Algunos lectores de la revista y personajes nicaragüenses se atrevieron a regresar a la infancia en las páginas de Magazine. Nos mostraron la foto más divertida o curiosa de su álbum y juntos la recreamos. Una experiencia llena de risas, nostalgias y vergüenzas. Este fue el resultado
Por Dora Luz Romero
Niños inquietos
Los brazos de Mario Arce, de 55 años, ya no le dan para abrazar a sus dos hijos a la misma vez. Se estiraron y crecieron tanto que cuando ve la foto de hace 19 años, donde aparece chineándolos, solo se ríe. Los gemelos León y Jasser Arce Fuentes tienen 20 años, estudian Diseño y Comunicación y desde que nacieron, más que gemelos han sido mejores amigos. Inquietos, risueños, acurrucados a él, así los recuerda su papá cuando correteaban por la casa en Monseñor Lezcano, la misma donde aún viven.
Sonría junto a Pinocho
Ocho años tenía Kelly Molina cuando el fotógrafo llegó al colegio La Salle, en Jinotega, donde él cursaba tercer grado. Ubicó la tela de fondo, la mesa, los libros y les dijo: “Agarren el lápiz y hagan como que están escribiendo”. Iban uno detrás del otro, esperando su turno para el par de flashazos que le correspondía a cada cual. Molina ahora tiene 30 años, es diseñador de modas, y volvió a vestir de uniforme para sonreír frente a la cámara.
Los superhéroes
Él era fan de Batman, ella no recuerda por qué se disfrazó de la Mujer Maravilla. Quizás, era el único disfraz disponible, dice. Eran tiempos de guerra en Nicaragua, a finales de los años ochenta, y ver esta foto además de las risas que pueda ocasionar les recuerda el esfuerzo que su madre hizo para conseguirles los disfraces. Quilalí Urtecho tenía 5 años y su hermano Carlos Mario Urtecho tenía 7. Iban a un desfile de disfraces del colegio Nuestra Señora del Rosario en Estelí, donde se haría un concurso para el mejor disfrazado. “Por supuesto que no ganamos”, dice Carlos Mario y ambos sueltan las carcajadas.
Agradecimiento por disfraces Disfraces cortesía de: Casa de las Bromas Residencial El Dorado.
Cumpleaños
9 de septiembre de 1993. Indira Rojas cumplía 6 años y después de haber comido pastel junto a sus amigas salió corriendo para mecerse en los columpios. Esta foto captura uno de los momentos más felices de su infancia. Disfrutaba tanto mecerse que le compraron unos para que los tuviera en el patio de su casa. No recuerda bien cuándo fue la última vez que subió a uno, pero decidió hacerlo con Magazine, a sus 26 años. Toma impulso, se echa para atrás, levanta los pies, y entre risas dice: “No me acordaba de lo divertido que es hacer esto”.
La tina ¡se achicó!
Fue en verano, hace 24 años, hacía calor, vivía en Ocotal. Su mamá le quitó la ropa y lo zambulló en una tina con agua. Luego, sacó la cámara y comenzó a disparar flashazos. Quizás a esos años le deba el gusto que siente por las fotografías y por el modelaje. Sonreía, sacaba la lengua, fruncía el ceño, levantaba los brazos, saltaba... Todos esos recuerdos están intactos en el álbum que aún guarda su madre. No hay tina donde quepa ahora, pero su actitud sigue siendo la misma. “Aunque he crecido yo siento que ese niño aún viven en mí”, dice Alexander Pineda, contador público, modelo y participante de Míster Nicaragua en el 2009.
Genio y figura
Tres medallas cuelgan del saco de Carlos Tünnermann cuando tenía 11 años: la de Excelencia, de Asistencia y de Religión. Era el día de su graduación de sexto grado. 69 años después. Tres medallas cuelgan del saco de Carlos Tünnermann, de 80 años: Orden Rubén Darío, Orden Ramírez Goyena y una reminiscencia que daban los hermanos del Instituto Pedagógico de Varones de Managua donde estudió. Fue el segundo mejor alumno de su promoción, el primero fue su hermano: Guillermo. Siempre excelente, siempre correcto, siempre impecablemente vestido.
Con “la Mimi”
Edgar Ezequiel Navarro Lorío siempre ha sido un consentido de su abuelita Urania Auxiliadora González, a quien llama Mimi. Veintiún años atrás aquel chiquilín de 3 años era cuidado por la abuela que tenía 51 años. Salían a pasear por las tardes y ella disfrutaba verlo bailar arriba del Lada de la familia, que hacía de tarima. Luego siempre le decía: “¿Dónde está mi campeón?” y él se le arrojaba feliz en los brazos. Ahora ella tiene 73 y él 24, y ya no puede hacer aquellas gracias. Pero “la Mimi” nunca ha dejado de chinearlo, de besarlo y de contarle las historias de cuando era un niño. “Mi Mimi ha sido importante en mi formación, en mi vida, está en mi corazón, la amo”, dice Edgar.
Vestido de diputado
Un poco más de un año tendría Eliseo Núñez cuando lo pusieron a posar frente a la casa de su abuelita en Masaya, como ensayando para el diputado que es hoy. “Sonreí”. “Volvé a ver”. “Quedate quieto”, fue lo que probablemente le dijeron y él siguió las orientaciones al pie de la letra. Le pedimos exactamente lo mismo: que sonriera, que juntara los pies y se quedara quietecito. Este fue el resultado, ahora con 41 años.
Inseparables
Ximena Salaverri Largaespada nació el 14 de agosto de 1986, un año y tres meses después nació su hermana Mercedes. Y así comenzaron a caminar juntas por el mundo. De chiquitas, las vestían iguales y siempre hubo personas que pensaban que eran gemelas. Actualmente Ximena es psicóloga y Mercedes mercadóloga. Esta foto que fue tomada cuando vivían en Guatemala hace 22 años puede definirlas en una sola palabra: ternura. Esta imagen, dicen, representa la hermosa relación de amigas y hermanas que tienen.
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Niña feliz
De niña siempre le gustaron las fotos. Y de grande también. Valeria Sánchez, 24 años, presentadora de televisión, graduada en Marketing y Publicidad, se describe: “Fui una niña súper vaga, súper alegre, juguetona, una niña muy querida”. En esta foto de hace veinte años estaba en la casa de su papá, en su cuarto, un lugar que recuerda como un pequeño paraíso, donde se la pasaba saltando en la cama y viendo televisión. No recuerda los detalles de esta foto, pero sí que se comía uno de sus caramelos favoritos, un “morenito”, cuando su papá le dijo que se lo mostrara. Ella, no titubeó, abrió la boca y su papá capturó el momento.
La niña de papi
Desde chiquita, Lola Salaverri fue muy apegada con su papá, Alejandro Francisco Salaverri. El día de esta foto, él andaba enfermo, pero aún así se fueron al parque que quedaba frente a la casa donde vivían. “Ella siempre quería estar sobre mí aunque yo anduviera cansado”, dice él. A pesar de que tenía poco menos de 2 años, Lola aún recuerda ese bate verde limón de su infancia. Su papá era un amante del beisbol y ese juguete era una de las tantas influencias en ella. De esta foto han pasado 16 años, pero Lola, que tiene 18 años, sigue siendo la mimada de papi.
La foto navideña
A la familia Somoza Murillo le gusta hacerse fotos juntos. Rafael Somoza, el papá, Sagrario Murillo, la mamá, Sayra, la hija mayor (23) y Martha, la hija menor (22). Los cuatro se apapachan, bromean y posan para la foto, como en esta que se tomaron hace 20 años en la casa de un familiar el día de Navidad. La foto navideña en esta familia es un ritual. Los padres solían chinear sobre sus piernas a las pequeñas, ahora, con 23 y 22 años, pronto a quienes les tocará cargar será a ellas, bromean. “Esta foto es bonita porque representa la unidad familiar”, dice Sagrario Murillo. Veinte años después aquí están, los mismos cuatro, siempre juntos y listos para sonreír.