Rafaela Herrera

Columnas, Del editor - 14.06.2015

Nuestra generación creció estudiando la hazaña de Rafaela Herrera en aquellos viejos libros de primaria. El relato era apasionante. El padre de Rafaela, comandante español del Castillo que defiende el paso por el río San Juan, muere de enfermedad. Los ingleses acechan para hacerse de estas tierras y deciden atacar en ese momento de debilidad. La jovencita Rafaela asume el mando de la atemorizada guarnición española y entre otras cosas se dice que abate de “un certero disparo de cañón” el buque del jefe inglés y aterroriza al resto al poner a flotar en el río sábanas encendidas sobre ramas secas. Rafaela Herrera era la heroína por excelencia de los libros de textos.

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Luego se supo que en el relato había más de leyenda que de hechos reales. Y al final, fue sacada del panteón de los héroes nacionales bajo el simple cuestionamiento de ¿por qué debemos considerar heroína nacional a alguien que solo defendía las posesiones de la corona española en nuestro territorio? Y la historia de Rafaela Herrera comenzó a disiparse de los libros de textos hasta casi desaparecer.

Sin embargo, el hecho cierto es que Rafaela Herrera se puso al mando de la defensa del Castillo e impidió el paso de sus enemigos. Es una acción que requiere valentía y en eso la historia no puede ser mezquina.

Héroes o heroínas, son categorías que nacieron en la literatura de la antigua Grecia, y generalmente aludían a semidioses. Con el tiempo se le terminó llamando héroes a las personas que realizan una hazaña extraordinaria y más aún cuando en ello sacrifican o ponen en peligro su vida. Pero, como vemos en el caso de Rafaela Herrera, ser héroe depende también del tiempo y de quién cuente la historia.

El asunto es que la jovencita valiente, porque eso nadie se lo quita, no regresó más a España, y se enamoró de un criollo, Juan Mora. Se quedó viviendo y reproduciéndose en Nicaragua. Y aquí, ahora, encontramos viviendo sus últimos días en un asilo de San Marcos, Carazo, a quien sería su tataranieto directo, y como es nuestra costumbre, les contamos en esta edición la historia completa.

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