Suavizar líneas de expresión, recortar exceso de piel en los párpados, eliminar ojeras, rejuvenecer los pómulos o recuperar el cabello... Líderes políticos de todo el mundo visitan al cirujano plástico para conseguir votos
Por Arlen Cerda
Un buen programa de gobierno —que muchas veces tampoco lo hay— ya no parece suficiente para conquistar a los votantes en el siglo actual. Lucir joven, saludable y fresco nunca antes había parecido tan importante como en estos tiempos, cuando cada año aumenta el número de aspirantes presidenciales, mandatarios y líderes políticos que se ponen en manos de famosos cirujanos plásticos y prueban distintos tratamientos de belleza para ganar un cargo, mantenerse en él o regresar al poder.
La presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, el otra vez presidente de Rusia Vladimir Putin, la brasileña Dilma Rousseff y el chileno Sebastián Piñera, entre otros líderes políticos del mundo, son prueba de cómo hoy la visita al cirujano puede ser tan importante para conquistar votantes, como demostrar la capacidad de gobierno y el liderazgo para conducir a un país.
Algunos como la mandataria carioca deben rendirse ante sus asesores de imagen y entregarse a las manos de un famoso cirujano; otras, como la presidenta argentina, prefieren negar sus encuentros con el bisturí, sin importar lo mucho que la prensa los detalle.
Los políticos hombres tienen distintos argumentos para justificar sus retoques. En junio del 2008, Piñera aseguró que su operación para recortar el exceso de piel en sus párpados fue para corregir dificultades en su vista, mientras el italiano Silvio Berlusconi no tuvo problemas en admitir que su injerto de cabello y otras correcciones estéticas las hizo “por respeto a los demás”. Y hay muchos casos más.
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La presidenta de Argentina ha sido considerada por seguidores y críticos como una mujer muy guapa en su juventud y algunos aún la creen simpática. Ella, agradecida con los halagos, lo que nunca ha aceptado es que alguna vez se ha hecho una cirugía con fines estéticos, a pesar de lo mucho que insiste la prensa local y mundial, incluso comparando sus fotos de “antes y después”.
La publicación mexicana La Primera Plana asegura que los cambios en Fernández comenzaron tras la elección presidencial de su esposo Néstor Kirchner en el 2003 y que durante una visita a México en el 2007, aún como senadora, su renovado look fue evidente.
La presidenta argentina nunca ha descartado que se practicaría una o varias cirugías plásticas “el día que se me caiga toda la cara y esté horrible”, pero dice que esperaría hasta dejar el poder para evitar las críticas de la prensa. Muchos creen, sin embargo, que la mandataria perdió la batalla contra la impaciencia.
Rinoplastia, bótox entre las cejas, los pómulos y los labios y hasta un implante de siliconas en los pechos son algunas de las intervenciones estéticas que la prensa ha comentado.
En el 2009 también se aseguró que la presidenta se había sometido a un procedimiento de hilos tensores que alisan el cuello eliminando las arrugas de la edad en esa zona, y en el 2011 nuevamente lucía rejuvenecida para su campaña por la reelección, a pesar del luto por la muerte de su esposo.
Antes de ella, el expresidente Carlos Menem también fue un aficionado de los retoques, con una preocupación especial por su cabello, que se dice era producto de numerosos trasplantes.

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Al antiguo agente del Comité para la Seguridad del Estado (KGB, por sus siglas en ruso) y actual presidente de ese país, Vladimir Putin, lo han acusado de “utilizar selectivamente la justicia” para dominar a adversarios de la talla del magnate petrolero Mijaíl Jodorkovski, el hombre más adinerado de Rusia en el 2004 con una fortuna calculada en 15,000 millones de dólares, y ahora condenado a nueve años de prisión por presunta evasión fiscal.
También lo han criticado por supuestas violaciones a los derechos humanos y tras dos períodos consecutivos en el poder, del 2000 al 2008, le han llamado el “hombre más fuerte” de la política rusa desde el fin de la Unión Soviética.
Su intento de regresar a la Presidencia en el 2012 ya se lo esperaba la prensa, pero lo que a muchos sorprendió fue el rostro rejuvenecido del candidato que entonces tenía 58 años. La prensa oficial rusa siempre ha destacado la afición deportiva de Putin para disciplinas tan rudas como las artes marciales, el judo y karate y también abundan sus fotos de pesca y caza, aunque de las intervenciones estéticas no se habla.
El cirujano plástico de Manhattan, David Hidalgo, consultado por la revista estadounidense Vanity Fair sobre las cirugías de varios mandatarios en un reportaje de mediados del 2012, reconoció el “look descansado” de Putin, aunque bromeó con la duda de que el político ruso haya permitido que alguien lo pusiera a dormir por un rato o que Rusia se destaque en la calidad de sus cirugías plásticas.
Sin embargo, el expresidente de la Asociación Europea de Cirujanos Plásticos, Rafael de la Plaza, aseguró a varios medios europeos y estadounidenses que él no duda de las cirugías plásticas de Putin.
“Durante la campaña electoral observé cambios en su rostro que indicaban una operación de blefaroplastia (párpados), aplicación de bótox y, probablemente, infiltración de ácido hialurónico en los pómulos y surcos nasogenianos”, citó el diario español ABC.
La posibilidad de estas cirugías fue más comentada cuando las fotografías de Putin “llorando” durante su primer discurso como presidente electo dieron la vuelta al mundo. De la Plaza aseguró que esas “lágrimas” no fueron por ninguna emoción específica del presidente, sino un efecto secundario de sus cirugías.
“Si se fijan en las fotografías, observarán un ligero enrojecimiento en el ángulo exterior de los ojos, con una línea maquillada que se prolonga lateralmente; y en las imágenes dinámicas, llama la atención la rigidez de sus párpados inferiores”, explicó.

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A principios del 2012, el servicio de inteligencia surcoreano aseguró que el régimen norcoreano desarrolló una estrategia para conseguir la aceptación de Kim Jong-un como el nuevo líder, tras la muerte de su padre Kim Jong-il (1941-2011).
Según los surcoreanos, el plan supuestamente consistió en hacer parecer a Jong-un como la reencarnación de su abuelo, Kim Il-sung (1912-1994), el fundador de Corea del Norte que es visto en ese país como un semidiós a quien llaman “Padre eterno”.
“Le hicieron engordar y le dieron clases para comportarse de forma similar a él. Algunas fuentes incluso aseguran que han utilizado cirugía plástica”, aseguró a The New York Times el director del Centro para la Estrategia con Corea del Norte, Kim Kwang-in.
Debido a las restricciones de prensa en ese país no se conocen fotos del mandatario más joven del mundo durante sus años de adolescencia y se insiste en que bien pudo ser engordado, a pesar de la hambruna en ese país, o que recibió inyecciones de grasa en el rostro.
La cadena de televisión china Shenzhen TV aseguró a principios de este año que Kim Jong-un se habría sometido hasta seis cirugías estéticas para parecerse a su abuelo. Sin embargo, la agencia de noticias China Nueva desmintió la información de inmediato.

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Exceso de piel no lo dejaba ver
En junio del 2008, el empresario y entonces aspirante a la Presidencia de Chile, Sebastián Piñera, estrenó la única cirugía plástica que hasta hoy se le conoce. La prensa chilena lo fotografió para esa fecha con los puntos evidentes de una operación reciente en la zona de los párpados y los ojos aún hinchados por la intervención.
Piñera explicó que el objetivo de la cirugía fue cortarle el exceso de piel alrededor de los ojos, porque eso le dificultaba la visión.
El cirujano David Hidalgo comentó el año pasado a la revista Vanity Fair que Piñera figura entre las tres mejores cirugías de los mandatarios que entonces analizó la revista, seguido de Vladimir Putin y Dilma Rousseff. Sin embargo, agregó que Piñera aún podría hacer más por rejuvenecer su rostro.

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Cuando el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva se empeñó en que la jefa de la Casa Civil de su gobierno, Dilma Rousseff, era quien debía sucederle en el poder, él tuvo que convencer a esta exguerrillera, encarcelada y torturada por la dictadura brasileña (1964-1985) de abandonarse en las manos del famoso cirujano plástico Renato Vieira, para dejar atrás su aspecto de mandona y lucir “más amable, menos ruda y más fresca”.
El trabajo de Vieira fue inyectar metacrilato bajo la piel de Rousseff y moldearlo para borrar arrugas, levantar la nariz, rejuvenecer sus párpados y mejorar otros detalles que eliminarían los rastros del cáncer linfático que a ella le diagnosticaron un año antes de ser presentada como candidata del Partido de los Trabajadores.
El trabajo de Vieira fue uno de los más aplaudidos por el experto cirujano David Hidalgo, consultado por Vanity Fair, que si se trata de dar una nota a los resultados de esa intervención estética dice que merece un A+, que aquí equivale a un 100.

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Apodado Il Cavalieri, el ahora ex primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, jamás tuvo problema en admitir que sus cirugías estéticas, ampliamente detalladas por la prensa italiana y europea, obedecían a que él tenía una imagen que cuidar por su alto cargo y que lo hacía “por respeto a los demás”.
En marzo del 2011, Berlusconi se sometió a una operación maxilofacial de cuatro horas para un trasplante óseo y un implante de dientes que le permitieran recuperar plenamente la capacidad de masticar, dañada tras el atentado que sufrió el 13 de diciembre de 2009, cuando el italiano Massimo Tartaglia le golpeó con una miniatura del duomo de Milán durante un mitin.
Antes, sin embargo, ya se había hecho trasplantes de cabello (2004 y 2005) con un tratamiento que tapa los huecos de la calvicie y da al cabello la sensación de ser más espeso. Además, a lo largo de los últimos años se hizo varios lifting para rejuvenecer los ojos y el cuello.
Berlusconi nunca ocultó tampoco su coquetería, al pedir a la prensa que le fotografiara desde su mejor ángulo (el derecho, según él) y lucir siempre que pudo su mejor bronceado.

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Las caras de Ortega
Hasta la fecha nunca se ha reportado o documentado alguna intervención estética al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, reelecto inconstitucionalmente en noviembre del 2011.
Sin embargo, en las campañas electorales que su esposa Rosario Murillo dirigió desde 1996 hasta su regreso al poder en el 2007 se le vio muchas veces reinventado para conquistar a los votantes, desde su comparación con un mesías que haría de Nicaragua una “tierra prometida” hasta su imagen pulcra luciendo camisa blanca y un bigote despoblado en enormes rótulos de propaganda.
Su cambio más evidente, no obstante, fue cuando como candidato presidencial para las elecciones de 1990 eliminó de su atuendo los lentes gruesos que hasta entonces le habían caracterizado, gracias a una operación en Cuba que le permitió corregir sus problemas en la vista.