La efímera y polémica guerrilla de Jacinto Baca

Reportaje - 05.11.2023
Guerrillero1

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Nicaragua operaron entre 1967 y 1969 bajo el mando de un jovencito de 23 años y apoyado por un sector del Partido Socialista. Su existencia fue efímera y muchos de sus miembros terminaron por integrar al Frente Sandinista.

Por Hans Lawrence Ramírez

Dos hombres desconocidos llaman la atención en el pequeño pueblo de Rota, a 39 kilómetros al norte de León. Es un caserío donde habitan unas 300 personas de manera que la presencia de los dos tipos mal encarados, y a leguas foráneos, llama la atención del soldado raso de la Guardia Nacional, Ruperto Salmerón.

Además de Salmerón, dos hombres identificados como “Los López” y que son conocidos en el pueblo por su afinidad al régimen somocista, advierten la presencia de ambos.

Es domingo 9 de noviembre de 1969. Los dos desconocidos son Reynaldo Puertas y Jacinto Baca, miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Nicaragua (FARN). Pasan por Rota tomando un descanso, pues están de camino hacia la cordillera de Los Maribios para preparar una acción militar que las FARN tiene prevista ejecutar en los siguientes días.

Jacinto Baca, al darse cuenta de que su presencia en el lugar ha llamado la atención, decide tomar las cosas con calma. Los hombres entran a una pulpería y piden un par de gaseosas. El plan era terminar la bebida con paciencia para no hacerse notar apurados, y seguir su camino.

–Clase calor – se queja Jacinto

–Horrible – responde el hombre que lo atiende

–Buenos días – interrumpe el soldado Salmerón – ¿Podrían acompañarme al comandito?

–Sí – responde Jacinto

Salmerón es un guardia que funge de “comandante” de la pequeña estación de Rota, conocida en el pueblo como “El comandito”. Tras la repentina invitación del soldado, Puertas y Baca tienen una coartada preparada.

Al entrar a la estación, Salmerón pregunta que a qué se debe su presencia en el pueblo.

–Somos buhoneros. Vamos de camino a Malpaisillo – responde Baca.

Casi inmediatamente, Salmerón nota un arma bajo la camisa de Jacinto. El soldado trata de desarmarlo, pero Jacinto saca la pistola y le dispara antes de que el guardia pueda reaccionar.

Salmerón cayó al suelo desangrándose. Los dos hombres salieron de la estación, pero Los López, alertados por los disparos, les salieron de frente y empezó el tiroteo en media calle. Jacinto es alcanzado por las balas y cae muerto, mientras su compañero Reynaldo Puertas logra escapar y sortear una enorme redada que desató la Guardia tratando de encontrarlo en Rota y pueblos aledaños.

Puertas consigue regresar a León y esa misma tarde pasó un informe de lo sucedido a las estructuras de las Fuerzas Armadas y del Partido Socialista, ligado a estas. Jacinto, por su parte, quedó muerto en Rota y con su muerte empezó a morir también las FARN.

El historiador Rafael Casanova señala en su libro Bordes ocultos, el entretejido de nuestra historia, que tras la muerte de Jacinto, “los reporteros del diario somocista Novedades utilizando una foto lo popularizaron con el mote de “El muchacho de la metralleta”. Esa es la única foto que se conoce de Jacinto Baca.

Esta es la foto de Jacinto Baca publicada por los medios oficialistas de la época. ARCHIVO

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El 12 de junio de 1969 las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Nicaragua (FARN) hicieron pública su existencia a través del secuestro del terrateniente chinandegano Aquileo Venerio Plazaola.

Días antes, la Guardia había capturado a varios jóvenes denunciados por extorsionar a un empresario chinandegano de nombre Pablo Ubilla. Estos también eran miembros de las FARN. Según Casanova, esto ocurrió el 4 de junio de 1969. Ese día, “se informa en los medios de la captura de 15 estudiantes del Instituto Nacional de El Viejo, Chinandega, al verse involucrados en un intento de extorsión al empresario Pablo Ubilla. En días posteriores se habla de hasta 30 detenidos en Corinto, Chinandega, León, Managua y Jinotega. Las autoridades logran encontrar relación entre lo de Ubilla y el secuestro de Venerio Plazaola.

Hasta entonces, en Nicaragua solamente se conocía de la existencia de un grupo armado, que era el Frente Sandinista y tenía seis años de haber sido fundado. Las FARN, por su parte, ya tenían casi dos años de creación desde que Jacinto Baca fue contactado por dirigentes del Partido Socialista de Nicaragua para que liderara a este grupo.

Según un antiguo dirigente del Partido Socialista y que solicita anonimato, todo empezó cuando algunos miembros de esa agrupación política viajaron a la Unión Soviética entre 1962 y 1963 para estudiar la doctrina marxista leninista y al regresar a Nicaragua, implementaron en el partido algunas cosas de las que habían aprendido.

Una de ellas era prepararse para todas las formas de lucha, incluida la lucha violenta para la toma del poder. El dirigente socialista indica que no se trataba necesariamente de fundar un grupo armado, si no de que los miembros del partido supieran usar las armas para tomarlas cuando fuera necesario.

Al regresar de la Unión Soviética, entre 1965 y 1966, los socialistas crearon una Comisión Especial dedicada a trabajar en esa línea. “Algunos le llamaban Comisión Militar, pero era muy gracioso porque de militar no tenía nada”, señala la fuente.

Para aquellos años, el Partido Socialista operaba a la luz pública a pesar de estar ilegalizado en Nicaragua. Hacían sus actividades e incluso tenían una sede que quedaba del viejo Estadio Nacional, 400 metros arriba y otros 50 metros al norte en Managua. Tras la masacre del 22 de enero de 1967, el Partido entra en una crisis porque muchos de sus miembros pasan a la clandestinidad incluida la Comisión Especial encargada de la conformación del brazo armado.

Juanita Navarro, miembro de la Juventud Socialista, fue delegada en 1967 por esta comisión para que hiciera contacto con algunos guerrilleros sandinistas y que estos les ayudaran a conformar a las FARN. Navarro no dudó en comentarle a su esposo, Jacinto Baca y así fue cómo él, que para entonces era miembro del Frente Sandinista, decidió abandonar a los rojinegros y meterse de lleno con el proyecto que traían entre manos los socialistas.

La Guardia Nacional hizo varias redadas para dar con miembros de las FARN. ARCHIVO

En su libro, Casanova expone extractos de algunas entrevistas con exmiembros de las FARN, como Jorge Galo Espinoza quien aseguró que Juanita Navarro estaba vinculada al Frente Sandinista, pero también era militante del Partido Socialista. Abdul Sirker, por su parte, dijo a Casanova que “se tenía que aprovechar en aquel momento la experiencia de Jacinto así como la atracción de otros cuadros del FSLN hacia nuestras filas”.

Otro exmiembro de las FARN, Cesar Cortez Téllez dijo que “Jacinto estaba por esa época marginado del Frente y por eso se acerca a nosotros”, sin embargo, la comandante guerrillera Mónica Baltodano cuenta que Jacinto no tenía problemas con nadie dentro del Frente Sandinista y por lo tanto no está claro cuáles fueron sus motivaciones para aceptar la propuesta de los socialistas. “No hay un dato que diga que él se haya peleado con alguien (del Frente Sandinista). No está claro de que él haya tenido pleitos”, señala Baltodano.

Para aquel entonces, Jacinto tenía 23 años, pero desde los 19 se le había visto en acciones armadas con el Frente Sandinista, sobre todo en asaltos bancarios y entrenamiento militar. Su experiencia con los sandinistas fue suficiente para que a su edad los socialistas lo nombraran como el jefe nacional de las FARN. El día de su muerte, tenía 25 años recién cumplidos.

Mónica Baltodano explica que “los socialistas le proponen a él que se pase a organizar el grupo armado. Como Jacinto ya tenía experiencia y había participado en asaltos y otras acciones, entonces lo ponen al frente de esa fuerza”.

Las FARN operaban “con una autonomía relativa” del partido, señala el dirigente socialista. Si bien este grupo armado ejecutaban sus operativos, estos debían mantener informada a la Comisión Especial en la cual estaban César Cortés, Álvaro Montoya Lara, Guillermo Baltodano, Abdul Sirker y Roger Cabezas, entre otros.

Estos, a su vez, informaban de las actividades de las FARN al secretario general del partido, que en un momento fue Álvaro Ramírez Gonzáles y luego Onofre Guevara.

Según Baltodano, las FARN antes iban a llamarse Frente de Acción Revolucionaria Nicaragüense, y después cambiaron a Frente Armado Revolucionario Nicaragüense. Por último, se quedaron con el nombre de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Nicaragua, inspirados en las FARC de Colombia, y las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) de Guatemala.

Junto con Jacinto, algunos miembros del Frente Sandinista se fueron a las FARN, sobre todo sus amigos cercanos. Uno de ellos fue Lenín Cerna, pero a principios de 1969 decidió regresar al Frente Sandinista.

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Si bien las FARN fueron un grupo pequeño, Baltodano explica que aprovecharon la estructura del Partido Socialista para formar sus propias células guerrilleras. En Jinotega, los miembros de este grupo estuvieron integrados por las familias Arauz, Centeno y Martínez, así como Cristóbal Villegas.

En Matagalpa, Bernardino Díaz Ochoa, Antonio Castro y la familia Flores Ortega. En Juigalpa, los Galeano; en Carazo, los Lacayo y los Navarro, así como Guillermo Baltodano y César Cortés Téllez. En Masaya, los Suarez; en Rivas, los Bejarano y en Managua, Raúl Jiménez era el dirigente.

El sector en donde operó mayormente este grupo fue en Occidente, y en donde estuvieron como miembros las familias Montoya Lara, los Toruño y los Aragón. Baltodano explica que todas estas eran familias en su mayoría porque “los socialistas trabajaban mucho con el reclutamiento familiar”.

El historiador Casanova apunta en su libro que “si hacemos un cálculo basado en el tendido organizativo del Partido (Socialista), las FARN estuvieron organizadas en 12 de los 16 departamentos del País, que eran en donde estaban consolidados los seccionales (Managua, Masaya, Granada, Carazo, Rivas, Chontales, Boaco, Jinotega Matagalpa, Estelí, León y Chinandega)”. Y agrega, “no podemos hacer un cálculo exacto del número de personas involucradas en esta actividad, pero es evidente que eran más de un centenar de individuos entre militantes y simpatizantes del PSN y partidarios de la acción armada contra el somocismo”.

Como casi nadie sabía de las FARN, muchas de sus operaciones le fueron atribuidas al Frente Sandinista. Una de ellas fue la ejecutada el 18 de marzo de 1967, que fue un asalto a una casa de cambio propiedad de Julio Centeno Gómez y es quizás el mayor botín con el que pudo hacerse las FARN: 121,000 córdobas y 7,000 dólares en efectivo. En este asalto participaron Jacinto Baca, Regis Mairena y Lenín Cerna.

Mucho tiempo después, Julio Centeno Gómez fue fiscal general de la República. ARCHIVO

Otra acción fue una que protagonizaron Jacinto Baca junto con César Cortez Téllez en septiembre de 1969, en León, cuando iban en una motocicleta y dispararon contra una patrulla de la Guardia Nacional. Los guardias respondieron y se armó un tiroteo y una persecución en toda la ciudad. Los guerrilleros solo pudieron huir dejando abandonada la motocicleta.

“Él caminó mucho conmigo, por las responsabilidades que tuvimos y nos hicimos buenos amigos. La balacera de León desde una moto contra una patrulla que quiso detener a dos guerrilleros según La Prensa, fuimos nosotros dos, él iba manejando y yo detrás. Salimos vivos volándonos pija con la Guardia”, cuenta Cortez en el libro de Casanova.

Cuando las FARN secuestran a Aquileo Venerio en junio de 1969, eran prácticamente unos desconocidos. En esa acción participaron bajo las órdenes de Baca, Abdul Sirker, Roger Cabezas, Carlos Guevara Caballero, José Leonardo Real Espinales, José de la Cruz Chavarría, Fernando Guido, Camelo Lacayo, Mario y Antonio Soto Gómez

El secuestro de Venerio duró unos tres días cuando él mismo negoció con sus secuestradores para que lo liberaran a cambio de entregarles 100,000 córdobas. A criterio del dirigente socialista, el plagio del terrateniente chinandegano fue “un revés político porque Aquileo Venerio era opositor. Era del Partido Conservador, activo en la oposición, un hombre democrático y, por supuesto, en lugar de impactar con el evento, los dejó mal porque están atacando y secuestrando a alguien de la oposición, en lugar de secuestrar a alguien del régimen”.

Como las FARN se identifican como el brazo armado de los socialistas, en respuesta, la Guardia ejecutó una cacería contra los miembros del partido. El secretario general Álvaro Ramírez, se tuvo que refugiar en la curia arzobispal, pues él era sobrino del arzobispo de Managua, monseñor Alejandro González y Robleto. Salió de ahí hasta que la Guardia lo obligó a renunciar al partido y a arrepentirse públicamente de haber participado tanto en el Partido y en las FARN.

La crisis de los socialistas se profundizó y luego nombraron a Onofre Guevara como secretario general. Estuvo ahí hasta que fue obligado a renunciar ante una batería de periodistas oficialistas al igual que Ramírez al tratar de entrar a Nicaragua por el aeropuerto después de un viaje hecho a la URSS.

Tras la salida de Guevara, Luis Sánchez Sancho asumió la dirección del partido, pero él puso como condición que las FARN desaparecieran, porque estaba en contra de la creación de este grupo y decía: “Los que se quieran meter a la lucha armada, que se metan al Frente Sandinista”.

La condición fue aceptada por el resto de dirigentes del partido y a los pocos meses, Jacinto Baca cae muerto en Rota, lo cual termina por sepultar a las FARN.

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Mientras empuñaba su ametralladora Schmeisser de 30 tiros, Jacinto Baca gritó:

–¡Salgan de ahí!

–¿Qué es esto? – preguntó una cajera

–¡Esto es un asalto!

El 31 de mayo de 1963, un grupo de hombres armados asaltó en Managua una sucursal del Banco de América. Eran Jacinto Baca, Guillermo Mejía, Edmundo Narváez, Sergio Narváez, Alejandro Mora y Augusto Tercero.

Portada del diario La Noticia informando sobre el asalto al Banco de América con las caras de quienes en ese momento fueron considerados los autores del atraco. ARCHIVO MAGAZINE

Se llevaron más de 50,000 córdobas en efectivo de la sucursal bancaria ubicada a 100 varas de la casa del entonces presidente de Nicaragua, René Schick. La Guardia movilizó a 16 patrullas y dos aviones para buscarlos y agentes de la Seguridad Nacional incluso fueron enviados a Costa Rica para rastrearlos.

En los diarios del país se publicaba la recompensa: cinco mil córdobas recibiría “la persona o personas” que suministraran “informes que lleven a la captura de los asaltantes”. Esta fue la primera acción armada del Frente Sandinista en la zona urbana. Con el dinero recolectado tenían previsto financiar los ataques en el río Coco y Bocay.

Jacinto Baca es considerado uno de los primeros miembros del Frente Sandinista. Nació en el barrio San Juan de Dios, de León, el 1 de noviembre de 1944. Mónica Baltodano lo conoció de largo en aquellas fechas, pues cuando era niña vivía cerca de la casa de doña Mercedes Jerez, la madre de Jacinto, en el barrio Laborío de la ciudad universitaria.

Baltodano recuerda que la familia de Jacinto era de clase media y que entró al Frente Sandinista a los 19 años. Era un joven de tez clara, delgado y cara alargada. El asalto bancario a la sucursal del Banco de América, además de ser la primera acción de los sandinistas, también fue la primera acción que se conoce de Jacinto.

Según Baltodano, mientras estuvo en el Frente Sandinista, Jacinto fue un miembro destacado. “Era parte de las camadas de muchachos como Selim Shible que eran bien audaces y participaban no solamente en actividades militares, si no también repartiendo papeletas, dando discursos. Era muy beligerante Jacinto”.

Ese día del asalto, Jacinto logró escapar. “Tenía un instinto natural que lo hizo escabullirse de muchas capturas”, relata Baltodano. Sin embargo, el hombre sería detenido el 21 de septiembre de 1963 y sería puesto ante la orden de un juez junto a sus demás compañeros que ya habían sido detenidos el mismo día del atraco.

El 19 de agosto de 1964, Jacinto fue absuelto y recuperó su libertad, al menos momentáneamente porque estuvo detenido en varias ocasiones. La última vez que cayó preso fue cuando ya estaba con las FARN el 7 de febrero de 1968 junto a Regis Mairena.

Baltodano cuenta que Jacinto era una persona astuta, con inteligencia “de calle” y eso le permitió salir libre en 1968. Para entonces, un juez había emitido órdenes de libertad a favor de los guerrilleros Roger Núñez y Carlos Sirias, este último compartía celda con Jacinto.

Cuando un guardia pregunta por Sirias y dice que va libre, Jacinto lo toma del brazo y aprovechan la oscuridad de la celda para intercambiar lugares.

–Yo voy a salir – le dijo Jacinto.

Sirias no respondió. Según Baltodano, Sirias era una persona tímida y quizás por eso no reaccionó a la viveza de Jacinto. El guardia no se dio cuenta del intercambio y Jacinto fue liberado. “A los días se dieron cuenta que Carlos Sirias seguía preso con orden de libertad y que Jacinto se había escapado”.

Sucursal del Banco de América asaltada en 1963. El vehículo que aparece en la fotografía, según los diarios de la época, era similar al usado en el robo. Hoy de la antigua infraestructura del banco no queda nada. Su dirección actual sería de la estatua de Montoya media cuadra al norte, y una cuadra al este.

Una vez fuera de prisión, Jacinto regresa a su trabajo con las FARN y comienzan a planear una acción de gran envergadura para revelar la identidad del grupo armado, así que planifican la toma de la mina El Limón, en León.

Cortez Téllez relata en el libro de Casanova que se logró concentrar a 12 hombres al mando de Jacinto, pero la acción se suspendió porque la Guardia detectó el plan y la zona se militarizó, así que decidieron optar por un plan B: el plagio de Venerio, el cual terminó con el pago de los 100,000 córdobas en junio de 1969.

Casanova indica que, para noviembre de 1969, cuando muere Jacinto, las FARN estaban planeando la toma de El Sauce y en medio de los preparativos es que el hombre junto a Reynaldo Puertas se dirige a la cordillera de Los Maribios para reunirse con otros miembros del grupo, sin embargo, ninguno de los dos llegó a la reunión tras su breve parada en Rota.

La muerte de Jacinto Baca terminó por sepultar a las FARN, pues no pudieron recomponerse después de la caída de su líder, además de que el nuevo secretario general del Partido Socialista, Luis Sánchez Sancho, no apoyaba la idea de un grupo armado que estuviera ligado al partido. La mayoría de guerrilleros que fueron de las FARN terminaron por irse al Frente Sandinista.

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