Esta es la historia de un chichigalpino que con telas, bordados y lentejuelas hizo su camino hasta Hollywood, donde se proyecta como un nuevo talento latino del diseño en pasarela. Con ustedes, Erick Bendaña
Por Tammy Zoad Mendoza M.
Puede que el nombre de Mario Armando Lavandeira no le suene para nada, pero en el mundo de la farándula decir Perez Hilton —su seudónimo— es sinónimo de estrellas, espectáculo y pasarelas. El famoso bloguero estadounidense es reconocido y controversial por sus artículos sobre la vida y obra de los personajes hollywoodenses y por sus reseñas sobre eventos del espectáculo.
En septiembre de 2016 por primera vez Erick Bendaña estaba frente a un crítico de farándula de su calibre, pero no se plantaría solo frente al ojo del huracán. Esa noche lo acompañaba Jeannie Mai, presentadora estadounidense y experta en moda, quien lucía uno de sus diseños en esa gala de La Vie in Blue, en Los Ángeles, California.
Sobre la alfombra azul de este evento de moda y beneficencia, organizada en el marco del Metropolitan Fashion Week, desfiló un Erick Bendaña de sonrisa congelada, emocionado y nervioso, más por el ojo de Perez Hilton que por los destellos de flashes que llovían de todos lados.
“Cuando Mai salió a la alfombra todos la admiraron y elogiaron su vestido, ella me presentó como el diseñador nicaragüense. Entonces Perez Hilton y otras tres modelos empezaron a preguntarme sobre el vestido. Yo les respondía, pero estaba medio en shock, me arrepiento de no haberles pedido que nos tomáramos una foto”, cuenta Bendaña y aún se sonroja al recordar uno de los momentos en los que se sintió abrumado en medio del espectáculo internacional.
En Nicaragua, Erick Bendaña es desde hace una década uno de los referentes del diseño de trajes nacionales y de fantasía. Media docena de premios nacionales y tres reconocimientos internacionales por sus creaciones de fantasía para reinas de belleza nicaragüenses lo respaldan. Organizaciones como Miss Puerto Rico Teen, Mister Puerto Rico y Miss Costa Rica lo han contratado para que confeccione los trajes nacionales para sus representantes en las competencias mundiales de belleza. Con un portafolio así se proyecta bastante seguro de su talento en esta línea.
A sus 27 años empieza a perfilarse como uno de los jóvenes diseñadores latinoamericanos que está marcando su estilo en las pasarelas de alta costura internacional. El chavalo que salió de Chichigalpa para ir a la universidad en Managua llegó hasta Hollywood.
Pero en el universo de la moda, lleno de belleza, glamur y fama, Erick asegura que mantiene los pies sobre la tierra, que es fiel a su esencia y tiene trazado un plan para mantenerse bajo la luz de los focos con sus trajes en las pasarelas internacionales.

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Taca-taca-taca. Se oía de fondo en la casona. Taca-taca-taca. “Erick, ¿qué estás haciendo? ¡Quitate de ahí!”, le decía su madre, Rosario Bendaña. El pequeño Erick Flores Bendaña tendría unos ocho o nueve años cuando quedó encantado con el pedaleo en la máquina de coser de su madre. Aprovechaba cada descuido para sentarse frente a la máquina y empezaba con el taca-taca-taca.
Su abuela, sus tías, su madre sabían coser gracias a la vieja tradición familiar y de algunas escuelas que ofrecían como opción clases de corte y confección o “costura”. Ellas hacían sus trajes, reparaban o ajustaban la ropa de la familia.
En su casa de Chichigalpa, desde que tiene uso de razón, él recuerda una máquina de coser en algún rincón de la casa. Pero a él no lo querían cerca. No tenía nada que ver con que fuera varón, sino con que era inquieto. Se emocionaba tanto pedaleando que terminaba por zafar o romper la banda, y arreglarla costaba trabajo y dinero. Tampoco podía tocar las telas, hacías desastres. Así que siempre que lo agarraban en sus andanzas lo mandaban a jugar a otro lado.
Tenía 15 años cuando volvió a las telas. Esta vez una de sus mejores amigas había entrado a un concurso de belleza en Chichigalpa, pero no tenía quien le confeccionara sus vestidos. Erick le dijo que él le ayudaría.
“A mí me gustaba ver los desfiles de moda y los concursos de belleza, siempre fui muy curioso, así que aporté las ideas. Su abuelita cosía muy bien y yo me encargaba de buscar las telas, la decoración, de aplicar detalles”, recuerda Bendaña.
Elaborar trajes de fantasía requiere de saber de trazos y técnica, sí, pero al inicio y sin estos conocimientos Erick se las ingenió explorando y experimentando con telas, aplicaciones y plumas. Cortes por aquí, coser a mano, pegar con silicona. Listo.
En 2007, decidió hacer su primera gran apuesta y entró por primera vez como diseñador de traje de fantasía a Miss Nicaragua. Se presentó los tres años siguientes. “El 2010 fue un buen año porque me consolidé como el mejor diseñador de fantasía al ganar en los dos concursos de belleza más importantes del país”, dice, haciendo referencia al Miss Nicaragua y el Carnaval Alegría por la Vida. La diablesa del Xolotlán, la Guerrera del Toro Huaco, en traje de la Lavada de la Plata han sido algunos de sus destacadas creaciones.
Pero en 2013 dejó las competencias nacionales y decidió tocar puertas con sus diseños de fantasía en el exterior. Aplicó para el traje nacional de Miss Puerto Rico, costeó los gastos del traje y viajó. No ganó, pero esa fue la plataforma para proyectarse y luego Miss Puerto Rico Teen y Mister Universo Puerto Rico lo contrataron para hacer los trajes nacionales de sus representantes. Este año trabajó para Miss Costa Rica. Sus creaciones de fantasía han causado asombro incluso en el Metropolitan Fashion Week, en las tres pasarelas en las que participó en 2016.
En medio de lentejuelas y plumas Erick Bendaña se preguntaba qué haría después, más allá de la fantasía. El taca-taca-taca seguía en su cabeza.

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¿Imagina a Carolina Herrera o a Oscar de la Renta cosiendo vestidos a última hora tras el telón de un desfile, porque solo ellos sabrían cómo querían sus diseños? No, no funciona así.
“Por supuesto que debés manejar todos los procesos, pero conformás un equipo de expertos. El éxito también está en tener un equipo de profesionales en cada rama”, aclara Erick Bendaña. “Tanto ellos aprenden de mí en cuanto a telas, acabados, estilismo, como yo aprendo de ellos. Jamás le voy a quitar a una persona treinta años de experiencia en costura, ni me voy a igualar con el conocimiento increíble que les ha dado su oficio”.
Dejó en tercer año su carrera de Marketing y se dedicó de lleno al diseño, ganó premios por sus creaciones y lo buscaron para ser profesor de diseño en una universidad nacional. Fue ahí donde encontró uno de sus maestros. “Como diseñador en la UCC tenía a mi cargo un costurero, de él aprendí muchísimo sobre cosas técnicas, cortes, confección, las máquinas”, comenta.
Con las herramientas nuevas y sus diseños sobre la mesa, Bendaña reinventó su marca. Empezó a ver más desfiles, los detrás de cámara de Gucci, Armani, Chanel, leer de moda internacional y viajar. “Lamentablemente aquí en Nicaragua no hay una escuela completa que te pueda dirigir estos aspectos, desde el diseño hasta la producción y cómo perfilar tu marca”, expone.
Empezó a enviar sus portafolios de trabajo, tanto con las exóticas creaciones de fantasía como con sus diseños románticos y elegantes de vestidos. Un Bendaña, asegura, no es solo moda, sino estilo. Con ese mismo portafolio bajo el brazo llegó al Fashion Institute of Design & Merchandising, Los Ángeles, en busca de una beca para formarse en diseño en una importante escuela de moda estadounidense. “Pero ellos priorizan cupo para los locales, yo ni siquiera tengo residencia, así que me dijeron que no podían concederme la beca, pero que siguiera mostrando mis portafolios. Les sorprendió que dominara fantasía y alta costura, creyeron que venía de otra escuela”, cuenta Bendaña.
Siguió enviando correos, haciendo contactos, consultando a amigos. Por sugerencia de una amiga aplicó a la convocatoria del Metropolitan Fashion Week, que anualmente beca a un diseñador latinoamericano para participar en uno de los desfiles más importantes de esta plataforma de moda. Entrar como diseñador puede costar diez mil dólares, a Erick le costó todo su esfuerzo. Finalmente, en abril de 2016 presentó “Fantasía”, la primera colección que lo colocaría en una pasarela internacional.

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Bajó vestido de blanco impecable de la mano de una modelo enfundada en uno de sus trajes de fantasía. Era su noche. Por las escaleras del Museo de Arte de Seattle, bajaban en cascada las modelos coqueteando con sus diseños; vestidos de noche llenos de brillos, aplicaciones y transparencias. Modelos con penachos luciendo sus sexis y brillantes trajes de fantasía.
Se ve sonriente, bien peinado y con una barba que hace juego con sus 27 años. Aún con ojeras, se le ve feliz. Pero las ojeras, cuenta, no eran de desvelo por los preparativos. Había pasado en cama los últimos días. Una fiebre de 40 grados lo había tumbado y uno de sus mánagers le dijo que si no mejoraba no podría asistir al desfile. Se tomó unas pastillas y simuló que se sentía mejor.
“Pero yo estaba hirviendo en fiebre, me tuve que aguantar la calentura y salí así. Había viajado con lo completo, me habían dado el pase para el desfile, pero debía costear mis gastos y no compré seguro médico”, cuenta Bendaña.
Al terminar el desfile cayó en cama de nuevo. Al día siguiente debía salir hacia Los Ángeles para otros compromisos de trabajo. Se tomó una antigripal que le regalaron y pasó el control del aeropuerto. Subió al avión, vomitó, se durmió todo el viaje. Llegó deshidratado. “Tengo la bendición de amigos incondicionales. En Los Ángeles me recibió una amiga que es doctora, al verme tan mal me inyectó en su carro y me llevó a su casa”, recuerda.
Insiste en que su confianza, la proyección y sus amigos han sido fundamentales para echar a andar su proyecto. Entre sus amigos resuena el nombre de Camila, hija de Rosario Murillo y Daniel Ortega, la pareja presidencial. Camila ha sido una suerte de hada madrina para diseñadores nicaragüenses y con el evento Nicaragua Diseña ha creado una plataforma de moda y diseño que intenta vender en empaque lujoso y de fantasía las producciones de creadores nicas y centroamericanos.
Detrás de una colección de 20 vestidos hay, además del desafío creativo y el trabajo de meses en equipo, dificultades económicas, lidiar con agendas de viaje apretadas, pagar seis o más maletas, ingeniárselas solo con el transporte, la comida y la logística previo a cada desfile.
“Gracias a Dios tengo amigos, y cuando no he tenido dinero, he tocado puertas. He dormido en muchos sofás”, dice y se ríe. “Yo te puedo decir que lo que tengo me ha costado. Vengo de una familia de clase media baja, quien me conoce lo sabe. Por eso si ahora me doy mis gustos y mis lujos es porque lo he trabajado. Ahora puedo ir a comer a un lugar sin pensar en la cuenta, viajar más cómodo, pagarme un seguro médico”.

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En este taller no se escucha el taca-taca-taca de la vieja casona de Chichigalpa. Es una habitación angosta con cinco máquinas de coser, una Overlock y tres de ellas computarizadas para dar con precisión milimétrica las puntadas más complejas con delicados hilos transparentes. Telas por todos lados, vestidos a medio acabar que cuelgan de las máquinas suspendidos por hilos de colores, un perchero lleno de trajes listos para llevar.
Al lado está la tienda donde él mismo, junto a Heydi, su asistente, atienden todos los días. En la vitrina que da a la calle, dos maniquíes vestidos como para una alfombra roja invitan a pasar a un rincón idílico, entre madera y flores, donde se ofrecen los diseños de Erick Bendaña.
Un vestido de coctel de su marca lo puede encontrar aquí desde 200 dólares. Un traje de noche, más glamoroso, se cotiza desde 400 dólares, pero hay pedidos especiales por los que se ha pagado hasta tres mil dólares.
Tiene una agenda llena y el pasado diciembre estaban entregando siete vestidos por semana y tenían encargos para los primeros tres meses de este año (2018). Las cinco personas, incluyéndolo, que trabajan con él en el taller se entregan de lleno al proceso creativo y el taller es un colorido desorden donde de fondo se escuchan rancheras que contrastan con la música electro pop que suena en la tienda. Ambos locales forman la Boutique Atelier que lleva su nombre, con apenas siete meses de inaugurada.
“La marca es muy ‘usable’, hay algunos diseños artísticos, pero nada extravagante. Guardamos una línea limpia, sutil, elegante, armonio y clásica”, expone Erick. Para él, una de las claves es fusionar el talento con la visión empresarial. Menciona a grandes marcas como Dior o Chanel que, además de tener su línea de alta costura, tienen a disposición una línea más comercial y económica que les genere ingresos. Él pretende abrir otra tienda en Managua y quizá expandirse en Centroamérica, pero sin descuidar su proyección en la pasarela norteamericana.
Sigue trabajando en diseños, aunque aún no tiene lista una nueva colección. La inspiración, dice, viene de cualquier parte. Un jardín de Nueva York, de donde surgió la colorida colección Garden, de una pintura, como El Nacimiento de Venus, de Boticelli, que lo llevó a bautizar con el nombre de esta diosa una de las colecciones del Metropolitan Fashion Week, y hasta de un plato. Sí, un plato.
“En Los Ángeles eligieron a cinco diseñadores para hacer un recorrido por el (Paul) Getty Musseum, ver las obras más importantes del lugar y tomarlas como inspiración para un vestido. Yo elegí trabajar con una pieza de arte que es un plato italiano rústico del siglo XVI italiano”, explica Bendaña. Utilizaron la técnica del sublimado para grabar el diseño del plato en la tela y a partir de ahí trazó su diseño. El vestido, que fue modelado en el Metropolitan Fashion Week y Nicaragua Diseña 2017, será expuesto en el Museo de Seattle como una pieza de arte junto al plato italiano que inspiró a Bendaña en un cuento de elegantes sátiros y glamorosas ninfas que él llevó a la pasarela en su última colección.
“Yo quiero seguir representando a mi país. Me iría a estudiar y a presentar colecciones, porque uno tiene que salir para poder brillar, para que la gente te vea y valore tu trabajo, pero aquí siempre será mi casa. Quiero estar aquí mientras en Nicaragua se desarrolla más la moda”, afirma Erick Bendaña.

Fantasía y realidad
En 2007, Erick Bendaña participó por primera vez como diseñador de traje nacional en Miss Nicaragua. Fue además diseñador de trajes de fantasía del Carnaval Alegría por la Vida. En ambos certámenes y en repetidas ocasiones ganó el premio al mejor traje. Tres de ellos fueron premiados en eventos internacionales.
En septiembre de 2016, la celebridad de la moda Jeannie Mai lució un diseño suyo y desfiló junto a él. En otra gala de moda también eligió un Bendaña para presentar.
Ese año tuvo tres pasarelas en Estados Unidos; la primera en Seattle, Washington, luego en el Museo de Arte en Los Ángeles, California, y cerró con un desfile en el Warner Brothers Studios, Las Vegas. Fantasía, Venus e Imperio fueron las tres colecciones.