Ensayo de juicio final

Periscopio - 04.07.2017
Consi

1835 fue conocido como “El Año del Polvo” en toda Centroamérica. Y en la Costa Caribe “los más viejos miskitos hablaban con asombro del ‘tihmya tara’, la gran oscurana, con el sol tan invisible como si fuera de noche”, estremecidos por el recuerdo de la violenta erupción del volcán Cosigüina.

Con sobrada razón el fenómeno fue descrito como el “estornudo más violento de la Tierra” por los geógrafos del siglo XIX, pues solamente la erupción del Krakatoa, cincuenta años después, superaría la marca del Cosigüina, sostiene el científico nicaragüense Jaime Incer Barquero en su libro Nicaragua, un anecdotario de memorias y vivencias.

“En el lapso de 96 horas el volcán arrojó un volumen equivalente a unos 6 kilómetros cúbicos de material pulverizado que oscureció el sol por cuatro días consecutivos e hizo temer a los habitantes de Nicaragua, Honduras y El Salvador, en especial a aquellos que vivían alrededor del Golfo de Fonseca, que el día del Juicio Final había llegado”, relata Incer Barquero.

El Cosigüina “despertó” la mañana del 20 de enero. El inicio de la erupción fue seguido por “una estruendosa explosión y proyección a gran altura de una inmensa columna de gases espesos y polvo muy fino, visible en varias leguas a la redonda”. Por si fuera poco, al terror inicial se sumaron “fuertes y frecuentes temblores, acompañados por truenos y relámpagos”.

En León la gente tropezaba “buscando a tientas las puertas de los templos, adonde acudían los afligidos pecadores en busca de perdón”. Y en Olancho, trescientas parejas que “vivían amancebadas fueron en busca del párroco para saldar sus cuentas con la Iglesia, pensando que su última hora había llegado”.

El estruendo de la explosión rebotó en la estratósfera y fue escuchado “tan lejos como Caracas, Quito, Jamaica y Veracruz”. Las cenizas se regaron por toda Centroamérica y llegaron hasta México. El océano Pacífico “se cubrió por muchas leguas con un piélago flotante de pómez, que las corrientes llevaron hasta las islas Galápagos”. Las aguas del Xolotlán se tornaron plomizas y hubo mortandad de peces. Los tigres buscaron refugio junto a los terneros y “los gavilanes asustados posaron mansamente en los aleros, al lado de las palomas”, cuenta el científico.

114 años después del ensayo de Apocalipsis, Howel Williams, geólogo de la Universidad de California, visitó la península de Cosigüina para realizar la “autopsia” del volcán. Señaló que la erupción fue causada por una “súbita ultravesiculación del magma atrapado y presionado en el interior del volcán”. Es decir, explica Incer Barquero, “por la gran presión de los gases subterráneos que fueron expulsados violentamente por el cráter, al igual que las burbujas efervescentes que escapan de una botella de champaña cuando se remueve el corcho”.

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