Hace 42 años terminó una dictadura de 42 años también. A las cinco de la mañana del 17 de julio de 1979 cinco aviones con Somoza y 44 familiares, amigos y altos cargos de gobierno despegaron del aeropuerto de Managua rumbo al exilio. Somoza nunca más volvería al país.
Anastasio Somoza Debayle (1925-1980) fue el hombre fuerte de Nicaragua. Manejaba a la Guardia Nacional como su ejército propio. Era dueño de media Nicaragua. Decidía quién podía ser su oposición política y proscribía a quienes lo desafiaban. Organizaba elecciones y decidía sus resultados. Por ello le llamaban dictador.
Hasta 1978 no se avizoraba ese final. La guerrilla sandinista que lo combatía era un pequeño grupo que, aunque venía creciendo, se movía con dificultad por las montañas profundas. Sin embargo, después de tantos errores y abusos, el vaso estaba lleno. Y pronto llegaría la gota que lo colmaría. El asesinato nunca esclarecido totalmente del director de La Prensa, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, sería el detonante de las insurrecciones populares que se vinieron en cascada. El Frente Sandinista se montó sobre la ola de descontento y la correlación de fuerzas comenzó a cambiar.
El periodista Eduardo Cruz hace un recuento de cómo se gestó el poder de los Somoza, y cuál fue ese punto de quiebre. Desemboca en una crónica trepidante de las últimas horas de Anastasio Somoza Debayle. Sus miedos. El llanto. La incertidumbre. ¿Quiénes alcanzan en el avión y quiénes se quedan? ¿Los que se quedan serán asesinados o van a ir a la cárcel?
Se aprecia en este reportaje que a Somoza le falló el tiempo. El “timing”, que llaman en inglés. Esa sincronía que debe existir entre la acción y el momento. A finales de junio Somoza ya sabía que todo estaba perdido, pero decidió, o se vio obligado, a esperar hasta el último momento, cuando ya las tropas sandinistas estaban llegando a la capital, para entregar su renuncia. Con esos 20 días de retraso perdió “el momento” que le hubiese permitido negociar una salida donde los sandinistas no se quedaran con todo.
Una lección para otros dictadores. Irse a tiempo. A Somoza, eso, al final, le costó la vida.
Le llamaban dictador

Sección
Etiquetas:
Páginas: