El día que votaron las mujeres

Reportaje - 12.08.2012
Voto-femenino

Era domingo. Era 3 de febrero de 1957. Tras décadas de lucha, ese día las nicaragüenses salieron por primera vez de sus hogares rumbo a las urnas electorales

Por Dora Luz Romero

La mañana del 3 de febrero de 1957 Flérida Noguera se levantó temprano. La noche anterior le había costado conciliar el sueño. No podía dejar de pensar cómo sería su primera votación. Tenía 36 años, era maestra de preescolar y aunque nunca le gustó la política, siempre soñó con el día en que las mujeres tuvieran más participación y que dejaran a un lado la idea de que habían venido al mundo para ser amas de casa.

Ese día, como de costumbre, el pueblo de Noguera, San Marcos, amaneció fresco y su gente se movilizaba por las calles desde muy temprano. San Marcos era una ciudad somocista, dice. Precisamente en ese sitio estaba la cepa de la familia Somoza, esa era la ciudad donde había nacido Anastasio Somoza García.

Flérida Noguera se bañó, se vistió y caminó una cuadra desde su casa para llegar al sitio donde le tocaba votar. “Para mí ese era un gran acontecimiento. Yo iba muy emocionada, nerviosa”, asegura. Al llegar, lo primero que vio fue una enorme fila de hombres y mujeres, así que se ubicó al final de la cola. Las manos le sudaban helado y mientras avanzaba veía de reojo qué hacían el resto para así no equivocarse cuando llegara su turno.

La fila avanzaba rápido y cuando llegó su momento le entregaron una boleta. Aún nerviosa, marcó a su candidato favorito, después firmó un documento donde estaba escrito su nombre y después llenaron su dedo con tinta roja. Dos minutos, quizás uno. Ese fue todo el proceso.

Así recuerda esta mujer de 91 años el día en que las mujeres votaron en Nicaragua. Su historia bien podría ser la de Ana. O Marta. O Juana. O Magdalena. Todas las que vivieron esa época tienen una experiencia que contar. Pero aquel 3 de febrero significaba mucho más que ir a la urna y votar, era un día histórico, era el resultado de más de medio siglo donde las mujeres exigían ser reconocidas como ciudadanas, exigían igualdad, exigían poder votar.

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Ana María Chamorro de Holmann no necesita esforzarse para recordar el día que las mujeres votaron por primera vez. Lo tiene fresco en su memoria. Ella no votó, cuenta. No estaba de acuerdo con lo que ocurría en el país.

Este era el escenario. Anastasio Somoza García, presidente de Nicaragua, había sido asesinado en septiembre de 1956 y el Congreso designó a su hijo Luis Somoza Debayle para ocupar su cargo. Existía descontento en Nicaragua por la continuidad de los Somoza, quienes habían estado en el poder durante casi veinte años.

En febrero se llevarían a cabo las elecciones presidenciales donde Somoza Debayle era el candidato del Partido Liberal. El Partido Conservador decidió salir de la contienda, pero apareció el Partido Conservador Nicaragüense, a quien llamaron “zancudos”. Su candidato era el matagalpino Edmundo Amador.

“Teníamos rechazo a los Somoza, a su reelección. Ya se sabía quién iba a ganar, ya se sabía cómo era ese juego, entonces yo no voté por eso. Algunos votaban, tal vez no se daban cuenta o estaban de acuerdo con ese obsequio entre comillas que nos daban a las mujeres”, dice Chamorro.

Su derecho al voto —comenta— lo ejerció hasta 1990 en las elecciones que ganó Violeta Barrios de Chamorro. Tenía 63 años, su madre 90 y su sobrina 18. “Era la primera vez que votamos las tres”, dice.

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¿Cómo llegaron las mujeres a las urnas? Para entenderlo hay que detenerse y retroceder. Ochenta, cien años. Un viaje en las páginas de los libros de la época cuenta la historia. En el siglo XIX ya existían los primeros grupos de mujeres feministas que batallaban por la igualdad. Así lo cuenta Ángela Rosa Acevedo en uno de sus escritos. Sin embargo, fue a inicios del siglo XX que aparecen mujeres con nombre y apellido que decidieron llevar sobre sus hombros esa lucha. Una de las más conocidas fue Josefa Toledo de Aguerri, maestra y feminista; también otras como Joaquina Vega y Angélica Balladares.

En una época donde la mayoría de las mujeres dedicaban sus días a lavar, planchar, cuidar de sus hijos y obedecer a sus maridos, Toledo iba contra la corriente y optó por exigir esos derechos que le pertenecían. Ella, junto con otras mujeres, llevaron en 1939 una petición a la Asamblea. Anastasio Somoza García era presidente y antes de entregar el documento le pidieron que recordara que en 1916, cuando aún no había llegado al poder, su partido había prometido apoyar el voto femenino.

El documento decía así: “En nombre de la justicia y de la razón venimos un grupo de mujeres nicaragüenses como representativas de las mujeres del país a pediros interpretéis fielmente nuestra manera de pensar y sentir respecto a nuestros derechos como ciudadanas de la República. Pedimos sean incorporados a la Constitución los siguientes derechos de las mujeres: al igual tratamiento político que el hombre, a gozar de igualdad en el orden civil...”.

Para entonces las feministas pensaron que el gobierno les ayudaría, ya que la primera dama, Salvadora de Somoza, formaba parte de estas organizaciones. Pero no ocurrió así y tuvieron que seguir su lucha por muchos años más. Luego se formaron varios movimientos como el llamado Pro Voto Femenino.

El régimen se oponía al sufragio femenino, relata el historiador Antonio Esgueva en uno de sus libros. Somoza García decía —cuenta Esgueva— que “la mayoría de las mujeres eran religiosas y los curas, que eran conservadores, podían influir en ellas durante las confesiones”.

Rosario Montenegro relata en una investigación titulada El voto femenino en Nicaragua: una historia oculta que el diputado liberal Guillermo Sacasa, yerno de Somoza García, dijo en un discurso en 1939 que “la mujer se transforma, pierde personalidad, cuando se arrodilla ante un sacerdote en el confesionario, o escucha sentada en la banca de una iglesia la palabra de un obispo desde el púlpito... Si la mujer pudiese votar, nos traería a las bancas del Congreso, representantes escogidos por sacerdotes y llevaría a Tiscapa (Casa Presidencial) presidentes señalados por la mitra de los obispos”.

Fue en ese año, 1939, que se menciona por primera vez en la Constitución el voto femenino, pero sin lograr que fuera aprobado. Miriam Argüello, exdiputada de la Asamblea Nacional, no pudo votar para las primeras elecciones en las que participaron las mujeres porque estaba fuera del país, pero la historia bien la conoce.

En 1950, dice, se les concedió a las mujeres el estatus de ciudadanas y el derecho a ser electas a cargos públicos. Cinco años más tarde se aprobó sin restricciones el derecho al voto. Pero no fue Anastasio Somoza García ni el Partido Liberal quienes dieron el sufragio femenino, aclara Argüello. Todo ocurrió —cuenta— en el Pacto de los Generales (1950). El voto femenino —afirma— “fue una propuesta del Partido Conservador hecha por Emiliano Chamorro y que quedó registrada en el Pacto de los Generales”.

Miriam Argüello, exdiputada de la Asamblea Nacional

“Hay muchos que atribuyen el derecho al voto de la mujer al Partido Liberal, pero esa fue una propuesta del Partido Conservador hecha por Emiliano Chamorro y que quedó registrado en el Pacto de los Generales”

Miriam Argüello, exdiputada de la Asamblea Nacional

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“Yo voté por los conservadores”, dice orgullosa Magdalena Úbeda de Rodríguez, de 84 años. Han pasado 55 años desde aquel día que salió de su casa para votar por su candidato favorito, pero en su memoria sigue intacto. Vivía en La Concordia, Jinotega, un pueblo de liberales, y su esposo era candidato a diputado por el Partido Liberal Nacionalista.

Magdalena tenía 29 años y se dedicaba a la crianza de sus hijos. “El proceso fue apagado. Los únicos que hacían propaganda eran los liberales, los conservadores estaban de capa caída, los conservadores de verdad estaban resentidos con los conservadores que llamaban “zancudos”, recuerda.

Ese día, las urnas abrieron temprano y hubo mucho alboroto. Los fiscales conservadores —relata— eran sacados de las mesas electorales por la Guardia. “Ellos contaban los votos como les daba la gana”, asegura.

Su voto —reconoce Magdalena— fue casi clandestino. “Yo estaba casada con un liberal nacionalista, con un candidato a diputado. Tenía que tragarme toda mi rabia y mi entusiasmo y lo único que hice fui ir y votar. Ahí votamos unas cuatro personas que éramos conservadoras”, afirma.

Pero haber vivido ese día —dice— no lo cambia por nada. “Para mí fue una gran emoción poder ir a votar, era un logro de todas las mujeres”, asegura.

Flérida Noguera, la sanmarqueña, opina lo mismo. “Verdaderamente para todas las mujeres fue un momento importante, antes nos sentíamos relegadas, no éramos tomadas en cuenta. A partir de ahí se vio más la participación de las mujeres en la política de nuestro país”, cuenta.

“El día que voté yo me sentí muy importante, era un gran logro”, recuerda Flérida Noguera.

CURIOSIDADES

• En 1776 se aprobó accidentalmente el primer sufragio femenino. Ocurrió en Nueva Jersey, Estados Unidos. En la Constitución estatal se usó la palabra “personas” y no “hombres”. Años más tarde se abolió.

• El último país del que se tiene constancia que ha concedido el derecho al voto a las mujeres es Kuwait. Fue hasta el 2005 que el Parlamento aprobó una ley que garantiza los derechos políticos de las mujeres.
• El primer país centroamericano que aprobó el voto femenino fue El Salvador. Lo instauró en 1939.
• En 1946 la Organización de Naciones Unidas (ONU) llamó la atención a todos los países de América cuyas constituciones en las que aún no estaba establecido el voto femenino.

Ala Femenina Liberal

El Ala Femenina Liberal fue creada en 1954 por el Partido Liberal Nacionalista. Apareció un año antes de que se aprobara el sufragio femenino. Se trataba de un movimiento político fuerte que apoyaba los derechos de las mujeres, pero también el régimen somocista. Se encargaba de captar mujeres, apoyar el proceso electoral, pero además promover a Somoza como el dador del voto femenino y el defensor de los derechos de las mujeres. Este movimiento nunca mencionó la labor que realizaron los movimientos feministas como el de Josefa Toledo de Aguerri para lograr que se aprobara el sufragio femenino.

El voto femenino fue aprobado en 1955, pero fue dos años después que las mujeres pudieron ejercer su derecho al voto.

Agradecimiento al Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (INHCA-UCA)

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Reportaje