El turista, 70 años atrás

Reportaje - 10.03.2013
Granada

En los años 30, una guía turística dedicó sus páginas a mostrar el recorrido que debía seguir un turista en Granada, los lugares a visitar. Setenta años después, Magazine hizo la ruta y esto encontró

Por Dora Luz Romero

Cuesta caminar por las calles de la Granada de los años treinta. Es ver otra ciudad. Es cambiar las calles asfaltadas por las de tierra, es olvidarse del tráfico e imaginar más carruajes y carretas, es escuchar el pitido del ferrocarril que se acerca a la estación.

Ahí está usted. En una ciudad pequeña y silenciosa donde avanza por los caminos acompañado de casitas de adobe y techos de teja, donde en las zonas más céntricas puede admirar los edificios con historia colonial. En una ciudad que está conectada al mundo por el ferrocarril y ese gran lago dibujado en su lado este.

Esa, es la Granada que recorrerá hoy, acompañado por Magazine. La Granada para el turista de 1939, un recorrido propuesto por la Guía Turística ilustrada de ese año.

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Estación de Ferrocarril en Granada
En este sitio, que era la Estación del Ferrocarril, ahora funciona una escuela taller donde se imparten clases de carpintería, cocina, entre otros.

Consiga un vehículo y explíquele al conductor que planea recorrer la ciudad. Le cobrará cinco córdobas por hora. Su viaje con certeza se llevará más que eso, quizás unas dos horas a paso ligero, o más si decide irse bajando por cada lugar. También puede hacer el recorrido a pie, pero le tomará mucho más tiempo.

Pídale al conductor que lo lleve a la Estación del Ferrocarril, que queda al extremo norte de la Avenida Central, que en la ciudad de ahora se le conoce como La Atravesada. Ahí, comienza el paseo.

Bájese del carro para que pueda ver cómo es el mundo ahí dentro.

En la Estación, la vida se mueve al ritmo de la máquina de vapor. A su llegada, los pasajeros bajan y un enjambre de vendedores se acerca para ofrecer frescos, golosinas, raspados, pan. Allí, cerca de los vagones de carga, los hombres suben los sacos de café que salen de las fincas cafetaleras del volcán Mombacho. Los viajeros son recibidos o despedidos por sus familiares, y los cocheros esperan atentos para llevarlos por diez o quince centavos hacia su destino. A la salida del tren, la Estación vuelve a ser el mismo lugar, silencioso y vacío.

De esa estación convulsionada, queda muy poco en la actualidad. Está el edificio, los rieles y un par de vagones, justo lo necesario para armar la escena que se les vende a los turistas de ahora, para que no quepa duda de que ahí quedó la Estación. En lugar de viajeros, entran y salen estudiantes que buscan prepararse en albañilería, carpintería, cocina.

Pero regresemos a los treinta. Suba al auto y vaya por la carretera que lo lleva a la costa del lago. Hay poco ajetreo en las calles, y sería una rareza encontrarse otro carro sobre la marcha. En esta ciudad, la de 1939, hay apenas 21 automóviles particulares y seis dedicados al comercio.

Hace sol, pica sobre la piel, pero mientras se avanza llega la brisa del lago que da la sensación de frescura.

A mano izquierda, un jardín hermoso, abundante, le da la bienvenida y así uno se da cuenta que ha llegado al siguiente destino: el Colegio Centro América. Es un edificio grande donde unos 300 alumnos de todo el país permanecen internos. Mientras se avanza rumbo al edificio, se observa a uno de los padres jesuitas vestido de sotana negra que camina por el pasillo, de un lado a otro. Frente a él los estudiantes impecablemente formados en fila escuchan las orientaciones. Mientras él habla bien se pueden recorrer las instalaciones, el gimnasio, una nutrida biblioteca y el museo de este centro que es considerado uno de los mejores de América Central. Para terminar, nunca está de más una plática con los jesuitas.

En la Granada del 2013 no existe el Colegio Centro América. El edificio, que se partió en dos, en una parte funciona el Instituto Tecnológico Nacional (Intecna) y la otra está en abandono. El jardín desapareció, solamente quedan unas palmeras que se mueven con la fuerza del viento que llega del lago.

Vuelva a 1939. Al salir, siga recto sobre la calle de la costa del lago, verá la Planta de Energía Eléctrica y si baja sobre la playa, un par de pasos después la Fábrica de Hielo. Dos sitios que más adelante solo los más viejos podrán dar fe de que un día estuvieron ahí.

Avance sobre la costa del lago. Los árboles se sacuden al vaivén del viento y desde ahí se divisa el muelle y la bodega del puerto. Siempre hay gente ahí, que se embarca a San Carlos, Río San Juan o que manda cajas y encomiendas. Un poco más al fondo los niños chapotean en el lago y sus madres sentadas a la orilla los divisan. Ese es el lugar preferido de los granadinos.

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Primera Calle Norte. Así sigue el recorrido. La calle es de tierra, amplia y muy lodosa en época de invierno. Esta calle y la Avenida Central son donde más tráfico de coches, carretones y bicicletas hay. Se ven árboles frondosos y casas de adobe que hacen este recorrido un poco pintoresco. Mientras avanza, aún se escucha el lago de fondo hasta llegar a la histórica iglesia Guadalupe, un templo que en la época de la Colonia estaba justo en la entrada de la ciudad si llegaba a ella por el lago. En este lugar, las tropas de William Walker fueron encerradas por el Gobierno por 18 días.

Siempre recto, al otro extremo de la Primera Calle Norte llega al Parque Colón, un sitio árido y abandonado que sirve de pasadizo.

De frente, verá la Catedral y a su alrededor hombres que trabajan para finalizar la construcción. Notará que una de sus torres ya está terminada.

Pero si usted pudiera viajar al futuro, unos setenta años, sabría que la Primera Calle Norte la llamarán calle La Calzada y será uno de los lugares más visitados por toda Nicaragua. Sabría que se convertirá en una peatonal bulliciosa que es aplanada por turistas extranjeros que van y vienen todo el día, llena de restaurantes y bares que sacan sus mesas para disfrutar de una velada a techo abierto, una calle llena de meseros que saltan para ofrecerle el menú.

Le parecería increíble que ese parque abandonado que hoy ve, junto con la Catedral, serán el ombligo de Granada.

A un lado de la calle estarán ordenados, uno tras otro, los coches ofreciendo sus servicios por hora. Comercios de artesanías, señoras con sus delantales coloridos que sirven el típico vigorón con fresco de grama o de cacao. También músicos, poetas, payasos que llegarán a este parque a compartir su arte a cambio de unas monedas.

Puede bajarse del auto un momento, así podrá apreciar mejor estos sitios que le quedan cerca. Al lado de la Catedral se ve el Palacio Episcopal y frente a él la Plazuela de la Independencia. No puede dejar de detenerse en el obelisco, un monumento dedicado a los héroes de la Independencia de 1821. Manuel Antonio de la Cerda, Juan Argüello, Gregorio Bracamonte, León Molina son algunos de los nombres grabados en el monumento rodeado de una cadena de hierro sujetas a cuatro cañones de la época colonial.

Al otro lado del parque verá el Hotel Alhambra, un edificio de dos pisos, el más importante de la ciudad donde únicamente los más pudientes pueden pagar los tres córdobas que cuesta.

Como habrá notado en el camino hay pocos turistas en la ciudad, quizás algún viajero de paso o un diplomático que decidió llevar a su familia. Estos años, le llamarán luego los historiadores, la época previa al turismo nicaragüense. Para 1936 nació la Junta Nacional de Turismo, el primer organismo destinado a la búsqueda del desarrollo turístico del país. Pero tocó esperar varias décadas para ver algún resultado.

Siga la marcha. Diríjase a la iglesia San Francisco donde a cualquier hora encontrará señoras rezando de rodillas. Al salir, verá justo a la par de la iglesia, formando un mismo cuerpo, el Instituto Nacional de Oriente, donde tiempo atrás funcionaba el Convento San Francisco. Pase la puerta principal y pronto notará cientos de alumnos, varones todos, que van y vienen por los corredores que bordean un colorido jardín al centro.

Ahora, pídale al conductor regresar al punto de origen, a la Avenida Central, la calle del ferrocarril, pero esta vez yendo hacia el sur. Un par de cuadras y frente a usted el mercado, un edificio de una manzana donde las vivanderas ofrecen sus productos. El momento perfecto para aprovechar a comer o tomar algo. Frutas, pan, gaseosas.

Si quiere seguir viendo iglesias, la próxima es la de La Merced, que le sorprenderá por su delicada capilla del Corazón de Jesús y sus altares de mármol. Esta es la iglesia de la alta sociedad.

Le quedan algunos sitios aún que puede apreciarlos bien desde el vehículo: la iglesia de Xalteva; el Hospital San Juan de Dios, el único de la ciudad; el Cementerio General, donde se exhibe bóvedas y capillas y finalmente la Fortaleza La Pólvora, que fue el cuartel de la Guardia Nacional. Exactamente los mismos lugares que visitarán los turistas dentro de setenta años.

Para terminar su recorrido tome ese camino desolado que lo lleva a las Isletas, un paraíso a menos de un kilómetro de la ciudad. 365 islas que son vendidas como “una pequeña Venecia”. Con suerte, logrará un bote que le permita navegar por las aguas del lago que el conquistador Gil González Dávila llamó “ la Mar Dulce”. Solo así podrá haber dicho que estuvo en la Granada de 1939.

Fernando López

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“Lo interesante es ver que desde siempre ha habido conciencia de que Granada tiene características para ser un destino turístico”.

Fernando López, arquitecto e historiador granadino.

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¿Qué busca el turista?

El turista que llega a Granada, dice César Ramírez, gerente de operaciones de MP TRAVEL, busca una oferta variada. Va tras la cultura, historia, las bellezas naturales, pero también de aventura.

“Escuchamos de las iglesias, de la ciudad colonial, de su arquitectura e historia. Eso es lo que andamos buscando”.

Karin Dietrick, turista estadounidense.
“Venimos a Granada por el tour en el lago. Es un lugar hermoso y todo aquí es verdaderamente barato, es una ganga venir con los amigos, comer rico y disfrutar”.

Louise Baxter, turista estadounidense.

En cifras

Según estadísticas de la época para 1939 en la ciudad de Granada se contabilizaban:
21 automóviles particulares.

6 automóviles de comercio.

3 camionetas.

4 camiones.

2 motocicletas.

163 bicicletas.

90 carruajes

85 carretones

243 carretas

Destino para retirados

En un ranking de la revista International Living de este año sobre destinos para vivir bien y con poco dinero, Granada ocupa el primer lugar. La Gran Sultana, según esta revista, es considerado un lugar hermoso y barato. Una pareja, explica la publicación, puede vivir cómodamente en la ciudad colonial con menos de 800 dólares al mes.

Destino económico

Un turista se queda en Granada un promedio de tres a cuatro días, según Pascal Picot, coordinador de la Cámara de Turismo (Canatur) en Granada y gerente general de Oro Travel.

El turismo que se recibe en Nicaragua, explica, no solamente en Granada, es de bajo y mediano presupuesto. “Tratamos de revertir ese hecho ofreciendo alojamiento de calidad, tours de calidad para elevar un poquito el nivel”.

Granada, explica Picot, es económicamente barato al compararlo con otros países como México, Costa Rica, Panamá, Guatemala. Precisamente por eso es que en la ciudad se observan mucho mochileros.

22,000

habitantes se calculaba que tenía Granada para 1934, apenas dos mil personas más de las que se necesitan para llenar un concierto en el Madison Square Garden. Esa gente vivía en 2,346 casas, la mitad de las casas que tenía Diriomo, uno de los municipios de Granada, para el 2005.

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