El río San Juan era la ruta del tráfico áureo (de oro); en la propia desembocadura había un puesto comercial azteca. Figurillas de oro de Talamanca (cantón de la provincia de Limón, Costa Rica) se encuentran a menudo entre los calpules (montículo que señala los antiguos pueblos indígenas) de río San Juan y Chontales, según describe el científico Jaime Íncer Barquero en su libro “Nicaragua un anecdotario de memorias y vivencias”.
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La importancia comercial del río San Juan, navegable de un extremo a otro, fue razón para que diversos grupos indígenas lo habitaran. En sus orillas existían varios pueblos que se mantenían en disputas entre sí por el control del río.
Íncer Barquero relata en su libro que en 1523 el cacique Nicarao entregó al conquistador Gil González un tributo en oro. Diez días después el cacique Diriangen visitó al capitán español y también contribuyó, según las cuentas de Andrés de Cereceda, tesorero de la expedición. Tres días después Diriangen cayó sobre cientos de españoles en el llano de Ochomogo; los combatió con tres mil indios y obligó a volver, pero los conquistadores se llevaron el oro recaudado.
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