La leyenda del vapor Victoria

Reportaje - 03.09.2023
Capor-Victoria

Durante siete décadas, un barco de vapor surcó las aguas del gran lago de Nicaragua, acarreando pasajeros. Era un vapor mercante, pero en algunas ocasiones se convirtió en uno de guerra. El dictador Anastasio Somoza García llegó a considerarlo como a un “enemigo”, porque atentaba contra sus intereses económicos de hacer un negocio de transporte lacustre en el lago.

El empresario italiano Francisco Alfredo Pellas le había comprado la Compañía de Navegación del Lago al norteamericano E. Hollembegck, la que tenía un vapor llamado Coburgo. Sin embargo, en 1882 Pellas llegó a Filadelfia para recibir un nuevo vapor que había mandado a construir.

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Adolfo Cárdenas Martínez escribió que él fue invitado al viaje de prueba del vapor y que parecía un remolcador, pues carecía de cubierta. Pellas, abuelo del hoy empresario Carlos Pellas, lo llamó Victoria en honor a una hermana suya.

El vapor Victoria entró ese mismo año a Nicaragua por San Juan del Norte hasta llegar al lago Cocibolca, donde lo reformaron construyéndole un segundo piso, para hacerlo más cómodo para los pasajeros y se puso al servicio al público.

Se trataba de un vapor de 136 pies ingleses de eslora, 28 pies de ancho, seis pies de calado, capacidad para 130 toneladas y comodidad para 75 pasajeros de segunda clase y otros 75 pasajeros de primera clase, donde viajó la gran mayoría de la alta sociedad nicaragüense.

El vapor operó entre 1882 y 1955, cuando terminó quemado por desconocidos, se supone que adeptos al dictador Anastasio Somoza García, quien siempre lo vio como a un “enemigo” porque el general se había comprado un yate lujoso para que también navegara en el gran lado, llamado General Somoza, el se hundió, fue rescatado, pero quedó inservible. El General Somoza nunca pudo competir contra el Victoria.

Las ruinas del vapor Victoria en el lago de Nicaragua. FOTO/ CORTESÍA/ ARCHIVO PERSONAL/ ÓSCAR NAVARRETE

Durante el gobierno de José Santos Zelaya, el vapor Victoria pasó a manos del Estado, quedando bajo la administración del Ferrocarril Nacional. Y, en 1913, el gobierno lo dio en arriendo por un préstamo a banqueros norteamericanos, con el nombre del Ferrocarril del Pacífico. Aunque después, volvió nuevamente a manos del Estado.

Hubo ocasiones en las que el Victorio fue convertido en vapor de guerra. La primera, en 1893, cuando liberales y conservadores se unieron contra la reelección del presidente Roberto Sacasa. El vapor fue asaltado y tomado por los revolucionarios.

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Durante el régimen de Zelaya, también fue tomado por los conservadores en sus varias luchas contra el dictador. En una de ellas el vapor Victoria y el 11 de Julio fueron puestos a combatir frente a la isla Zapatera contra el vapor 93, que el gobierno había trasladado del lago Xolotlán al Cocibolca.

El vapor nunca tuvo un accidente. Tras su desaparición, en 1955, el Victoria quedó en la mente de los nicaragüenses de esa época porque estuvo al servicio de la población por mucho tiempo. Hubo intentos por reconstruirlo, pero, finalmente, su casco se envejeció y se fue destruyendo con el tiempo.

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