrenamiento, la reclutaron para el 2014.
Además del reto deportivo, Ana asumió la distancia, la diferencia horaria y el aprendizaje del idioma islandés como retos personales en los que sigue trabajando.
Cumplió su año con buen dominio de la cancha. Anotó cuatro goles y realizó 10 asistencias en 17 de los 18 encuentros que disputó en la temporada. Abrió 16 juegos como titular y los jugó completos.
Pero al finalizar la temporada el equipo descendió a la Segunda División. Le ofrecieron renovar el contrato con el club pero su lugar estaba en Primera División.
Este año fue fichada por el Stjarnan Gardabaer actual campeón de la Primera División de Islandia. Se convierte en titular en su posición en los primeros dos partidos, marcando su primer gol con el club y una asistencia.
Pero ¿qué significa su fichaje en Islandia? Para empezar esa isla lejana del noroeste de Europa que quizá solo ha visto en algunos impresionantes paisajes de película, no es remota en el mapa futbolístico mundial.
La selección femenina de futbol de Islandia forma parte de la FIFA y la UEFA y la organiza la KSI.
Está en el puesto 20 del Ranking FIFA, el equipo masculino ocupa el puesto 33. Aunque no han clasificado para un Mundial, han jugado en la Eurocopa en 2009 y 2013, llegaron a los cuartos de final.
“Ana ha alcanzado un nivel muy alto en su carrera como deportista. Tácticamente hablando tiene mucha ubicación, gran dominio de tácticas y visión de juego. Tiene buen ritmo, dominio del balón y mucha inteligencia para liderar equipos”, explica Camilo Velásquez, cronista deportivo de futbolnica.net.
Dalila López, directora de Futbol Femenino de Fenifut, reconoce que el aporte que Ana hace en la cancha es grande, pero sobre todo que logra integrar su experiencia y conocimiento a la dinámica de juego del equipo.
“Además, tiene una impresionante condición física. Ella es mediocampista centro, juega siempre en zona media, pero también puede actuar como defensora o delantera. Es una deportista polifacética y disciplinada”, añade Velásquez.
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Durante el día entrenaba con el equipo y por la noche se reunían en uno de los cuartos del campamento deportivo para practicar el himno. Sus compañeras lo entonaban, Ana lo leía y lo leía hasta que logró aprender la letra y la melodía del Salve a ti.
“En el 2010 la conocí, fue la primera vez que jugamos juntas, en una triangular que se hizo aquí para clasificar a los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Se mostró amable y se adaptó a las condiciones que teníamos como deportistas. Se veía interesada en jugar como equipo, no llegaba por destacar, quería aportar y aprender con el equipo de Nicaragua. Nos pidió que le copiáramos el himno y lo practicamos hasta que lo aprendió, así debutó en la selección”, recuerda Virginia Lobo, compañera de Cate en la Selección Nacional de Futbol Femenino.
Lobo recuerda también las clases de español en las que también le enseñaron palabras nicas como “diacachimba”. “Ella entendía muy bien el español, porque su mamá es leonesa y ella venía de vacaciones, pero muy poco lo hablaba. ¡Ahora es como que estés hablando con una nica más!”, dice Lobo entre risas. Ana se hizo parte del equipo, pero también se ganó una docena de amigas.
En 2013 comparten su primer triunfo como equipo. Cate marcó dos goles contra Guatemala en los X Juegos Deportivos Centroamericanos de Costa Rica y consiguieron la primera medalla de plata de Nicaragua en esta disciplina. “Fue un logro de Nicaragua”, declaró en ese momentos a los medios que le consultaron sobre la victoria.
El año siguiente sería convocada nuevamente para liderar al equipo nacional en los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe realizados en Veracruz, México. Durante la fase de clasificación fue declarada la Jugadora del Partido en el triunfo de Nicaragua uno sobre República Dominicana. No obtuvieron medallas, pero tuvieron buen desempeño en la cancha.
“Es un gusto que Ana pueda formar parte de la selección nacional, no solo porque aumenta las posibilidades de un mejor resultado en los partidos, sino por la experiencia como equipo de aprender. Es un intercambio de experiencias que nos ha enriquecido y que Ana vuelva cada vez que es convocada indica que ella también aprende algo al jugar con nosotros”, dice Dalila López, Directora de Futbol Femenino de Fenifut.
López aclara que Ana Cate no recibe un pago por jugar con la selección. “Ella juega bajo las mismas condiciones y beneficios de todo el equipo. Ellas reciben un viático para alimentación, se les da en hospedaje y el transporte. En el caso de Ana lo único que asumimos extra es su boleto de venida y regreso de Islandia”.
En septiembre pasado Ana Cate Aguilar regresó al medio campo de la Selección Nacional de Futbol Femenina para reforzar y liderar al equipo en la Eliminatoria Preolímpica. Pero la selección entraba a la cancha con 18 de 21 jugadoras, sin dos volantes y dos defensas. Abrieron el 30 de septiembre en un encuentro en el que El Salvador ganó un gol a cero. El 2 de agosto se enfrentaron contra Guatemala y perdieron dos a uno. El gol de honor lo conectó Cate. Nicaragua no pasó la eliminatoria.
A pesar de la derrota, Ana lucía contenta en sus declaraciones a los medios. “Gracias a todas las personas que llegaron hoy (viernes 2 de agosto) y que llegaron el miércoles al juego. Nosotras estamos tan alegre y tan orgullosas de verlos ahí. Las personas que miraron el juego del miércoles pueden ver que somos un mismo equipo, podemos hacer algo muy importante”, dijo Cate al salir del último partido que jugó con la selección el viernes dos de agosto.
Si la patria llama, Ana Cate espera volver en 2017 a Nicaragua para jugar una vez más con su selección nica por la que atraviesa medio mundo para enfundarse a azul y blanco con el siete en la espalda.

En el campo
Juega con la Selección Nacional de Futbol Femenina desde 2010, durante juegos especiales a los que es convocada. Participó con el equipo en Eliminatoria Preolímpica de septiembre pasado.
En 2014 se convirtió en la primera nicaragüense en jugar profesionalmente en Europa, al fichar con el FH (Fimleikafelag Hafnarfjörður) de la Primera División de Islandia.
Para 2015 es fichada por el Stjarnan Gardabaer campeón de la Primera División de Islandia y es titular en su posición en los primeros dos partidos, marcó su primer gol con el club y realizó una asistencia.
352
minutos jugó este año en Liga de Campeones durante cinco partidos.
20
es el puesto que ocupa la Selección femenina de futbol de Islandia en el Ranking FIFA.