En 2017, fue condenado a seis años de cárcel por ser el responsable de un accidente de tránsito en el que fallecieron cuatro personas, entre ellas, dos niños. Menos de tres años después, a Hubert Silva se le puede ver libre y entrenando a equipos de beisbol
Por Julián Navarrete
En el kilómetro 61.2 de la carretera Nandaime-Jinotepe no hay ningún recuerdo de la tragedia. Ni cruces ni monumentos. Ni curiosos que recuerden el estruendo que debió haber causado aquel impacto. Solo se ven algunos enseres de un abandonado ranchito de palmas, que antes era un restaurante, y que en las fotografías que existen de la escena aparecía al fondo de los dos vehículos que quedaron en los extremos de la calle, con manchas de sangre y trozos de vidrio regados en el pavimento.
La carretera tampoco es angosta, como lo era aquella tarde del 11 de junio de 2017. Ahora tiene cuatro carriles, dos más de los que tenía hace tres años, cuando la camioneta Hyundai Santa Fe que conducía el mánager de beisbol Hubert Silva impactó de frente contra el sedán Hyundai de Mario José Román Ruiz.
Eran entre las cinco y las seis de la tarde. Al escuchar el impacto, Kerin Ramírez, una de las trabajadoras del ranchito que ahora luce abandonado, corrió hacia los vehículos. Con un cliente del restaurante sacaron a un niño, Neydan Román, y este hombre se lo llevó al hospital Santiago de Jinotepe. Luego vio a la par a otros dos niños, pero “ya no tenían signos vitales”.
Los niños eran los hermanos María Belén Román Puertas, de tres años de edad, y Mario José Román Puertas, de un año. Ambos eran hijos de Cleydi Puertas, quien falleció en el accidente, junto a Israel Pérez, amigo de la familia. Neydan, quien tenía nueve años de edad en ese momento, también es hijo de Cleydi y hermano de los niños muertos.
Los cuatro fallecieron de “hemorragia masiva interna abdominal e intratorácica producto de politraumatismo generalizado y múltiples fracturas”, según determinó el médico forense Jeffry Padilla Meléndez. Todos murieron de forma instantánea. “La niña María Belén falleció por hemorragia intraabdominal. El golpe tuvo que ser muy fuerte con objeto contuso para causar esta muerte”, dijo el médico.

Foto: Archivo LA PRENSA.
Del otro vehículo, Hubert Silva fue trasladado al Hospital Lenín Fonseca con graves heridas en uno de sus brazos y en una pierna. Antes, Melkin Villalta, hermano de Mario Román, el conductor del otro vehículo, tomó fotografías dentro de la camioneta del mánager de beisbol, en las que se miraban varios paquetes de cerveza, algunos de ellos abiertos, y unas cuantas tapas tiradas en la alfombra del carro.
Mario Román fue llevado a urgencias del hospital de Jinotepe. Pero como iba en estado crítico, lo trasladaron al Lenín Fonseca, de Managua, en donde estaría cerca de Hubert Silva, el hombre que lo chocó unas horas antes. No se enteró. Los golpes en su cabeza fueron tan fuertes que cuando se despertó, desvariando, le dijo a su mamá Odilly Ruiz:
—Qué alegre que ya voy salir del hospital, para estar con mi mujer y mis hijos, porque en la casa me voy a recuperar más rápido.
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El juicio contra Hubert Silva se realizó en Granada. Duró menos de un mes, en el que se reconstruyó la escena del accidente y se determinó que conducía de forma temeraria e invadió el carril del vehículo de Mario Román. “La responsabilidad, de acuerdo al levantamiento nuestro del accidente, sí señala a Hubert Silva. Él invadió carril”, informó la comisionada Vilma Reyes, tres días después del accidente.
Silva, en cambio, se defendió diciendo que fue Mario Román el que invadió el carril y conducía a alta velocidad. Durante el juicio hubo hasta cuatro testigos, entre ellos, Jorge Luis Juárez, quien viajaba con Silva en la misma camioneta y respaldó esta versión de que fue el otro conductor quien invadió carril.
Carlos Chavarría, abogado de Silva, dijo durante el juicio que Mario Román invadió el carril y que su representado lo que hizo fue “una maniobra para evitar el choque”. Para Chavarría el choque fue frontal y no frontal derecho, como dijeron los peritos de la Policía, que se basaron en huellas de frenos y otras evidencias.
Según el informe policial, ofrecido como elemento de prueba durante el juicio, el lugar del accidente corresponde a una “calzada recta compuesta por dos carriles, divididos por una línea continua y discontinua de color amarillo que se encuentra señalizada horizontal y verticalmente, la superficie es de concreto asfáltico en buen estado técnico y presenta buena visibilidad”.
“Nosotros teníamos pruebas, videos y todo, sé lo que tengo de hijo y también sé que él no tomaba andando con sus hijos”, dijo Odilly Ruiz, madre de Mario Román, que agregó que a su hijo le hicieron pruebas de alcoholímetro y salió negativa. “Al que nunca se la hicieron fue a Silva, nunca sopló como tenía que hacerlo, lo hacía como sin ganas. Al momento del accidente, le intentaron hacer la prueba, pero su mujer le llevó agua y una gran bolsa de chicles”.
Durante el juicio se dijo que Mario Román andaba tomado porque al momento del accidente conducía sin camisa. Después se supo que se la había quitado porque había pasado por un balneario, San Jorge, bañándose con su familia. En tanto, el juez nunca aceptó que Silva andaba tomado al momento del accidente, pues las cervezas que le encontraron en su vehículo estaban cerradas, a pesar de haber evidencia gráfica de que no era así.
Finalmente el 13 de julio, un mes y dos días después del accidente, Hubert Silva fue encontrado culpable de los delitos de homicidio imprudente contra las cuatro personas que murieron y de lesiones imprudentes graves en contra de Mario Román y su hijo, de nueve años, Neydan. A pesar de que la Fiscalía pedía 20 años de cárcel, Silva fue condenado a seis años de prisión.

Foto: Roberto Fonseca.
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Hubert Silva nació en la comunidad El Arroyo, ubicada a unos cuatro kilómetros antes de llegar a Nandaime. De pequeño fue un hombre de campo, criado entre animales y cultivos. Sobre todo le gustaba mucho la crianza de ganado. Ahí también se jugaba beisbol y salieron varios jugadores de primera división, como Alfredo Medina y Francisco Cruz.
“El beisbol no me llamaba la atención”, le dijo Hubert Silva al periodista Edgard Rodríguez en 2007, diez años antes de que ocurriera el accidente. Desde niño trabajó en trigales y cuidaba vacas. Como miraba que en la ciudad había más “chance de salir adelante”, a los 12 años se fue de su casa para vivir en Nandaime.
Cuando llegó a Nandaime se asustó de ver lo urbano: el parque, algunas tiendas, el cine. Los primeros días le daba miedo salir de la casa porque temía perderse. La primera vez que lo llevaron al cine, se fue directo a tocar la pantalla “para tocar a los artistas” y en el intento se cayó y fue la burla de toda la sala.
En Nandaime desde adolescente tenía la fama de ser un buen montador de caballos y toros. “Un día me engancharon de que era bueno y agarré la vara. Como las muchachas me agarraban y me besaban, yo encantado. A esa edad, uno no mide riesgo”.
Una vez, montando un toro bravo, se desmayó encima de él. Los saltos le provocaron dolores en la nuca y en la cabeza. Pero al día siguiente se montó en otro toro para que con sus brincos “me enderezaran la nuca”. Siguió montando porque “era como un vicio que no podía controlar”. Incluso tuvo lesiones en el cerebro.
Solo dejaría los toros cuando conoció a su esposa María José en un balneario de Rivas llamado Las Salinas. “Ella me hizo escoger entre los toros y ella. Y como estaba enamorado desde que la vi, me quedé con ella”.
Con María José llegó a Managua, donde comenzó a trabajar como bombero de gasolinera. Pero como la paga era poca, Hubert dice que empezó a lavar carros en Enitel. Ahí vivió un preludio de la tragedia de 2017, pues dice que lo despidieron por chocar unos cuatro carros. Como quería aprender a manejar, Silva tomaba las llaves de los carros y los movía o chocaba.
El beisbol lo encontró de pura casualidad, una tarde, mientras caminaba con su esposa embarazada en las calles de Batahola Sur, en Managua. En un predio baldío miraron a unos niños jugando, y por sugerencia de su esposa los comenzó a entrenar.
Ahí inició la carrera de mánager de Hubert Silva, que armó sus equipos “pirateando” jugadores de otros conjuntos y así logró ser campeón en varios torneos. Él entrenó a jugadores como Gonzalo López, Ofilio Castro, Ronald Garth, entre otros que fueron firmados por clubes de Grandes Ligas.
Su ascenso fue meteórico, hasta que fue promovido por Nemesio Porras para convertirse en el mánager del Bóer Juvenil y más adelante llegó a primera división. “Ahí hacía de todo, pasaba tanda, agua, lo que fuera, aunque no estaba inscrito”, dice Hubert Silva.
Al año siguiente fue nombrado coach, pero como al mánager no le fue bien, el dueño del Bóer de aquel momento, Byron Jerez, lo nombró timonel del equipo. A él le dio miedo porque nunca había manejado un equipo semiprofesional. “Creo que los saludé y les dije que necesitaba que me ayudaran. Ahí nomás, les dije que Julio Sánchez era el entrenador general y lo puse a hablar a él. Tampoco sabía cómo dirigir las prácticas, pero Julio se puso al frente y me ayudó en todo”, asegura.
Ese mismo año ganó un campeonato, y a ese le siguieron varios más. Se convirtió en recomendador de jugadores para el equipo de Grandes Ligas, los Medias Rojas de Boston, pero fue suspendido después de destaparse un escándalo en el que fue acusado de sobornar jugadores. Aunque no volvió a trabajar en el equipo estadounidense, a nivel nacional demostró su inocencia y por eso sigue entrenando equipos de beisbol.
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Si se busca la plantilla del equipo Leones de León, de la Liga Profesional de Beisbol nicaragüense, uno podrá ver que uno de los entrenadores es Hubert Silva. En la foto aparece sonriente con el uniforme del equipo felino. Sin embargo, es imposible conocer bajo qué figura jurídica salió libre, porque no existen noticias ni en los medios de comunicación ni en la Corte Suprema de Justicia.
Para este reportaje, nos comunicamos con Hubert Silva, quien tiene una tienda deportiva en Managua, pero la entrevista no se pudo hacer porque en las dos ocasiones que lo buscamos se encontraba de gira con el equipo. También se negó a emitir comentarios por teléfono. Debido a la pandemia del Covid-19, el calendario en la Liga de Beisbol Profesional está más ajustado, y los jugadores y cuerpo técnico viajan diario a los distintos departamentos del país.
En el centro de Jinotepe encontramos a Mario Román, abuelo de los niños que murieron en el accidente y padre del conductor que chocó Hubert Silva. “Nosotros sabemos que él (Hubert) anda libre pero a nosotros no nos llegó ninguna notificación de por qué lo hicieron”, dijo Román, quien está claro en señalar que se trata de “una acción del gobierno que lo liberó”.
Algunos medios locales reportaron que Hubert Silva tenía privilegios desde que fue condenado. Incluso, que guardó prisión domiciliaria porque supuestamente tenía con una enfermedad crónica. “Ese no estuvo preso ningún día”, dice Mario Román.
Román dijo que su familia no ha llegado a ningún arreglo con Silva para que este saliera libre, pero que no seguirán con este caso porque “al gobierno no le ganás, más bien nos pueden echar preso a nosotros”.
Del brutal golpe, Mario Román perdió la vista en un 70 por ciento. Mientras que a su hijo Neydan lo han operado ocho veces desde el accidente. En la última le colocaron una varilla de titanio en la columna. Desde que ocurrió el accidente, Mario Román Campos es testigo de los quiebres de su hijo: cuando llegan fechas en que nacieron sus hijos y esposa, o el día que todos murieron. “Yo de repente lo miro y está llorando”, dice, y agrega: “el dolor está ahí, y algunos días solo se abre la herida”.

Foto: Archivo LA PRENSA