Los sandinistas la celebran como una gesta heroica, pero lo cierto es que fue una masacre que dejó incalculables víctimas mortales entre guerrilleros y civiles que trataron de huir de las balas de la Guardia Nacional.
Por Hans Lawrence Ramírez
--¿Alguien sabe cómo salir de aquí? – preguntó Gabriel Cardenal al verse rodeado de monte, árboles y nada parecido a un camino transitable
-- Yo – respondió José de Jesús Zamora.
-- A ver, ándate al frente entonces, pero rápido.
Zamora empezó a darle indicaciones a la escuadra de macheteros que iban abriendo camino entre la maleza, mientras Cardenal, alias “Payo” los apuraba.
--Apúrense que nos va a agarrar la Guardia aquí.
Era un grupo de guerrilleros sandinistas y cientos de personas civiles que estaban huyendo del barrio San Judas y zonas aledañas porque la Guardia Nacional de Somoza estaba haciendo una barrida casa por casa después de sostener enfrentamientos con los subversivos rojinegros por varios días.
Aquella mañana del 15 de junio de 1979, casi nadie en San Judas quiso quedarse a esperar que la Guardia comprobara si eran guerrilleros o no, sobre todo después de las noticias que llegaban sobre las masacres hechas en otros barrios aledaños como Monseñor Lezcano, El Kilocho, El Dorado, la Colina 110 y Batahola Sur.
Algunos sobrevivientes que habían escapado de esos barrios, lograron refugiarse en San Judas, pero la Guardia llegó al amanecer de ese 15 de junio para continuar con la masacre.

***
José de Jesús Zamora ha vivido en San Judas toda su vida. Se unió a la guerrilla en 1977 como correo, es decir, llevando y trayendo mensajes, y después anduvo haciendo pintas en casas de reconocidos somocistas y miembros del Partido Liberal Nacionalista (PLN). Luego, el Frente Sandinista le dio la orden de que se integrara al Frente Interno, el cual combatía en las zonas urbanas de Managua.
Para junio de 1979, cuando los sandinistas estaban por lanzar la ofensiva final, Zamora y otros guerrilleros atacaron un cuartel de la Guardia en San Judas. “Ahí estuvimos dos noches y después la EEBI nos hizo retroceder”, recuerda Zamora.
El 12 de junio, los guerrilleros llegaron nuevamente a atacar a la Guardia y recuperaron el cuartel, pero el 15 de junio, la EEBI (Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería) llegó con mucha más fuerza y los guerrilleros, al verse sin municiones y sin capacidad para combatir a la fuerza élite de la Guardia, decidieron organizar un repliegue.
Zamora relata que rápidamente se agruparon en un colegio que hoy se llama República de Cuba y ahí recibieron la orden de replegarse hacia El Crucero. La EEBI, después de recuperar el cuartel comenzó a hacer barrida en las casas de los vecinos de San Judas para dar con los guerrilleros y en muchos casos, liquidaron a personas que no tenían nada que ver con la guerrilla.
La EEBI incluso se metió en el mercadito de San Judas y ahí pasaron rafagueando. Murieron incontables personas que, hasta después del triunfo de la Revolución, el piso del lugar todavía se veía manchado de sangre.
Además de municiones, los guerrilleros concentrados en el colegio les faltaban armas, pero había algunos que tenían machetes y otros se andaban defendiendo solamente con palos.
Héctor Luis Obregón, otro guerrillero que estuvo en San Judas en aquellos días, contó a medios de comunicación oficialistas en 2022, que los que andaban machetes conformaron la “escuadra de macheteros y fueron abriendo camino por el monte hasta llegar a El Vapor”.
Los guerrilleros se conformaron en columnas junto con los civiles para salir huyendo, pero rápidamente se dislocaron. Obregón explicó que una parte tomó un camino por San Isidro de Bolas y otros se fueron por Pochocuape.

***
“Yo era el baqueano ahí”, cuenta Zamora 44 años después.
Cuando “Payo”, que era el guerrillero al mando, preguntó quién conocía la zona, él se ofreció a dirigir a los macheteros.
Este grupo había tomado el camino que iba por San Isidro de Bolas y llevaban cargados a varios heridos, recuerda Zamora. Algunos murieron en el lugar y sus cuerpos tuvieron que ser abandonados.
Mientras los guerrilleros avanzaban, la Guardia también lo hacía y escuchaban los disparos a los lejos de manera que tuvieron que acelerar el paso hasta que como a las tres de la tarde de ese mismo 15 de junio, llegaron a la hacienda cafetalera El Vapor.
En el lugar solamente se encontraba el capataz, quien no pudo detener al centenar de gente que se metió a la propiedad buscando refugio. En apariencia, la Guardia había quedado atrás perdida en el monte, de manera que los guerrilleros decidieron quedarse ahí.
Zamora relata que esa noche destazaron una vaca para hacer un sancocho y comer algo. Hubo personas que se albergaron en un galerón que había en la hacienda y pasaron una noche tranquila. En alerta, pero tranquila.

En la mañana del 16 de junio todo empezó a ponerse tenso. “Pasaron helicópteros de la Guardia, pero pensamos que iban para el lado de Diriamba o El Crucero. Hasta después nos dimos cuenta que era para caernos a nosotros”, relata Zamora.
Después de los helicópteros, llegó a la entrada de la hacienda un hombre motorizado. Se quedó un par de minutos tratando de ver hacia dentro de la propiedad en actitud sospechosa.
--Agarrá a ese hijo de puta – gritó alguien
Inmediatamente el motorizado arrancó y se perdió en el camino. “Qué lo vamos a estar agarrando si iba en moto”, recuerda Zamora.
A los pocos minutos, se escuchó una ráfaga de disparos y tres personas civiles cayeron al piso. La Guardia los había encontrado.
***
Cuando llegó la Guardia, Zamora se encontraba en la hacienda Miraflores que quedaba al lado del Vapor. Estaba vigilando en esa zona por si los guardias aparecían entre los cafetales vecinos, pero no fue así.
Llegaron por la entrada principal de la hacienda tirando bala a diestra y siniestra. Guerrilleros y civiles salieron corriendo en desbandada para cualquier parte. Algunos lograron llegar hasta Ticuantepe. Otros a Diriamba, El Crucero, la Concepción y San Rafael del Sur.
Zamora relata que él salió huyendo junto a otros guerrilleros a otra hacienda vecina llamada San Roque. Ahí estuvieron por unas horas escuchando cómo la Guardia rafagueaba a las personas que se encontraban en El Vapor. La familia que vivía en la hacienda San Roque le pidió a Zamora y los demás guerrilleros que por favor se fueran. “Váyanse. Nos van a matar. Váyanse por favor”, suplicaron.
Los guerrilleros siguieron huyendo por monte hasta salir a una zona poblada de Managua y buscaron cómo esconderse.

Tiempo después, Zamora se daría cuenta de la magnitud de la masacre. Hasta la fecha, no hay una cifra exacta de cuántas víctimas mortales dejó la Guardia en El Vapor, pero se estima que fueron entre 300 y 500. Zamora indica que la Guardia quemó el galerón en donde se refugiaron unas 200 personas.
Al capataz de la hacienda la Guardia lo iba a matar también porque creían que estaba coludido con los guerrilleros, pero le perdonaron la vida después de que el hombre les explicó en medio de llantos que solamente era el que cuidaba el lugar y que no era un guerrillero.
Casi un mes después, el Frente Sandinista derrocaría por las armas a la dinastía somocista y en 1980 empezarían a conmemorar el repliegue a El Vapor con una caminata y actos partidarios. Hasta la fecha, los sandinistas continúan conmemorando esta acción como si se tratara de una gesta heroica, pero lo cierto es que dejó una cantidad hasta ahora incalculable de fallecidos.
Zamora cuenta que nunca supo quién era el dueño de la hacienda El Vapor, pero que hasta 2005 los dejaba llegar hasta dentro de la propiedad cuando conmemoraban la fecha de la masacre. Sin embargo, desde ese año, la hacienda aparentemente cambió de dueño y ya no les permiten llegar ni a la entrada.