Hoy día disfrutamos de snacks que sus creadores descubrieron por casualidad y ya no concebimos el mundo sin ellos.
Galletas con chispas de chocolate: Ruth Wakefield, su creadora, solo intentaba hacer galletas de chocolate. Mientras preparaba una bandeja de galletas, en 1930, descubrió que ya no tenía chocolate para hornear. Como sustituto, rompió un pedazo de chocolate dulce en pequeños pedazos y se los añadió a la mezcla. Creyó que el chocolate se derretiría, pero los pequeños pedazos se quedaron ahí.
Papas fritas: El chef George Crum, del restaurante Carey Moon Lake House, en Saratoga Springs, Nueva York, trataba de servir a un cliente papas a la francesa en 1853. Esta persona seguía regresándole las papas a la cocina, pidiéndole que fueran más delgadas y crujientes. Crum perdió el control, rebanó las papas muy delgado y las frió hasta que estuvieran duras como piedra. Para la sorpresa del chef, al consumidor le encantaron.
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Cereal: Los hermanos y empresarios de desayuno, John and Will Kellogg, intentaban hervir granos para hacer granola; accidentalmente dejaron una taza de granos cocidos en la estufa por varios días. La mezcla se volvió mohosa, pero el producto que emergió estaba seco y grueso. Después de algunos experimentos, se deshicieron del moho y crearon el cereal.
Coca-Cola: El inventor fue el farmacéutico John Pemberton. En 1880, viviendo en Atlanta, Pemberton vendió un jarabe hecho de vino y extracto de coca bajo el nombre de “Vino francés de coca de Pemberton”, el cual se usaba como una cura para dolores de cabeza y desórdenes nerviosos. En 1885, Atlanta prohibió la venta de alcohol, así que Pemberton creó una versión basada puramente en la coca del jarabe mezclada con agua carbonatada y bebida como refresco. El resultado fue una gaseosa perfecta para la era de la templanza, un “tónico cerebral” llamado Coca Cola.