El mundo de los esteroides

Reportaje - 01.06.2016
Strong bodybuilders testing their biceps in a skandemberg contest

¿Héroes o villanos? Aumentan el rendimiento físico, consiguen contratos millonarios, medallas olímpicas, un cuerpo fibroso o la cura de una enfermedad, mientras ocultan trastornos, fracasos y muertes súbitas

Por Julián Navarrete

Una enfermera rubia sacó a Diego Armando Maradona de su último partido mundial. La Selección Argentina acababa de vencer 2-1 a Nigeria y se encaminaba con dos victorias consecutivas a la ronda de los 16 mejores equipos del Mundial de Futbol Estados Unidos 1994. La rubia llevaba puesto un lazo verde en el cabello y dos cruces del mismo color en el pecho y la espalda. Ingrid María era el nombre de la mujer que lo encaminó por un pasillo hacia un laboratorio de control antidopaje. En esa ocasión, Maradona dio positivo a efedrina, un medicamento que abre las vías respiratorias. Fue expulsado del torneo. La selección albiceleste cayó en los dos siguientes partidos y Diego dijo: “Me cortaron las piernas”.

No fue la primera vez que Maradona cayó ante sustancias prohibidas. Tres años antes del episodio con la enfermera, cuando militaba en el Nápoles de Italia, el astro del futbol dio positivo a cocaína y fue sancionado 15 meses. Y en 1997, con el equipo de sus amores, Boca Juniors, volvieron a detectarle polvo blanco en su cuerpo. La última puerta se cerraba: Maradona colgó los tacos. Su caso sirvió como prueba para incluir a la cocaína entre los estimulantes prohibidos por la Federación Internacional de Futbol Asociados.

La Agencia Mundial Antidopaje publica anualmente una lista con las diferentes sustancias prohibidas en los deportes: estimulantes, esteroides, hormonas, diuréticos, narcóticos y cannabinoides. Maradona admitió haber consumido efedrina mediante un quemador de grasa que le suministraron meses antes, con el propósito de hacerlo bajar de peso. No obstante, de la cocaína siempre dijo: “No sirve para jugar, porque te tira para atrás y no para adelante”.

Aunque la mancha del “doping” de Maradona ocupa un lugar minúsculo, sirvió para que los organismos deportivos globales vigilaran los demás deportes. Los casos más sonados estallaron en atletismo, beisbol, esquí, boxeo y ciclismo. Los especialistas “antidoping” entendieron que las sustancias caminaban más rápido que sus controles y empezaron a quebrar a los laboratorios que las procesaban. La lucha contra el dopaje empezó y todavía no termina.

En esta batalla antidopaje ya son muchas las estrellas deportivas que se han apagado: Marion Jones, Barry Bonds, Lance Armstrong, entre otros. Sin embargo, las grandes figuras no tienen exclusividad sobre estas sustancias y las personas comunes y corrientes comenzaron a utilizarlas para mejorar su apariencia física. Esteroides anabólicos, estimulantes y hormonas. En Nicaragua no hay estadísticas, pero la encuesta Pride del 2009, aplicada a más 120 mil estudiantes de escuelas de secundaria en Estados Unidos reveló que casi uno de cada 14 muchachos y una de cada 37 muchachas reportaron haber usado esteroides anabólicos.

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Es un secreto a voces: Jorge “El Negro” Campbell, uno de los más exitosos fisicoculturista de la historia de Nicaragua, hasta los últimos días de su vida, consumía esteroides anabólicos. El cuerpo de Campbell fue encontrado el 24 de marzo de 2016 en su gimnasio en Managua. Era un Jueves Santo, con un calor pegajoso y los medios reportaron que lo hallaron colgando de una viga del techo. Más tarde la versión fue que se había cortado las venas y apuñalado su propio cuerpo. No se conoce la muerte detalle a detalle, pero no hay duda de que fue suicidio.

“El Negro” Campbell encendía las tarimas del deporte de los músculos contraídos. Por muchos años fue el emblema del fisicoculturismo, construyó un gimnasio, entrenó a diferentes atletas y se suicidó mientras transcurría su Semana Santa 41. Los medios que reportaron la primicia atribuyeron la muerte a problemas con su expareja. Los esteroides anabólicos pudieron elevar el nivel de depresión que lo trituraba y lo llevaron a tomar su última decisión, según allegados y expertos en esteroides anabólicos.

Cualquiera que sea la sustancia que mejora el desempeño físico, ante todo, es una droga. Por lo tanto, puede llevar a la adicción. Campbell no competía desde muchos años atrás, sin embargo, nunca estuvo fuera del medio del desarrollo muscular. Su físico se mantenía casi intacto y aparentaba no faltarle ganas para mostrarse desnudo en una tarima.

Diferentes investigaciones revelaron que algunos consumidores de esteroides emigran a otras drogas para reducir problemas de sueño e irritabilidad, cuando se abstienen de consumirlos. El cuerpo experimenta diferentes síntomas: cambios de humor, fatiga, inquietud, pérdida del apetito y reducción del deseo sexual. La depresión es uno de los síntomas más serios de la abstinencia, que a veces conduce directamente a intentos de suicidio. Para muchos: Campbell pudo ser víctima de sus propios demonios.

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Wilbert Zapata es bajito, tez morena, cuerpo fornido. Sus bíceps parecen chimbombas y el pecho un corazón hinchado. Zapata es dueño de un gimnasio, presidente de la Federación de Fisicoculturismo de Masaya y entrenador personal experto. El hombre de los brazos de globo se declara en contra de las sustancias anabolizantes, pero acepta que el medio donde trabaja está inundado de ellas: “Yo ando en esto y puedo asegurar que es más común de lo que parece: más del 90 por ciento de los atletas utilizan esteroides”.

Zapata ha visto cómo diferentes atletas nicaragüenses —de beisbol, futbol y basquetbol— buscan constantemente sustancias que los ayuden a mejorar el rendimiento. Las sustancias no pueden conectar imparables, anotar goles o encestar canasta, pero según estudios, aumentan el rendimiento en un veinte por ciento, al incrementar la fuerza, velocidad y resistencia.

“Nosotros los entrenadores muchas veces somos los culpables. Cuando miran a las personas con deseo de mejorar, se acercan con la idea de hacerlo a través de estas sustancias. Las personas más vulnerables son las que caen porque tienen algún complejo físico y la facilidad económica para comprarlos”, dice el entrenador, quien considera que el mismo medio de los gimnasios promueve y facilita estas prácticas.

“Admiramos a las personas que tienen mayor definición, menor cantidad de líquido subcutáneo, mayor densidad muscular. Este tipo de cosas son muy difíciles de adquirir con esfuerzo y buena alimentación. Sin embargo, conozco algunos que lo hacen a punta de sacrificio y la genética los favorece y no usan esteroides. Pero estos casos son mínimos”, cuenta Zapata.

La tentación de usar esteroides tiene que ver con la rapidez. Estas sustancias prometen tocar el cielo en poco tiempo. Para muestra están los fisicoculturistas, cuyo objetivo es desarrollar sus músculos al máximo. Pues, resulta que el crecimiento muscular se debe a la calidad de recuperación entre sesiones de entrenamiento. Cuando una persona entrena, lo que hace es destruir las fibras musculares que tardan 48 horas en recuperarse. En cambio, al utilizar esteroides, el músculo se recupera en la mitad del tiempo.

“Esto quiere decir que se acorta el periodo de recuperación. Hay que tener claro que el músculo crece con la recuperación. Por lo tanto, si el músculo se recupera más rápido y las fibras se recuperan más rápido, los músculos crecen rápido”, dice el experto.

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Calvicie, malhumor, acné, enfermedades en el hígado, corazón y riñones. Los detractores de las sustancias prohibidas mueven el dedo acusador hacia los efectos secundarios. Un mito bastante generalizado es el de los hombres musculosos con testículos pequeños. Sin embargo, este fenómeno se explica debido a que los esteroides son a base de testosterona, hormona masculina producida por los testículos. Cuando las personas ingieren testosterona sintética, los testículos dejan de producir la hormona, se entumen, y por lo tanto se empequeñecen. A esto se le llama hipogonadismo.

Según estudios, el promedio de vida de una persona que abusa de esteroides anabólicos oscila entre los 40 y 45 años. El doctor Neri Olivas dice que las personas que abusan de sustancias anabólicas se detectan con facilidad: sufren acné severo y son impulsivas. Con el tiempo desarrollan tumores y coágulos de sangre en el hígado y enfermedades coronarias.

“Los síntomas pueden ser diferentes. Todo depende del organismo. Las mujeres que consumen esteroides sufren cambios en su voz, crecimiento del vello facial, periodos menstruales más largos, aumento del apetito y crecimiento del clítoris. Los hombres tienden a perder tamaño testicular y a acumular grasa debajo de los pezones”, dice el médico.

El estallido de estas sustancias ocurrió en la década de los treinta. En 1939, el científico alemán Adolph Butenandt ganó el Premio Nobel de Química por un estudio sobre la testosterona. El dictador de Alemania, Adolf Hitler, prohibió que Butenandt recibiera el premio, que finalmente obtuvo en 1949, cuatro años después del derrocamiento de Hitler.

A partir de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, los alemanes continuaron con la investigación. En los Juegos Olímpicos de 1976, los atletas alemanes ganaron 40 medallas de oro. Arrasaron. Sin embargo, una década después, una investigación determinó que todos habían consumido sustancias para ayudarlos a obtener las preseas. Se las quitaron.

Una de las sustancias más utilizadas por los alemanes fue el Oral Turinabol, un derivado de la testosterona. Muchos deportistas testificaron consecuencias aterradoras de cáncer tras el dopaje, desequilibrios hormonales e infertilidad en algunas mujeres. En octubre de 2007, el Comité Olímpico Alemán anunció que había completado un programa de compensación para 157 víctimas reconocidas. Los atletas recibieron una indemnización de 20 mil euros cada uno.

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Durante muchos años, el ciclista Lance Armstrong fue un símbolo del deporte global. En 1996, el atleta texano fue diagnosticado con cáncer en los testículos. Armstrong se recuperó dos años después y entre 1999 y 2005 obtuvo siete triunfos consecutivos en el Tour de France, más una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Encabezó la Lance Armstrong Foundation que desarrolló en 2004 la pulsera de silicona amarilla “livestrong”.

En 2012 la Agencia Antidopaje de Estados Unidos acusó a Armstrong de dopaje sistemático. Ese año le retiraron su palmarés y lo suspendieron de por vida. Los patrocinadores lo abandonaron y él admitió que se suministraba un cóctel de transfusiones de sangre y testosterona.

“Todo se ha tratado de una gran mentira que resultó bastante perfecta durante mucho tiempo. No sentía que estuviera haciendo trampa, doparme era parte de mi trabajo”, dijo el exciclista, quien además reconoció que: “Es imposible ganar siete tours sin doparse. No quiero acusar a nadie. Yo tomé las decisiones y fue mi error”.

Los deportistas nicaragüenses no han escapado de los escándalos por dopaje. De hecho, han estado muy cerca de las bombas mediáticas alrededor de las sustancias prohibidas. El pelotero nicaragüense Marvin Benard salió en la lista de deportistas clientes del laboratorio Balco en 2003, donde estuvieron involucrados la corredora Marion Jones y el beisbolista Barry Bonds.

La investigación federal provocó la caída de Marion Jones, a quien le retiraron cinco medallas olímpicas, entre ellas, tres de oro. Bonds fue acusado, pero nunca se mostraron pruebas en su contra. Sin embargo, el escándalo lo ha alejado de sus posibilidades de entrar al Salón de la Fama. En la última votación obtuvo solo el 44 por ciento de los votos necesarios para ser inducido.

Marvin Benard era el jugador chaparrito y “pimentoso” que siempre buscaba un lugar en los Gigantes de San Francisco. En una constelación de jugadores estrellas que incluía a Jeff Kent, JT Snow y Barry Bonds, Benard pujaba por un espacio en el equipo. Todos los nueve años que permaneció en Grandes Ligas jugó con los Gigantes. Pero fue hasta 2010, siete años después del escándalo, que el nicaragüense aceptó haber consumido esteroides, según él, para tratar un lesión en la rodilla que sufrió en 2002.

“Es verdad. Hice cosas tontas que nunca debí hacer. En esa época, pensaba que hacía lo correcto por el motivo correcto, después me di cuenta que cometí un error, que era demasiado tarde, pero no había manera de volver atrás”, dijo Benard.

Everth Cabrera tampoco escapó de la mancha de las sustancias prohibidas. 2013 era su año. Tras una buena mitad de campaña, fue llamado al Juego de Estrellas, era líder en bases robadas, registro que pretendía repetir, ya que el año anterior lo había logrado. Bateaba por encima de su promedio y sus jugadas eran seleccionadas entre las mejores del momento. Hasta que las Grandes Ligas intervino y acusó a 15 jugadores vinculados al laboratorio Biogénesis, entre ellos Alex Rodríguez y Everth Cabrera, quien fue suspendido 50 juegos.

“Tomé la decisión de usar esto. Soy el responsable, pero quiero dejar claro que no lo busqué. Fue algo que me ofrecieron. Los que me representaban antes fueron quienes me presentaron con esa persona”, dijo Cabrera, entre sollozos. “Sabía que eso no era lo que yo quería. No era una buena decisión. Incluso, cuando entré en esa clínica, me sentí asustado”.

¿Por qué crecen los músculos?

La clave del desarrollo muscular es la síntesis proteica y la generación celular. El músculo está formado por largas fibras que contienen proteínas que forman el músculo. Cuando un atleta se somete a un entrenamiento pesado, la estructura muscular se daña y causa microdesgarros en las fibras de los músculos. Horas más tarde, el cuerpo repara el daño al arreglar las fibras rotas. Lo que se obtiene después es un músculo más grande y fuerte.

Fuente de la juventud

Para muchos atletas los esteroides son la fuente de la juventud, porque pueden palpar los resultados en solo semanas: aumento de la masa muscular, resistencia, fuerza y velocidad. Los atletas de resistencia que quieren reducir el tiempo de recuperación entre sesiones utilizan un poco más de la cantidad que produce el cuerpo, mientras que los velocistas que necesitan más fuerza y potencia utilizan el doble. Sin embargo, los fisicoculturistas ingieren 100 veces más que lo que un hombre produce normalmente, según estudios.

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