El presidente de los 26 días

Reportaje - 10.03.2018
Leonardo Argüello

En 1947 Leonardo Argüello pasó de perder una elección a ganarla, de títere a rebelde y de presidente de la República a exiliado. Su reinado fue efímero, pero se le recuerda como el hombre que se le plantó a Somoza García y pagó por ello

Por Eduardo Cruz

Leonardo Argüello Barreto era leonés. Estudió Medicina. Fue jefe intelectual del Partido Liberal, pero no fue militar. Candidato presidencial en diversas ocasiones. Su paso por la Presidencia fue solo de 26 días, del 1 al 26 de mayo de 1947, el tiempo que necesitó Anastasio Somoza García para darse cuenta de que no iba a poder manejarlo como títere y utilizó el Congreso para declararlo incapaz para gobernar.

El “pecado” de Argüello para que Somoza García le diera golpe de Estado fue que desde el primer día de su gobierno se negó a ratificarlo como jefe director de la Guardia Nacional. Quería terminar con las intenciones dinásticas del primero de los Somoza. Además, Argüello ordenó el traslado de Anastasio Somoza Debayle de comandante del primer batallón, que estaba en Managua, a comandante departamental de León. Según los archivos periodísticos de la época, algo que también le dolió a Somoza García fue que Argüello provocó que la Guardia Nacional se dividiera en dos bandos, entre los que lo apoyaban a él como presidente y los que se mantuvieron fieles a Somoza García.

Para la familia de Argüello Barreto, su “pecado” había sido otro: aceptar trato con Somoza García, cuando ya se conocía que era un dictador y que había mandado a matar a traición al general Augusto C. Sandino. En la edición de noviembre de 2008 de la revista Magazine se relata que el día que Leonardo Argüello aceptó ser ministro de Gobernación de Somoza García, su primo Victorino Argüello le reclamó en privado cómo fue posible que aceptara trabajar con un sinvergüenza. Argüello —afirmó su sobrino Federico Argüello— le respondió: “Yo soy político, Victorino, vos no. Yo voy a acabar con Somoza”.

Esta imagen recoge el momento en que Leonardo Argüello iniciaba su presidencia de solo 26 días, ya que el hombre que lo abraza, Anastasio Somoza García, le dio golpe de Estado. FOTO/ ARCHIVO

Leonardo Argüello era médico y tenía una farmacia en la que vendía medicinas que traía de fuera del país. De hecho, uno de sus hijos, Renato Argüello Peñalba, es el fundador de los laboratorios Rarpe. “No era millonario, pero sí tenía suficiente dinero. Él se metió a la política por amor a Nicaragua. Perdió dinero, honor, nombre. Todo se lo dio a Nicaragua”, explica su nieto Renato Argüello Kuhn.

En la guerra de 1912, tras la destitución del general Luis Mena como ministro de Guerra por el presidente Adolfo Díaz, Leonardo Argüello se puso a la cabeza del movimiento de León. Pero después se volvió pacifista. De hecho, en 1921 abogó por una solución a través de medios pacíficos, cuando se intentó, desde Honduras, una invasión contra Diego Manuel Chamorro.

Para las elecciones de 1936, Argüello fue electo como candidato presidencial único, representando tanto a los conservadores como a los liberales. El candidato a vicepresidente era Rodolfo Espinosa. Pero Anastasio Somoza García estaba decidido a convertirse en presidente y utilizó a la Guardia Nacional para dar golpe de Estado a su tío, el presidente Juan Bautista Sacasa, quien se vio obligado a renunciar, porque dijo que no podía gobernar sin el apoyo militar.

Ante ese nuevo escenario la fórmula Argüello-Espinosa se retiró de la contienda electoral y Somoza, quien después mediante triquiñuelas eliminó los obstáculos para ser candidato, quedó sin oponentes. Somoza se convirtió en presidente y se quedó gobernando hasta 1947. Sin embargo, atravesó momentos de crisis, especialmente en 1944, cuando se produjeron protestas en todo el país.

Así que para las elecciones de 1947, Somoza García necesitaba poner a otra persona en la Presidencia que le fuera leal y le garantizara que lo mantendría como jefe director de la Guardia Nacional.

Leonardo Argüello y Anastasio Somoza García salen del Aeropuerto Las Mercedes, recién construido en los años 40. FOTO/ CORTESÍA/ IHNCA

De acuerdo con el capitán Francisco Zúñiga Porras, entrevistado para LA PRENSA por el ya fallecido periodista Roberto Sánchez, en la Casa Presidencial se escuchaban las discusiones entre Somoza García y su esposa Salvadora Debayle. Ella quería que el candidato presidencial fuera Víctor Román y Reyes, pero Somoza se empeñó en que fuera Leonardo Argüello. Finalmente, el 12 de agosto de 1946, en la convención liberal, Somoza García impuso como candidato a Argüello, por encima incluso de sus amigos Lorenzo Guerrero y Alejandro Abaunza, el padre de Lila T. de Bolaños.

El 2 de febrero de 1947 se realizaron las elecciones. Modesto Salmerón, allegado a Somoza, era el presidente del Consejo Nacional de Elecciones. Debido a que los votantes hicieron fila para votar, cada quien en la urna de su candidato, se pudo comprobar que el opositor Enoc Aguado había ganado por mucha diferencia, pero 21 días después de las elecciones, a las 2:30 de la tarde del 23 de febrero, Salmerón leyó el acta declarando ganador al candidato de Somoza, Leonardo Argüello. Los votos de Aguado se los había dado a Argüello y viceversa. Según Salmerón, Aguado sacó 64,904 votos y Argüello un total de 96,731. Somoza impuso a Argüello fraudulentamente.

Modesto Salmerón, presidente del tribunal electoral en el fraude de 1947. FOTO/ CORTESÍA/ IHNCA

En septiembre de 1946, cuando todavía no se habían realizado las elecciones, Somoza García dijo a la prensa, como si Argüello ya hubiese ganado los comicios, que él iba a ser consejero constante del presidente. En esos días se conoció que Somoza García iba a vivir cerca de la Casa Presidencial, en la Loma de Tiscapa, en el edificio de cemento armado que se estaba construyendo para casino militar. De esa manera Somoza se aseguraba controlar quién entraba y quién salía de la Casa Presidencial, porque había que pasar por su residencia. En público, Argüello no decía nada.

Las diferencias comenzaron a aflorar el mismo día en que Argüello asumió la Presidencia, el 1 de mayo de 1947. A la toma de posesión, en la Tribuna Monumental, la gente había llegado más para ver salir del poder a Somoza García que por ver el ascenso de Argüello, porque todos sabían que quien había ganado las elecciones era Enoc Aguado.

Cuando Argüello comenzó a discursar, muy pocos le aplaudieron, explican las crónicas de la época, pero el nuevo presidente dio la sorpresa cuando dijo: “Yo no seré, tenedlo por seguro, un simple presidente de turno arrastrado por el manso llevar de la costumbre y la tradición”. Somoza se encolerizó al escucharlo y la gente ya estaba entonando las letras de una canción que estaba de moda en esos días: “Se va el caimán, se va el caimán”.

En el acto, Somoza abrazó a Argüello y leyó un mensaje que ya llevaba escrito, en el cual dijo que estaba a las órdenes del comandante general, es decir, Argüello.

Leonardo Argüello discursa el 1 de mayo de 1947 en la Tribuna Monumental, en su toma de posesión, donde Anastasio Somoza García se dio cuenta que Argüello no sería un presidente fácil de manejar a favor de sus intereses. Allí la gente le cantó a Somoza: “Se va el caimán, se va el caimán”. FOTO/ ARCHIVO

Aunque la gente cantaba que el caimán se iba, no se iba a ir. Al día siguiente de la toma de posesión, Somoza se trasladó a vivir a La Curva, desde donde prepararía el golpe de Estado, el segundo que daría en cerca de una década, después del que dio en 1936 a su tío político Juan Bautista Sacasa. Ese mismo 1 de mayo de 1947 se corrieron los rumores de que se habían roto las relaciones entre Somoza y Argüello.

Enoc Aguado, el candidato que realmente había ganado las elecciones, se encontraba en Estados Unidos, desde donde pregonaba que Argüello no iba a mandar, porque tenía detrás a Somoza, a quien calificaba como el mayor problema que había que eliminar para encauzar al país a una verdadera democracia.

Enoc Aguado, a quien le robaron las elecciones en 1947 a favor de Leonardo Argüello. FOTO/ ARCHIVO

Por esos días el periodista del diario Flecha, Agustín Fuentes, conocido como Fuentitos, entrevistó a Somoza García, a quien le dijo que Argüello había declarado que lo iba a destituir de la jefatura de la Guardia Nacional. “No me preocupa. Yo lo puse, yo lo puedo quitar”, respondió Somoza.

Según los recuerdos de Fuentes, el sábado 3 de mayo Argüello llegó al Gran Hotel acompañado únicamente del capitán Francisco Aguirre Baca, lo cual causó notoria sorpresa. El capitán Aguirre era considerado la mano derecha de Somoza García cuando residió en la Casa Presidencial. “La gente se dio cuenta que Panchito, jefe de la Defensa Nacional, que era como decir el jefe de la seguridad de Somoza, ya no estaba al lado de este”, explica Fuentes.

El excanciller Francisco Aguirre Sacasa, hijo del capitán Francisco Aguirre, explica que una parte importante de la oficialidad de la Guardia Nacional estaba descontenta con la actuación de Somoza García y algunos apoyaban a Argüello, a quien llamaban “perita”, por el tipo de barba que usaba, al estilo que también se le conoce como “barba de chivo”. “La mayoría de esos oficiales eran jóvenes, no tenían ni 30 años”, dice Aguirre Sacasa.

Después de estar en el Gran Hotel, Argüello caminó unos pasos hacia el Palacio Nacional y ordenó al intendente que no dejara salir ningún implemento perteneciente al Estado y anunció que había nombrado al coronel Francisco Balladares como jefe del primer batallón presidencial, que era el que comandaba Anastasio Somoza Debayle. Balladares nunca tomó posesión de ese cargo, pues fue uno de los que participaron en el golpe de Estado 23 días después.

Caricatura de LA PRENSA cuando Leonardo Argüello ya había sido electo presidente, pero aún no había asumido el cargo. Todos los nicaragüenses sabían que Argüello había ganado por fraude perpetrado por Somoza García. FOTO/ ARCHIVO

Después se conoció, según indican archivos periodísticos de la época, que Argüello había mandado a hacer investigaciones de toda la corrupción que hubo durante los 10 años que Somoza García estuvo en el poder. LA PRENSA publicó una extensa lista de todas las propiedades que Somoza había obtenido durante su primer período presidencial y el historiador Jorge Eduardo Arellano escribió que, cuando Argüello ya había sido depuesto, le brindó una entrevista en México al periodista Jules Dubois, en la que le reveló que había descubierto la compra por parte del Estado de Nicaragua de 100 tractores en Estados Unidos y cuando preguntó por ellos se le informó que 98 de esos estaban siendo usados en las fincas del general Somoza. Además, a Argüello le informaron que personal del ferrocarril laboraba también en las fincas de Somoza.

Los días siguientes a ese sábado 23 estuvieron llenos de rumores, rumores y más rumores. Había mucha zozobra.
Argüello dio a conocer su gabinete, pero entre ellos no mencionó el nombre de Somoza García como jefe director de la Guardia Nacional. Pero Somoza, el jueves 8 de mayo, anunció que tenía en su poder el nombramiento que le había hecho Argüello como jefe director de la Guardia, recuerda el periodista Fuentes.

El viernes 9, Somoza llegó a la Casa Presidencial y le dijo a los periodistas que era una visita del jefe director de la Guardia a su comandante. Ese día Somoza abrazó a Argüello, igual que lo hizo con Sandino y con Juan Bautista Sacasa.

En los días siguientes continuaron los rumores. Que Somoza se iba por su propia voluntad. Que iba a haber un golpe de Estado.

El periodista Agustín Fuentes logró hablar con Somoza horas antes del golpe. Fuentes llegó a La Curva en una bicicleta, pero unos 100 metros antes de llegar a la residencia, en el puesto de Cantagallo le pidieron que dejara la bicicleta, la cual nunca más volvió a ver. Le dijeron que Somoza lo estaba esperando y se dirigió a pie y lo hicieron pasar sin demora.

“Apenas entré me di cuenta que algo estaba a punto de pasar. Somoza estaba en su escritorio y a su lado, movilizando teléfonos, sus ayudantes, entre ellos el entonces capitán Luis Ocón y el teniente Samuel Genie, todos vestidos de camuflaje. Somoza me vio. Se sonrió y me dijo que me sentara junto a su escritorio”, relata Fuentes.

Somoza siguió dando órdenes por teléfono. “Estate listo con tu tropa para esta noche, para lo que ya sabés. Tenés que estar con todos los fierros y estar chiva”, recuerda Fuentes que decía Somoza.

Otro de los guardias que estaba junto con Somoza era el capitán Pablo Rivas, el Negro Rivas, quien dijo: “General, ¿ya se dio cuenta? Allí está Fuentitos. ¿Qué hago con él?”

Somoza se sonrió y le dijo: “No tengás cuidado. Él está oyendo todo esto, pero no podrá publicar nada porque voy a ordenar en este momento el cierre de los periódicos. Ya se me había olvidado”.

Una escena armoniosa entre Leonardo Argüello y Anastasio Somoza García. Sobresale en la foto Salvadora Debayle, esposa del dictador. FOTO/ CORTESÍA/ IHNCA

Según el excanciller Francisco Aguirre Sacasa, Leonardo Argüello le pidió a Somoza García salir de la Guardia Nacional. Ya antes le había pedido también que saliera del país. Pero el general le pidió al presidente dos días para ordenar sus cosas. En esos dos días Somoza se reunió con todos los oficiales de su confianza y preparó el golpe contra Argüello.

Todavía el sábado 24 de mayo, Leonardo Argüello declaró a los periodistas que nada anormal estaba pasando. De acuerdo con un nieto de Argüello, Renato Argüello Kuhn, a su abuelo algunos oficiales de la Guardia Nacional le ofrecieron la cabeza de Somoza García, pero Argüello dijo que lo que comenzaba con sangre no terminaba bien.
De hecho, Somoza temía por su vida, porque la vez que llegó a la Casa Presidencial le había ordenado a sus tropas que si no regresaba en determinado tiempo, comenzaran a disparar.

El domingo 25 de mayo de 1947, por la noche, el Congreso dominado por los somocistas declaró que Argüello no tenía capacidad para gobernar. En el acuerdo no se citó ningún artículo constitucional en respaldo de la medida.
En la madrugada del lunes 26 de mayo, Argüello se asiló en la Embajada de México.

Benjamín Lanzas, el elegido para suceder a Leonardo Argüello tras el golpe. FOTO/ ARCHIVO

Ese día, León Debayle, pariente político de Somoza, se reunió primero con el embajador de Estados Unidos y luego reunió en su casa a todo el gabinete de Argüello. Momentos después la Guardia Nacional rodeó la casa y se llevó a pie, detenidos, a los ministros hacia el Palacio Nacional. A todos, menos a Debayle.

Seis meses demoró Argüello asilado en la embajada mexicana, hasta que salió hacia México el 1 de diciembre de ese mismo año 1947.

En Nicaragua, Somoza puso como presidente primero a Benjamín Lanzas Lacayo y luego a Víctor Román y Reyes.
Catorce días después de haber llegado a México, falleció Leonardo Argüello, a los 72 años de edad, el 15 de diciembre, a las 9:00 de la mañana. Se había sentido mal desde el 7, mismo día en que el padre José O. Rossi lo confesó, le dio la comunión y después le administró los santos óleos. Murió creyendo que era presidente de Nicaragua. Nunca quiso firmar su renuncia de la Presidencia.

Los hermanos Francisco (izquierda) y Horacio (derecha) Aguirre Baca, capitán y teniente de la Guardia Nacional que apoyaron a Leonardo Argüello y tuvieron que salir al exilio tras el golpe. En medio, el padre de ambos, Horacio Aguirre Muñoz, general y senador. FOTO/ CORTESÍA

La purga en la Guardia

La mayoría de los oficiales de la Guardia Nacional que apoyaron a Leonardo Argüello tuvieron que salir al exilio.
En la noche en que el Congreso inhabilitó a Argüello para gobernar, el teniente Adolfo Báez Bone se tomó por sorpresa el cuartel de la Defensa Nacional, pero fue desalojado poco después por las fuerzas leales a Somoza. Báez Bone logró escapar de milagro y se asiló en la Embajada de Guatemala.

Al amanecer del lunes fue capturado el general Adán Medina, jefe del Estado Mayor de la Guardia, leal al presidente Argüello.

También fue capturado el coronel Alberto M. Baca, jefe de El Hormiguero, quien horas antes había sostenido una reunión con Argüello, lo que lo hacía sospechoso a los ojos de Somoza.

Otra captura, y con quien se ensañó el dictador, fue el coronel Policarpo Gutiérrez, a quien llamó “hombre de mala conducta”, a pesar de haber sido uno de sus favoritos desde el asesinato de Sandino.

Uno de los casos más notables fue el de los hermanos Francisco y Horacio Aguirre Baca, quienes el día en que Argüello se asiló en la Embajada de México, ellos lo hicieron en la Embajada de Panamá y lograron salir al día siguiente hacia los Estados Unidos. Según algunas crónicas, Anastasio Somoza García lloró por el capitán Francisco Aguirre Baca, a quien le tenía mucha estima.

El presidente Leonardo Argüello, en el centro, en circunstancias desconocidas. FOTO/ CORTESÍA/ IHNCA

Argüello nunca volvió a Nicaragua

Los restos del expresidente Leonardo Argüello Barreto quedaron sepultados en la ciudad de México, según su nieto Renato Argüello Kuhn, en el cementerio de los españoles.

Cuando Argüello murió, el gobierno nicaragüense anunció que sería sepultado en Managua con todos los honores, pero el cadáver del expresidente nunca llegó al país.

Junto a la tumba de Argüello, el día de su entierro, dieron discursos Francisco Ibarra Mayorga, por el Partido Liberal Independiente y Felipe Argüello Bolaños, por el Partido Conservador.

En las crónicas de la época se describió a Argüello como un hombre de hermosa presencia, con ojos negros grandes y de mirar suave. Honesto y correcto. En su hogar fue correcto y formó con su primera esposa, Adela Peñalba, una familia con tres hijos: Leonardo, Ramiro y Renato. Ya viudo, se casó con Haydée Baca, con quien no tuvo hijos.

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