¿Cómo se hizo la tarjeta de crédito?

Periscopio - 13.11.2017
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¿Realiza sus pagos con efectivo o con tarjeta? Si prefiere hacer sus transacciones con “dinero plástico” por tratarse de un sistema rápido, seguro y cómodo, debe darle las gracias a Dorothea Tillia y a su esposo Forrest Parry.

Para llegar hasta las tarjetas de crédito o débito primero hay que conocer la historia de la tarjeta con banda magnética. Antes que Parry inventara la tarjeta con banda magnética, en 1960, el plástico como forma de pago ya existía, pero requería de un sistema engorroso.

“Todo empezó con una billetera olvidada”, explica el sitio Diners Club, empresa Frank McNamara el inventor de esta forma de pago. Una noche de 1949 McNamara salió a cenar al Major’s Cabin Grill, Nueva York, y pasó la vergüenza de su vida cuando al momento de pagar se percató que no tenía su billetera. Llamó a su esposa y ella llegó al rescate para pagar. McNamara volvió al restaurante con su socio Ralph Schneider y propuso pagar con una pequeña tarjeta hecha de cartón. Esa se convirtió en la llamada “Primera cena” que inauguró la multimillonaria industria de las tarjetas.

Pero el problema con esas primeras tarjetas era que el comerciante debía llamar a su banco y este a la compañía de tarjetas de crédito para que revisara manualmente el nombre y balance de la cuenta del dueño de la tarjeta, según Tim Harford, autor de la serie de la BBC: 50 cosas que hicieron la economía moderna.

El almacenamiento magnético había sido desarrollado durante la Segunda Guerra Mundial y en los años 50 expertos crearon las bases de datos informáticos. Luego la empresa IBM logró codificar información y colocarla en una cinta magnética. El ingeniero Forrest Parry trabajaba para IMB en Minnesota, EE.UU. y quería aprovechar la tecnología para usarla en las tarjetas de crédito, agregándole la banda magnética al plástico. Pero tenía un gran problema, no podía adherirla.

Probó con todo tipo de pegamento; unos no eran lo suficientemente fuertes y la cinta se desprendía y otros eran demasiado corrosivos y dañaban la data en la cinta.
Frustrado, volvió a casa y encontró a su esposa Dorothea Tillia planchando. Ella le preguntó qué pasaba y él le contó su fracaso. Entonces a Dorothea se le ocurrió planchar la cinta sobre el plástico y ¡funcionó! Usó el grado de calor justo para unirlos sin dañar la información.

Ahora las transacciones serían más fáciles y rápidas, hasta convertirse en la forma de pago favorita para millones de personas.

En Estados Unidos solo el 24 por ciento de las personas usa efectivo para pagar, según la encuesta de Gallup en 2016. En Reino Unido los pagos con tarjeta superaron a los hechos con billetes en 2014 y se volvió una tendencia según la asociación Payments UK. En Suecia solo el uno por ciento del valor de todas las transacciones en 2016 se hizo con efectivo.

Pagar nunca había sido tan fácil y la tecnología ahora ofrece más y mejores opciones de pago digital, pero también aparecieron otros riesgos.

Hay estudios que comprueban que gastamos mucho más cuando podemos pagar con tarjeta en lugar de usar efectivo. “Gasto sin fricción”, se le llama a este comportamiento económico y psicológico; al no usar billetes, no nos “duele” pagar.

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