El país más seguro del mundo

Columnas - 09.07.2018

La imagen de Nicaragua fue vendida largo tiempo como la de un país seguro. El más seguro de América Latina, sino del mundo entero. Libres de pandillas juveniles entregadas a la extorsión y el crimen, de cárteles del narcotráfico disputándose territorios a punta de bala, de asaltos en plena calle, de robos con violencia en los domicilios.

Mientras tanto, había que apiadarse de nuestros desgraciados vecinos del norte de Centroamérica, Guatemala, El Salvador y Honduras, donde los más ricos se han obligado a vivir en guetos amurallados, y los menos afortunados enrejar sus casas en los barrios y a resguardarse temprano.

Desde hace pocos meses esa leyenda publicitaria de colores tan atractivos se ha desplomado por los suelos, igual que los ostentosos árboles de la vida que infamaban el paisaje de la ciudad de Managua, aunque aún queda intacta una parte de ese bosque absurdo. En eso de desplomarse, a la fama de país más seguro le ha ido peor, porque no queda nada de ella.

A la luz del día, y como si se tratara de un documental sobre el ISIS, el Estado Islámico, caravanas de hasta cuarenta camionetas de doble cabina Hilux se desplazan cargadas de racimos de enmascarados con armas de guerra sembrando el terror en los barrios, y cualquiera que cruce la calle en busca del bar de la esquina para tomarse una cerveza, corre el riesgo de que el certero tiro de un francotirador le desguape la cabeza.

Las barricadas que los ciudadanos levantan en ciudades como Jinotepe, Diriamba, León, Masaya, Matagalpa, Jinotega, y algunos barrios del oriente de Managua, tienen el declarado propósito de impedir el paso nefasto de las Hilux, a las que la gente llama ya las “carreta naguas” por el símbolo de muerte en que se han convertido.

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