Carlos Mejía Godoy se fue decepcionado del partido en que militó por muchos años creyendo que jamás volvería a esos caminos. Lo suyo era cantar, pensaba. Sin embargo, el domingo 2 de julio del 2006, una llamada por teléfono lo agarró de los pies y lo zambulló en ese remolino del que quería escapar. “Herty murió”, le comunicó uno de sus hijos, y en ese momento comenzaron los “enamoramientos” que lo llevarían a asumir la candidatura a la Vicepresidencia de la República del Movimiento Renovador Sandinista, que hasta ese domingo lideraba el carismático candidato a presidente Herty Lewites.
Fue la última vez que lo vimos en un partido.
La obra de Carlos Mejía Godoy es, tal vez, la más prolífica de cantor alguno en Nicaragua. Con más de 400 canciones “calculadas”, no es, sin embargo, la cantidad lo que lo define como uno, sino el primero, de los compositores más importantes de todos los tiempos de Nicaragua.
Carlos Mejía Godoy vivió y cantó en épocas de profundas transformaciones en Nicaragua. Retrató al nicaragüense de carne y hueso, al obrero que se gana la vida removiendo los escombros del terremoto, al niño caza garrobos, al niño de barrio pobre que eleva barriletes y, de la mano de sus propias canciones, se fue comprometiendo cada vez más con la denuncia y la lucha. Así, pronto estuvo gritando las torturas a un grupo de mujeres en la norteña comunidad de El Cuá y ya cuando se había vuelto un militante de la causa guerrillera, llegó al punto de componer canciones que enseñaban cómo usar las armas para derrocar al dictador Anastasio Somoza Debayle.
En los años 80, su canto invitó a la movilización y defensa de la revolución.
Con la derrota electoral de 1990, empiezan a aflorar todas las perversiones que desdibujan a su partido como aquel “chilotito tierno”, “mazorca y espiga de liberación”, al que él le cantaba y se retira pensando que nunca más sería miembro de un partido.
Hasta aquel domingo. Un retorno fugaz, y volver a lo suyo. Volver al acordeón. Cantarle a Nicaragua, que ha sido la razón de su vida en estos 70 años que lo convierten en una institución del canto nicaragüense. Más allá de que podamos o no estar de acuerdo con sus posiciones políticas, Carlos Mejía Godoy es, en esencia, Nicaragua.