En 1947 Leonardo Argüello pasó de perder una elección a ganarla, de títere a rebelde y de presidente de la República a exiliado. Su reinado fue efímero, pero se le recuerda como el hombre que se le plantó a Somoza García y pagó por ello
Por Eduardo Cruz
Leonardo Argüello Barreto era leonés. Estudió Medicina. Fue jefe intelectual del Partido Liberal, pero no fue militar. Candidato presidencial en diversas ocasiones. Su paso por la Presidencia fue solo de 26 días, del 1 al 26 de mayo de 1947, el tiempo que necesitó Anastasio Somoza García para darse cuenta de que no iba a poder manejarlo como títere y utilizó el Congreso para declararlo incapaz para gobernar.
El “pecado” de Argüello para que Somoza García le diera golpe de Estado fue que desde el primer día de su gobierno se negó a ratificarlo como jefe director de la Guardia Nacional. Quería terminar con las intenciones dinásticas del primero de los Somoza. Además, Argüello ordenó el traslado de Anastasio Somoza Debayle de comandante del primer batallón, que estaba en Managua, a comandante departamental de León. Según los archivos periodísticos de la época, algo que también le dolió a Somoza García fue que Argüello provocó que la Guardia Nacional se dividiera en dos bandos, entre los que lo apoyaban a él como presidente y los que se mantuvieron fieles a Somoza García.
Para la familia de Argüello Barreto, su “pecado” había sido otro: aceptar trato con Somoza García, cuando ya se conocía que era un dictador y que había mandado a matar a traición al general Augusto C. Sandino. En la edición de noviembre de 2008 de la revista Magazine se relata que el día que Leonardo Argüello aceptó ser ministro de Gobernación de Somoza García, su primo Victorino Argüello le reclamó en privado cómo fue posible que aceptara trabajar con un sinvergüenza. Argüello —afirmó su sobrino Federico Argüello— le respondió: “Yo soy político, Victorino, vos no. Yo voy a acabar con Somoza”.