Actividades masivas cada fin de semana, negación de la gravedad del coronavirus, ocultamiento de cifras
y compararse con Suecia. El régimen de Nicaragua y su particular “estrategia” para enfrentar la peor crisis que el mundo ha sufrido desde la Segunda Guerra Mundial.
Por Amalia del Cid
Durante la pandemia de Covid-19 el gobierno de los Ortega Murillo se ha caracterizado por remar contra la corriente, aplicando una “estrategia” que no solamente permite la propagación del virus, sino que la promueve; mientras condena la campaña “Quedate en casa” calificándola como una treta golpista para debilitar la economía.
El régimen no declaró cuarentena, no cerró las fronteras, permitió la entrada de cuanto extranjero quiso ingresar al país y no suspendió el ciclo escolar “en colegios y universidades del sector público”, como admite en su Libro Blanco, publicado el reciente mes de mayo.
En cambio, entre el 21 de marzo y el 20 de mayo de 2020, el Ministerio de Salud (Minsa) realizó más de cuatro millones de visitas casa a casa en los 153 municipios del país; muchas de ellas en plena etapa de transmisión comunitaria del nuevo coronavirus, responsable de la infección conocida como Covid-19.
En su Libro Blanco el régimen explica que las medidas (o mejor dicho, la ausencia de ellas) buscan un “equilibrio” entre la salud pública y la economía nacional, “ya que ambas son absolutamente necesarias para la salud de la sociedad”. E incluso se anima a compararse con Suecia, un país de primer mundo, cuyo gasto per cápita en salud es treinta veces mayor que el de Nicaragua.
“Todos los países del mundo van a tener que combinar la defensa ante el coronavirus con el funcionamiento de la sociedad, tal como Nicaragua y Suecia han hecho desde el principio”, dice el documento. Y la peregrina comparación ha sido motivo de numerosos memes.
En realidad, más que aplicar el “modelo sueco”, que no cancela las actividades económicas ni impone cuarentenas, pero prohíbe las aglomeraciones, el Gobierno de Nicaragua ha aplicado “la estrategia del avestruz”, a juicio del científico nicaragüense Jorge Huete, biólogo molecular.
“Desde el principio, las autoridades comenzaron desestimando las amenazas del coronavirus, creyendo que al desentenderse del problema no pasaría nada”, afirma Huete en su artículo de opinión Hacerse el sueco con el coronavirus: la ignorancia al timón, publicado en el medio digital Confidencial. Negaron las evidencias científicas.En pleno apogeo de la pandemia, un diputado, médico de profesión, alegó públicamente que “mata más la gripe que el coronavirus”, cuando todos los estudios han demostrado que el coronavirus es al menos 20 veces más letal que la gripe.
Por si fuera poco, la información que podía alertar a la población nicaragüense sobre la situación real del coronavirus en el país ha sido manejada con opacidad y no coincide con los cálculos de los expertos ni con las denuncias de los familiares de víctimas del Covid-19, que cada día se multiplican en redes sociales y medios de comunicación.

***
El 19 de marzo de este año, un día después de confirmarse oficialmente el primer caso de Covid-19 en Nicaragua, el régimen realizó un simulacro nacional de preparación ante desastres causados por eventos naturales. Se estima, según cifras oficiales, que poco más de medio millón de personas fueron movilizadas.
Para ese momento, el resto de los países centroamericanos ya tenían cerradas sus fronteras y habían adoptado drásticas medidas de prevención, como cuarentenas, cierre de escuelas y toques de queda. Pero el régimen nicaragüense, lejos de a orientar disposiciones que pudieran “afectar la economía”, continuó promoviendo actividades multitudinarias.
El 20 de marzo fue inaugurado en Jinotega el parque acuático Apapuerta de Xinotecatl y decenas de familias se apiñaron en el complejo, de seis manzanas de extensión.
Ese mismo mes, crucial para contener a tiempo el avance del coronavirus, se realizaron caminatas, marchas que predicaban “amor en tiempos del Covid-19”, campañas de limpieza de playas, encuentro nacional de Judeas, festival nacional de barismo y desfiles por el aniversario cuarenta de la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización, además de las masivas visitas casa a casa del Minsa.
En abril continuaron las convocatorias para hacer vida normal y visitar las playas del país durante la Semana Santa. Además, se realizaron veladas boxísticas y se mantuvo “activa la Liga Primera de Futbol, el Campeonato Nacional de Primera División, el Torneo de Baloncesto Carlos Ulloa, entre muchos otros”, destaca la BBC Mundo en el artículo 5 insólitas cosas que ocurren en Nicaragua mientras los expertos advierten de la “grave” falta de medidas ante la pandemia.
La inusual forma en que Nicaragua ha “enfrentado” al Covid-19 ha captado la atención de medios de comunicación extranjeros. Porque el modelo sueco todavía está en tela de juicio en la propia Suecia, donde es duramente criticado por un grupo numeroso de científicos, y no se espera nada bueno para Nicaragua, un país empobrecido y en vías de desarrollo, que aplica un remedo de ese método.

Para Jorge Huete, “la mejor estrategia para Nicaragua era frenar a toda costa la propagación del virus, como lo supondría un modelo que se dice enfocado en la prevención, no en la atención hospitalaria”. Sin embargo, desde que allá a comienzos de la pandemia, el régimen declaró que en el país no habría “ningún tipo de cuarentena” eliminó “de un plumazo las acciones más acostumbradas en cualquier epidemia”.
Así como las autoridades nicaragüenses decidieron permitir que el virus entrara al país y se esparciera sin control, también “debieron proyectar un contagio del 60 o 90 por ciento de la población, necesario para la inmunidad de rebaño”, apunta el científico en su artículo de opinión. Además, dice, tenían que haber estimado que alrededor del 20 por ciento de las personas contagiadas enfermarían de gravedad y que, considerando una letalidad del 2.3 por ciento, aproximadamente entre 17 mil y 27 mil personas fallecerían por coronavirus, un sacrifico innecesario y a todas luces inmoral.
Mayo fue el mes en que la estrategia del régimen finalmente empezó a mostrar sus resultados: el colapso de los hospitales públicos y privados y un creciente número de víctimas mortales que son entregadas a sus familias con diagnósticos como “neumonía atípica grave” y la orden de que sean sepultadas de inmediato, en funerales exprés. No hay velas ni despedidas. Solo una caja sellada.
Pero, aunque ya no es posible ocultar los efectos de la pandemia en el país y a pesar de que los médicos independientes continúan llamando al distanciamiento físico, la vocera, primera dama y vicepresidenta del régimen, Rosario Murillo, aparece todos los viernes en el canal Multinoticias para anunciar más de 2,500 actividades para el fin de semana. Siempre más de 2,500.
Actividades deportivas, recreativas, creativas, culturales, turísticas, religiosas para “la recreación y el disfrute de las familias nicaragüenses”.

***
La actitud del régimen de los Ortega Murillo ha resultado incomprensible y desconcertante para cualquier persona que no pertenezca a ese círculo. A juicio del epidemiólogo Álvaro Ramírez se trata del reflejo de una “ignorancia total” y el “desconocimiento de lo que técnica y científicamente es lo mejor para el pueblo de Nicaragua”. Desde un comienzo, dijo Ramírez, no había razones para creer que, por algún misterioso motivo, en este país las leyes de la epidemiología y de la matemática se iban a comportar de manera diferente que en el resto del planeta.
Sin embargo, el relajado comportamiento del Gobierno ha logrado confundir a muchos. “Confieso que hubo un momento en que tuve el pensamiento de que quizás la Rosario (Murillo) había recibido una pócima mágica de sus gurús y nos íbamos a salvar”, expresó la escritora nicaragüense Gioconda Belli en un texto publicado el 25 de mayo.
“Hablaban todos los del régimen con tal seguridad, despreciaban con tanto alarde las mascarillas, contradecían todas las medidas haciendo festejos y aglomeraciones, que me parecía imposible que lo hicieran sabiendo lo que se sabía de la pandemia”, admitió la escritora. “El Chele (William) Grigsby dio tantas explicaciones de la maravillosa disposición y medidas en los hospitales, que yo me preguntaba si ellos sabían algo que nosotros ignorábamos; si se iban a sacar hospitales de la manga como los chinos”.
Para Belli, el efecto sicológico de la “desafiante actitud” del Gobierno instaló en la mentalidad popular la idea de que el coronavirus “misteriosamente se saltaría a Nicaragua”. “Hay un mecanismo humano que quiere creer estas cosas ‘mágicas’, quiere creer que se salvará y este régimen irresponsable cuya manipulación de la psiquis es perversa, aprovechó ese espejismo que crearon para aplicar en Nicaragua, un país pobrísimo, con grandes deficiencias en el sistema educativo y una cultura de poco cuido individual y de los bienes públicos, un ‘modelo’ que aplicó uno de los países más avanzados, educados y disciplinados de Europa: Suecia”.
Como enemigos de la ciencia, las autoridades del régimen recurrieron “desde concepciones primitivas” a un pensamiento mágico, sostiene Huete. Parecía que bastaría con “invocar a las fuerzas sobrenaturales del bien para combatir la pandemia, una fuerza sobrenatural del mal”.
El modelo sueco
Todavía no está claro si el método de los suecos ante el coronavirus es un éxito o un fracaso. Mientras el resto de países europeos adoptaban medidas de confinamiento más o menos estrictas, el país escandinavo “ha optado por mantener durante todo el tiempo abiertas escuelas, guarderías bares, restaurantes, gimnasios y tiendas, apelando a la responsabilidad de cada uno para implementar el distanciamiento social”, explica El Periódico, de España.
Además, el gobierno prohibió las aglomeraciones de más de cincuenta personas e incentivó a que los enfermos se quedaran en casa, que la población evitara los bares y restaurantes y que se trabajara desde el hogar, practicando el autodistanciamiento físico vital para mantener a raya al coronavirus.
El objetivo era reducir el impacto económico del cierre por cuarentena que ha afectado a tantos otros países. Sin embargo, aunque en el primer trimestre de 2020 la caída económica de Suecia fue de apenas 0.3 por ciento (muy por debajo de la media de la eurozona, que es de 3.8 por ciento), el Banco Central sueco estima una contracción de la economía del país de entre 7 y 10 puntos porcentuales para 2020, debido a la caída de la gran producción.
Por otro lado, hasta el 25 de mayo Suecia reportaba un total de 33,843 casos confirmados y más de 4 mil fallecimientos por coronavirus. Unas cifras que son tres veces mayores que las de Dinamarca, siete que las de Finlandia y ocho que las de Noruega, sus tres vecinos nórdicos. Recientemente su número de muertes también ha superado los de Italia, España, Bélgica y Reino Unido, que ya inician la desescalada.
No obstante, “varios expertos advierten que lo que pueda parecer un fracaso podría ser un éxito si las cifras de contagios y mortalidad aumentan en otros países cuando se levanten los confinamientos”, dice El Periódico.
Sin embargo, las autoridades defienden su estrategia como la más adecuada contra un virus que no va desaparecer rápidamente, sino que va a seguir circulando entre la sociedad por algún considerable tiempo.
Los epidemiólogos que respaldan el método consideran que una segunda ola de coronavirus puede ser menos agresiva en Suecia que en otros países cuyas poblaciones han estado menos expuestas al virus.
El método vietnamita
Hasta el pasado 28 de mayo, Vietnam, un país en vías de desarrollo con una población de 95 millones de personas, solo había reportado 327 casos de coronavirus y ninguna muerte, pese a que comparte frontera con China, el país donde comenzó la pandemia. Esta hazaña lo ha convertido en un caso digno de estudio.
De acuerdo con el corresponsal de la BBC en el Sureste Asiático, Jonathan Head, Vietnam reaccionó con rapidez cuando se reportaron los primeros casos de Covid-19 a finales de enero. “Prohibieron los vuelos, cerraron la frontera con China y lanzaron una amplia campaña nacional de información con atractivos mensajes en videos y afiches”, explica.
De hecho, Vietnam fue uno de los primeros países en prohibir los vuelos desde y hacia China. Y cuando en febrero apenas tenía más de diez casos confirmados, “puso bajo confinamiento a todas las aldeas con más de 10,000 habitantes vecinas de la capital, Hanói”, señala la BBC en el artículo Coronavirus en Vietnam: cómo logró el país no registrar muertos pese a compartir 1,400 km de frontera con China.
Los vietnamitas no subestimaron al nuevo coronavirus. A mediados de marzo, establecieron cuarentenas para todo el que entrara al país y se cancelaron todos los vuelos internacionales.
Además, cualquier pasajero que llegaba a uno de los principales aeropuertos del país tenía que someterse a control obligatorio de temperatura y completar una declaración personal sanitaria entregando detalles de sus contactos, viaje e historial de salud. Procedimiento que también se impuso a todo el que se desplazaba a las ciudades principales y algunas otras provincias, así como los que entran en edificios gubernamentales u hospitales.
Locales comerciales como bancos, restaurantes y edificios de apartamentos también implementaron tempranamente sus propios controles.
Luego de eso las principales estrategias del gobierno de Vietnam han sido aislar a las personas infectadas, sometiéndolas a cuarentenas forzadas, y rastrear agresivamente a todas aquellas con las que han tenido contacto.
Además, el país asiático impuso un programa intensivo de pruebas de control para coronavirus, con centros por todas las ciudades a los que pueden asistir todos los ciudadanos, sin excepción. Cuando un caso se confirma es rápidamente aislado y puesto en cuarentena.
Para muchos expertos, el método vietnamita era el más recomendado para países pobres, como Nicaragua, con un sistema de salud que no tiene capacidad para hacer frente a una pandemia como la que el mundo vive.