La Caimana

Columnas - 12.02.2018
La Caimana

El escándalo de la Managua de los años sesenta era la mujer que vivía como hombre y se casó con otra mujer. Le decían la Caimana en honor a un apodo familiar. Era admirada y temida en una sociedad puritana y pueblerina de la vieja capital que sería destruida con terremoto de 1972.

Petronila del Carmen Aguirre no solo decidió ser Pedro del Carmen Aguirre Ocampo, una versión masculina, sino que como veremos en este interesante perfil que nos preparó Amalia del Cid, asumió con todas sus virtudes y defectos el comportamiento del protomacho de la época: mujeriego, parrandero, caminaba pistola fajada y no pocas veces resolvió a puñetazos sus diferencias con otros hombres. Asumía como propios los hijos de sus amantes y en sus funerales muchas mujeres llegaron a llorarle por viejos quereres.

La Caimana pertenece a esos personajes que determinaron la historia de la vieja Managua. Tanto así que, al día de hoy, su nombre sigue siendo una referencia de la ciudad y todavía se habla de ella como la mujer que vivió como hombre.

Pero Carmen Aguirre fue mucho más que una mujer que vivía como hombre. Reducirla a eso sería injusto con ella. Fue una empresaria exitosa. La más reconocida comerciante de pólvora en la historia de Nicaragua. Fue amiga de los Somoza. Fue curandera y ayudó a muchísima gente necesitada. Por eso era muy querida y sus funerales, que ella planeó al detalle, fueron de los más sonados que hayan ocurrido nunca en Managua.

Decenas de miles de personas atiborraron la vía del cortejo fúnebre, se detonaron cohetes y morteros con precisión militar a su paso. Se lloró y se celebró. Su hijo José Dolores lo describe mejor: “Ella dijo ‘yo no quiero que me lloren cuando me muera. Quiero que me traigan la marimba’. Y ahí hubo marimba. Ella dijo ‘quiero que me traigan mariachi’. Y llegaron los mariachis. Ella dijo ‘quiero que traigan chicheros’. Y ahí estuvieron los chicheros. Ella dijo ‘quiero que todo el mundo esté bolo’. ¡Y todo el mundo estaba bolo ahí!”.

La Caimana vivió a su manera. Y se fue a su manera.

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