De origen humilde y ultraconservador, el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad es un líder polémico que defiende el programa nuclear de su país, en el que el Gobierno de Nicaragua le respalda, seducido por una millonaria cooperación que aún no se concreta
Por Arlen Cerda
Durante los actos de la toma de posesión presidencial del nicaragüense Daniel Ortega, el 10 de enero de 2007, el vicecanciller iraní para los Asuntos de Europa y América Latina, Said Yalili, anunció que su país firmaría con Nicaragua varios acuerdos para apoyar el desarrollo agrícola, industrial y energético.
Tres días después, el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad llegó por primera vez a Nicaragua y al día siguiente, Ortega lo llevó a bordo de su Mercedes Benz por los barrios del sur de la capital, donde le habían organizado un colorido recibimiento.
Simpatizantes del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), amas de casa y hasta niños descalzos dejaron sus casas y quehaceres para reunirse en las calles del barrio Cuba y poder ver y saludar a quien en la víspera se había descrito como una especie de rey mago que, al igual que el venezolano Hugo Chávez, haría préstamos y donaciones millonarias a Nicaragua.
La gente llevaba pancartas con las fotos de Ortega y Ahmadinejad. Les gritaban vivas a su paso y los saludaban sonrientes. Más tarde, sobre una tarima enflorada que luego no faltaría en ningún acto público de Ortega, Ahmadinejad recibió frutas y artesanías nicaragüenses. Hubo canto, música y baile, él cargó y besó niños y Ortega lo condecoró con la Orden Augusto C. Sandino.
“Que el mundo entero sepa que ambos pueblos estarán juntos (...) Este es un día inolvidable en mi vida”, agradeció el presidente iraní, que la noche anterior había calificado a Ortega como “un símbolo de la justicia” y lo llamó su “hermano y amigo”.
Ortega concluyó el acto asegurando que los nicaragüenses llamarían “Mahmud” a Ahmadinejad, como muestra de cariño y gratitud y porque su apellido “era difícil”.
Antes y después, la nueva oposición nicaragüense criticó ampliamente la visita de Ahmadinejad, pero el Gobierno de Ortega continuó su acercamiento con Teherán sumando una cartera de proyectos que hoy ronda los mil millones de dólares, pero de la que se ha concretado poco o nada.
“Los hechos demuestran que la cooperación iraní en Nicaragua no representa el más mínimo indicativo de que a corto plazo se equilibre la balanza entre la dimensión de la ayuda de Estados Unidos y el resto de países, respecto a Irán (...) Tampoco la ayuda iraní, podría asemejarse ni a corto o mediano plazo a la dimensión en términos de disponibilidad discrecional y de montos a la ayuda venezolana”, asegura el nicaragüense Félix Maradiaga, experto en ciencias políticas que en el 2008 realizó un análisis e inventario de las promesas iraníes a Nicaragua en el libro Irán en América Latina: Amenaza o Eje de Fastidio, publicado por el centro de investigación Woodrow Wilson, ligado al Congreso de Estados Unidos.
La lista incluye proyectos de energía hidroeléctrica, construcción de plantas procesadoras de leche y centros de acopio, reconstrucciones de centros de salud y capacitación de personal, ofertas de créditos hipotecarios, la construcción de unas diez mil viviendas de carácter social y proyectos de agua potable y saneamiento.
Además, la lista de casi veinte promesas mencionadas hasta esa fecha destaca el ambicioso proyecto para la construcción de un puerto de aguas profundas en Monkey Point, por un monto de 350 millones de dólares, del que aún no se sabe nada.
Maradiaga sostiene que la mayor parte de las promesas iraníes quedarán en publicidad. En cambio, el apoyo de Nicaragua a Irán ha sido casi inmediato y su máxima expresión estuvo a cargo del presidente Ortega cuando tres meses después de la primera visita de Ahmadinejad declaró el apoyo incondicional de Nicaragua al programa iraní de enriquecimiento de uranio ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuyo Consejo de Seguridad había sancionado en marzo.
“El mundo está atacando a un país, Irán, debido a su programa nuclear pacífico... Deberíamos prestar atención a otro país, Israel, y requerir que destruya su arsenal nuclear; ese sería un paso para lograr la paz mundial”, dijo Ortega ante la ONU.
Distintos representantes de la oposición nicaragüense coincidieron inmediatamente en que Ortega parece ignorar los riesgos de su apoyo a Ahmadinejad.
En Los Angéles, Estados Unidos, el director para América Latina del Centro Simon Wiesenthal, Sergio Widder, opinó que “el programa nuclear iraní tiene intenciones genocidas (y) al defenderlo, Ortega toma partido como cómplice”.
Maradiaga, por su parte, cree que “el presidente Ortega se autoasume como un beligerante líder de estatura internacional que hace causa común con todos aquellos bloques regionales y extrarregionales que pretendan debilitar la hegemonía de Estados Unidos en América Latina”. Pero lo que se conoce de Ahmadinejah a este lado del mundo es poco.
***
“Para Ortega ha resultado conveniente afianzar relaciones con Irán como una forma de consolidar su imagen de revolucionario provocador con Estados Unidos”.
Félix Maradiaga,
experto en Ciencias Jurídicas.
***

Antes de ser el rostro más reconocido de la República Islámica de Irán y agitar la opinión pública mundial con sus discursos en contra de Estados Unidos e Israel, mientras su país desarrolla un programa nuclear que él defiende a ojos cerrados, Ahmadinejad era un funcionario casi anónimo, al quien todo lo que se había escrito sobre él hasta junio del 2005 describía como un político de segunda fila.
Ingeniero civil, catedrático universitario y entones alcalde de Teherán. Un exguardia revolucionario de pensamiento radical. Eso es todo lo que se decía sobre Mahmoud Ahmadinejad, hasta que contra todos los pronósticos esa figura casi desconocida se ganó su cupo para ir a una segunda vuelta electoral contra el favorito expresidente Akbar Rafsanjani, un veterano político conservador, que se había declarado a favor de la apertura económica, la eliminación de los obstáculos nacionales al libre mercado y la normalización de las relaciones exteriores.
Ahmadinejad, en cambio, prometía luchar contra la pobreza, la corrupción y los privilegios de los ricos a quienes acusó de ser miembros de una “mafia del petróleo”, cultivando así parte de una estrategia que le garantizó dar una sorpresa aún más grande que ganarse el derecho a una segunda vuelta: alcanzar la silla presidencial con un 62 por ciento de los votos, que casi duplicó la cuota obtenida por el veterano Rafsanjani.
De sonrisa tímida, mirada ojerosa, barba y bigote corto, el equipo de campaña y primeros simpatizantes de Ahmadinejad lograron aprovechar su regular atuendo gris y sin corbata para tratar de identificarlo con los iraníes más pobres, pero lo que se conocía sobre el reciente presidente electo aún era poco en el hemisferio occidental, aunque él no tardó en dar noticias sobre su oratoria provocativa para defender el derecho de Irán a desarrollar energía nuclear con “fines pacíficos”, insistir en que la muerte de seis millones de judíos durante el Holocausto es un mito, que Estados Unidos es una representación demoníaca y que Israel debería ser borrado del mapa global.
En una república islámica como Irán el apoyo que Ahmadinejad ha recibido del ayatolá Alí Jamenei ha sido clave para “bendecir” su sorpresiva victoria electoral en el 2005 y calmar las protestas tras su cuestionada reelección en el 2009. Pero desde mediados del 2011 ambos se enfrentan en una batalla interna que amenaza esa “bendición” de la que hasta ahora parece haber gozado Ahmadinejad.

***
Mahmoud Ahmadinejad es el cuarto de los siete hijos de un herrero. Nació en 1956 en una zona rural cerca de la ciudad de Garmsar, al sudeste de Teherán. Según él mismo ha contado, se crió con sus hermanos comiendo pan y queso y en su casa no solo eran muy pobres, sino también muy religiosos.
En una época en la que Irán aún estaba gobernada por un emperador que recibía los títulos de “Su Majestad” y “Rey de Reyes” y ya recibía y ponía en práctica las influencias culturales de occidente, su padre Ahmad le enseñó que esos “colonialistas” eran enemigos del Islam y su madre y su hermana siempre llevaban el chador negro que las mujeres iraníes deben usar en público para cubrirse totalmente, según la tradición islámica.
En el 2009, cuando Ahmadinejad buscaba su reelección, el experto en temas iraníes, Menashe Amir, aseguró al Periódico Judío Independiente que entre las tres “frustraciones” que según él formaron la personalidad del líder iraní estaba su origen pobre, junto a su baja estatura y su fealdad.
El artículo titulado “El fanático que busca una reelección”, tilda a Ahmadinejad de “sicópata” y lo acusa de gobernar con el odio y la venganza.
Sin embargo, las pocas noticias independientes que llegan de Irán aseguran que él aún goza del afecto de la clase pobre del país y no ha perdido el título de el “mardomyar” o “amigo del pueblo”, que le dieron durante la campaña presidencial del 2005, como todavía registra un blog oficial creado en ocasión de aquella contienda.
***

La falta de carisma no ha sido un obstáculo en la trayectoria política de Ahmadinejad. De hecho, para 1997 era un “gobernador ejemplar” en la provincia de Ardabil, pero ese mismo año el entonces presidente iraní y hojatoleslam (“autoridad al Islam”, en farsi) Sayyed Mohammad Jatami, un clérigo progresista, canceló su mandato por sus tendencias conservadoras fieles a la mentalidad de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica o Pasdaran, a la que Ahmadinejad se había sumando interesado en garantizar el respeto absoluto a la revolución islámica.
Esa “convicción revolucionaria” es lo que según varios medios de comunicación internacionales le inició en un “fundamentalismo populista”, como el mismo Ahmadinejad bautizó a su estilo de gobierno.
En mayo del 2003, el líder iraní llegó a la Alcaldía de Teherán a bordo del mismo auto Peykan de fabricación local que usaba para ir a dar clases a la Universidad de Irán de la Ciencia y la Tecnología (IUST), donde se graduó como ingeniero civil y más tarde obtuvo una maestría y un doctorado.
De aquellos primeros años de su trayectoria hoy también se cuenta que optó por vivir con su paga de maestro en el mismo apartamento de siempre en uno de los barrios pobres de Teherán, en lugar de recibir un salario como funcionario público y trasladarse a una nueva residencia en el centro de la ciudad. Además, aún como presidente, él se rehúsa a vivir en las residenciales de Teherán y prefiere una modesta casa familiar en la periferia.
En el inicio de su carrera política, Ahmadinejad también concedió beneficios que su oposición calificó de populismo, al mismo tiempo que el político insistía en el respeto absoluto a las tradiciones islámicas.
Así, Ahmadinejad mandaba a cerrar restaurantes de comida rápida y ordenaba el uso de elevadores separados para hombres y mujeres, pero al mismo tiempo disponía la agilización de trámites burocráticos para garantizar la conclusión de carreteras y otras obras viales que antes de su llegada tenían varios años estancadas a pesar de la necesidad de mejorar el tráfico de la ciudad.
De igual manera, un día ordenaba que todos los hombres empleados por la alcaldía llevaran la barba y usaran camisas mangas largas, y luego buscaba cómo garantizar la entrega de comida, al menos pan y sopa, en los barrios pobres de Teherán.
Félix Maradiaga, experto nicaragüense en ciencias políticas y estudioso de la política iraní y su influencia en Nicaragua, considera que Ahmadinejad “es un político populista sumamente hábil que supo llegar al poder gracias al desencanto de las mayorías con los políticos reformistas que resultaron sumamente corruptos”.
“Ahmadineyad a pesar de sus orígenes radicales, porque fue uno de los fundadores de la Asamblea Islámica de Estudiantes, devota del ayatolá Ruhollah Jomeini, se supo vender como un político moderno, pero al mismo tiempo fiel a la revolución islámica”, agrega Maradiaga, tras reconocer las complicaciones que a eso le suma su defensa al cuestionado programa nuclear iraní.
***
“Sus actos patéticos muestran que saben que un gran poder humano está oculto en Irán (...) Irán es mucho más grande de lo que pueden percibir en sus pequeñas mentes”.
Mahmoud Ahmadinejad, el 3 de julio de 2010, en reacción a las sanciones estadounidenses por el programa nuclear iraní.
***

Hoy, a menos de un cuatrimestre de concluir su segundo mandato —tras el cual no podrá volver a aspirar al poder hasta que pasen cuatro años, según la constitución iraní— Mahmoud Ahmadinejad sigue siendo visto como un hombre del Islam, fiel a su fama de obstinado y a su posición radical conservadora de la que él mimso se declara orgulloso.
Pero a medida que crecen sus diferencias con el líder supremo de Irán, Alí Jamenei, también baja su popularidad local y regional.
El pasado 5 de febrero, cuando el líder iraní salía de la mezquita de Al Hussein en El Cairo, durante la primera visita de un presidente iraní a Egipto desde 1979, cuatro opositores sirios le lanzaron sus respectivos zapatos, como un acto de repudio y desprecio que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush (2001-2009), ya había probado antes en tierras del Medio Oriente.
Ninguno de los cuatro zapatos alcanzó a golpearlo, pero mientras seguía el camino hacia el auto que lo transportaba, Ahmadinejad escuchó los gritos, silbidos y abucheos de la gente molesta por el apoyo público de Irán al cuestionado gobernante sirio, Bashar Al-Assad, por el que Siria está sumergida en una guerra civil.
Según termine su disputa interna con el ayatolá, y de la fama de radical que se ha ganado estos ocho años de gobierno, se sabría —según los expertos en asuntos iraníes— si al final de sus polémicos mandatos Ahmadinejad volverá o no al anonimato político, en un país donde la autoridad suprema y la conducción de las fuerzas armadas descansan en un líder religioso vitalicio, porque a pesar de su celo moralista, Ahmadinejad es solamente un laico.
¿Enamorado del clima tropical?
Entre septiembre del 2006 y enero del 2012, el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad viajó en seis ocasiones a varios países de América Latina. En enero del 2007, cuando estaba a la mitad del conteo, el periodista Andrés Oppenheimer ironizó que al iraní debía gustarle mucho el clima tropical de la región, pues para entonces el presidente de Estados Unidos, George W. Bush solo había realizado un viaje durante ese mismo período.
Según Oppenheimer, los objetivos de las visitas del iraní son buscar apoyo de la región para defenderse de las demandas contra su programa nuclear, además de contraatacar a Estados Unidos en su propio continente y tratar de evitar la baja de su popularidad en Irán, con muestras de sus recibimientos en estos países.
Pero mientras Irán también ha aumentado el número de sus diplomáticos y funcionarios en la región, con presencia en Nicaragua, Cuba, Bolivia, Ecuador y Venezuela, solo éste último parece ser el más beneficiado, al punto de que Irán es ya su segundo mayor inversionista, nada más superado por Estados Unidos.
***
“El precio que paga Nicaragua por la amistad con Irán es más alto de lo que hemos recibido de cooperación”.
Julio Icaza Gallard, abogado y analista.
***
US$1,000 millones
suma la cartera de proyectos que Daniel Ortega ha hecho a Irán desde la primera visita de Ahmadinejad en enero del 2007, sin que ninguna se concrete.
US$164 millones
es el monto de la deuda de Nicaragua con Irán por embarques petroleros en 1986. Managua quiere su condonación, pero Teherán sigue pendiente de un acuerdo al respecto.
US$200 millones
aprobó para Nicaragua el consejo iraní de ministros en marzo del 2008. Sin embargo, el monto sería un préstamo a diez años de plazo con una tasa de interés del 5 por ciento disponible para la construcción de una presa y una central eléctrica en el Caribe Norte de Nicaragua, que no reaccionó a la oferta.
FUENTE: Félix Maradiaga, “Irán en América Latina: Amenaza o Eje de Fastidio”, publicado en el 2008 por el Centro Woodrow Wilson.
La crisis de los rehenes
A Ahmadinejad se le vincula con la toma de la Embajada de Estados Unidos en Teherán, en noviembre de 1979 y la posterior toma de 66 diplomáticos y ciudadanos estadounidenses como rehenes durante 444 días.
Una de las fotografías más famosas de aquella crisis muestra a un joven barbudo junto a un rehén con el rostro vendado. Cinco de los rehenes y el expresidente iraní Abolhasan Bani-Sadr (1980-1981) aseguran que ese era el presidente iraní, pero otros que participaron de la toma dicen que era Taghi Mohammadi, un estudiante ya fallecido, que se pasó a la oposición armada.
En el 2005, la Casa Blanca ordenó una investigación a la Agencia Central de Inteligencia (CIA), pero a la fecha no se ha revelado ningún resultado.
LA MÁXIMA AUTORIDAD
El presidente Mahmoud Ahmadinejad es para occidente la cara más conocida de la República Islámica de Irán. Sin embargo, en ese país el líder supremo es la verdadera autoridad , según fue establecido tras la revolución islámica de 1979. El cargo es desempeñado por un ayatolá (“señales de Alá”, en árabe) que es un respetado experto en ciencias islámicas y tiene entre sus atribuciones ser el comandante en jefe de todas las fuerzas armadas de Irán.
Desde 1989, el ayatolá Alí Jamenei es el líder supremo de Irán, un hombre clave en el éxito y reconocimiento político de Ahmadinejad, pues con su apoyo directo él llegó en el 2005 al poder y gracias a su respaldo se mantuvo en el mismo, a pesar de las protestas por el supuesto fraude electoral tras su reelección del 2009.
Sin embargo, quizá la suerte de Ahmadinejad esté cambiando, porque mientras el mundo era testigo de las revueltas de la llamada primavera árabe, que tumbaron a cuatro gobernantes, la BBC Mundo informó sobre el inicio de una lucha entre los dos hombres más poderosos de Irán.
Según la cadena británica, la lucha comenzó cuando el presidente destituyó al ministro de Inteligencia Heydar Moslehi, pero Jamenei ordenó su restitución inmediata y en protesta Ahmadinejad se negó a asistir a las reuniones de su gabinete ministerial durante diez días.
El experto español en temas iraníes, Gustavo Morales, aseguró entonces que “lo que está pasando ahora es que, al no existir un enemigo, ya que la oposición ha sido descabezada (en el país), dentro del propio poder iraní se están enfrentando los titulares de los dos poderes: el laico o presidencial (de Ahmadinejad) y el poder religioso que representa Jamenei".
En Irán, desobedecer al líder supremo equivale a irrespetar a los 12 imanes santos de la tradición chiita y por tanto a Ahmadinejad no le queda otra opción que obedecerlo, al menos que prefiera la incertidumbre de su futuro político, que también estará en juego en las elecciones presidenciales previstas para junio.
Elecciones presidenciales
Irán tendrá elecciones presidenciales el 14 de junio, de las que resultaría su séptimo mandatario bajo la República Islámica.
78.9 millones
de personas viven en Irán, donde no hay un padrón electoral específico, pero pueden votar todos los mayores de 16 años. Sin embargo, el líder supremo ha dicho que Irán podría cambiarse a un sistema parlamentario, donde actualmente los líderes religiosos son mayoría.
ASí Piensa De...
Dos días antes de la toma de posesión de Mahmoud Ahmadinejad, el 1 de agosto de 2005, Irán anunció la reanudación de actividades para su programa nuclear, que había aceptado interrumpir en noviembre del 2004.
En su discurso, Ahmadinejad se pronunció a favor de la “eliminación de las armas de destrucción masivas de todo el mundo”, pero también criticó lo que según él es “ una política de doble rasero” que calificó como la “principal causa de los conflictos mundiales”.
Luego, lejos de contribuir a la calma de la agitada comunidad internacional por las consecuencias del programa nuclear iraní, ha logrado dar de qué hablar tras cada intervención. Algunas revelan su visión y opiniones desde Israel hasta el pulpo Paul.
Del Holocausto judío: En diciembre del 2005, durante un acto en Zahedán, aseguró que occidente ha “inventado una leyenda en la cual los judíos fueron masacrados y la pusieron por encima de Dios, las religiones y los profetas” y calificó la muerte de 6 millones de judíos como un “mito” y una “gran mentira”.
De Israel y occidente: En octubre del 2008, frente a cientos de estudiantes durante un conferencia en Teherán titulada “El mundo sin el sionismo”, Ahmadinejad aseguró que “tal como dijo el imán (Jomeini), Israel debe ser borrado del mapa” y agregó que: “Si Dios quiere, seremos testigos de un mundo sin Estados Unidos y sin la entidad sionista”.
Los estudiantes celebraron sus palabras de pie y gritando “muerte a Israel”. Aparentemente animado por la reacción, Ahmadinejad agregó que “el establecimiento del régimen sionista fue un movimiento del mundo opresor contra el mundo islámico”.
Homosexualidad: En una repudiada asistencia a una conferencia en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, en el 2007, afirmó que “en Irán no hay homosexuales como aquí, (allá) no existe ese fenómeno”.
El pulpo Paul, que “predijo” la victoria de España en la final del Mundial de Fútbol del 2010 fue acusado por el iraní de difundir “propaganda occidental y superstición”. Ahmadinejad dijo que el pulpo era “un símbolo de la decadencia de occidente”.
***
“El líder iraní es un peligro para su pueblo, para la región y para el mundo entero. Él es una auténtica desgracia para el antiguo pueblo iraní, para los valores del Islam(...) es un demente”.
Shimon Peres, presidente israelí en reacción al discurso de Ahmadinejad ante la ONU, en septiembre de 2008.
***