Desde Rubén Darío hasta Anastasio Somoza García pasaron por el lente de José Santos Cisneros, a quien se le considera “el padre de la fotografía nicaragüense”
Por Ulises Huete
La foto donde Rubén Darío posa con traje blanco, bastón y el rostro de perfil es una de las más conocidas de Cisneros. Así como la serie fotográfica de los funerales del poeta en la ciudad de León en 1916. Estas fotos forman parte del imaginario colectivo de buena parte de la población nicaragüense, ya que han sido publicadas muchas veces y se exhiben en el Museo Archivo Rubén Darío, donde llegan las romerías de estudiantes, investigadores y turistas a conocer parte de la vida del poeta. Sin embargo, la identidad de este fotógrafo se ha ido diluyendo entre la dispersión de su obra y el paso del tiempo.
María Dolores Torres, historiadora de arte, afirma que Cisneros es el más célebre de los primeros fotógrafos nicaragüenses del siglo XX. Además lo llama “el padre de la fotografía nicaragüense” por su excelente trabajo como retratista artístico y primer documentalista gráfico del país. Cisneros —continúa la doctora Torres— fotografió paisajes, cuadros cotidianos, edificios, calles y plazas. Su trabajo es un catálogo cultural e histórico de Nicaragua.
José Santos Cisneros nació en León el 1 de noviembre de 1887 y murió en la misma ciudad en 1977. El fotógrafo Guillermo Alaniz fue su maestro. La doctora Torres dice que Alaniz fue un “fotógrafo de grandes méritos, experimentador con químicos y emulsiones para preservar las fotografías”. Cisneros y Alaniz se volvieron socios de un estudio fotográfico y después Cisneros se independizó y abrió su propio negocio, cuyo rótulo decía: Santos Cisneros fotografía.
“Él le dedicaba todo su tiempo a su negocio. Hacía fotos dentro y fuera de su estudio. Tomaba todo tipo de fotos, desde muy elegantes hasta para licencia”, cuenta Tania Almendárez, nieta de Cisneros, quien vivió con él parte de su infancia y juventud en León. Cisneros se convirtió en un fotógrafo supercotizado en su época. Hacía fotos de bodas, primeras comuniones, funerales, graduaciones, retratos de candidatas a concursos de belleza, personales y de familias enteras.
Almendárez cuenta que su abuelo “vivía en una casa clásica leonesa de cuatro corredores. En el momento de tomar las fotos uno de los corredores se convertía en estudio, con una serie de luces, telones y cortinas”. En su estudio tenía utilería como canapés, columnas, escaleras, espejos, ropa, telones con paisajes y diferentes motivos, además de una serie de accesorios para cada tipo de foto. Margarita Montealegre, destacada fotógrafa y pionera del fotoperiodismo en Nicaragua, dice que “el estudio de él era famosísimo, era un referente. Tener una foto de Cisneros era como lo máximo que existía en Nicaragua”.
Almendárez expresa que “en diferentes partes de Nicaragua me he encontrado con gente que me dice que tienen una foto que les tomó mi abuelo”. Las personas iban solas y en familia a León para retratarse con Cisneros. Ya no se diga los habitantes de León. “Si era que te ibas a casar, requerías que él te tomara la foto de tu boda”, explica su nieta. “Yo recuerdo, siendo niña, que las muchachas que eran candidatas a Miss León o novias de la universidad iban a tomarse las fotos con él porque era donde les iban a quedar bien”.
La doctora Torres afirma que los europeos introdujeron la fotografía en Nicaragua entre 1860 y 1870. Gregorio Rodríguez, Francisco Quezada y Guillermo Alaniz fueron algunos de los primeros fotógrafos nicaragüenses destacados que antecedieron a Cisneros. Pero fue con Cisneros que la fotografía alcanzó un mayor desarrollo por la amplitud de temas que abarcó durante su carrera. La fotógrafa Margarita Montealegre expresa que uno de los grandes aportes de Cisneros es que “instala una profesión que primero no era muy reconocida aquí en Nicaragua, había pocos fotógrafos de prensa, de estudio había en Managua, en algunos departamentos, pero no con la calidad y la perseverancia de él”.
El trabajo de Cisneros trascendió las fotos de estudio y de eventos sociales. La doctora Torres dice que Cisneros “también recogió los paisajes de Nicaragua que fueron publicados en el Almanaque de Hispano-América de 1924 editado en España”. Pero también Cisneros documentó las ruinas de Managua después del terremoto de 1931 e hizo fotos de varios edificios emblemáticos de León y Granada. Su mirada captó las gentes, acontecimientos, naturaleza y ciudades de Nicaragua en gran parte de la primera mitad del siglo XX.
En 1929 se publicó en León un libro titulado Hoja de laurel. Este libro, del que se encuentran escasos ejemplares en la actualidad, es un homenaje que le hicieron intelectuales, periodistas y personalidades de León de aquellos años por su excelente labor de retratista. En ese tomo aparece una galería de retratos de personas ilustres como Mariano Fiallos Gil, el general José María Moncada, el “Sabio” Debayle, varios jerarcas de la Iglesia católica y diversos hombres y mujeres destacados de la sociedad leonesa. Los retratos van acompañados de textos laudatorios del trabajo de Cisneros extraídos de diversos periódicos de esa época.
Montealegre expresa que la obra de Cisneros puede compararse con la de dos grandes fotógrafos de estudio latinoamericanos: el mexicano Romualdo García (1852-1930) y el peruano Martín Chambi (1891-1973). Cisneros, García y Chambi, dice Montealegre, “hicieron fotografía de estudio que marcaron pauta y dieron a conocer a través de sus fotos una cultura, una historia, que no eran las típicas fotos de estudio donde solo se fotografiaba una clase social, sino una amalgama de personas”. Las imágenes de estos fotógrafos son un registro sociológico y cultural expresado con gran destreza fotográfica y un sentido estético que las hace admirables.
Desafortunadamente la obra de Cisneros permanece dispersa. No existe una colección pública donde los nicaragüenses puedan apreciar las diversas fotos que documentan la época que fotografió Cisneros. “Ojalá que quien tenga los archivos de Cisneros den a conocer el trabajo”, expresa Montealegre. “Para nosotros sería un orgullo que existiera una sala permanente donde se mostraran las cámaras de Cisneros y su trabajo porque las generaciones nuevas conocemos poco, una que otra foto, no un libro donde se muestre su legado”, concluye la fotógrafa.
Las personalidades de la época buscaban como hacerse fotos que tuvieran la elegancia que antes tenían solo los retratos pintados. El mayor logro fotográfico de Cisneros, desde el punto de vista de la fama de su modelo, fueron los retratos de Rubén Darío, que contribuyeron a fijar en la mente de las personas la figura mítica del gran poeta de Metapa.
Cisneros también tenía un almacén donde vendía material fotográfico: películas, líquidos y papel para revelado, cámaras y lentes. Su establecimiento les proveía estos materiales a otros fotógrafos de León. Además de fotógrafo, era un pequeño empresario.
En este conjunto fotográfico se aprecia el gusto por los atuendos exóticos y preciosistas. Los planos generales de poses recostadas evocan las pinturas de mujeres distinguidas de la antigüedad. Parece ser que este tipo de fotografías gozaban de mucha demanda en aquellos años, eran una especie de fantasía fotográfica.
La mirada fotográfica de Cisneros se posaba sobre todo lo interesante de su época. Aquí vemos un ejemplo de los tipos de fotos que también hizo: la fotografía arquitectónica. En Hoja de laurel se hace una enumeración de sitios fotografiados en León por Cisneros que se exhibían en su Galería de Arte: “La tumba de Monseñor Pereyra y Castellón, la Catedral, el Seminario, internos del colegio conciliar de San Ramón, la universidad…”.
Foto del entierro en 1937 del Dr. Luis Henry Debayle Pallais, el “Sabio Debayle”, suegro de Anastasio Somoza García. Cisneros era solicitado por las familias leonesas de distintos estratos sociales para fotografiar los funerales de sus seres queridos.
Galería de arte de José Santos Cisneros. En la foto se aprecia una exposición permanente de fotos, sillas de varios diseños y utilería diversa. En esa época era costumbre fotografiar a la gente con fondos pintados con paisajes que simulaban ambientes exteriores. Las poses, la ropa, el peinado y la iluminación se preparaban con esmero. Cisneros era un maestro del retrato.
Estos dos retratos forman parte de la galería de fotos que aparecen en el libro Hoja de laurel (1929). En el libro citado se lee: “Los trabajos de Cisneros tienen ya fama mundial, sus efectos de luz, sus medios tonos son ya prodigiosos. Revistas alemanas han reproducido muchas de sus postales, con leyendas que le honran”.
Las fotos de esa época muestran la moda de los años veinte europeos adoptados en Nicaragua. Cortes de pelo, accesorios y vestidos que dan testimonio de los gustos de las clases pudientes de la época.
Cisneros también hacía fotos de exteriores. En esta imagen aparece el Colegio Centro América cuando estaba en Granada. Afuera se miran estudiantes y personal del colegio. La fotografía arquitectónica de edificios desaparecidos o que ahora están en ruinas también forma parte del tipo de imágenes que capturaba y que ahora tienen un gran valor histórico.
En el libro Hoja de laurel aparece este comentario sobre esta foto: “La fotografía de la pequeña niña Gloria Sugráñez, vestida con traje de balladera, es algo que sorprende. Aquí el artista Cisneros se nos revela como un brujo de la cámara obscura… Esta foto permanecía en exhibición en su galería fotográfica y despertaba mucha admiración”.
Los desastres naturales son adversidades frecuentes en Nicaragua. Aquí apreciamos las ruinas de la Avenida Bolívar de Managua después del terremoto de 1931. Esta imagen nos muestra el fuerte impacto del terremoto. Cisneros también documentaba acontecimientos históricos.
Aquí vemos otro de los edificios devastados por el terremoto de 1931: el Palacio Arzobispal de Managua.
El doctor Luis Henry Debayle Pallais posa con sus más cercanos discípulos. El estilo de las fotos de Cisneros presentaba a sus modelos con gran distinción y elegancia. Además de fotos personales, de parejas y familiares, se hacían fotos gremiales, como la que podemos apreciar arriba. Ya para esa época las fotos comenzaban a usarse para definir las identidades sociales y la imagen pública de las personas.
En esta foto posa Azarías H. Pallais. Los retratos de Cisneros eran hechos con esmero, Tania Almendárez, nieta del fotógrafo, lo recuerda preparando a las personas antes de la foto: “Colocaba a la persona, la quedaba viendo, como que le estaba buscando cuál era el ángulo que era el mejor, le ponía la posición, se la cambiaba, le ponía las luces, entonces era ver a alguien que estaba construyendo algo”.
Cisneros fotografió a personas de los sectores sociales más modestos presentándolas con dignidad. En el libro Hoja de laurel (1929) se lee: “Los trabajos de Cisneros tienen ya fama mundial, sus efectos de luz, sus medios tonos son ya prodigiosos. Revistas alemanas han reproducido muchas de sus postales, con leyendas que le honran”.
Las fotos grupales requieren de un cuidadoso trabajo de composición para que tengan proyección y armonía. En esta foto se aprecia la maestría de Cisneros en el dominio de la iluminación y las poses en grupo.
Cisneros documentó fotográficamente a una diversidad de tipos de personas como sacerdotes, militares, poetas, médicos, periodistas, campesinos, estudiantes, deportistas, etc. Sus retratos son una muestra del tejido social de su época.
Los retratos de Cisneros eran hechos con esmero, Tania Almendárez, nieta del fotógrafo, lo recuerda preparando a sus clientes antes de la foto: “Colocaba a la persona, la quedaba viendo, le ponía la posición, se la cambiaba, le ponía las luces, entonces era ver a alguien que estaba construyendo algo”.
Tania Almendárez, nieta de Cisneros, a los 2 años de edad, en 1950, lista para llevar los anillos en una boda que se realizó en la Catedral de León.
En una crónica publicada en El Semanario, en 1924, a propósito de una exhibición fotográfica en su estudio se lee: “Aquello es la mar de fotografías. Todas las muchachas de León, todos los varones, todos los elementos destacados, todos los humildes, allí están...”.
Estos niños provenían de varias parroquias de León. Se tomaron la foto en grupo porque darían la primera comunión juntos. El adulto que los acompaña posiblemente era el catequista. Estas fotografías son un documento valioso sobre las costumbres, el vestuario, los peinados y las etnias de Nicaragua.
Las fotos de bodas de Cisneros gozaban de gran demanda en León. Muchas de las parejas que se iban a casar requerían de una sesión de fotos de estudio y otra en la iglesia. Cisneros no solo trabajaba de fotógrafo, también tenía un almacén donde vendía películas, líquidos y papel para revelado, cámaras y lentes. Su establecimiento les proveía estos materiales a otros fotógrafos de la ciudad.
El retrato de muertos fue una costumbre que nació al poco tiempo del invento de la fotografía. Este tipo de fotos se hacían en diferentes lugares de América Latina como México y Argentina, entre una diversa parte de la población.
El maestro José Santos Cisneros con su nieto Joe Pete Dickinson.
También cultivó la foto arquitectónica. Fotografió iglesias, colegios, el Seminario y la universidad de León, hospitales, etc. Aquí vemos una imagen aérea de León, donde se distingue el diseño del conjunto urbano.
Cuando llegaban a tomarse fotos de primera comunión niños de escasos recursos y no llevaban un atuendo propicio para la ocasión, Cisneros tenía en su estudio accesorios como velas y lazos para que los niños salieran con el vestuario adecuado. La invención de la fotografía y el desarrollo tecnológico de fines del siglo XIX popularizaron los retratos que antes se hacían solo los sectores pudientes.
Algunos de sus retratos muestran la moda europea de los años veinte adoptados en Nicaragua, como el de la dama de arriba. Cortes de pelo, accesorios y vestidos que dan testimonio de los gustos de las minorías pudientes de la época.