Así era Managua en el tiempo de los Acahualinca

Periscopio - 10.08.2018
Managua

La primera mención de Managua data de 1525, en una carta de Pedrarias Dávila al rey de España donde describe el avance de la tropa conquistadora comandada por Francisco Hernández de Córdoba, reseña el científico Jaime Íncer Barquero en su libro “Nicaragua un anecdotario de memorias y vivencias”.

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Pero fue hasta 1852 cuando Managua se erigió capital, seis años después de haber sido declarada ciudad y cuarenta de ser elevada de la categoría de pueblo a “Real Villa de Santiago de Managua”, explica Íncer Barquero en su anecdotario.

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Sin embargo, los orígenes de la ahora capital de Nicaragua se remontan a los tiempos de los aborígenes de Acahualinca cuando pescaban en las aguas del lago o cazaban en las templadas praderas de los alrededores, mucho tiempo antes de la invención de la agricultura y de la cerámica.

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El cronista González de Oviedo menciona que Managua consistía en una sucesión de chozas y huertos dispuestos a lo largo de la ribera sur del Xolotlán, hasta llegar a Tipitapa, donde residía el cacique. El fraile Antonio de Ciudad Real, en 1586, refiere que los indios de Managua hablaban náhuatl y no chorotega. Afirma que en sus alrededores se cultivaba la grana, el polvo carmín de la cochinilla, insecto que se criaba entre las tunas.

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Por su parte el fraile Antonio Vázquez de Espinosa, en 1963, también agrega el añil como un cultivo que se extendía entre Managua y Mateare, este último denominado “el pueblo de las mojarras”.

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Según Íncer Barquero, a juicio del cronista González de Oviedo, la lucha entre los españoles y los indígenas de Managua debió haber sido cruenta, ya que la población contaba con unos diez mil flecheros y tenía “la más hermosa plaza de todas, antes que entrase allí la polilla de la guerra”.

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