La mañana del 30 de agosto de 2005 Yurelia y Fiorella Rocha Arias nacieron unidas por el tórax y el abdomen. Siamesas, le llaman a este tipo de gemelas, cuya historia les relatamos en esta edición de Magazine, cuando las niñas, ya separadas por una operación médica providencial, están por cumplir los nueve años.
Sin embargo, el caso de Yurelia y Fiorella es algo más que un caso médico, o una rareza de la genética.
Tiene que ver con la evolución del pensamiento humano. Hace algunos años a este tipo de personas se les exhibía en circos para disfrute y asombro de quienes pagaban por ello.
Tiene que ver con la migración y la pobreza. María Elizabeth Arias, la madre de la niña, salió de Nicaragua hacia Costa Rica en 1993, indocumentada y cargando a tres de sus cinco hijos. Una de ellas con parálisis cerebral. Buscaba el trabajo que le negaba su patria para alimentar a la prole.
En los siguientes doce años María tendría otros cuatro hijos, y ya había decidido esterilizarse cuando le llegó la noticia del embarazo de las siamesas.
Pero esta historia tiene que ver más con solidaridad y perseverancia. Doña María Elizabeth Arias y su esposo, un guarda de seguridad, decidieron tener a sus hijas contra todo pronóstico médico, y su caso despertó la ternura y solidaridad de muchos. Desde las personas y asociaciones que les apoyaron durante el embarazo y el parto en Costa Rica hasta la organización altruista que costeó su traslado a Estados Unidos y la posterior operación para separarlas a los dos años de vida.
Yurelia y Fiorella juegan, chatean con sus celulares y van a la escuela como cualquier otro niño más. Magazine las buscó en su casa, en un barrio pobre de San José, Costa Rica. Tienen metas y sueños. Cantan. Una de ellas quiere ser veterinaria y si no se puede, bailarina. Eso le gusta.