La Isla del Amor

Reportaje - 08.03.2015
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Un promontorio en el Xolotlán es conocido como escenario de los amores clandestinos de Anastasio Somoza García. Sobre las aventuras del dictador y esa delgada línea que hay entre leyenda y verdad, hablan los historiadores

Por Amalia del Cid

A mitad de su recorrido diurno, el sol ya pasa sobre el Xolotlán y enciende en mil brillos las ondas del lago. Una pequeña embarcación se desliza con rumbo noroeste, hacia donde nace ese viento que los pescadores llaman “vulcaneño”. Van rompiendo los remos la superficie del agua hasta que en el horizonte aparece un promontorio verdusco. Es una islita de nadie. Un territorio diminuto con un nombre muy grande: Isla del Amor.

La historia que vamos a contarle tiene dos protagonistas capitales. El primero es Anastasio Somoza García, gran bailador de mambos y padre de la dinastía que a plata, palo y plomo gobernó Nicaragua durante 42 años. El segundo, y no menos importante, es esta pequeña Isla del Amor, que debe fama y nombre a su vínculo con el dictador: es conocida como antiguo nido de sus aventuras clandestinas. Amores de una noche.

Una bandada de zopilotes alza vuelo cuando la lancha toca orilla. Manuel Ríos suelta los remos y amarra la embarcación. Está viejo y algo tullido. Toma su bastón y arrastra el peso de sus 83 años hasta la cima de la isla que conoció cuando tenía 12 y recién se iniciaba en el oficio de pescador. “Aquí es”, dice. En una esquina del terreno, medio oculta por la maleza hay una plataforma de concreto. “Esta era la casa de Tacho Somoza”.

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