En los años 40 del siglo XX, las protestas callejeras contra el dictador Somoza García la encabezaban los estudiantes pidiendo su renuncia. La respuesta fue la represión brutal y la censura de prensa.
Con las protestas surgen breves canciones de lucha con un carácter de reto y agitación. De ellas nos habla una noticia del diario La Prensa alusiva al 1 de mayo de 1947, cuando toma posesión Leonardo Argüello Barreto, uno de los títeres que Somoza García puso en la presidencia: “Ese día llegan hasta la explanada de la Loma de Tiscapa centenares de ciudadanos que ante la cólera de Somoza García silban Se va el Caimán”.
“Se va el Caimán” era un porro colombiano de moda, basado en una leyenda popular que habla de un hombre que se convertía en caimán para espiar a las mujeres que se bañaban en el río Magdalena. En Nicaragua tuvo gran popularidad por su doble sentido, sin embargo, tomó un carácter político cuando la gente la incorporó a la protesta callejera, dejando a un lado las coplas del trovador José María Peñaranda.
Esta canción, silbada por la multitud en repudio a Somoza García, tenía la intención de recordarle que en El Salvador el dictador Martínez, y en Guatemala el dictador Ubico, ya se habían ido del poder.
La protesta de los estudiantes contra Somoza García no tenía aún mayor cohesión ni una estrategia, pero era auténtica. Ellos fueron los valerosos espontáneos, los primeros que protestaron contra la dictadura militar.