Estudian, gozan, sufren, duermen y amanecen ahí. Jóvenes extranjeros o de zonas lejanas residen en internados universitarios y cuentan las peripecias de vivir con extraños que se convierten en sus segundas familias
Por Tammy Zoad Mendoza M.
Sus cinco años en la carrera de Turismo Rural Sostenible valen más de lo que hubiera podido pagar. Flor Emilia Espinoza, de 21 años, ha vivido todo este tiempo como becada interna de la Universidad Nacional (UNAN). Comenzó en las “Casitas Arlen Siu”. Dos cuartos con dos literas. Un estante y otro mueble con cubículos de puerta para guardar bajo llave artículos personales. Los robos son una posibilidad común. En medio de los dos cuartos un patiecito con lavandero, dos baños y un servicio higiénico que comparten con el otro cuarto. Son 8 muchachas por cada casa, de cinco a seis casas por pabellón, dos “guardias” o supervisoras en cada uno. Ellas se encargan de vigilar que todo esté en orden. Que no haya varones dentro del cuarto, que las visitas se acaben a las 9:00 de la noche, que no haya conflictos entre las muchachas. Ha visto un par de pleitos mayores, pero en general todo está en calma.
“Me mudé al edificio porque es más seguro y tiene mejores condiciones que las casitas”, cuenta. Emilia Espinoza ahora vive en el segundo piso del edificio de mujeres. Cada cuarto tiene tres literas, cada litera un pequeño ropero y en algunos cuartos improvisan “áreas de cocina”. Una sala de estudios, tres baños y tres inodoros. Abajo una sala con televisión y otra para visitas.
Sumando sus semestres, ha estado con 50 diferentes compañeras de cuarto en estos cinco años.
Este también es el último año para Cristian Canales, un salvadoreño de 20 años que vino a la Ave María College para estudiar Administración de Empresas con énfasis en Mercadeo.
“Quise tener la experiencia de vivir en otro país, en Nicaragua te adaptás rápido. Vivir en el internado me ha hecho más organizado, disciplinado”, asegura Canales. Su familia invierte 1,700 dólares al semestre porque está interno de lunes a domingo. Los que se quedan de lunes a viernes pagan 1,500 dólares y tienen los mismos beneficios. Cuarto con cama, clóset, mueble para estudio. Una sala, seis baños y seis inodoros por cada piso, internet inalámbrico. Las reglas son las mismas, pero la supervisión y acompañamiento al estudiante son más constantes.
“Se crean vínculos como los de un hermano. No hay discriminación, interactuás con gente de diferentes países, carreras y edades. Eso te abre la mente. Aquí aprendés a vivir en comunidad, es realmente algo valioso”, dice el joven que, al igual que Juany, es estudiante monitor del internado.
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Miles de estudiantes, sobre todo de zonas rurales, lejanas a las universidades o con cierto índice de pobreza, aprenden a librar la batalla por convivencia en sus cuartos. Además de esforzarse en las clases para poder mantener las becas que les dan el derecho de estudiar, comer y vivir ahí.
Karla es interna nueva. Tiene 19 años y vino desde Matagalpa a estudiar. Estudia primer año de Química Industrial en la Universidad Nacional de Nicaragua (UNAN), en Managua.
“Me tocó dormir en la litera porque llegué tarde a la casa”, comenta Karla Polanco apesarada. “Estaba desorientada. Éramos más de 400 los nuevos, según el rector, el auditorio estaba repleto. Debías llenar las hojas y firmar los compromisos de entrada”, recuerda. Son alrededor de 700 becarios internos “legales”.
Además de las universidades públicas, Ave María College es la única universidad privada en el país que ofrece la opción de hospedar a casi la mitad de su población estudiantil, una buena parte son extranjeros, como Juany Reyes, salvadoreña de 20 años, que vino en el 2008 a estudiar y está por graduarse en Relaciones Internacionales con énfasis en Negocios.Además del alojamiento y la alimentación en las universidades se procura organizar eventualmente una agenda de actividades de recreación para estudiantes, además de espacios propicios para el estudio o para reuniones de los estudiantes.
“Al principio es difícil porque dejás la familia, salís de tu país y tenés que aprender a controlar tu carácter y a manejar el de tus compañeros, pero es una experiencia que te hace madurar, responsabilizarte, volverte independiente”, dice Juany satisfecha.
Dentro de la fauna universitaria hay de todo. Buenos y malos estudiantes. Unos con suerte y otros que se atienen. Internos “legales” y “paracaidistas”. Estos son los huéspedes ilegales que en las universidades públicas duplican el número de personas que se hospedan en los internados. Los compañeros y amigos becados internos les dan “ride” a algunos que han perdido el beneficio por no cumplir con el rendimiento académico que varía de 70 a 80 de acuerdo con la universidad. O a los que viven lejos y sin beca y sin dinero, no tienen otra alternativa que pedir posada. Eso o alquilar cuartos en la periferia, como algunos estudiantes de la Universidad Agraria (UNA) que no entran ni en los 350 becados internos legales, ni en los más de 300 “paracaidistas”. Entonces alquilan en cuarterías de barrios aledaños. De 350 hasta 500 pesos mensuales. Menos de la mitad que tendría que pagar un estudiante universitario que alquile cuarto en la periferia de Managua: de 50 a 120 dólares.
“Dicen que en la UNI es mejor, pero no me quejo”, reconoce Emilia Espinoza. “Aquí se nos da lo que necesitamos. Estamos seguros, tenemos los tres tiempos de comida y es buena, facilidad a los laboratorios. Donde dicen que es peor es en la Agraria”. En la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) son 110 universitarios que tienen becas de alojamiento. Tienen espacios para estudio, recreación y viven más cómodos.
“Yo agradezco el apoyo de la beca, si no no podría estudiar, viajar a diario o comer. Alguna de las tres me faltaría. Lo único que extraño son las actividades que hacía la universidad los fines de semana para los internos. Conocí el volcán Masaya, anduve en Granada y fui a varias presentaciones de teatro. De vez en cuando en la comida le sale a uno algo raro... pero me ha ido bien”, reconoce la muchacha que deja su maleta apresurada pues están por abrir el comedor para la cena. Deberá hacer fila de media hora a 45 minutos, con vaso, cuchara y plato en mano, para recibir su porción. Con suerte este fin de semana desayune nacatamal o almuerce una taza de sopa.
Reglas de los internos
No mujeres en cuartos de hombres. No varones en cuartos de chicas.
Cero alcohol, nada drogas, ni sexo.
Respetar los horarios de visitas o entradas a las casas. Normalmente las horas de visita terminan a las 9:00 p.m.
En universidades públicas la hora tope de ingreso es a las 10:00 p.m. En Ave María College los menores de 18 años no pueden salir después de las 11:00 p.m. Los mayores de edad no tienen restricciones de horario.
Es prohibido hospedar a personas que no sean estudiantes internos. En Ave María College se acepta que se hospeden dos noches al semestre visitas de los alumnos, solo si son del mismo sexo o los padres del estudiante.
Para entrar
En Nicaragua las universidades públicas como la UNAN Managua y León, UNI, UNA disponen de becas internas. La Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (Uraccan) también ofrece la opción en su sede de Bluefields y Puerto Cabezas.
El primer requisito es aprobar el examen de admisión. Luego aplican a la beca interna y de acuerdo con la disponibilidad de becas se prioriza a los jóvenes cuyas familias tengan un bajo ingreso económico y que vivan lejos de los recintos o en zonas con dificultades de transporte.
En el caso del Ave María College todos los estudiantes tienen derecho a optar por el ingreso al internado. Se evalúan asuntos de disciplina y en caso de que el joven no tenga la capacidad económica para pagar los 1,700 o 1,500 dólares del internado puede aplicar a tres tipos de becas.
—Beca institucional. Se otorga a los estudiantes con alto rendimiento académico. El promedio es 2.8 o 2.5 en una escala de 3. Puede ser hasta el 40 porciento.
—Beca Ave María, es por logros de liderazgo en el área de pastoral universitaria. Se valora también la necesidad económica de quien aplica. El promedio debe ser 3.2 en una escala de 4. Va del 60 al 80 porciento.
—Beca presidencial es la que otorga el Gobierno. Anualmente remiten estudiantes que tengan alto rendimiento académico y sin recursos para pagar. La universidad hace evaluaciones generales previas al ingreso y el Gobierno asume el costo total de los estudios.