La pobreza lo llevó a convertirse en maestro. A sus 84 años, Guillermo Rothschuh Tablada se detiene, gira hacia el pasado y habla sobre sus años en el magisterio, de cuando conoció a Carlos Fonseca y de sus amores. El chontaleño recibió el Premio Nacional al Magisterio 2010
Dora Luz Romero
El teléfono no ha dejado de repicar. Desde mediados de septiembre, cuando se anunció que Guillermo Rothschuh Tablada era el merecedor del Premio Nacional al Magisterio 2010, el teléfono de su casa no ha cesado de timbrar. Lo han llamado de día. De noche. Incluso de madrugada. Lo han llamado amigos. Familiares. Sacerdotes. Exalumnos. Él ha contestado y dado las gracias con gusto.
Tiene el cabello blanco como la nieve. Viste pulcro. Lleva puesta una camisa mangas largas blanca con rayas rosadas que da la impresión de que nunca ha conocido arrugas; un pantalón azul y unos zapatos negros que brillan de limpieza.
Algunos lo llaman “pueta”; otros, “maestro”. Y es que tiene de los dos y todavía un poco más. Guillermo Rothschuh Tablada es ensayista, escritor, prosista y lo que más le gusta a él: chontaleño.