La metamorfosis de Gustavo Porras

Reportaje - 08.06.2018
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Odioso. Oportunista. Aprovechado. Buen médico. Payaso. Buena gente. Déspota. Sapo. Gritón. Vengativo. Dictador. Prepotente. Falto de ética. Todos esos calificativos son propios de la personalidad de Gustavo Porras, afirman quienes lo conocen.

Por Eduardo Cruz

La historia de Gustavo Porras puede tener varios inicios. Por ejemplo, podría comenzar cuando era estudiante de Medicina y le fastidiaban las protestas contra Somoza. O se puede iniciar en 1984, cuando el mismo Porras asegura que comenzó a liderar la Federación de Trabajadores de la Salud (Fetsalud) y se convirtió en un dirigente sindical. Otro inicio podría ser cuando en los años noventa agitaba las calles de Managua, dirigiendo asonadas en contra del gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro, quemando buses, llantas y la economía del país solo para obedecer los lineamientos de Daniel Ortega.

Si desea un punto de partida más actual en la vida de Porras, se puede retroceder apenas unos pocos días en el tiempo, al pasado martes 16 de abril, cuando el presidente del Seguro Social, Roberto López Gómez, muy cercano a Gustavo Porras, anunció un decreto con reformas al INSS y que tres días después desataron protestas de la población con la consiguiente represión gubernamental que ya ha causado casi 80 muertos, según diferentes cálculos de la sociedad civil.

Y es que a Porras, a quien ubican como muy cercano a Rosario Murillo, le atribuyen estar detrás del “famoso” y “desafortunado” decreto. Son varios los médicos que aseguran que, desde el 2007, Porras es quien realmente manda tanto en el Ministerio de Salud (Minsa) como en el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS). Los ministros de Salud solo han sido títeres en el Minsa. El que manda es Porras.

Gustavo Porras ejerce la presidencia de la Asamblea Nacional desde enero de 2017. FOTO/ ARCHIVO

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Hace más de 40 años, allá por 1974, Gustavo Eduardo Porras Cortés era un estudiante de Medicina en la UNAN-León, muy aplicado, brillante alumno. Vivía inmerso en las clases. Se sentaba en las aceras de la universidad y desde ahí les gritaba “vagos” a todos sus compañeros de universidad que salían a las calles leonesas para protestar contra la dictadura de Anastasio Somoza Debayle.

En la actualidad, desde enero del año 2017 se sienta en la silla presidencial de la Asamblea Nacional, como diputado del FSLN, imponiendo la agenda y aprobando las leyes que son dictadas por su partido y su jefe Daniel Ortega Saavedra, cabeza de otra dictadura como la somocista. Es empresario farmacéutico. Hacendado. Y se le acusa de haber “castrado” al movimiento sindical de Nicaragua. Prueba de ello, dicen sus detractores, es que desde el 2007, cuando Ortega regresó al poder, no ha habido huelgas en contra del Gobierno.

Odioso. Oportunista. Aprovechado. Buen médico. Payaso. Buena gente. Déspota. Sapo. Gritón. Vengativo. Dictador. Prepotente. Falto de ética. Todos esos calificativos son propios de la personalidad de Porras, afirman quienes lo conocen.

El médico Elio Artola recuerda cuando a finales de los años noventa, con Arnoldo Alemán como presidente, un grupo de médico se unió en lo que se conoció como Pro Salario, a espaldas de Porras, porque no se sentían representados por él, ya que siempre estaba anteponiendo los intereses del FSLN a los de los trabajadores de la salud. Eso le causó recelos a Porras.

Los médicos Pro Salario le estaban pidiendo mejoras salariales al gobierno de Alemán y lucharon en una huelga durante unos seis meses. En esa ocasión Porras no fue protagonista. Al final, cuando se sentaron para llegar a acuerdos, Porras estaba en la mesa de negociación. “Este señor Porras, que nunca le consiguió nada de reivindicaciones a los trabajadores, al final lo que hizo fue aprovecharse de nuestra huelga, estuvo solo observando y solo se llegó a sentar ya a los acuerdos, al final”, recuerda Artola.

Lo mismo ocurrió con una segunda huelga médica, esta vez en 2006, cuando estaba por salir Enrique Bolaños de la Presidencia. Los médicos buscaban que les equipararan los salarios con los del resto de doctores de Centroamérica. Artola explica que, como eran oposición, los sandinistas apoyaron a los médicos Pro Salario. Sin embargo, Porras se destacó por ponerles trabas y hasta ordenaba que nos los dejaran entrar a los hospitales.

Porras dirige una marcha hacia el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, en 2005, pidiendo mayor presupuesto para el sector salud. FOTO/ ARCHIVO

Cuando Ortega regresó al poder, entre las primeras cosas que Porras hizo fue descabezar a los Pro Salario. Ordenó el despido de algunos sin pagarle sus prestaciones, como ocurrió con el doctor Roberto López Vargas y el patólogo Mauricio Vanegas. Y a otros, como Artola, ordenó que los jubilaran con la mitad de la pensión. “Yo me jubilé con media pensión. Era de ocho horas y me jubiló con cuatro horas. Eso decidió Porras”, dice Artola.

Artola llega a afirmar que, a pesar de que son amigos, Porras es tan déspota que propició la salida de la ministra de Salud, Maritza Cuan, porque ella se estaba entendiendo con los médico Pro Salario al inicio del primer periodo de Ortega, en el 2007. “Se decía que como profesional Porras estaba bien calificado, pero en principios éticos y morales lo aplazaría”, sentencia Artola.

Donald Castillo es hoy un anciano de 80 años de edad, retirado de las labores sindicales. Pero de joven fue muy activo defendiendo los derechos de los trabajadores de la salud. Es uno de los fundadores de la Federación de Trabajadores de la Salud (Fetsalud), allá por 1974. Castillo recuerda a un joven médico Porras, trabajando en el hospital Oriental, conocido después como el Manolo Morales. “Yo formé Fetsalud. Después Porras se hizo dueño de todo eso”, dice Castillo, quien señala que al principio Fetsalud no tenía nada que ver con el FSLN, pero en los años ochenta el partido se adueñó de la organización.

“Él (Porras) fue del FSLN y teníamos problemas, me enfrenté a él y él ganó la dirección de Fetsalud. Nosotros no éramos del FSLN, solo éramos trabajadores. No éramos del partido. Después lo controlaron de acuerdo con las mañas que ellos (sandinistas) tienen”, recalca Castillo.

El espíritu revanchista o sectario de Porras lo confirma un exaliado del FSLN, Agustín Jarquín Anaya, quien fue su compañero de bancada en la Asamblea Nacional. Todo fue llegar a la presidencia de la Asamblea y Porras despidió a gente del FSLN muy seria y profesional —indica Jarquín Anaya—, como Ramón Cabrales, administrador del parlamento, quien había ayudado, durante la presidencia de René Núñez, a sanear las finanzas de ese poder del Estado. “Cabrales es serio, competente, abierto, le exigió a todos los diputados, hasta a los sandinistas, que rindieran cuentas a cabalidad de los 400 mil pesos (fondo social), con modo y todo. (Porras) Lo corrió”, dice Jarquín Anaya.

El exdiputado asegura que Porras es una persona muy “cerrada”. “Su presidencia en la Asamblea desmejoró ese poder del Estado, fortaleció el carácter no deliberante que debe ser la Asamblea, sino que simplemente es una correa de transmisión para la Asamblea hacer lo que oriente el Ejecutivo y la persona correcta para eso era Gustavo Porras”, indica.

“Prepotente” es la palabra que utiliza el exdiputado y también médico Luis Callejas, para referirse a Gustavo Porras. Ambos formaron parte de la Comisión de Salud en el periodo pasado del parlamento y Callejas recuerda que solo cuando quería tener sesión en la Comisión de Salud se hacía y nunca llegó a consenso. “Ya llegaba con el paquete resuelto”, expresa Callejas.

Gustavo Porras junto a Rosario Murillo en la celebración del 1 de mayo de 2008. Murillo le ha dado cuotas de poder a Porras en el Minsa, el INSS y en otras entidades del Estado, como el Mitrab, sostienen diversas personalidades del sector salud. FOTO/ ARCHIVO

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Cualquiera puede hacerse millonario de la noche a la mañana por azar. Pero estar en la cumbre de los que puedan comprarse una hacienda de 148 mil dólares, en Muy Muy, Matagalpa, en el corazón de la zona ganadera del país, cuesta media vida de esfuerzo.

En marzo de 2009, una investigación de los periodistas de LA PRENSA, Octavio Enríquez, Luis Eduardo Martínez y Moisés Martínez, reveló que seis meses después de que Ortega regresó al poder, Gustavo Porras compró una finca de 100 manzanas en 148 mil dólares.

La historia comienza cuando Porras estaba terminando sus estudios de Medicina y lo mandaron a hacer el servicio en Muy Muy. Una fuente que pidió el anonimato explicó a la revista Magazine que originalmente Porras iba a hacer su servicio médico en la Costa Atlántica, pero consiguió una carta del dictador Anastasio Somoza Debayle para evitar ir a esa zona y lo reubicaron en Muy Muy.

Estando en Muy Muy, Porras conoció a Óscar Blandón, a quien en 2007 convertiría en capataz de su nueva hacienda. En realidad, la propiedad la puso a nombre de su esposa, Sonia Green Casaya, hermana del ex grandes ligas David Green.
Los familiares del antiguo dueño de la propiedad, Tomás Membreño González, explicaron a LA PRENSA que Porras nunca dio la cara en la operación de compra venta, pero sí lo habría hecho su amigo, el presidente del INSS, Roberto López. La viuda de Membreño, Madalin Tinoco, dijo que el nuevo propietario le inyectó capital a la finca porque se vieron las mejoras.

Otra investigación, siempre de LA PRENSA, del periodista Octavio Enríquez, señala que Porras está vinculado a una empresa, Unimark, que en septiembre de 2006 empezó como un centro de llamadas con un capital inicial de 5,633.80 dólares, pero que en noviembre de 2009 aparecía detrás de un contrato de 460 mil dólares aportados por el INSS para la compra de 20 mil tratamientos antivirales, medicina contra la gripe AH1 N1. Y en diciembre de ese mismo año se anuncia que Unimark es una de las tres empresas beneficiadas con el contrato para adquisición de maquinaria y equipos para la planta procesadora de medicamentos del laboratorio Ramos. Se le pagarían 896,061 dólares. Todo eso mientras Isabel Green Casaya, cuñada de Porras, era vicepresidenta del INSS. La revista Magazine llamó a Isabel Green para la elaboración de este artículo, pero ella declinó brindar declaraciones alegando que Porras y su hermana Sonia pertenecen a una familia diferente. “No lo conozco bien (a Porras)”, dijo vía telefónica.

De acuerdo con la investigación de LA PRENSA, hasta el mes de febrero del pasado año 2017, Unimark había recibido desde el año 2009 un total de cinco millones 37,743.59 dólares.

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El 20 de julio de 1979 el pueblo de Nicaragua celebró en la Plaza de la República, después llamada de la Revolución, la caída de la dictadura somocista. Ese mismo día, el doctor Gustavo Porras estaba de turno en el hospital Oriental, después conocido como Manolo Morales. Por la radio escuchó de la algarabía.

Otros médicos que también estaban de turno le dijeron a Porras que fueran a asomarse a la plaza, pero Porras estaba renuente. No quería ir. Así se lo contaron al exministro de Educación en los años ochenta, Carlos Tünnermann, quien añade que ante la insistencia, Porras y dos médicos se fueron a la plaza.

En un reportaje de Magazine del año 2009, se explica que los tres médicos se fueron en un Volkswagen rojo, propiedad de Porras. Ese tiene que haber sido el inicio del Porras sandinista, porque antes de esa fecha ninguno de los militantes históricos del FSLN lo recuerda en la lucha antisomocista. El excanciller Víctor Hugo Tinoco explica que estudió Medicina en León cuando Porras también era estudiante y lo recuerda como a un joven que no tenía nada que ver con el FSLN ni con el Frente Estudiantil Revolucionario (FER). “Por el contrario, (Porras) era enemigo del sandinismo. En León, en las marchas del FER contra Somoza, Porras estaba en las aceras y en las puertas de la universidad y les decía a los estudiantes: vagos, vayan a buscar qué hacer”, recuerda Tinoco.

Ya en los años ochenta, el mismo Porras indica que llegó a la dirección de Fetsalud en 1984. El veterano periodista sindical Onofre Guevara ubica a Porras a inicios de 1985 en una banca en la Asamblea Nacional, entre el público, sentado escuchando mientras debatía la asamblea constituyente que se instaló después de que el FSLN ganara las elecciones de noviembre de 1984. “Estaba como aprendiendo”, explica Guevara, quien recuerda que a él le dijeron que Porras había sido militante de la juventud somocista.

La comandante Dora María Téllez, quien fue ministra de Salud al final de los años ochenta, recuerda a Gustavo Porras como un buen médico, buen internista, que llegaba regularmente a trabajar pero que ya era sindicalista desde Fetsalud. “Era una persona sensible con los problemas de los trabajadores. Fue después de los (años) noventa que la personalidad de él se volvió obsesiva por el poder”, recuerda Téllez. Las palabras de Téllez son corroboradas por personal de salud que en los años ochenta recuerdan a Porras como un hombre que trabaja y respondía a los intereses de ese sector.

Gustavo Porras en octubre de 1990, en la mesa de concertación entre gobierno, trabajadores y empleadores. FOTO/ ARCHIVO

Después de los años noventa, Porras quiso distanciarse de Daniel Ortega, afirma el excanciller y exdiputado Víctor Hugo Tinoco. “En los noventa, durante la lucha interna dentro del FSLN, entre la corriente orteguista y los que queríamos una democratización, Porras en algunos momentos hizo intentos por tratar de independizar o evitar que Fetsalud estuviera subordinada a Ortega, el secretario general del partido. Recuerdo que en un primero de mayo Porras trató de evitar que Ortega hablara (en el acto de celebración por el Día de los Trabajadores) pero después finalmente se doblegó, se arrodilló ante el orteguismo y se sumó totalmente y se volvió un subordinado más de Ortega”, dice Tinoco.

Fue durante los años noventa y principio de los 2000 que Porras se dio a conocer como un agitador en las calles, azuzando a los jóvenes y a los trabajadores del Estado para realizar asonadas contra los gobiernos de Violeta Barrios de Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, a pesar de que en su juventud él nunca propugnó por lanzar un mortero.

Con la camiseta del Frente Nacional de los Trabajadores (FNT), Daniel Ortega celebra el 1 de mayo de 2007 junto a Porras, Rosario Murillo, José Antonio Zepeda y Luis Barbosa. FOTO/ ARCHIVO

La exdiputada y disidente sandinista Mónica Baltodano, quien se ha convertido en historiadora del sandinismo, explica que Porras no es un histórico del FSLN y que pudo haber entrado en la dirección del partido solo cuando Ortega ya lo controlaba totalmente y se amplió la Dirección Nacional a 25 miembros, en 1998.

El sociólogo Óscar René Vargas recuerda a Porras a mediados de los años 2000, antes de que Ortega regresara al poder. “Nos veíamos cada 15 días para hacer análisis de la situación, con Orlando Núñez y otros intelectuales, y Porras llegaba. Creo que en esa época hizo relación con Rosario Murillo. En el 2006 Daniel nombra una comisión estratégica y no estaban ni él (Porras) ni Murillo. Daniel no la dejaba entrar a ella a esa comisión”, rememora Vargas, para quien Porras nunca fue un elemento destacado dentro del FSLN.

La comandante Mónica Baltodano considera que la relación entre Gustavo Porras y Rosario Murillo es relativamente reciente porque en los años noventa y aún a principios de los 2000 Murillo estuvo apartada y ella solo reapareció —especialmente en la tarima de los 19 de julio—, después de la denuncia de su hija Zoilamérica, que se produjo en 1998.

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En el plenario de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras es de los últimos diputados en llegar a sentarse. Claro. Él es el presidente del parlamento, una asamblea a donde la mayoría de los opositores no la consideran como tal, porque está llena de sandinistas y unos cuantos de la oposición. De 92 votos que hay en la Asamblea, los sandinistas casi siempre aprueban sus propuestas de leyes con un mínimo de 75 votos.

El viernes 25 de mayo pasado, Porras hizo aprobar un decreto en contra de los tranques y de la violencia generada a raíz del decreto que presentó su amigo, el presidente del INSS, Roberto López. Los diputados del PLC se retiraron antes de que se discutiera el decreto y el único diputado que votó en contra de la propuesta fue Brooklyn Rivera. “Se aprueba el decreto con 75 votos en contra de los tranques y de la violencia y un voto a favor de los tranques y de la violencia”, dijo Porras.

Durante la aprobación de ese decreto, Porras arengó en contra de los ciudadanos que se han alzado en protestas en contra del gobierno de Ortega. Y cuando se produjeron las primeras muertes de las protestas, entre el 19 y el 22 de abril pasados, Porras instaló una “Comisión de la Verdad” para investigar esos crímenes. Una comisión que no es bien vista por la población, por estar conformada por personas afines al orteguismo.

Tras las más de 20 de muertes que produjeron los primeros cuatro días de represión gubernamental entre el 18 y el 22 de abril pasado, el presidente de la Asamblea, Gustavo Porras, conformó una comisión de la “verdad” para investigar los hechos. La relatora de la CIDH, Antonia Urrejola, afirmó que la Comisión Porras “no tiene ninguna credibilidad para la población” nicaragüense. FOTO/ ARCHIVO

La comandante Dora María Téllez explica que Gustavo Porras no solo instaló una comisión “de la mentira”, que es menos grave, sino una comisión “de la impunidad”. “(Porras) se desplazó durante la noche más grave de la masacre, daba órdenes acompañado de un destacamento militar. Él mismo debe ser acusado por haber participado en la masacre de los jóvenes. No tiene moral para investigar”, dijo Téllez, quien explica que por manejar los hilos del Ministerio de Salud, Porras también está implicado en las órdenes de no atender heridos. Además, Porras debe responder porque ha dirigido turbas, ha cometido represión antes y ahora.

Gustavo Porras con dos de sus compañeros en el sindicalismo y en el orteguismo, Luis Barbosa y José Zepeda. FOTO/ ARCHIVO

PORRAS “CASTRÓ” EL SINDICALISMO

El periodista Onofre Guevara reveló una carta firmada por Gustavo Porras y dirigida en octubre de 2006 a la secretaria de Fetsalud, Iris Montenegro, en la que Porras le indica que se debe buscar cómo adormecer a los agremiados de esa organización para que no protesten en caso de que Daniel Ortega regresara al poder. Y arreciar las protestas, en caso de que nuevamente perdiera las elecciones presidenciales.

“Debemos continuar la tarea de lograr que Fetsalud disminuya su beligerancia para que al estar en el gobierno contemos con una fuerza sindical adormecida y que apoye los planes y estrategias del Minsa que será administrado por nuestro partido en el poder y sirva de barrera a las otras organizaciones sindicales que tratarán de levantar protestas y reclamar sus derechos”, decía una parte de la carta.

“En el sindicalismo (Porras) ha sido instrumento de dominación de la actividad de los sindicatos, sobre todo de Fetsalud”, lamenta Onofre Guevara.

El exdiputado y también disidente sandinista Víctor Hugo Tinoco explica que Porras es responsable del proceso de castración del movimiento sindical. “El movimiento sindical dejó de ser un movimiento autónomo, independiente, que luchaba por los intereses de sus agremiados, que luchaba por salarios, que luchaba por mejores condiciones. Gustavo Porras se volvió un hombre obediente a Daniel Ortega y por lo tanto no permitía hacer más lucha que la que Daniel Ortega decía. Y ahora que volvió Daniel Ortega al poder, esa subordinación te explica por qué, a pesar de que Nicaragua tiene los salarios más bajos de Centroamérica, por qué a pesar de que los maestros tienen los salarios más bajos de Centroamérica, más bajo que los maestros hondureños, gana tres veces más el hondureño, no ha habido una sola huelga en 11 años. Eso te demuestra cómo Porras sirvió de instrumento a Ortega para castrar al movimiento sindical y fue una de las grandes ventajas que Ortega le ofrecía al gran capital. Yo domino el movimiento sindical y si hacen acuerdo conmigo aquí no van a haber huelgas”, desmenuza Tinoco.

Elio Artola, quien fue parte del grupo de médicos Pro Salario, señala que a partir del 2007 se esperaba que el gobierno de Daniel Ortega iba a apoyar a los médicos, que iba a respetar las leyes, pero se llevaron una gran sorpresa. Además de terminar con los médicos Pro Salario, Gustavo Porras fundó un movimiento de médicos sandinistas y luego se fue a amparar ante la Corte en contra de la creación de un colegio médico. Y en vez de beneficios lo que hubo fue represalias contra los médicos, indica Artola.

El antiguo sindicalista del sector médico, Donald Castillo, dice de Porras: “Lo describo como un buen médico, un dirigente que en su momento hizo su labor sindical de acuerdo al Frente Sandinista”.

Gustavo Porras, cuando practicaba taekwondo con el maestro Ricardo Hoozky. FOTO/ CORTESÍA/ RICARDO HOOZKY

UNA FAMILIA DONDE NO HABÍA GRITOS NI MALAS PALABRAS

Gustavo Eduardo Porras Cortez nació el 11 de octubre de 1954, en Managua, hijo del matrimonio del abogado Gustavo Porras, jinotegano, y la modista de alta costura Guillermina Cortez, capitalina.

Estudió primaria y secundaria en el Instituto Pedagógico de Managua, donde también estudiaron Daniel Ortega y Arnoldo Alemán. Se graduó como médico en la UNAN-León y luego se especializó en Medicina Interna.

Es diputado nacional desde el año 2002 y en enero pasado asumió la presidencia de ese poder del Estado.

En un reportaje de Magazine de diciembre de 2009, elaborado por la periodista Amalia Morales, se dice que se crió en el barrio Buenos Aires, cerca de donde está el colegio Bautista. María Luisa Hernández, hija de Rosa, quien trabajó en la casa de los Porras, dice que en ese hogar nunca se escucharon gritos, ni malas palabras y que los niños de la familia siempre fueron muy dedicados al estudio. Su hermano menor, Guillermo, también es médico, infectólogo.

Hernández recuerda a doña Guillermina como una señora “elegantísima” y “buenísima”, discreta, que confeccionaba vestidos en su taller a señoras de la alta sociedad capitalina preterremoto.

Y al papá, Gustavo, quien era abogado del Banco Central, Hernández lo recuerda como un señor muy educado, “gordito”, moreno, con un semblante parecido a su hijo que ahora es presidente de la Asamblea Nacional.

En algún momento Gustavo Porras practicó el taekwondo, arte marcial en el que fue vencido por el maestro costarricense Ricardo Hoozky. Quienes lo conocen dicen que Porras también practicó la pesca.

En el Hospital Manolo Morales, Porras conoció a su actual esposa, Sonia Green Casaya, con quien tiene dos hijos. Antes estuvo casado con la doctora Esther Pérez Ode, pero se separaron sin tener hijos. “Es una excelente persona”, dijo en esa ocasión Pérez Ode sobre Porras.

El Hospital Manolo Morales es también, como sindicalista, el feudo de Gustavo Porras. Como trabajó bastante tiempo ahí, tiene su gente bien arraigada en ese centro hospitalario donde él manda.

 

"Se decía que como profesional (Porras) estaba bien calificado, pero en principios éticos y morales lo aplazaría. Su bastión siempre fue el Manolo Morales porque allí había trabajado”. Elio Artola, exdirigente médico.

"(Porras) es un tipo cerrado. Su presidencia en la Asamblea desmejoró ese poder del Estado, simplemente es una correa de transmisión para la Asamblea hacer lo que oriente el ejecutivo". Agustín Jarquín, exaliado del FSLN

"Debe ser acusado por haber participado en la masacre de los jóvenes. (Su) comisión es de la impunidad. Porras daba órdenes acompañado de un destacamento militar, no tiene moral para investigar”. Dora María Téllez, del MRS

"(Porras) es responsable del proceso de castración del movimiento sindical, (que) dejó de ser independiente..., y (Porras) se volvió un hombre obediente a Daniel Ortega”. Víctor Hugo Tinoco, disidente sandinista.

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