Los años de “El Clan de la Picardía”

Reportaje - 06.03.2022
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Un programa de televisión amenazado por la ruina económica fue la sensación por más de 10 años entre los nicaragüenses. “Chompipín”, Méndelson, María Esther y Carlos Mejía Godoy eran los que abrían el ventanal cada sábado para mostrar un pedacito de Nicaragua

Por Hans Lawrence Ramírez

Sábado, tres de la tarde. En la casa de doña Ana Mendieta ya se sabía que en el televisor culón de la sala se tenía que sintonizar el Canal 2 porque a esa hora ella miraba El Clan de la Picardía junto a sus tres nietos.

Los niños siempre estaban pendientes de las ocurrencias y chistes de “Chompipín”, el personaje más querido del programa, según recuerdan su productora María Esther López y su fundador, Carlos Mejía Godoy.

A doña Ana lo que le gustaba era el reportaje principal del programa en el segmento “El Ventanal”, que normalmente contaba la historia y la cotidianeidad de alguno de los pueblos de Nicaragua. “Tal vez nunca viajé, pero gracias al programa medio conocí algunos lugares del país”, cuenta la señora.

El Clan de la Picardía se transmitió entre 1996 y 2008 y recibió el premio Ceiba de Oro como mejor programa cultural de Centroamérica en 2002. Doña Ana recuerda que lo empezó a ver como para 2001 porque su hijo mayor le regaló un televisor para el día de las madres. Ella tenía 55 años, ahora tiene 75.

La señora dice que a Carlos Mejía ya lo conocía porque desde joven lo había visto cantando, pero a los demás personajes los conoció hasta que empezó a ver el programa.

“Cuando terminó me sentí muy triste, muy impactante. Me acuerdo que decían que era porque no tenían apoyo para seguir haciendo el programa y era un programa muy bonito, muy valioso”, comenta doña Ana.

La última edición de El Clan de la Picardía fue el 27 de diciembre de 2008. Cerraron el programa con un concierto de Carlos Mejía Godoy y Los de Palacagüina. También estuvo el cantautor Juan Solórzano, miembros de la escuela de marimba Flavio Galo y otros artistas invitados.

También presentaron comentarios del escritor Sergio Ramírez sobre el legado del programa en materia cultural, además de Eliseo Ramírez, un recopilador y estudioso de la cultura nicaragüense.

“El Chompipín hizo su último show también y los niños aquí tristes, y eso que ya no estaban tan niños, si el menor tenía como 13 años”, dice doña Ana mientras recuerda aquella despedida televisada.

María Esther y Chompipín grabando el programa en la Laguna Venecia en Condega. CORTESÍA

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El Clan de la Picardía fue una idea de Carlos Mejía Godoy en su afán de generar entretenimiento, educación y promoción de la cultura nicaragüense, pero sin caer en lo intelectual o lo académico, sino más bien desde el punto de vista popular, cuenta él mismo 26 años después.

“Esa es una de las experiencias más apasionantes de mi vida”, resalta Mejía Godoy, y algo similar dice María Esther López.

“Los años del Clan de la Picardía fueron de las etapas más enriquecedoras que yo he tenido. Fueron 13 años bien jalados”, recuerda López, ahora conocida como la reina del sabor nicaragüense

Para 1996, López trabajaba en producción audiovisual. Desde los ochenta ya había trabajado en la producción del programa “La Liga del Saber” y otro que se llamaba “El Pollito Intelectual”, de manera que cuando Mejía Godoy estaba buscando a alguien que le ayudara con la producción de su programa, López se sintió en la capacidad de asumir el reto.

Era un reto porque el programa estaba al borde de la bancarrota. Ya tenía un año de existencia y debía poco más de 300,000 córdobas a Canal 2 y el rating estaba por el suelo.

López hizo varias observaciones en la producción del programa y una de las cosas que cambió es que dejó de grabarse en el estudio del canal y empezaron a salir a la calle y a involucrar a los artistas, artesanos, personajes populares y demás

Al inicio la gente los rechazaba, explica López, porque temían que se tratara de algún programa de bromas, y dice que respetaban cuando la gente no quería salir en cámara. En un año y medio, el programa saldó sus deudas con el canal y empezó a generar ganancias.

Mejía Godoy recuerda que López le dio un giro completo al programa y con la idea de salir a la calle y visitar los pueblos, sentía que se llegaba a la población y se retrataba el día a día de la gente de los pueblos.

Cuando viajaban fuera de Managua, se iban de noche, recuerda el camarógrafo del programa Daniel Silva Molina, conocido como “La Pantera” y quien trabaja con López desde 1983.

Silva comenta que eran un equipo bastante disciplinado. Salían de Managua a la media noche para poder llegar temprano y hacer tomas del amanecer entre los cerros con la única cámara que tenían.

“A las cinco de la mañana agarraba la cámara y me iba a grabar”, rememora. Buscaba imágenes pintorescas de campesinos ordeñando, mujeres encendiendo el fogón y echando tortillas, los campesinos trabajando y de fondo, dejaba el sonido ambiente del canto de los animales.

Entrada la mañana, tocaba empezar a grabar. A veces presentaban en la orilla de un río, con mujeres lavando ropa sobre una piedra en el fondo y los niños merodeando, asomándose y haciendo muecas a la cámara.

Hablaban con los habitantes del lugar y algo que doña Ana recuerda particularmente es que buscaban a la persona más longeva del pueblo para que contara cómo era el lugar años atrás. Había quienes relataban cuentos y leyendas, y artistas locales que cantaban, bailaban o montaban un acto para la cámara.

Luego buscaban un lugar céntrico del pueblo, como un parque, una plaza o una cancha y ahí se grababa el programa. Hacían concursos, bailes, rondas de preguntas, retos y demás, mientras la misma gente hacía un círculo, aplaudía, se reían y algunos participaban en el programa.

Se iban a cualquier parte de Nicaragua. Mejía Godoy estima que en los 13 años en que se transmitió el programa, fueron a un 40 por ciento del territorio nicaragüense.

“Nos metíamos a lugares impensados que la gente ni se imaginaba que existían”, cuenta López recordando que llegaron a una comunidad llamada Carreta Quebrada en Sébaco, que ni en el mapa salía.

María Esther dirigiendo al cantautor Juan Solórzano durante una grabación. CORTESÍA

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María Esther López tiene fama de ser intensa para trabajar, y lo fue con El Clan de la Picardía. Para los primeros meses, en que el programa todavía se grababa en el estudio de Canal 2, llegaba con su hijo mayor Méndelson Nicoya López.

Méndelson tenía 10 años y López cuenta que él siempre quería involucrarse así que una vez ella le dio unos casetes y le dijo que él era responsable de ellos. Otro día, una de las presentadoras tuvo problemas para llegar a la grabación en vivo y no había quién presentara una lista de patrocinadores.

A López se le ocurrió probar a Méndelson y el niño lo hizo encantado, con fluidez y mucha desenvoltura. Toda la producción quedó asombraba y a partir de ese día comenzaron a tenerlo en cuenta para presentar en el programa.

Otro de los personajes era “El Chompipe Eléctrico”, que lo interpretaba Bayardo García. Representaba la algarabía y la alegría del niño nicaragüense, explica Mejía Godoy. Un día, García renunció al programa y su reemplazo fue el otro hijo de López, Amadeus Josué que tenía 8 años en aquel entonces. El personaje pasó a llamarse “Chompipín”.

“Ellos fueron una verdadera revelación porque a pesar de su corta edad asumieron un rol profesional en la lógica del programa”, valora Mejía Godoy, y agrega que, al corto tiempo, “Chompipín” tuvo un gran impacto inesperado en la población.

López detalla que cuando viajaban fuera de Managua, la gente seguía, saludaba y abrazaba a Chompipín tal cual celebridad y en algunas ocasiones, los alcaldes declaraban feriado local para que los pobladores pudieran asistir al evento de El Clan de la Picardía.

Chompipín era el personaje más querido por los nicaragüenses que miraban El Clan de la Picardía. CORTESÍA

“Los años de El Clan de la Picardía nos mostraron a una Nicaragua maravillosa que nos tendió su abrigo y nos dijo: sí, entren a nuestros hogares”, comenta López, pero el proyecto vio su fin en diciembre de 2008

Era muy difícil mantener económicamente al programa, sobre todo cuando varios patrocinadores empezaron a retirarse. El equipo no podía costear el espacio en el canal, además de la producción, salarios, viajes y demás, y como no estaban dispuestos a endeudarse nuevamente, decidieron que El Clan de la Picardía debía concluir.

Por otro lado, también resultaba agotador para el equipo. “Como te digo, fueron 13 años bien jalados”, dice López, mientras que Mejía Godoy cuenta que a veces él terminaba un concierto a media noche o a la una de la mañana y de ahí salía para los pueblos con el equipo de grabación.

Para López también era cansado, pero además complicado porque también debía lidiar con un problema de salud que tenía su hijo menor Amadeus, el que interpretaba a Chompipín.

En una edición del programa Mi Vida, Mi Historia, que se transmitía por Vos TV, el mismo Amadeus contó que desde muy chico había sobrellevado problemas respiratorios y en una ocasión hasta fue sometido a una operación. “Para explicarlo fácil, se me cerraba la nariz y tenía que respirar la boca”, explicó Amadeus.

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Cuando El Clan de la Picardía salió del aire, Carlos Mejía Godoy continuó su carrera artística y con otros proyectos como el montaje de la pastorela nicaragüense, que la hacía con actores músicos empíricos.

Actualmente, se encuentra exiliado en Estados Unidos y desde hace años acarrea un problema en la espalda que le provocó su compañero leal, el acordeón, porque desde bastante joven se acostumbró a tocar de pie y hacía enviones hacia atrás que con el paso del tiempo terminaron perjudicándolo.

Méndelson y Amadeús junto a su mamá, hicieron un programa después de El Clan de la Picardía. Se llamaba “Futbol y más Futbol”, pero solo estuvo al aire una temporada.

Se trataba de seguirle la pista al futbol nicaragüense. Entrevistaban a jóvenes talentos y nuevamente recorrían el país, pero ahora detrás de los equipos de futbol. “Siempre nosotros de patas de perro”, dice López.

Actualmente, Méndelson continúa dedicado a la crónica deportiva y a Amadeus, entre sus conocidos y familiares le llaman “Chompipón”, porque ya creció.

María Esther López continuó dedicada a la producción audiovisual y a la cocina nicaragüense. Ha escrito libros de recetas e incluso publicó un disco de doce canciones de recetas nicas cantadas por ella misma.

Desde 2009 tiene un programa llamado “Nicaragua en mi Sazón”, que lo transmite por Facebook los lunes y viernes a las nueve de la mañana y siempre publica sus recetas en redes sociales y en Youtube.

Antes se iba a los departamentos y pueblos para conocer recetas y cocinarlas con los productos locales y con las cocineras de esos lugares.

El Clan de la Picardía se grababa en plazas, parques o canchas con la gente alrededor. CORTESÍA

Dice que ahora está creando un segmento llamado “Recetas Saca Clavo”, que sirven para que la gente pueda preparar comidas con bajo presupuesto y aprovechando todo lo que se encuentra en el hogar, “y manteniendo la tradición de nuestras abuelas de no desperdiciar nada de la comida”.

Hasta la fecha, López continúa trabajando con el camarógrafo Daniel Silva, alias “La Pantera”.

Por su parte, doña Ana ya casi no ve televisión nacional. “Veo otros canales. Solo pongo las noticias y después lo quito”, dice. Desde que El Clan de la Picardía dejó de transmitirse, comenta que le perdió el gusto al Canal 2.

La señora lamenta que ya no se produzcan este tipo de programas populares y culturales. “Uno aprendía mucho con ese programa y se divertía. Si los juegos que hacían eran bien entretenidos”, resalta.

Doña Ana dice que se acuerda bien de los miembros de El Clan de La Picardía, pero que de ellos solo ha sabido de María Esther y Carlos Mejía. “La María Esther sé que es cocinera y don Carlos Mejía Godoy por supuesto que no le pierdo la pista, pero el otro muchacho (Méndelson) y el Chompipín, quien sabe qué pasó con ellos. Me imagino que están con la mamá”, dice.

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