¿Cómo crear un hijo fuera del vientre materno? Tres médicos nicaragüenses se han aventurado a dar vida dentro de un laboratorio a través de la Fertilización In Vitro.
¿Los resultados? 93 bebés
Dora Luz Romero
Durante doce años no hubo ni un solo día que Hilda Cerda dejara de pedirle a Dios que le mandara a un hijo. Lo hacía de día. De noche. De rodillas. En la iglesia. En su casa... En esos años se hizo cientos de estudios, visitó varios médicos, se hizo un par de inseminaciones artificiales, pero el resultado en los exámenes de embarazo siempre era el mismo: negativo. Y venían las lágrimas y el desconsuelo. Y la montaña de esperanzas se desmoronaba de un solo tajo. Una y otra vez.
“Ése era nuestro anhelo, tener un hijo. Cada vez que ella se hacía algún tratamiento a mí me desconsolaba, porque cuando el resultado salía negativo ella se ponía a llorar. Yo le decía que confiáramos en Dios. Yo no quería verla llorar”, confiesa José Luis Novoa, su esposo.
Hace catorce años que Hilda, de 34 años, se casó con José Luis Novoa, de 39 años. Desde entonces comenzaron a intentar tener hijos, pero pasaron los años y se dieron cuenta que ellos formaban parte de ese 18 por ciento de parejas que son afectadas por la infertilidad.
De joven –recuerda Hilda, blanca, ojos pardos y cabello rizado–, siempre pensó que tendría tres hijos. Tres serían suficientes. Ni muchos. Ni pocos. Simplemente suficientes.
Intentó con varios médicos. También con varios tratamientos, y nada. Pero hace poco más de un año, a Hilda le recomendaron ir donde un médico que le resolvería su problema. Un médico que cumpliría su sueño de ser madre. Las esperanzas la invadieron, nuevamente.
En Nicaragua existen tres doctores que se han dado a la tarea de crear vida en un laboratorio a través de la técnica de Fertilización In Vitro (FIV). Para ellos, es sencillamente copiar un proceso creado por Dios gracias a los avances de la ciencia.
Aplaudido por muchos y criticado por otros, lo cierto es que estos galenos desde su laboratorio han podido darles un hijo a esas parejas afectadas por la infertilidad en el país.

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Con pasos presurosos Hilda Cerda llegó al consultorio del doctor Carlos Salgado acompañada por su esposo. Era como empezar de cero. Le contaron de su historial médico, el tiempo que llevaban intentando tener hijos y el anhelo que tenían. Después de varios estudios, el doctor les dijo que su caso no tenía explicación.
Según las estadísticas de infertilidad, el hombre influye un 40 por ciento, la mujer otro 40 por ciento y un 20 por ciento son causas denominadas “inexplicables”. También les dijo que una posible solución era la Fertilización In Vitro.
Hilda había escuchado sobre este método, pero no sabía con exactitud en qué consistía. Sin embargo, confiesa que desde el primer momento que acudió al doctor “tenía mucha fe. Yo sabía que iba a tener a mi bebé. Él (doctor) me transmitió mucha confianza”.
Una vez decididos, Hilda comenzó a realizarse el tratamiento. “Primero me hicieron una inducción a la ovulación”, lee de un papel que aún guarda doblado en una cajita. La inyectaron por varios días seguidos para lograr que produjera tres óvulos. Luego ésos serían extraídos y puestos en una incubadora, donde posteriormente se pondrían junto a los espermatozoides para que lograran ser fecundados y así, una vez fecundados, los transferirían a su útero.
Hilda y su esposo siguieron el procedimiento al pie de la letra. Sin lugar para fallas. Ya antes de someterse habían ahorrado el dinero suficiente para lograr costearse este proceso que el doctor Carlos Salgado estima anda entre 2,500 y 4 mil dólares “con sus variaciones”.
“A mí me implantaron dos óvulos fecundados”, recuerda Hilda.
A los quince días después de la transferencia, Hilda se hizo una vez más el examen de embarazo. El corazón le latía con fuerza y cuando logró abrir el sobre pudo leer que decía: positivo. “Yo estaba feliz. Yo siempre se lo había pedido a Dios y ahora tenía mi milagro”, cuenta.
A los días, Hilda se hizo su primer ultrasonido y pronto el médico supo que los dos óvulos implantados habían “pegado”. Hilda esperaba gemelos.

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Sobre la pared de la sala de espera del consultorio del doctor Juan José Lugo se ven decenas de fotografías de recién nacidos. Las dedicatorias de agradecimiento abundan. “Cómo agradecer tanto cariño”, se lee sobre la foto de una niñita.
Juan José Lugo, Carlos Salgado y Vernon Halleslevens son los médicos que decidieron aventurarse por el mundo de la infertilidad. “Encontramos un vacío enorme. Las pacientes tenían que viajar para que se les realizara una Fertilización In Vitro”, recuerda el doctor Salgado, quien hizo sus primeras incursiones en esa rama en España en 1996.
Estos médicos trabajan juntos desde hace algunos años. “Empezamos con inseminaciones (artificiales) allá por el 2003”, dice Salgado. Años después comenzaron a practicar el in vitro, pero ayudado por médicos extranjeros. Incluso, hubo ocasiones en las que les tocó viajar con sus pacientes a Panamá, ya que en el país no existían laboratorios especializados.
Pero mucho tiempo antes de que en Nicaragua siquiera se empezara a hablar de este método de reproducción asistida, alrededor del mundo ya se practicaba y era visto como el gran “boom” de la ciencia. La primera niña in vitro, Louise Brown, nació en Inglaterra el 25 de julio de 1978. Su fotografía fue publicada en las portadas de los diarios británicos y su nacimiento estuvo rodeado de mucha polémica debido a la forma en cómo fue concebida. El científico Robert Edwards junto al ginecólogo Patrick Steptoe fueron los primeros en conseguir el nacimiento del primer “bebé probeta”.
En América Latina el primer bebé in vitro nació en Bogotá, Colombia, en el año 1986. Mientras que en Nicaragua fue hasta septiembre de 2007 que nació la primera niña in vitro con equipos y médicos nicaragüenses. Su madre prefiere no ser mencionada ni mucho menos que su hija conozca cómo fue concebida.
El nacimiento de niños in vitro ha dejado de ser noticia en muchos países. En el Centro Colombiano de Fertilidad (Cecolfes), por ejemplo, se dice que hasta el 2004 habían nacido poco más de 3 mil niños “probetas”. Cifras de ese mismo año, muestran además, que en el Reino Unido habrían nacido más de 10 mil niños bajo esta técnica.
Sin embargo, éste sigue siendo un tema del que hay algunos a favor y otros en contra. Las parejas beneficiadas se muestran agradecidas con el milagro de la ciencia, mientras que otros como la misma Iglesia católica parecen estar en desacuerdo. De hecho, el Papa Benedicto XVI –según una nota publicada en el diario El País de España en el 2008– habría dicho que esta técnica amenaza la dignidad humana.
Pero, ¿por qué ha creado este tema tanto conflicto? “Esto tiene que ver mucho con los aspectos éticos, costumbristas, religiosos... de la sociedad donde estamos. En Europa tener un tratamiento de este tipo es lo más común. Aquí tenemos fuerte influencia religiosa. Una sociedad bastante conservadora, pero lo que nos hace falta es mucha educación. La educación es una barrera grande para montarse en el carro de los avances”, considera el doctor Salgado.

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Uno de los riesgos de la Fertilización In Vitro es el embarazo múltiple. Eso bien lo sabe María Noel Sotomayor, de 32 años, y su esposo Wilfredo Navarro.
Casados hace doce años, esta pareja tuvo su primer hijo sin problemas. Lo llamaron Wilfredo, como su padre. Mientras el pequeño crecía, en la familia comenzaron a sentir la necesidad de otro bebé. Después de varios años de intentarlo se dieron cuenta que no podían “y no sabíamos por qué”, cuenta María Noel.
Las visitas a los médicos y los exámenes comenzaron. Se sometieron a dos inseminaciones artificiales, pero sin obtener resultados.
María Noel confiesa haberse desesperado. Hubo un tiempo –reconoce– que la vida de ella y de su esposo se reducía a la búsqueda de un hijo. “Fue un tiempo bien estresante. Yo tenía temor de realmente no poder volver a tener hijos. Me dio mucha ansiedad. Subí unas cuantas docenas de libras”, asegura. Lo intentaron durante cuatro años hasta que llegaron donde el doctor Vernon Halleslevens. Después de varios estudios él les propuso un proceso in vitro.
María Noel se sometió al tratamiento con la esperanza de tener “un hijo más”. Pero el día que se hizo su primer ultrasonido supo que eran dos y no uno. Al tercer ultrasonido supo que eran tres y no dos. Los tres óvulos fecundados transferidos habían “pegado”.
“Yo comencé a llorar. Ahora me voy a morir, decía. Mi esposo estaba desesperado. Yo hipertensa y con tres bebés a bordo. Ésa fue mi primera reacción, pero gracias a Dios todo salió bien”, dice María Noel mientras abraza a sus tres pequeñitos: Andrés, María Noel y Diego José, quienes tienen dos años y nueve meses.
Después de los trillizos, María Noel salió embarazada de su quinto bebé, Mariana Lucía, quien actualmente tiene cuatro meses.
En la casa de los Navarro Sotomayor todo es bullicio. Cuando un niño llora y otro le sigue. Otro pide agua y la cadena continúa. Pero a pesar del ajetreo de cuidar tantos hijos, María Noel asegura que esos pequeñines son una bendición.
Quienes están en desacuerdo con la Fertilización In Vitro –consideran estos padres– es porque no saben lo que significa querer tener un hijo y no poder. “Aunque pensaran que fueron hechos en laboratorio,
son una bendición de Dios. Es vida, aquí están. No son robóticos, son niños de verdad. Sólo porque
los hicieron fuera del útero... están hechos de su padre y madre que los quieren y los esperan al igual como esperamos a nuestro primer hijo”, dice María Noel.

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Si a los médicos les tocara describir cómo llega una paciente a su consultorio dirían que aprensivas, ansiosas y con un poco de esperanza. Así las describen estos tres médicos que aseguran que les ha tocado sufrir y vivir la historia de cada una de sus pacientes. “Las pacientes han pasado con tantos médicos, han pasado frustración. No es fácil lidiar con este tipo de paciente. Nuestra labor es darles ánimo y decirles que todo va a salir bien. Las mandamos además donde un psicólogo para que les dé más alivio y esperanza”, cuenta el doctor Halleslevens.
“Cuando me llaman y me dicen: ‘doctor salió negativo’, entonces yo también entro en una etapa de
duelo”, confiesa este médico quien asegura que hasta divorcios han habido por esos resultados.
Por su parte, el doctor Juan José Lugo asegura que “nosotros quisiéramos darles bebés a todas las
mujeres que vienen, pero hacemos el esfuerzo”.
Una de esas mujeres, con poca esperanza y un tanto aprensivas, era Hilda Cerda cuando llegó por primera vez al consultorio del doctor Carlos Salgado. Iba desesperada después de pasar por varios médicos, pero la fe –dice esta mujer– nunca la perdió. “Yo sabía que iba a tener mi hijo”, afirma.
Pero al final, era como una ruleta, sólo tres de cada diez mujeres que entraban a ese laboratorio para
hacerse un in vitro salen embarazadas. Hilda Cerda fue una de esas tres. Salió embarazada de gemelos.
A los dos meses perdió a uno de ellos. El otro sobrevivió, pero también se vio muy mal. Nació a los
cinco meses y tres semanas, pesó dos libras y permaneció en una incubadora por dos meses. Ese pequeñito ahora tiene nueve meses y se llama José Ramón Novoa Cerda. “Ahora sí soy feliz. Tengo a mi hijo. Él es todo para mí”, confiesa esta madre agradecida primero con Dios, y después con el médico.
Pero, ¿se sienten los médicos creadores de vida? El doctor Vernon Halleslevens dice que es como “ayu-
darle a la naturaleza a que una pareja tenga un bebé”. Mientras que el doctor Salgado considera que lo
que ellos hacen es “una copia del proceso natural que se ha logrado a través del estudio. Es simplemente
repetirlo. No podemos ir más allá de lo que Dios hizo con el cuerpo de la mujer”.
Causas
¿Cuáles son las razones por las que una mujer podría ser sometida a una fertilización in vitro? Cuenta el doctor Carlos Salgado que no es tan fácil como suena y que tampoco todas las parejas son “elegibles”.
“Algunas vienen y nos dicen ‘quiero una fertilización in vitro’ y eso no es así. Se le hace a la pareja que lo necesita”, asegura.
Éstas son las razones por las que una pareja podría ser sometida a este tratamiento:
Problemas de trompas: Que la paciente las tenga obstruidas, irreparables, ya sea por daño infeccioso o porque tuvo una cirugía previa.
Problema de ovulación: Pacientes que tienen una falla ovulatoria que a veces le llaman prematura, o que por su edad tienen problemas de ovulación.
Factor masculino: Cuando los recuentos de esperma son muy bajos o los espermas se mueven muy lentamente.
Donaciones
Alrededor del mundo existen bancos de espermas y de óvulos para aquellas parejas que tienen problemas irreversibles de fertilidad y que no pueden ser sometidas a tratamiento. Existen mujeres –por ejemplo– que no pueden producir óvulos, ya sea porque sus ovarios fueron extirpados quirúrgicamente, o por menopausia prematura. Otras tienen una calidad del óvulo pobre y éste no puede ser fertilizado.
Para estas mujeres aún hay esperanzas. La pareja puede someterse a una fertilización in vitro (FIV), pero con un óvulo donado. Puede ser una donante conocida, familiar o anónima.
En caso de que sea el hombre el del problema irreversible, también se puede realizar el mismo proceso, pero con donación de espermas. Así que el in vitro puede ser con óvulo propio y semen donado o viceversa.
Además de la fertilización con óvulos o espermas donados, hay países en los que con la FIV es posible escoger el sexo de un embrión. Asimismo es posible utilizar un método para identificar los embriones que podrían sufrir dolencias genéticas.
Según los médicos nicaragüenses, en el país aún no se utilizan estos métodos.